Mi novia no es solo mía: Conclusión

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T. Lectura: 9 min.

Esa noche no fue propiamente cena, sino que picamos algo de fiambre, queso y pan, con abundante bebida frente al televisor mirando un programa de entretenimientos; los tres con vestimenta liviana y reducida después de un baño y preparados para el habitual descanso, descanso para ellas porque la vestimenta de ambas me harían trabajar manualmente descomprimiendo el apéndice que estaba al borde de la explosión.

Las dos mujeres vistiendo camisetas largas y holgadas, teniendo abajo solo bragas, las tetas oscilando al mínimo movimiento corporal y con los pezones queriendo traspasar la tela, las piernas casi totalmente desnudas, las prendas íntimas apareciendo de a ratos según se acomodaban sobre el asiento, tuvieron como natural resultado que mi bóxer apenas pudiera contener la verga dura y erguida que largaba jugo lubricante haciendo cada vez más grande la mancha de humedad en la prenda; eso me llevó a poner sobre mi falda un almohadón para disimular bulto y mancha. En ese momento Elena se levantó a buscar algo en la cocina y Lara preguntó

-“¿Tenés frío o estás ocultando algo?”

-“No quiero parecer exhibicionista y por eso tapo lo que me pasa al mirarlas a ustedes”.

-“¡Si serás degenerado!”

-“Hermanita, te enojás sin razón y encima me estás insultando, yo te contesté educadamente y me duele tu respuesta”.

-“Perdón, me salió sin pensar, vení déjame que te abrace”.

Para corresponder a su muestra de cariño me pegué a ella, puse mis brazos en su espalda recorriéndola en suave caricia, diciéndole en el oído.

-“Gracias hermanita querida”.

-“¿Es verdad que estás excitado con solo vernos?”.

-“Sí hermosa, desde que estoy sin novia ando así con frecuencia, y para que veas que no miento dame tu mano”.

Y sin darle tiempo para reaccionar la llevé bajo el almohadón y encima de mi pija que sobresalía por arriba del elástico.

-“Santo cielo, ¡cómo estás! Soltame la mano, no está bien que haga esto”.

-“Por favor, no me dejés así, acariciá la cabecita, sentí el líquido que larga”.

-“No te voy a hacer una paja, te toco un poco y ya está”.

-“Bueno mi amor, empapá los dedos y chupalos, seguro que ahí acabo”.

Y estuve a un paso de largar la leche al ver el gesto de placer con que los llevaba a la boca y luego de sacarlos recorría con la lengua para sacar algún resto que hubiera quedado.

-“No puedo creer que acepte hacer lo que me pedís, conste que lo hago contra mi voluntad”.

-“Por supuesto cielo, y por eso te lo agradezco tanto”.

-“Malo, me pasaste la lengua por la cara”.

-“Es que, de la misma manera que vos probaste mi sabor yo quiero sentir algo del tuyo, aunque no sea del lugar que más me gustaría”.

-“Eso no va a suceder, te dejo, no puedo seguir en esto”.

Y en el camino se cruzó con Elena que vino a sentarse a mi lado en el sillón.

-“¿Qué le pasó a tu hermana?”

-“Dijo que tenía ganas de acostarse”.

-“¿Seguro que no pelearon?”

-“Seguro, a veces la hago renegar un poco pero nada serio; lo que me tiene en efervescencia es el recuerdo de lo que hicimos esta mañana y que disfruté maravillosamente”.

-“Mi recuerdo también me hace añorar ese placer, pero me parece que vos estás más motivado”.

-“Es verdad y te voy a mostrar algo aun a riesgo de parecer grosero, mirá”.

Y corrí el almohadón dejando a la vista más de la mitad de mi miembro sobresaliendo de la cintura del bóxer.

-“¡Chiquito de mi alma! Guardá eso que puede venir tu hermana, encima parece que aumenta de tamaño por horas”.

-“Quizá haya aumento de volumen, pero poco y de manera transitoria, cuando la calentura la provocás vos”.

Mientras hablaba le había tomado la mano y, haciendo un pequeño movimiento, la hice tomar el tronco del cilindro, se notó que con ganas, porque sola abrió la palma para después cerrar los dedos; su mirada era de deseo, de mucho placer al batir esa masa de carne que largaba gotas lubricantes haciendo que la fricción de la mano fuera placentera; cuando en el tramo de bajada emergía la cabeza lustrosa ella se mordía el labio, así que me animé a tomarla del cuello y dar el impulso inicial para que la boca bajara al encuentro del glande; esa leve presión era lo necesario para dejar a salvo su pudor ya que solita fue a engullir mi pija luego de cubrirla de besos.

Vencida la reserva y luego de algún minuto lamiendo levantó la cabeza para juntar su boca con la mía, intercalando susurros «mi amor» para volver a la tarea de saborear el miembro que seguía firme en su mano.

