Mi novia no es solo mía (2/3)

2
8158
18
T. Lectura: 12 min.

Sólo faltaba el moño para que el paquete estuviera bien envuelto, así que el viaje de mi cuñado y su amigo para un seminario de marketing fue la ocasión para que me ofreciera a llevarlos al aeropuerto; a Pedro no le pareció conveniente negarse, pero había que tomar precauciones.

-“No te molestes en bajar a acompañarnos, porque hacemos el ingreso y vamos a la sala de preembarque”.

-“Perfecto, busco cigarrillos en el kiosco y me voy”.

Y eso hice, pero después de la compra, me ubiqué en un rincón, disimulado entre la gente y desde donde podía verlos; en seguida se reunieron con ellas ubicándose en la fila frente al mostrador. Naturalmente el dolor del engaño se hizo presente arrollando la afectividad que se quejó «Qué pedazo de cuernos que tenés muchacho», a lo que el intelecto respondió tratando de disminuir el impacto «Quizá no son ellas sino otras muy parecidas», sin embargo, el corazón dolido respondió «Acepto esa posibilidad, pero salgamos de duda, llamala por teléfono»; y yo, que estaba entre medio de los dos enfrentados, seguí el consejo. Al tercer timbrazo la vi llevar el aparato al oído y atender.

-“Hola mi amor”.

-“Hola hermosa, quería despedirme y enviarles cariños a tus padres”.

-“Gracias, en seguida subo al colectivo, transmito apenas llegue”.

En eso se escucha por los altavoces «Su atención por favor, Aerolíneas X anuncia el preembarque de su vuelo a Aruba», era el momento de colgar.

-“Que tengas un hermoso vuelo”.

Y corté.

Evidentemente la actuación era una de mis virtudes, aún con el corazón hecho pedazos. Ahora tenían pleno sentido los viajes a casa de sus padres coincidiendo fechas con los viajes de negocio del cuñado y su amigo, o los días que tenía que estudiar hasta tarde en consonancia con el retraso por trabajo acumulado de los maduros amantes.

Habiéndome tranquilizado algo tomé conciencia de encontrarme en una encrucijada y, aunque de a ratos tenía que parar porque reaparecía el dolor y la bronca, logré determinar un posible proceder ante la infidelidad en curso.

Si se lo reclamaba de manera directa el par de maduros amantes se iba a enterar rapidísimo y eso tensaría la relación de los dos matrimonios con franco peligro de ruptura, así que esa solución quedaba descartada; aceptar los cuernos, como si no me hubiera enterado, nunca había estado en mis planes; la tercera y más posible era inventar alguna causa creíble y darle fin a la relación. Un buen motivo valedero e irreversible era la desaparición del enamoramiento, solo quedaba elaborar la forma de decirlo.

Esos tres días yo, que en anteriores ocasiones la llamaba dos veces cada jornada, me abstuve de hacerlo, y el lunes a la mañana, cuando ella estableció la comunicación, el diálogo siguió el cauce que, después de pensarlo mucho, había decidido seguir.

-“Hola mi amor, extrañé tus llamadas, pero esta noche estaré en casa deseando verte”.

-“Hola preciosa espero que regreses contenta después de haber disfrutado el viaje, yo ando concentrado en el estudio con pocos intervalos para algo de actividad física; de todos modos, tu ausencia me ha servido para reflexionar sobre nuestro noviazgo”.

-“No entiendo lo que intentás decirme”.

-“Lo charlamos después, esperá unos segundos, saludo a Pedro, que recién llega, y seguimos hablando”.

La llamada de Rocío coincidió con la llegada de Pedro, con cara de cansado y quejándose de lo agotadores que resultan esos seminarios, aunque tenían de bueno que son valiosas oportunidades de concretar rentables negocios; yo después de saludarlo seguí hablando con mi novia.

-“Sigamos chiquita, ¿cómo anduvo ese fin de semana familiar?”

