Dando la cola. Un novio muy follador

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T. Lectura: 5 min.

Hola amiguis, les cuento algo que está en mis recuerdos porque es sobre uno de mis primeros novios que tuve, pero claro, ya tenía experiencia sexual con hombres. Estaba en la Universidad y ya era mayor de edad, él uno o dos años más. En ese entonces, ya habían pasado años de que había dejado la virginidad de mi colita, de mi boca y de las manos. Se les había pajeado a varios amigos, les había hecho sexo oral y algunas veces, no muchas, ya me habían perforado el ano. Así que creo que ya tenía bastante experiencia.

También, ya tenía larga carrera como travesti, ya saben, la ropa de mi mami y de mi hermana. Por cierto, sus tangas y sostenes me quedaban divinos, ya que mis pechos, no tan grandes como los de ella, me ajustaban muy bien, sobre todo si me ponía rellenos, ella era copa C, y yo sólo copa B, pero se veían muy bien. Buscaba en su ropa cuando no estaba en casa y me probaba toda su hermosa lencería y zapatillas. Luego, en una época, me iba al colegio usando sus corpiños y sostenes, cuidando que no se me notaran.

Llamaremos Eddy a mi novio. Un día jugábamos baloncesto sólo los dos, era tarde y el gimnasio estaba vacío, ya teníamos relaciones haciendo de todo. Terminamos el juego y nos sentamos a descansar en la duela, entonces, él me dijo de pronto, tienes una piernas y unas nalgas como de mujercita, sólo lo miré, pero con una caída de ojos muy sensual y femenina. Creo que se había dado cuenta fe que ardía en deseos de sentir su hombría, de que me besara, me tocara por todas partes, me comiera la cola y de que me hiciera suya.

Pasó su brazo alrededor de mi cintura y me besó el hombro subiendo hasta el cuello. Al ver mis labios entreabiertos, siguió y me besó amorosamente en la boca mientras me abrazaba atrayéndome hacia él. Yo respondí gimiendo como una putita mientras ponía mi mano en su entrepierna, sobando su bulto viril. Es algo que me fascina, tocar un miembro por encima del pantalón y sentir como mis caricias los ponen erectos y listos para perforarme el ano.

Me dijo que fuéramos al vestidor de los equipos y al llegar cerró bien; en seguida continuó besándome y poniendo sus manos sobre mi trasero, me bajó el short. Nos recostamos en un colchón en el que descansaban los atletas. Eddy me abrazaba por detrás re-pegándome su pene, calentándome a mil por ciento.

Con mis nalgas al descubierto, pero aún con las pantaletas de mujer, me las bajó un poco, para permitirle separar mis cachetes y entonces, comenzó a meterme la lengua por el ano. Era una delicia, Eddy, mi enamorado, me comía el culo como nunca antes. Gemí casi en silencio, pero como una putita loca en celo, deseosa de complacer a mi hombre en lo que quisiera.

Luego de algunos minutos de placer lingual en mi colita, le dije, -papi quiero sentir el sabor de tu pene- se incorporó poniéndose al frente y yo me hinqué en el colchón, tomé su polla con ambas manos y se la pajee un poco, luego, le besé varias veces el glande con gran ternura y abriendo bien la boca me lo tragué casi todo. No estaba bien erecto, pero era mi trabajo de nena trans hacer que se pusiera totalmente duro y grueso. Su pene era grande, una delicia, su sabor era maravilloso, se lo chupé besando con fruición.

Lamí su hermosa verga durante varios minutos hasta que casi se iba a correr dentro mi boca, me decía –así, así, mamacita, mamas como toda una puta-. Le mordisqueaba el tronco, me lo metía todo y se lo ensalivaba, le pasaba la lengua por toda su longitud y con ella le cubría el glande en forma circular, luego, ya estando bien dura me la metía de nuevo toda en la boca o lo que me cabía, pues erecta era enorme, con ambas manos le acariciaba las pelotas, muy peludas y rebosantes de semen.

Me lo sacaba y se lo pajeaba suavemente, alternando con fuertes apretones que provocaban la salida de su precum, lo cual, aprovechaba para lamerlo y tragarlo, era una verdadera delicia su sabor. De nuevo, chupaba con labios y lengua su glande y me metía su verga hasta la mitad, le cubría de besos su cabezota viril, absorbiendo casi como en adoración de polla. Cuando sentí que iba a explotar, le tape el orificio con la lengua, provocando detener la eyaculación.

Finalmente, le dije, -Papi, te quiero dentro de mi cola, que me la metas toda, me abras bien el ano, que eyacules tú semen dentro de mí y me hagas feliz-. Luego, le pregunté con una voz muy de zorrita deseosa, -Ay, papi, ¿cómo quieres que me ponga? Contestó con una vez lujuriosa, -ponte acostada de frente con las piernas bien abiertas-, cosa que de inmediato hice, me recosté sobre la espalda, abrí mis nalgas y las piernas con ambas manos.

