El amigo de mi ex: Primer encuentro

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Era enero de 2022 y la noche estaba calurosa después de tanto baile y cerveza en el bar. Estábamos celebrando el cumple de una amiga, y en un momento me escapé a la barra.

Ahí vi a Matías, amigo de Walter, mi ex con el que había estado casi seis años. Alto, robusto, barba de tres días y una mirada intensa que me atravesaba.

Me acerqué con cuidado, fingiendo indiferencia, pero él ya me estaba esperando con una sonrisa.

—Nunca me imaginé verte acá, negra —me dijo, tomando mi vaso como si fuera suyo.

El estómago me dio un vuelco, mezcla de amabilidad y un fastidio interno por todo lo que él representaba. Igual, no pude resistir sonreír.

—Sos un atrevido —le tiré, con la voz más baja, juguetona.

Él se acercó, tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo y el perfume masculino que me encantaba.

Entre risas, toques casuales, y un coqueteo leve, me dí cuenta de que no habría vuelta atrás. Cada comentario suyo, cada roce de su mano en mi brazo, me hacía querer más.

Salimos del bar sin decir nada, como dos imanes que no podían separarse. Caminamos dos cuadras y en el ascensor de su departamento, sus manos ya recorrían mis caderas.

Entramos, me empujó contra la pared del pasillo y me besó como si quisiera devorarme. Yo jadeaba, sintiendo su fuerza y mi propia excitación.

—Ali hermosa… te voy a coger hasta que no puedas más —susurró mientras me besaba el cuello.

Me llevó al dormitorio, y empezó a desnudarme, saboreando mi cuerpo con los labios. Mis pezones se endurecieron y mi concha se humedeció.

—Que culo hermoso tenés —me dijo mientras me pegaba nalgadas, y yo no pude hacer más que gemir, arqueando la espalda para recibirlo.

Me arrodillé frente a él, le bajé los pantalones y apareció frente a mí. Ni un segundo pasó que ya sentí su pija dura presionando contra mi lengua.

Sus gemidos me excitaban más que cualquier caricia, y yo me dejé perder en el sabor de su piel.

Lo acariciaba, lo chupaba, lo sentía temblar mientras yo misma me humedecía más y más.

—Ah, la puta madre… —gruñía mientras me empujaba un poco más hacia él, y yo respondía con gemidos, succionando, mordisqueando.

Cuando sintió que estaba listo, me acostó de espaldas y me penetró lentamente. Sentí su pija dentro mío.

Gemía, jadeaba, y él se inclinaba sobre mí, besándome, mordiéndome, diciéndome cosas mientras me sacudía con fuerza. Yo cerraba los ojos, mordía la almohada, dejándome llevar.

—Que negra hermosa sos —dijo, y no pude más que gemir de placer.

Me giró, me montó sobre él, y cabalgué su pija con fuerza. Cada movimiento era un choque de cuerpos, mezclado con gemidos que llenaban la habitación.

Él me agarraba de las caderas, me empujaba más profundo, sus insultos y frases sucias llenaban mis oídos. Yo me sentía completamente atraída a él.

Luego pasó al misionero. Yo arqueaba la espalda y sus manos exploraban mis pechos, mi cuello, cada vez más intenso, más rápido.

Finalmente, me la sacó y acabó sobre mi ombligo, y sentí su semen caliente resbalar sobre mi cuerpo.

Quedamos ahí, respirando, pegados, sudorosos, con el sabor de nosotros dos en la boca y en la piel.

Yo lo miraba y entendí: cuando conectás con alguien así sexualmente, se convierte en una adicción. Y no fue la única vez que nos vimos.

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1 COMENTARIO

  1. Excelente relato, me dejó duroooo!

    Y confirmo, cuando conectas con alguien sexualmente, se vuelve muy adictivo!

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