-“Bien, rodeada de parientes y disfrutando esa compañía”

-“Me alegro, por otro lado, anoche, mientras esperaba el sueño, tomé conciencia de que no te extrañé, muy distinto de otras veces en que me dominaba la ansiedad por tenerte cerca y me costaba concentrarme en cualquier actividad, en cambio esta vez nada de eso perturbó el estudio o las salidas a trotar; y esta tarde hice una prueba definitoria, me puse a imaginarte teniendo sexo con otro, en variadas posiciones, pidiéndole que te dejara mamarla bebiendo su eyaculación, rogándole que te horadara el culo, y ¿sabés cuál fue el resultado? no sentí ni una pizca de celos. Evidentemente, nena, ya no te quiero, así que lo mejor es que cada uno siga su camino. Buena suerte”.

Al rato de haber cortado la llamada la compañera de piso, seguramente por pedido de la abandonada, llamó.

-“Hola Juana”.

-“Hola Ramiro, ¿podremos vernos? Me gustaría hablar con vos”.

-“Encantado, te espero en el café de la esquina de casa”.

-“Un caballero iría hacia donde está la dama”.

-“Es verdad, pero la interesada en la reunión sos vos, así que el esfuerzo va de tu lado”.

A la media hora estábamos ambos frente a frente con una bebida fresca apropiada a la temperatura.

-“Te escucho”.

-“En casa quedó Rocío hecha un trapo llorando porque la dejaste, y encima me echa la culpa a mí”.

-“Algo me estoy perdiendo porque no entiendo el enojo”.

-“Es que ella me hace responsable de la ruptura y en parte tiene razón, pues una vez que andaba sin un peso le propuse aumentar sus ingresos como yo, haciendo de dama de compañía y tres meses atrás comenzó conmigo; está convencida que cortaste porque nos descubriste, ¿así fue?”

-“No, aunque hubo una señal en el aeropuerto, pero no le hice caso”.

-“¿Qué señal?”

-“Después de dejarlos a Pedro y Tomás, cuando iba saliendo la llamé para despedirme y mientras hablábamos escuché un llamado a preembarque, pero como yo también estaba en el aeropuerto pensé que lo estaba oyendo en directo y no por el teléfono”.

-“Es que al no llamarla en los tres días pensó que algo sabías”.

-“La primera noticia viene de vos y, ya que estamos en plan de confidencias, ¿a cuantos clientes atendió en estos tres meses?”

-“Lo decís como si fuéramos putas vulgares”.

-“Quizá no vulgares, pero la que entrega su cuerpo a cambio de plata, es una puta, ramera, golfa, y hay más sinónimos, vos ubicate en el que más te guste”.

-“Por favor no sigás, es como si me estuvieras insultando, salió solo con uno, bueno, en realidad estuvo con dos porque, como estábamos juntas, intercambiamos. Me dijo que está muy arrepentida y no va a seguir saliendo, pide que la perdones pues de verdad te ama, quiere hablar con vos”.

-“Una curiosidad, ¿y cuántas veces con esos dos?”

-“Quizá una vez por semana además de los feriados largos”.

-“Dejame que lo piense, de todos modos, nos podemos encontrar aquí mañana, solo que me avise la hora”.

Y al día siguiente llegué al café unos minutos antes de la hora acordada y cuando ella apareció, sin levantarme, le indiqué la silla que tenía en frente, evitando saludo de contacto y manteniéndola lo más alejada posible.

-“Te escucho”.

-“Sé que estuve mal y vengo a pedirte perdón, te juro que solo a vos te amo”.

-“Bueno, me alegro que hayas tomado conciencia, decime cuándo te diste cuenta?”

-“Cuando me dijiste que ya no me amabas, y encima por teléfono, sin dejarme hablar”.

-“Y en caso de poder hablar ¿qué pensabas decirme?”

-“No sé, preguntarte cómo era posible que de un momento a otro ya no me quisieras”.

-“A ver si entiendo, simplemente querías pedirme explicaciones, buena manera de transferir responsabilidades, el problema estaba en mí, yo era el basura que había dejado de quererte. Que vos chuparas pijas al por mayor, ofrecieras tu concha para ser usada con frecuencia y pusieras el culo en posición de ser taladrado a destajo, y todo por extraños, son detalles sin importancia. Una duda, ¿en algún momento pensaste que estabas obrando mal para conmigo?”

