Conversación entre los amigos.
-“Esa cara no es la de hace un rato, algo te sucede”.
-“Como para estar alegre con lo que me acaba de pasar”.
-“Contá, que para eso están los amigos”.
-“Iba hacia la barra cuando veo en la pista bailando a tu cuñado con Elena, nada nuevo pues ya había ocurrido antes, pero me llamó la atención que estando los cuerpos cerca, aunque sin tocarse, hablaban mirándose a los ojos, luego él adelantó la pierna derecha y ella la montó refregándose contra ese muslo”.
-“No estarás exagerando?”
-“No, lo vi bien, aunque duró poco. Además, como buen tramposo que soy, identifico perfectamente una mirada que refleja el estado febril de la entrepierna, y eso decían ambos con los ojos”.
-“Me parece que estás paranoico”.
-“Ojalá fuera así, ya los estoy sintiendo crecer en la frente, seguro que se la coge del derecho y del revés”.
-“Me parece que tu patología es grave”.
-“Vos decís eso porque no te toca. Cuando terminó la pieza fueron a sentarse y ahí las dos mujeres partieron al baño dejándolo solo; entonces aproveché para acercarme y hablar con él, sin vueltas le pregunté si me estaba poniendo los cuernos”.
-“Definitivamente estás loco”.
-“No estoy loco, estoy corneado. Y el hijo de puta, con cara de póker, me contestó «Yo a nadie le pongo cuernos», mintiéndome asquerosamente. Cuando le dije que me pareció ver su pierna entrando entre las piernas de ella, lo más tranquilo argumentó «Puede que haya sucedido, pero fruto de la casualidad y no como algo intencional»”.
-“O sea que te cagó”.
-“Pero hay más, porque en mal momento se me ocurrió presionarlo «Tené cuidado con lo que hacés», y ahí se despachó con todo «Que puedas pensar eso de mí vaya y pase, pero que insinúes que tu esposa, toda una dama, se pueda portar como una puta entregándose a un adolescente cualquiera como yo, es repugnante. De todos modos cuando bailemos de muevo se lo voy a contar»”
-“Y te cagó por partida doble”.
-“Entonces no tuve más remedio que aflojar. Le pedí disculpas, diciendo que había tenido un ataque de celos a pesar de confiar plenamente en ella; al final terminamos como amigos chocando los puños”.
-“No habrá sido un diálogo agradable, pero por lo menos terminó en paz, ahora a otro tema”.
-“Nada de eso, seguí más pelotudo todavía, porque ese sentimiento me comía por dentro; al ver que las mujeres regresaban la llevé aparte a Elena y le dije que me parecía haberla visto bailar muy pegada, y la muy taimada también me cagó”.
-“Puede que en algún momento haya sucedido ¿te molestó?”
-“No, pero…”.
-“Estás en la postura del marido celoso, en la actitud de quien nunca mira el culo de otra mujer, en la posición del esposo que, cuando sale de la casa, tiene la conducta de un monje anacoreta”
-“No, no es eso, simplemente me llamó la atención”.
-“Bien, por única vez te voy a hacer esta advertencia, la próxima oportunidad que me salgás con una cosa así me voy a dedicar a ponerte los cuernos con cuanto conocido se me ponga a tiro, empezando por Pedro y terminando con el barrendero de la cuadra, por supuesto que a la vista de todos”.
-“Pero somos un matrimonio bien avenido”.
-“Es verdad, y en eso debo ser justa reconociendo que me tratás como a una reina, sos amable, cariñoso, educado, generoso y de buen rendimiento en la cama. De todos modos, ocho años llevamos de relación, uno de novios y siete de casados, y en ese lapso todos los meses has tenido actividades fuera del hogar, tres o cuatro días seguidos, congresos, rondas de negocios, presentación de algún producto, etc., sin que yo haya puesto peros”.
-“Te juro que no quise molestarte amor”.
-“Eso es lo bueno y por ello te invito a olvidar este momento incómodo y regresar a la hermosa convivencia anterior”.
-“Por supuesto querida”.
-“Perdón, me olvidaba. En dos meses se inaugura una torre a dos cuadras de casa, en ese edificio quiero un departamento modesto a mi nombre. Si las vueltas de la vida nos llevaran a una separación, no quisiera quedar en la calle”.
-“Eso no va a suceder mi cielo, pero igual a corto plazo lo vas a tener”.
-“Me alegro mucho tesoro, seguí tu recorrida con Pedro, yo nuevamente voy a bailar”.
Y con esa despedida fue nuevamente a pegarse a su compañero de danza.
Fin conversación entre los amigos.
Por supuesto lo primero que hice fue comentar con Elena lo conversado con el marido de cuernos recién adquiridos.
-“Cuando fuiste al baño se me acercó Tomás preguntándome si le estaba poniendo los cuernos. Naturalmente le contesté que no”.
-“O sea que le mentiste, a menos que haberme llevado al borde del orgasmo frotando tu miembro en mi entrepierna sea algo inocente”.