Acto seguido escupió sobre mi colita, se me trepó, me metió los primeros centímetros de su enorme fierro de carne con una lentitud enloquecedora, me dolió, pero aguanté como buena piruja que soy. Su miembro grueso, grande, venoso, baboso y suave me entró así, poco a poco, hasta el fondo. Ya con todo su pene inundando mi ser se quedó quieto, esperando dilatarme el ano. Cosa que ocurrió en un par de minutos, ya que casi me cogía a diario. Abrí bien y lo sentí todo, empujé mi pubis al encuentro de su deliciosa carne dura y suave.

¡Ay!, amaba realmente a este hombre y su delicioso pito. Ya con todo dentro de mi botoncito de amor, los pliegues de mi recto se aferraban a su polla, mientras él me agarraba de las caderas atrayéndome más, me empujaba duro, pero aún quieto, yo abría las piernas y las nalgas todo cuanto podía, arquee la espalda y pujé hacia su pito, pujar así, abría mi cola resbalando toda su longitud con facilidad y su grosor al interior de mi ser. Esperé ansiosa a una mayor dilatación y a sentir el saca/mete de esa tremenda polla.

Al sentirla tan grande, gruesa, erecta, dura, y perforándome no me contuve y gemí más fuerte, casi gritaba de placer mezclando con dolor, finalmente, comenzó a moverse con un ritmo lento hasta la desesperación, yo casi gritaba con una voz muy femenina y zorra, –Ay papi, así, me lastimas el ano, la tienes muy grande y gruesa, pero cógeme, así mi rey, mi papi, mi macho-. Me respondió, -cariño, lleva su propio anestésico, pronto te dilatarás bien. Ahora te duele pero te va a gustar mucho-.

Y siguió metiéndola y sacándola lentamente. Su promesa se cumplió, me dilaté bien y un indescriptible placer puro inundó mi cuerpo y mente. Me sentí toda una mujer, levanté ambos brazos a la cabeza mostrando mis axilas depiladas, me apoyaba en la cabecera del colchón para resistir los embates de mi novio, pero también, moverme al encuentro de su fierro de carne. Repentinamente dije –Ay, ¿qué si seré puta? Contestó -¿Todavía lo dudas? Eres putísima, cariño- y arremetió con más fuerza contra mi cola que se abría toda para recibirlo.

Me encontraba en un estado de delirio, me sentía en el paraíso de las putitas trans e imaginaba que esto podía ser eterno. Yo acostada de espalda, enculada por un macho dotado, enloquecida de placer. Deseaba que nunca terminara, quise guardar con gran celo este sentimiento, su polla volviéndome loca, destrozando mi delicado y puto ano, siempre deseando una verga dentro. De pronto, se me trepó más, su espada de hombre me entró hasta lo más íntimo de mis entrañas, claro que lo recibí con sorpresa y gran placer.

Luego me sacó su fierrote de carne, puso mis piernas sobre sus hombros y me perforó de nuevo por la cola hasta el fondo. Empezó a empujar una y otra y otra vez, mientras mis gemidos se volvían casi gritos, pero yo misma me tapé la boca con las manos. En el delirio del placer me mordió los pezones con fuerza, pero deseaba que me destrozara todo el cuerpo con su virilidad. Seguí ahogando mis gritos, rindiéndome completamente a él, a su deliciosa fuerza sobre mi ano. Mi pensamiento estaba concentrado en sentir su verga taladrándome.

Luego me dijo, -mamacita me voy a venir, lo haré dentro de ti para que te comas mi semen por el entresijo-. Yo asentí gustosa, -sí papi préñame, salpícame la papaya de putita que tengo sólo para ti-. En seguida, se chorreó, como nunca antes lo había hecho, dentro de mi entresijo. Luego me la sacó escurriendo su semen y un poco de sangre y caquita, ya que no me había lavado el interior de las tripas, recogió ese líquido y lo embarró por todas mis nalgas.

Finalmente, se recostó sobre mí. Yo lo abracé y lo bese con infinito amor y agradecimiento. Lo amaba realmente y me cogía de lo lindo, ¿qué más podía pedir a la vida? Dijo con ternura -Eres mía Paty, eres mi mujer, mi putita, mi hembra y te cogeré tanto que te volverás adicta a mi verga para siempre. Respondí –sí, mi amor soy y seré tuya. Me haces muy feliz. Nos bañamos y salimos de la Uni. Cada día estaba más enamorada de Eddy. Espero que les haya gustado esta historia de amor, sexo y deliciosa polla. ¡Ciao, mis amores!

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