-“Dame tu leche, deseo saber lo que se siente teniéndola en la lengua”.

Y le hice caso, yo expulsando y ella aspirando; soltadas las últimas gotas me arrodillé entre sus piernas, enrollando la falda en la cintura para besar sus muslos.

-“Ahora querida me gustaría ver de cerca lo que pienso saborear hasta que vos me pongás freno”.

-“Sí mocosito adorado, ya me saco la biquini y abro los labios para que parezca una flor, vos mirá lo que quieras y después bebé mis juguitos, yo te aviso para que con la verga me llevés a las nubes”.

Después de usar mi lengua y labios para recorrer y beber de ese manantial se arqueó hacia atrás y tomó mi cabeza para juntar los labios y murmurar.

-“Ahora dispongo yo, sigo queriendo un hijo, así que para ayudar a tu recuperación me voy a sentar en tus faldas, así, de costado, teniendo tu miembro bien metido, y vamos a madurar detalladamente tu próxima corrida”.

-“Por supuesto querida”.

-“Así, teniéndote dentro voy a moverme suave, como si rotara alrededor de ese eje de carne, haciendo que llegue a máxima dureza y ganas de explotar, de esa manera el primer disparo irá directamente a chocar contra mi óvulo, y los bichitos no tendrán que hacer mucho esfuerzo para penetrarlo, para hacerme gorda, preñada, panzona y feliz”

Después de semejante polvo llegué a la cama casi en coma; dormí de corrido hasta media mañana y, cuando llegué al comedor ya estaba Elena con todo preparado; estaba tomando un café, buscando despertarme del todo, cuando llegó Lara con cara seria.

-“¿Descansaste amiga?

-“Mal, y por culpa de ustedes dos”.

-“Pero si un rato después que te fuiste también lo hicimos nosotros”.

-“Sí amiga, pero me cortaron el sueño con rugidos, ayes, quejas, alaridos, voces pidiendo más, gritos diciendo que entró entera, etc.”.

-“Perdón por haber sido tan ruidosos”.

-“Pero el asunto va más allá, porque quedé alterada y sin remedio, y eso lleva tiempo en desaparecer, además soñé que estaba en situación parecida y me desperté frustrada. En resumen, una noche de porquería, me voy a la pileta”.

-“Perdón hermanita, algo voy a pensar para compensarte”.

-“Lo que sea que te venga a la cabeza seguramente será para tu gusto, además te estoy viendo por el espejo que tenés la mirada clavada en mi culo, degenerado”.

-“Hermanita, no solo miro esa parte tan atrayente, sino que te recorro de pies a cabeza, pues sos una mujer tremendamente atractiva”.

La carcajada de Elena precedió a sus palabras.

-“Amiga, con qué galantería te embromó”.

-“Será muy galante, pero por parentesco me debe respeto”.

-“No te enojés hermanita preciosa, tendría un desorden mental si no apreciara tu belleza o sería un eunuco en caso de no reaccionar ante la vista de tu cuerpo”.

Nueva carcajada y aprobación.

-“Te cagó nuevamente”.

-“Váyanse los dos a la mierda, ya los veo complotados en mi contra”.

-“Yo voy a hacer unas compras, los dejo como dueños de casa y con la misión de refrescarse en la pileta y hacer las paces”.

Luego de ese aviso e invitación Elena salió a buscar el auto, Lara siguió camino a la pileta y yo a cambiarme para ir junto a ella y pedirle disculpas por haberla molestado.

Cuando el joven salió al jardín la vio sentada en el borde opuesto, con los pies bastante separados apoyados en el salpicadero, tirada hacia atrás con los ojos cerrados y apoyada en los brazos estirados; al ver que por su delgadez la biquini le quedaba holgada y permitía divisar algunos vellos pubianos su intención de pedir disculpas pasó a segundo lugar, primero estaba el deseo arrollador de disfrutar de esa vista; lentamente se metió al agua y se impulsó para bucear hasta cerca de ella, emergiendo a pocos centímetros y encontrándome con su mirada.

-“Hermanita vine a pedirte disculpas por haberte molestado”.

-“En realidad soy yo quien debe pedir disculpas pues no sos responsable del mal día que tengo”.

-“Quizá contando la causa de tu incomodidad baje la presión que sentís”.

-“Tenés razón, pero me da mucha vergüenza porque es algo muy íntimo”.

-“Como vos quieras, pero si te acostás de espaldas para no mirarme mientras hablás, quizá te resulte más fácil; igualmente mi afán es ayudar y no conviene forzar la situación”.

-“Pruebo, si no me siento bien paro”.

Y se dejó ir apoyando la espalda en el piso manteniendo la posición de las piernas, lo cual hizo que mi corazón empezara a galopar de alegría y los ojos pugnaran por salir de las órbitas para pegarse a esa entrepierna semicubierta; igualmente se tapó la cara con la toalla.