-“No mentí, con vos disfruto lo indecible y quiero seguir haciéndolo, pero con tu marido solo tengo una cierta amistad, ningún deber de fidelidad me liga a él, así que estoy lo más tranquilo. Tanto es así que, si no fuera que tengo que cuidar tu buen nombre, aquí en la pista, te levantaría el vestido y bailaría teniéndote clavada mientras me como tu boca”.
Nueva charla entre los amigos
Mientras Tomás lo llevó a Pedro a fijar la vista en lo que sucedía entre los bailarines.
-“¡Mirá, mirá como le mete el muslo entre las piernas y la hace refregarse montada, fíjate, la está enloqueciendo y por eso cierra los ojos mientras él la maneja desde la cintura haciéndola subir y bajar, ahí la está haciendo que se corra, mirá cómo tiembla, a ese porquería lo mato”.
-“¡Pará, estás loco! Tu enfoque es totalmente parcial, tu mirada es de un solo lado y eso te va a ocasionar un problema serio”.
-“Vos lo defendés porque es tu cuñado”.
-“No lo estoy defendiendo, trato de hacerte ver que ahí hay dos personas, no está Ramiro solo, y además tu trayectoria no te favorece”.
-“Explicate mejor”.
-“Vamos a recordar algunas cosas, ambos tenemos años llevándonos jovencitas a la cama y varias veces por mes, pero eso no es todo, vos llevás más de dos meses reventándole el culo varias veces por semana a la novia de Ramiro. Tu mujer no sabe los nombres, pero sí la cantidad de mujeres que han probado tu miembro, ¿y le vas a hacer kilombo por franelear un poco? Vaya un pollo por tantas gallinas”.
-“Es distinto, porque él la emputeció, ella no se comportaba así hasta que llegó ese hijo de puta”.
-“Mirá hermano, te estás haciendo tanta mala sangre que vas a tener un infarto, busquemos algo que nos guste y organicemos una ronda de negocios este fin de semana de tres días”.
Fin nueva charla entre los amigos
Algo después de cortar el noviazgo, los dos matrimonios y yo almorzábamos en casa de Elena cuando ésta preguntó:
-“Hace tiempo que no la vemos a Rocío y ya no la traés a comer como hacías antes, ¿todo bien entre ustedes?”
Ahí con la respuesta di comienzo a la venganza prevista; sabiendo que Tomás era, con frecuencia, objeto de bromas por ser algo hipocondríaco, empecé sobre él la ofensiva.
-“No, terminamos la relación hace un tiempo, ella es una chica preciosa, con una multitud de pretendientes de todas las condiciones imaginables, y uno de ellos tuvo suerte; no la critico aunque me haya dolido, me cambió por un tipo un poco más grande que yo, muy pintón, con buena labia y forrado en plata; naturalmente como nada es perfecto en esta vida, este muchacho tiene su lado negativo y es su pasión desenfrenada por las mujeres con el único afán de gozarlas al máximo; eso hace que no se cuide, el preservativo es para él como el diablo, y entonces más de una vez le pegan alguna venérea”.
-“Entonces es un peligro”.
-“Sin duda, y lo peor es que no avisa; según su visión el Doctor Fleming trabajó para que él pueda gozar a pleno, por eso le dicen «Penicilina», ojalá no haya agarrado algo más serio donde los antibióticos no tienen efecto”.
-“Pero qué irresponsable”.
-“Tal cual, porque las repercusiones pueden ser tremendas, y no solo para los dos involucrados, imaginate si ella, sin ninguna intención, contagia a otro que, a su vez, transmite a esposa o pareja, la cadena sería catastrófica. Yo no sabría qué hacer si me infectaran gratuitamente, por una calentura no contenida de mi novia”.
-“En cambio yo sí sabría qué hacer, emprendería todo aquello que significara el exterminio del responsable. De todos modos, ¿no estarás exagerando por ser simplemente un tipo celoso?”.
-“Ojalá así fuera porque tiene una solución rápida y fácil, me pongo en tratamiento psicológico con vos y vuelvo a la normalidad, pero las fotos que tengo de ella y Juana, ambas con dos galanes mayores no dejan lugar a dudas, y todas coincidiendo con algún feriado que se iban a casa de sus padres”.
Escuchar sobre la existencia de fotografías con dos hombres mayores produjo en los infieles una inquietud notable que se manifestó en una cierta lividez facial mientras se movían en la silla como si una legión de hormigas les caminara ingresando al culo. Por supuesto para que Tomás el efecto fue mayor, pues mientras su mujer contaba qué haría en caso de ser la perjudicada, sus manos, disimuladamente, empezaron a palpar las zonas ganglionares de cuello, axilas e ingles; ahí casi, casi, suelto una carcajada, pero tomé conciencia que si hacía las cosas bien lo iba a hacer parir como si fuera una primeriza de caderas estrechas.