-“Sí por supuesto y pensaba terminarlo”.

-“Una lástima que tres meses no fueran suficientes para tomar esa decisión”.

-“No sabía cómo hacerlo, pero nunca dejé de quererte”.

-“Voy a aceptar tus palabras, hagamos el esfuerzo para recomponer el vínculo, tratemos de volver atrás como si lo sucedido fuera solo un mal recuerdo; naturalmente te pido un poco de paciencia porque algo de tiempo me va a llevar superar lo que tengo en la memoria”

-“Desde luego mi amor, no te vas a arrepentir, te espero esta tarde en casa”.

Meditada serenamente la situación concluí que seguía amando a mi novia, pero no entraba en mis planes ser cornudo; además revertir lo sucedido implicaba no solo rectificar la conducta, sino lograr que los recuerdos no dolieran, y eso era dificilísimo; además los galanes eran consumados puteros y seguramente harían lo posible para que una negativa fuera algo transitorio. Consciente de que un buen resultado era casi imposible decidí mantener mi palabra, pero redoblar la vigilancia.

Tuve que insistir mucho con ella para que aceptara regresar a los almuerzos los días domingo en casa; si bien Juana nunca identificó los dos hombres que ellas habían frecuentado, yo estaba seguro que se trataba de Pedro y Tomás, por lo cual esas comidas dominicales representaban para los cuatro involucrados un momento tenso fácilmente perceptible para quien estuviera al tanto de los antecedentes.

En la segunda semana después de reiniciada la relación se encendió la luz de alarma cuando mi novia dijo que tendría reunión de estudio y no podríamos reunirnos, justo en el horario en que mi cuñado avisó que se retrasaría en su llegada a casa. Por supuesto que fui igual, pero con el fin de vigilar sus movimientos; y lo que inicialmente fue duda angustiosa, se transformó en dolorosa certeza.

Al constatar fehacientemente el engaño la bronca y el dolor compitieron a ver quién era más grande; Pedro, mi cuñado, usando su abultada billetera se sacaba las ganas, una o dos veces por semana, con mi novia; por otro lado Tomás hacía lo mismo, pues ambos eran fervientes devotos del dicho «En la variedad está el gusto», y así intercambiaban a placer a Rocío y a Juana.

Acá había una responsable, dos coprotagonistas y una instigadora; buscando la manera de hacerle pagar mi sufrimiento a los cuatro me dediqué a encontrarles algún punto débil, y el esfuerzo dio sus frutos. Generalmente toda persona que cruzó los cuarenta, realiza una parte considerable de sus actividades siguiendo alguna costumbre que, inconscientemente, se cumple como si se tratara de un precepto religioso; y los dos viciosos no eran la excepción a la regla; cuando alguno andaba con buena disposición llamaba por teléfono, y la puta que estaba disponible lo esperaba en el lugar elegido cerca de su departamento, siempre con pollera y dispuesta a una mamada dentro del auto para complacer al que le solventaba algunos gastos.

El encuentro se producía en una cuadra arbolada, con poco tránsito y normalmente con bastantes espacios para estacionar; ella esperaba en la esquina hasta que el auto se ubicaba, se acercaba a donde estaba detenido, subía y tras el consabido beso maniobraba hasta apoderarse del miembro y llevarlo a la boca mientras se mantenía con las piernas abiertas para que el macho metiera la mano a gusto. Todo el trámite llevaba alrededor de diez minutos, luego beso de despedida y cada uno a su casa.

El aviso de posibilidad de reunión era la llamada de mi cuñado diciéndole a mi hermana que se iba a demorar un poco en llegar por trabajo acumulado. Dos oportunidades observando la rutina me permitieron determinar el inicio de mi venganza. La tarde que llegó el aviso fui a esperar el momento apropiado y me di con una sorpresa, quien llegaba era Tomás mientras Juana lo esperaba; no iba a desperdiciar la oportunidad que el azar me estaba dando así que seguí con lo previsto; cuando vi que el varón echaba la cabeza hacia atrás denotando goce profundo, supuse que también cerraba los ojos y me aproximé rápidamente.