-“Ocurre que cuando comienzo el período de ovulación me aumenta un poco la temperatura y el deseo de tener sexo y a eso se le agrega un cierto dolor en el bajo vientre; para colmo Pedro no está así que una de las posibilidades de mejoría desapareció”.

-“Dejame que masajee suavemente la pancita”.

-“Sin malas intenciones?”

-“Si sentís algo que no te guste simplemente me sacás la mano”.

Y sin dar tiempo a comentario alguno puse suavemente la palma de la mano inmediatamente arriba del borde de la biquini e inicié el recorrido circular llegando hasta bajo el ombligo; no habiendo muestras de rechazo hice ese trayecto varias veces progresando lentamente en correr hacia abajo el elástico de la prenda hasta dejar visibles lo primeros vellos pubianos.

Ahí frené el avance pues un apresuramiento podía tener efecto negativo y el progreso lo hice variando la caricia; cuando tenía la mano al borde del elástico presionaba la piel llevándola hacia arriba, de esa manera, si mi estimación era correcta, el movimiento haría que la parte superior del canal se desplazara descapuchando el clítoris que, rozando la tela, recibiría una especie de caricia aumentando la excitación y eximiéndome de responsabilidad.

Y tuve suerte pues a la segunda o tercera vez soltó un quejido mal disimulado, después siguió una subida de pelvis buscando mayor contacto hasta que, vencida toda resistencia, exhaló un lamento gozoso y tomando mi mano la llevó por debajo de la prenda a su conchita empapada, ahí hizo que dos dedos ingresaran para empezar un frenético movimiento de cintura provocando la entrada y salida de los intrusos. Poco duró el movimiento, pues con las facciones contraídas dijo fuerte lo que sentía.

-“Sí hermanito, ¡qué rico lo que me estás haciendo, llevame al orgasmo de una burra, de una puta, de una yegua, haceme acabar!”

Y su corrida fue estruendosa para después quedar tendida y laxa, relajamiento que acompañé con suaves caricias.

-“Te ves preciosa así distendida y me dan ganas de besarte de puro cariño”.

Salí de la pileta para ponerme a su lado y abrazarla como si la acunara, pero me pareció más cómodo para que se repusiera llevarla a la reposera ancha.

-“Vení amor, allá vamos a estar mejor”.

Y la llevé tomada de la cintura; ya tendidos, teniéndola entre mis brazos seguí con las caricias y castos besos en la frente, las mejillas, el cuello y un poco más abajo, pero sin llegar a las tetas. Ahí fue cuando abrió los ojos con gesto agradecido y tomando mi cabeza la movió para que los labios coincidieran realizando el camino del afecto a la pasión; y ahí decidí progresar para aliviar la presión de mis bolas que ya empezaban a doler.

-“Vení Lara, te ruego que me des un gusto con el que sueño, sentate sobre los talones de espaldas a la pileta justo en el borde, y luego inclínate apoyando el pecho sobre los muslos, así quiero metértela desde atrás y yo de pie desde el agua”.

-“Solo si vos me das a cambio algo que me encanta y Pedro no puede porque acaba en seguida”.

-“Soy todo oídos.”

-“Cuando esté en posición me voy a abrir con las manos en las nalgas, vos ponés solo la cabecita adentro y yo suelto los labios para que la abracen, después sacás y metés nada más que ese pedacito, me enloquece sentir que se abre y se cierra, yo te aviso el cambio, ¿te animás?”

-“Sí tesoro, y voy a aflojar la tensión de los glúteos para durar al máximo”.

Se desnudó totalmente y, al ponerse de pie, pasó los por detrás de mi cuello para besarme amorosamente para después pedirme.

-“Ahora chiquito, cógeme mucho, haceme gozar y acabar como una hembra espantosamente arrecha”.

Y ambos nos ubicamos, verla con la cabeza ladeada descansando sobre una toalla, las dos manos abriendo conchita y ano, su expresión de entrega y abandono, me conmovió.

-“Amor, antes de entrar quiero darles besos a los dos majares que tengo en frente”.

-“Hacelo, pero que no se te vaya la mano”.

Imposible cumplir esa recomendación, besé y como despedida pasé la lengua a lo largo del canal; por supuesto, sin darle tiempo al reclamo ubiqué el glande adentro.

-“Ahora vos movete para así graduar entrada y salida según lo sientas mejor”.

-“Sí chiquito de mi alma, un ratito más, adentro y afuera solo la cabecita, es una locura sentir que se abre y se cierra, seguí amor”.

-“Espero aguantar hermanita, avísame cuando quieras que la meta toda de un solo envión”.