El fin de semana que los tramposos salieron con las dos nuevas presas, Elena nos invitó a Lara y a mí a disfrutar esos tres días en la quinta de fin de semana, aprovechando la pileta ya que el clima se prestaba.
La dueña de casa quedó en buscarnos en su auto a media mañana del sábado; cuando mi hermana se dio cuenta de que se acercaba el momento, y recién terminaba de acomodar lo que pensaba llevar, me alertó.
-“Entro a bañarme, si llega Elena decile que en un ratito estaré lista, atendela bien”.
Escuchaba cerrarse la puerta del baño cuando sonó el timbre, era la preciosa psicóloga; después de los besos de saludo la invité a tomar algo, aceptándome un café; apenas terminé de hacerlo, ella a mi lado, tomó su jarrito y se apoyó en la mesada.
-“Aprovechemos antes que salga Lara para tener la charla pendiente desde que bailamos”.
-“Es verdad, aunque hubiera preferido que, en lugar de conversación, reanudáramos el contacto”.
-“Por favor, hablemos seriamente porque el tema es importante”.
-“Tenés razón, aunque mi preferencia sea otra”.
-“Vos sabés cuanto disfruté el baile, no estoy arrepentida, pero sí preocupada, no debí haberme dejado llevar”.
-“Yo tampoco estoy arrepentido, pero sí encantado por el hecho de que me hayas permitido esa deliciosa cercanía”.
-“De acuerdo, pero evidentemente no es lo adecuado, y por ello no debiera repetirse ¿te parece bien?”
-“Tu razonamiento me parece correcto y los motivos son entendibles, pero todo eso me parece una mierda porque va en contra de mis sueños”.
-“Por favor, no te sientas mal, vení dame un abrazo”.
-“Lo haré con gusto, como premio consuelo”.
Y pasé mis brazos rodeando su espalda mientras ella se tomaba de mi cuello; por supuesto que el contacto corporal era inevitable y, como el instinto se complace en ignorar los tratados de lógica y las buenas costumbres, mi miembro, súbitamente endurecido, presionó la entrepierna femenina mientras mis labios besaban suavemente bajo la oreja.
-“Creo que elegí una manera peligrosa para consolarte”.
-“Y yo agradecido por tu elección que me trae los buenos recuerdos de cuando bailamos”.
-“Por favor Ramiro, no tendríamos que estar así”.
-“Es verdad cielo, te siento sobre la mesada para que estés más cómoda”.
-“No querido, así estoy peor, con las rodillas separadas y vos entre ellas apretándome”.
-“Es para que me consueles mejor, por eso te agarro de las nalgas”.
-“Chiquito estoy sintiendo tu miembro frotarse en un vaivén que me desespera”.
-“Ya lo soluciono”.
Y bajé mi bermuda, arrugué hacia arriba la pollera, hice a un costado la biquini y puse el glande en la entrada.
-“Ahora mi amor, quiero mirarte mientras entro, cuando esté promediando el ingreso voy a comerte la boca mientras sigo hasta el fondo”.
-“Nene, me la metiste antes que pudiera suspirar”.
-“Sí querida mía, si perdía unos segundos mi deseo iba a permanecer en el terreno de los sueños ¿estás molesta por mi atrevimiento?”
-“No amor, estoy feliz por esta sorpresiva irrupción, porque íntimamente la deseaba”.
-“Vení preciosa, vamos a la mesa, ahí vas a sentir adentro hasta el último milímetro”.
Y la hice acostar boca arriba con un poquito de las nalgas saliendo del borde, teniendo las plantas de los pies en mis hombros.
-“Sos un degenerado pero me encanta, el peligro es que nos sorprenda tu hermana”.
-“Mejor, así te envidia, seguro que Pedro no le hace esto, ahora voy a entrar pausadamente hasta el final y lo haré mirándote a los ojos, quiero ver en tu cara las sensaciones que produce mi pija en ese avance, después de sentirte bien me voy a poner un preservativo, no conviene correr riesgos de embarazo”.
-“Olvidate de la goma, cógeme mucho, fuerte y acabame adentro y, si es posible, haceme un hijo”.
-“¿Estás segura amor?”
-“Muy segura, después hablamos, ahora dame fuerte”.
-“Ahí va tesoro, ahora vas a sentir mi empuje”
-“Sí chiquito amoroso, fuerte, que suenen mis nalgas, apretame las tetas, ¡por favor dame tu boca!”
Las corridas, prácticamente simultáneas, fueron con mi pija cabeceando y escupiendo semen mientras ella me exprimía contrayendo los músculos vaginales; y apenas tuvimos tiempo de adecentarnos algo antes de que apareciera Lara. Al mediodía ya estábamos en nuestro destino de descanso disfrutando sol, pileta y vagancia.
Por razones de espacio me veo obligado a poner una conclusión.
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Excelente final, esperando el proximo relato
Gracias por leer y comentar Sebastián, me alegra mucho que te haya gustado mi escrito. Recibe mi cordial saludo.