Le puse una bolsa de tela negra cubriendo la cabeza y ajusté el cordón que la cerraba, luego le di un puñetazo fuerte en nariz y boca; al escuchar el grito de dolor la mamadora intentó levantarse pero no pudo, mi mano tomándola de la nuca la hizo recibir el miembro en la garganta por unos segundos, para luego ser elevada y recibir un golpe similar al sufrido por el macho de la cabeza embolsada.

Después me alejé caminando tranquilamente para no llamar la atención, con certeza disponía de un minuto antes de que alguien escuchara gritos pidiendo ayuda y se acercara para averiguar lo sucedido.

Al día siguiente Lara me contó la versión recibida de Elena; Tomás había sufrido un intento de robo y, al resistirse, recibió un golpe en la cara que le produjo fractura del tabique nasal, unos dientes aflojados y lastimaduras en los labios; el ladrón había huido sin lograr su propósito.

Esa tarde la llamé a Rocío para que nos viéramos, más que nada porque me carcomía la incógnita sobre el estado de su compañera, pero mi novia puso una excusa tonta para dejarlo hasta el día siguiente, cosa que hice en el momento pactado encontrando a Juana con un extendido hematoma en la cara, adjudicándoselo a una caída. Seguramente el amante tendría que correr con los gastos de reparación del tabique nasal y de la dentadura aflojada.

Ahora tocaba a la otra parejita. Con el antecedente de lo sucedido en la calle arbolada cambiaron de lugar, y el nuevo punto de encuentro era a una cuadra de la casa de ellas, donde el macho levantaba a la disponible y la llevaba a la inmensa playa de estacionamiento de un supermercado, ubicándose lo más lejos posible de la entrada al edificio, ahí diez o quince minutos de mamada y luego el camino inverso.

En este caso la tarea de venganza se la transferí la policía. Averigüé por la red el nombre de alguna adolescente que estaba siendo buscada y ese día seguí a los amantes en mi moto; cuando eligieron el lugar para estacionar, desde una cabina llamé al 911 diciendo que me parecía haber visto a la joven buscada en un auto junto a un hombre y les di la ubicación; a los cinco minutos dos móviles policiales con sus luces azules intermitentes estaban junto al auto de mi querido cuñado.

Entredicho policial.

Cuando los patrulleros, con su llamativo juego de luces, se detuvieron cortando cualquier intento de fuga del auto que oficiaba de refugio a la felación, mi novia miró espantada en esa dirección, mientras mi cuñado tomó conciencia de la realidad cuando la cabeza de la hembra dejó de subir y bajar rítmicamente devorando su miembro, que pudo guardar, pero no alcanzó a cerrar la bragueta, antes de tener al policía al lado. Desde unos metros, apenas asomando la cabeza por el costado de un vehículo estacionado, fui testigo de otra parte de mi venganza.

-“Por favor caballero, baje del auto con las manos donde pueda verlas”.

-“Qué pasa oficial”.

-“Señor por favor, lo estoy invitando a bajar, haga lo que le pido, lo mismo la señora, ambos con sus documentos y también los del auto”.

Espantoso trámite es descender del vehículo y simultáneamente disimular que nada raro había pasado antes, aunque su virilidad había pasado súbitamente, de vigorosa erección a mísero tarugo arrugado, la bragueta abierta y el cinturón desabrochado eran un testimonio difícil de rebatir. El pedido de documentos fue satisfecho en parte, ya que Rocío no los llevaba consigo.

-“Señor, señora, lamentablemente nos van a tener que acompañar a la seccional para identificar a la dama”.

-“No entiendo por qué tengo que ir si ya me identifiqué”.

Y ahí se rompió la relación.

-“Nunca pensé que fueras tan basura, ahora que te conozco, me las voy a cobrar”.

-“Eso no podrá ser caballero, hemos recibido un aviso de que la dama que lo acompaña podría ser una mujer, cuya desaparición, fue denunciada hace algunos meses; si eso se confirma necesitaremos también su testimonio”.

Y así, el solvente macho, cogedor de mocosas ajenas, que nunca tuvo que dar explicaciones sobre sus actividades, se vio obligado a llamarla a su señora.

-“Hola mi amor, lo estoy llamando a Ramiro y no contesta, ¿lo tendrás cerca?”

