Mayelita y los amantes de la diversidad (3): A la mañana siguiente

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T. Lectura: 5 min.

A la mañana siguiente de mi primera vez.

Despierto y de inmediato percibo el hermoso aroma de Mayelita, volteo y la veo acurrucada en mi pecho, yo pienso durante unos segundos el dulce momento que vivimos; ella adentro de mí. Aun siento una sensación extraña como cuando de quieres rascar una parte que no alcanzas y recurres a rascarte en otro lugar sintiendo que el hormigueo se conduce como electricidad hasta llegar allí, pero es algo placentero, siento mi interior como relajado y yo feliz. Volteo a ver el reloj en su mueble y me doy cuenta que falta una hora para su gran compromiso, le paso una mano por la mejilla y le beso la frente, ella abre lentamente sus ojos y me enfoca, entonces sonrió.

-Buenos días dormilona. –Dijo y la beso en la boca.

-Buenos días guapo. –Dice y recarga su rostro en mi pecho. – ¿Qué tal dormiste?

-Muy bien mi amor, tenemos que levantarnos. –Dijo y me incorporo apenas logro sentarme en la cama cuando ella me detiene, me pide que espere, que quiere seguir en la cama un rato más. –Mayelita tienes que ver a las chicas en una hora, son veinte minutos hasta el taller.

-Ay espérate un rato, tenemos que charlar. –Dice abrazándome pasando su brazo por mi cuello y besándome.

-Nena es importante para ti.

-Si, pero unos quince minutos no se irán, espera ándale. –Me dice entonces sede y me dejo derribar, seguimos desnudos, ella se abraza a mí y me mira sobre mi pecho. –Y bueno, ¿Qué tal estuve? –Me dice poniéndose a mi lado con sus senos a mi vista, yo me quedo contemplándolos, estaban erguidos. Entonces la mira y como siempre le soy sincero.

No le negué que me dolió en un inicio, que hasta una parte de mi sentía que no aguantaría y hasta por un segundo pensé en retroceder como ella ofreció, pero cuando sentía más allá del dolor, mas allá de la penetración, cuando sentía todo su miembro, todo su peso, su aroma, su respiración, todo lo que conformaba a la mujer que amo. Sentir aquel miembro que tantas veces había adorado ya dentro de mí, completamente erecto, bombeando placer y haciéndome alcanzar un deseo y sensación que jamás pensé.

Dicen que los hombres tenemos el punto del placer en el ano, creo aun me falta para sentir por completo eso, pero entregarme a ella, liberarme del estereotipo absoluto del hombre activo y no pasivo, fue algo completamente placentero y delicioso, verla encima de mi saber que ella tiene el control saber que ella domina y controla mi cuerpo, mi libido mi deseo me llena de alegría. Se lo dijo.

-Te amo. –Me dice y me besa. –No sé qué hice para merecer un novio tan bello como tú. –Dice y se acurrara encima de mí. –Yo la beso, estamos desnudos, nuestros cuerpos juntos por completo.

-Yo te amo Mayelita eres lo que más amo. –Dijo y le beso la frente eso la conmueve, nos quedamos acurrucados unos minutos más, disfrutando de nuestra intimidad de nuestro mundo. –Bueno niña ya es hora, metámonos a bañar ya es hora.

-No quedemos aquí. –Dijo abrazándome.

-No niña ya es hora tenemos que ir, es tu sueño, debemos trabajar para alcanzarlo y yo siempre estaré para ayudarte, anda vamos. –Dijo y ella se levanta haciendo bucheros, pero va al baño, me dice que saque un jabón de su buro y lo lleve, ella comienza abrir la regadera.

Ella se amarra el cabello y revisa el agua, ella se bañaba con agua como para hervir pollos, pero ya desde hace meses hacia la lucha para templarla, se tardaba varios minutos, yo la contemple desnuda pensando, meditando la temperatura del agua, era como cuando se ponía analizar las estrategias para su proyecto, su negocio.

Cuando esta lista sonríe y me indica que entremos. Juntos somos envueltos por la regadera, ella me besa sonriente, yo paso mis manos por su espalda y bajo hasta su trasero, era inevitable que al bañarnos aun con prisa no nos ganara el deseo, nos besamos apasionadamente ella entonces sujeta mi pene, me aparta del chorro del agua y se inclina para besarlo, ella decía que yo se lo chupaba mejor pero creo que no, ella lo chupa excelente, siempre con un beso en la punta me lo pone duro de inmediato, pero su manera de engullirlo siempre me roba el aliento y más cuando sus ojos se clavan en los míos, ella se levanta, la beso, aprieto sus hermosas nalgas.

Entonces la pongo contra la pared, le enjabono la espalda, las nalgas y las piernas, ella hace lo mismo conmigo, nos enjuagamos y entonces yo vuelvo a pasar mis manos por su espalda y acaricio sus nalgas, lentamente, me arrodillo las beso lentamente.