-“Ahora, adentro, toda, entera, hasta las bolas, quédate en el fondo y apretame fuerte las tetas, ¡me corro mi vida! Y siento tus palpitaciones, cuatro, y cada una es signo de escupida lechosa, ¡te amo hermanito!”

La relajación fue hecha abrazados, intercambiando besos y acariciándonos amorosamente hasta que llegó la dueña de casa.

Después de almuerzo y un rato de siesta, no reunimos alrededor de la pileta y, cosa rara, Lara traía un sobre bolsa mediano, sentándose junto a nosotros.

-“Ahora que estamos tranquilos, con tiempo para pensar, charlar y ver entre los tres aquellos detalles que a uno se le puedan escapar y, como es algo importante para el futuro, les pido opinión lo más desapasionada posible”.

-“Amiga, esa introducción da miedo pero, por supuesto, contá conmigo”.

-“Ramiro, quizá esto te provoque dolor, pero ocultarlo sería faltar a la verdad, miren”.

Y del sobre sacó una foto en papel, nítida, tomada desde muy cerca, buen enfoque, una cara de mujer joven, con una mano tomando un miembro, con la otra acariciando testículos, sus labios cubriendo la mitad del glande y sonriendo a la cámara. Hubiera sido una de las tantas fotos porno que hay por ahí, si quien sonreía complacida, no fuera mi ex novia Rocío.

-“Tenés razón Lara, esta imagen duele, como dato curioso estaría bueno saber quién es el afortunado”.

-“Es sencillo hermanito querido, mirá la mano sobre la cabeza de la chica y presta atención a los dos anillos, uno es alianza, el otro es de sello y fácilmente reconocible, sin duda es mi marido. Este sobre me llegó por mensajero el día siguiente después del incidente en la comisaría, simple venganza”.

-Queridos amigos Lara y Ramiro, creo que este el momento de sincerarme, ahora les cuento”.

Narración de Elena

-“¿Recuerdan el almuerzo donde vos Ramiro contaste de por qué finalizó la relación con Rocío? Pues bien, esa tarde, después que ustedes se fueron, Tomás continuaba inquieto, quizá más que en el almuerzo; los años que llevamos juntos me han permitido percibir cuando algo lo preocupa sobremanera, así que directamente le pregunté. Algo te tiene alterado y es muy raro verte así”.

-“Tengo que confesarte algo; yo tuve sexo con la novia de Ramiro; te pido perdón, vos sabés que te quiero y lo he demostrado a lo largo de los años que llevamos juntos, lo sucedido es fruto de una debilidad que no puedo controlar. Lo que decidas estará bien. Me voy a hacer los estudios para comprobar que estoy sano”.

La sorpresa me paralizó; a pesar de intuir que esa era una conducta habitual en los dos amigos, la declaración explícita me impactó, sobre todo conociendo a la otra parte.

-“Ahora dejame sola, yo te diré cuando seguir la conversación”

Durante la cena fue el momento elegido para aclarar el tema pendiente.

-“Te digo cuál es mi postura, nuestro matrimonio está roto, y hoy no veo manera de soldar la fractura. Si te conviene, en adelante, podemos aparentar que nada cambió, pero puertas adentro haré como si vos no existieras. Hacia afuera podrás seguir tus costumbres y, por supuesto, yo me conduciré según mis ganas. Necesito que hagás acondicionar el dormitorio de huéspedes para ser usado por mí y, hasta tanto eso suceda te conviene buscar dónde dormir, porque conmigo no lo vas a hacer”.

-“Perfecto mi amor”.

-“Me estaba olvidando, quiero seguir bien atendida en la cama, por lo cual buscaré quien lo haga; además deseo ser madre, ya veré el modo, vos podrás adjudicarte la paternidad y darle o no el apellido, yo me mantendré callada. Además, de la misma manera que no te controlé todos estos años, te pido que no lo hagas conmigo; si constato que lo estás haciendo me iré de casa, haciéndole saber, a quien quiera escuchar que sos un cornudo, pero antes visitaré a los recaudadores de impuestos”.

Fin narración de Elena

Ese fin de semana que compartí con Lara y Elena en la casa de ésta, fue no solo de inmenso placer sino que también sirvió para acomodar las cargas.

Mi presente es muy bueno, puedo estudiar sin pasar necesidades, emocionalmente he superado el engaño de mi novia, sentimentalmente cuento con el afecto sincero y profundo de Lara y Elena, que además me contienen para que la vida fácil no me haga descarrilar, mis deseos instintivos los tengo plenamente satisfechos con ellas dos y, por si todo esto fuera poca felicidad, Elena está embarazada de mi simiente y contentísima por ello. El tema paternidad lo tenemos hablado y acordado, es de exclusivo conocimiento nuestro y Tomás quiere darle el apellido sin pretender saber quién es el padre, cosa que Elena y yo aceptamos. Al futuro lo encaramos con optimismo y sinceridad, ojalá siga igual.

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