-“No, salió a comprar algo y todavía no regresó, se dejó el celular acá”.

Y tuvieron que emplear el último recurso, llamarla a Juana; ella, con mascarilla y anteojos oscuros fue a la comisaría con el documento de su amiga; entiendo que ese fue el último contacto personal entre las acompañantes y los acompañados.

Fin entredicho policial.

Ya todos en casa, mi cuñado armó el relato diciendo que se había encontrado con Rocío, ofreciéndole llevarla a su casa y, en un control policial, tuvieron el percance del documento de identidad. Al día siguiente fui a verla a mi novia, la que, interrogada, confesó lo ocurrido.

-“Poco duró tu deseo de restablecer la relación; con los datos que me dio tu amiga Juana hice un cálculo modesto; sobre la base de que los dos caballeros tienen un miembro estándar o sea 13 cm, dos polvos y una mamada con cada uno por día de encuentro, tres feriados largos y 12 semanas. Eso significa 9 días de feriados largos y 12 días entre semana. Calculamos 13x6x21, lo cual da que en estos tres meses te comiste, como mínimo, 16 metros y 38 centímetros de pija, eso sí, amándome un montón. Pero evidentemente esa cantidad te resultó insuficiente”.

-“No lo digás así”.

-“Seguramente hay otras maneras, yo elegí esa. Es muy probable que haya otros hombres que estén contentos con esa forma tuya de expresar el amor, pero no es mi caso, así que hasta nunca”.

Y así terminó mi noviazgo, aunque el dolor persistiera un tiempo más. Yo disfrutaba de la buena relación que tenía con los dos matrimonios, aunque disimulaba el encono contra los hombres, y eso se reflejaba en salidas que ligaba de arriba cuando no tenía programa; generalmente eran a cenar y luego tomar una copa, concurriendo a lugares de alto nivel, acorde a las posibilidades económicas de los maridos y también a sus ambiciones carnales, pues eran sitios apropiados para elegir excelentes acompañantes con quienes gozar algún fin de semana fuera del hogar.

Carne joven, linda, poco usada y ambiciosa, que huelen de lejos a los maduros lujuriosos y ricos, y si bien ambos conservan una elegante presencia, llevan una carnada especialmente atractiva en forma de gorda billetera. Debo reconocer que mi incomodidad de corneado había disminuido sensiblemente después de lo que les había hecho vivir a los dos perversos. Alternaba el baile entre alguna chica de mi edad y con las dos esposas que a veces mostraban un cierto aburrimiento. La llevaba a la pista a Elena cuando la dama sonriendo dijo.

-“Imagino que no me habrás sacado a bailar para posicionarte mejor con vistas al año que viene, cuando sea profesora tuya”.

-“Antes prefiero reprobar la materia”.

-“Entonces cuál puede ser el motivo para invitar a una gorda antes que a la multitud de chicas jóvenes y lindas dispuestas a bailar”.

-“Primero dejemos claro que no estás gorda. Las chicas a las que te referís son flacas, en palabras vulgares se podría decir que tienen poco para agarrar, están pobres de carne. Vos nada tenés sobrante, tu armonía corporal sigue intacta, y lo dice alguien que te ha visto en traje de baño. Ahora contesto tu pregunta, la causa de mi invitación es simplemente que te deseo”.

Su reacción fue alejarme todo lo que daban los brazos hablándome con gesto serio y furioso.

-“¡Cómo podés decirme eso siendo amiga de tu hermana, mucho más grande que vos y, además, sabiendo que soy casada!”

-“Vos me hiciste una pregunta y yo simplemente te conté lo que siento, y lo hice porque hace un rato dijiste que sos de mente abierta, que escuchás opiniones, aunque no te gusten, siempre que las expresen respetuosamente”.

Su enojo desapareció como por arte de magia y volvimos a la postura y distancia de antes.

-“Tenés razón, pero no está bien”.

-“No es malo tener un deseo natural; diciéndolo no te insulté, no te hice una propuesta ofensiva, tampoco te adjudiqué responsabilidad en despertar mi pasión, no hablé mal de tu marido; lo único que hice fue, en confianza, responder a tu pregunta. De todos modos, veo que sin querer te incomodé, y como no quiero imponerte mi presencia quizá lo mejor sea que volvamos a la mesa”.