-Ayyy si, sigue papi. –Me dice y entonces beso su hermoso ano, le doy tres besos y después comienzo a lamerlo rodeándolo. –Ay papi, poséeme, hazme tuya. –Me quedo saboreando su hermosa cavidad anal por un rato y después finalmente me levanto, le abro las piernas.

-Lista mi reina, te poseeré igual de rico que tu hiciste conmigo hace rato. –Dije besándole la oreja. Me introduzco en ella, pero ahora mi erección se ve acrecentado por la sensación y debo decirlo da morbo el saber qué hace apenas unos minutos era ella la que estaba dentro de mí. La sujeto y entro y salgo de ella mientras suspira de placer. Amo que arquee su espalda mientras la penetro, sujeto y presiono sus senos, sus mágicos y perfectos senos.

-Ayyy sí! Ah sí papi, dale dale. – Me dice al voltear y nos besamos. Yo sigo entrando y saliendo de ella, la envisto, siento su interior, su calidez, el placer que me causa es magistral. El sujeto del cuello y la beso, mientras ella sigue gimiendo, mi pene se acopla a su interior ambos gozamos, ambos disfrutamos, ambos inundamos la regadera y el baño con nuestros suspiros de placer.,

-Ah, uff, ya, ya viene. –Exclamo. Mayelita entonces se desprende de mí y se pone de rodillas, sabe lo que significa. –Ah, ahhh, ahhhh. –Exclamo y mi semilla espesa y blanca sale disparada hacia el rostro y manos de Mayelita, quien los recibe con una sonrisa.

-Exquisita como siempre papi. –Me dice levantándose y yo la beso, sin importar que en sus labios quedo mi esperma. –Te amo. –Dice mientras chupa sus dedos que también fueron bañados con mi esperma.

-No más que yo a ti nena. Bueno es hora de irnos. –Dijo abriendo la puerta de la regadera. Ella sale primero yo entonces le doy una nalgada.

-Ay Luis. Me dolió. –Voltea molesta.

-Pero te gusto. –Le dijo con una sonrisa y ambos nos comenzamos a secar. No sé porque, pero tenemos el ritual de secarnos el pene el uno al otro, yo a ella y ella a mí.

Yo me visto con lo mismo que traía puesto, veo que ella camina desnuda a su armario, abre los cajones con tangas, veo las de Victoria Secret que le había regalado en su cumpleaños, una roja, una morada y una negra. Agarra una trucadora negra muy delgada. Ella me señala que le pase un brasiere, ya que estoy delante de los cajones donde los guarda. Le pregunto que cual quiere o de qué color, ella me dice que le pase el que sea ya rápido, yo le arrogo uno color blanco, ella se lo coloca, no sé porque, pero creo que a veces me parece más sexy cuando se lo pone que cuando se lo quita. Yo entonces reparo que en la esquina del cajón se ve algo extraño, como plástico, muevo los brasier y entonces veo que tiene allí el dildo color piel que le regale, lo tomo.

-Ay yo tenía rato que no lo veía.

-Ay deja tu son mis cosas privadas.

-Cosas privadas. –Exclamo sonriente. –“Como si hubiera cosas privadas entre nosotros”. –Ella se acerca y me besa yo alzo el dilo. –Recuerdo cuando quisiste usarlo conmigo.

-Si pensé que sería una forma de practicar o de prepararte para lo de hoy. –Me dice y entonces toma el dildo, acariciando lo. –Si, pero sabía que no soportaría.

-No sé cómo llegue a pensar que sería más fácil introducirte un trozo de plástico que un pedazo de carne. –Me dice riendo y sacudiendo el juguete. –Ya tiene muy buen rato que no lo uso, es más ninguno.

-A mí me parecía sexy cuando los usabas. –Ella se muerde el labio y me besa.

-Gracias papi, gracias por entregarte a mí. –Dice sujetándome las mejillas y mirándome a los ojos. –Estuviste hermoso, tu interior se sintió tan cálido, tu manera de moverte, tu manera de hacerme sentir amada, de hacerme sentir mujer. –Me dice y la beso.

-Tú no eres una mujer, eres mi mujer, mi diosa, mi reina, mi todo. Eres el motor de mi vida Mariela, te amo. Me entregue a ti porque soy tuyo por siempre y para siempre. –Dijo y me abraza conmovida incluso soltando unas lágrimas.

-Promete que jamás te iras de mi vida.

-Jamás. –Le dijo y la beso sujetándola de la cintura. –Bueno ya es hora de irnos, nos esperan. –Dije justo cuando empecé a sentir mi pene y el suyo erecto.

Ella se termina poniendo unos jeans y una blusa roja sin mangas, se recoge el cabello con una liga y se pone sus tenis entonces salimos de su cuarto bajamos las escaleras. Salimos de la casa, al caminar siento aun un poco extraño, entre a esa casa siendo Luis, un hombre y salí siendo Luis el hombre de Mayelita, se siente hermoso. Le abro la puerta para que se suba, yo entro enciendo el carro nos ponemos el cinturón y arrancamos, vamos a llegar tarde a la reunión de su empresa con las aspirantes a modelos, todo por estar cogiendo, pero bueno fue mi primera vez, valió la pena.

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