-“No por favor, la sorpresa me hizo contestar mal, me sentí atacada y, sin pensar, respondí a la defensiva; quiero seguir bailando con vos”.

-“Y yo encantado de soñar despierto teniéndote entre mis brazos”.

-“Me estás envolviendo, y seguro que ahora me vas a decir que soñás conmigo”

-“Es verdad, algunas veces son sueños, por supuesto ingobernables, y otras veces son trabajo de mi imaginación, querés conocer alguno”

-“No creo que sea una buena idea, pues seguramente tu cuerpo va a reaccionar y alguien, que se dé cuenta, puede pensar mal”.

-“Tenés razón, debo cuidar tu buen nombre”.

-“Adoptemos una solución de compromiso, vos te das en el gusto y yo me protejo algo, contame solo una parte pequeña”.

-“Casualmente una de mis fantasías es que estamos bailando como ahora y que, en uno de los movimientos, sin intención previa, apoyamos nuestras pelvis, por eso ambos nos miramos, yo temiendo una señal de rechazo ante lo que pudiera tomarse como un atrevimiento, y vos tratando de discernir si lo mío fue adrede”.

-“Y yo qué hice”.

-“Parece que no viste mala intención y además sentiste algo de agrado en la presión de mi miembro tieso, pero yo temeroso de provocar una reacción contraria me despegué sin alejarme”.

-“Así que según vos quedé con ganas de más”.

-“Parece que así fue porque seguimos bailando muy cerca y rozándonos con frecuencia, aunque disimulábamos evitando mirarnos. Ahí junté valor y, metiendo la mano en el bolsillo acomodé el miembro perpendicular al cuerpo y te apreté contra mí”.

-“Y yo me dejé apretar”.

-“En realidad no solo te dejaste, sino que hiciste un aporte, pues si bien mirabas a un costado, te pusiste en puntas de pies para alojarlo entre tus piernas y comenzar el vaivén de rozamiento”.

-“O sea que en tu pensamiento soy una flor de puta”.

-“De ninguna manera, sos la misma hermosa dama y señora de siempre que da curso a un instinto natural, y por lo tanto, bueno”.

-“Bueno si estás con quien debés estar”.

-“Ese es un problema del entendimiento, ahora es un tema de tendencia”.

-“Ya está, por favor no sigas”.

-“¿Te estoy molestando?”

-“No, pero me estoy sintiendo rara”.

-“Entonces conviene que te sostenga, no vayas a perder pie”.

Y la atraje hasta quedar pegada.

-“Ramiro, me estás apoyando el bulto como si quisieras traspasarme”.

-“Es un efecto secundario, que no pienso desaprovechar, pero busco que no pierdas el equilibrio”.

-“¡Degenerado te estás moviendo como para que mi entrepierna sea recorrida por todo lo largo del cilindro!”

-“Eso sucede por mi debilidad para enfrentar la tentación”.

En eso la dama se puso en puntas de pies para hablarme al oído

-“Chiquito, te lo ruego, no sigamos, podemos salir perjudicados, ayúdame que mis fuerzas son insuficientes, en otro momento lo hablamos”.

-“Tenés razón hermosa, vamos despacio hacia la mesa tratando de volver a la normalidad”.

Íbamos caminando cuando Lara nos salió al encuentro para tomarla a Elena de la mano y ambas dirigirse al baño, ahí Tomás se acercó y me habló hasta que vio regresar a las mujeres, momento en que se levantó para charlar con su esposa y luego ir a donde lo esperaba su amigo.

Loading

2 COMENTARIOS

  1. Querido lector y comentador avilio Q. Tus palabras siempre son un aliento importante para perseverar en la escritura. Recibe mi abrazo afectuoso.

  2. Leí de corrido los 2 capitulos de esta interesante historia donde las tramposas la sacaron barata por infieles e HDP . siempre agradecido por compartir tu creatividad con tus seguidores . Un gran saludo a la distancia estimado autor Suriminga.

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí