Diario de una terapeuta: La fantasía de un cornudo

2
9613
14
T. Lectura: 8 min.

Carlos, un hombre de mediana edad, siempre había sido un consumidor habitual de pornografía. Su rutina diaria incluía momentos en los que, en la privacidad de su hogar, se sumergía en el mundo digital en busca de excitación. Un día, mientras navegaba por su celular, se topó con una categoría que nunca antes había explorado: “cornudos” Intrigado y con una mezcla de curiosidad y excitación, decidió darle un vistazo.

Al principio, sintió una emoción extraña, una mezcla de vergüenza y morbo que le resultaba nueva. Las imágenes y videos que veía mostraban a hombres siendo humillados sexualmente por sus parejas, quien disfrutaban de la compañía de otros hombres. Carlos, a pesar de la incomodidad inicial, se encontró cada vez más atraído por estas escenas. La idea de ser menospreciado y humillado por su esposa mientras ella se deleitaba con otro hombre le provocaba una excitación inusual.

A medida que su adicción crecía, Carlos notó que su vida diaria comenzaba a verse afectada. Sus pensamientos estaban constantemente ocupados por estas fantasías, y a menudo se encontraba distraído en el trabajo o en casa, imaginando escenas de humillación y placer. Su esposa notó el cambio en su comportamiento, pero no entendía del todo la razón detrás de su distancia y su aparente falta de interés en ella.

Finalmente, Carlos decidió que necesitaba hablar con alguien sobre su obsesión. La idea de visitar a un terapeuta le parecía embarazosa, pero sabía que no podía seguir así. Con el corazón acelerado, buscó en su teléfono el número de una psicóloga especializada en adicciones y sexo, y tomó la decisión de programar una cita. Sabía que este sería el primer paso hacia entender y posiblemente superar su adicción al porno de cornudos.

Carlos, con el corazón latiendo fuerte en su pecho, entró en la consulta de la terapeuta. La habitación era cálida y acogedora, con muebles de madera oscura y un sofá cómodo que invitaba a la confidencia. La terapeuta, una mujer de mediana edad con una expresión amable y comprensiva, lo recibió con una sonrisa.

“Buenas tardes, Carlos”, dijo la terapeuta, extendiéndole la mano. “Soy la doctora Ana Martínez. Por favor, siéntate y ponte cómodo.”

Carlos asintió, tomando asiento en el sofá. Respiró hondo, tratando de calmar sus nervios. “Gracias, doctora. Es un placer conocerla.”

La terapeuta se sentó frente a él, con una libreta y un bolígrafo en la mano. “Entonces, Carlos, dime, ¿qué te trae hoy por aquí?”

Carlos vaciló por un momento, sintiendo cómo la vergüenza y la ansiedad luchaban en su interior. Finalmente, con una voz apenas audible, comenzó: “Soy adicto al porno. Empecé a ver videos de una categoría llamada ‘cornudos’ y, desde entonces, no he podido dejar de pensar en ello. Me excita imaginar a mi esposa con otro hombre, viéndola disfrutar y humillarme. Es una sensación extraña, pero no puedo sacármela de la cabeza.”

La terapeuta escuchó atentamente, sin interrumpir, permitiendo que Carlos se desahogara. Cuando terminó, ella asintió con una expresión comprensiva. “Carlos, lo que me has contado es perfectamente normal. Las fantasías y deseos sexuales son parte de la experiencia humana, y no hay nada de lo que avergonzarse. Lo importante es entender de dónde vienen y cómo pueden afectar tu vida y tus relaciones.”

Carlos sintió un alivio inmediato, como si un peso hubiera sido levantado de sus hombros. “Entonces, ¿no estoy loco?” preguntó, con una mezcla de esperanza y alivio en su voz.

La terapeuta sonrió suavemente. “No, en absoluto. Lo que sientes es una respuesta natural a estímulos sexuales. Lo que necesitamos explorar es cómo estas fantasías se han convertido en una obsesión y cómo podemos ayudarte a manejarlas de una manera saludable.”

“¿Y cómo podemos hacerlo?” preguntó Carlos, ansioso por encontrar una solución.

Carlos se recostó en el cómodo sofá de la consulta, cerrando los ojos como la terapeuta le había indicado. Respiró profundamente, tratando de calmar la tormenta de pensamientos que se agitaba en su mente. La terapeuta, con una voz suave y reconfortante, le preguntó: “Carlos, ahora que estás relajado, dime, ¿qué es lo primero que te viene a la mente?”

Carlos cerró los ojos, siguiendo las instrucciones de la terapeuta. Respiró profundamente, permitiendo que la imagen en su mente se volviera más clara y vívida.

“Veo a mi esposa”, comenzó, su voz teñida de una mezcla de excitación y vergüenza. “Estamos en casa, y de repente, la puerta del dormitorio se abre. Entra un joven, un atleta, alto y musculoso, con una presencia dominante. Su cuerpo es perfecto, cada músculo definido. Y su verga… es grande, realmente grande. Más grande de lo que jamás había imaginado.”

La terapeuta asintió, animándolo a continuar. “Describe el joven. Mira su verga y describelo.”

Carlos tragó saliva, su voz temblando ligeramente. “El joven tiene un aire de confianza, una seguridad en sí mismo que es casi intimidante. Su verga es gruesa, larga, y está semierecta, balanceándose ligeramente con cada movimiento. La cabeza es ancha.”

“Y tu esposa”, preguntó la terapeuta, “¿cómo reacciona?”

Carlos respiró hondo. “Mi esposa lo mira con una cara de deseo que nunca había visto antes. ,Su respiración se acelera, y se muerde el labio inferior, humedeciéndolo con la lengua en un gesto de deseo contenido, sus pupilas dilatadas reflejan el anhelo que siente. y sus ojos brillan con una lujuria que me deja sin aliento. Nunca la había visto así de excitada. Es… es abrumador.”

“Y eso te excita”, afirmó la terapeuta. “Te excita ver a tu esposa excitada viendo a otro hombre, que digo la verga de otro hombre.”

“Sí”, admitió Carlos. “Me excita muchísimo.”

Carlos cerró los ojos con más fuerza, sumergiéndose más profundamente en su fantasía. “Mi esposa camina hacia él, moviendo sus caderas de una manera que nunca había visto. Es como si fuera una perra en celo, y él la mira con una mezcla de lujuria y diversión. Llega hasta donde está el joven. Ella se arrodilla, y comienza a lamerlo lentamente, mirándome con una sonrisa burlona mientras lo hace

“dice, perdón amor es que me deje llevar de esta verga, solo quería saber si es real nunca había visto algo así de grande, me dice amor me dejas probar, mientras ella ya lo esta lamiendo lentamente preguntándome me das permiso, por favor amor solo quiero chuparlo, quiero probar.

Sus labios, húmedos y entreabiertos, se acercan con una lentitud tortuosa, sus ojos fijos en los del joven, ardiendo de lujuria. Con un gemido profundo, cierra sus labios alrededor de él, chupando con una ferocidad que refleja su deseo insaciable, sin romper el contacto visual.

“Describe”, le instó la terapeuta. “¿Te gusta? ¿Qué sientes?”

Carlos se retorció en su asiento. “Mi esposa está chupando esa verga con una intensidad que nunca había visto. Sus labios se deslizan sobre su longitud, y puedo ver cómo su cabeza sube y baja, tomando más y más de él en su boca. Sus mejillas se hunden, y sé que lo está chupando con fuerza. Es… es increíblemente erótico.”

Terapeuta: “Carlos, ¿te gusta la idea de que tu esposa te humille así?”

Carlos: “Sí, me excita.

Terapeuta: “¿Y te gustaría que ella te hablara así? ¿Con ese tono burlón y dominante?”

Carlos: “Sí, me encantaría. Quiero que me diga cuánto le gusta la verga de otro hombre, cómo la hace sentir mejor que yo.”

Terapeuta: “Muy bien, Carlos. Ahora, imagina que tu esposa te está hablando en este momento. ¿Qué te dice?”

Esposa: (Con la verga del joven en su boca, mirando a Carlos con una mezcla de lujuria y desafío) “Mmm, amor, está tan rico.”

Esposa: (Sacando la verga de su boca, con chorros de saliva en sus labios) “Mira, amor, cómo me llena este hombre. Su verga es mucho más grande que la tuya.

Carlos: (Sintiendo una mezcla de vergüenza y excitación)

Esposa: (Volviendo a chupar la verga del joven, ahogándose ligeramente con su tamaño) “Mmm, está tan rico, amor. yo eh comido muchas vergas, pero como está así de grande así de delicioso nunca. (Sacando la verga de su boca) Te amo amor, si supieras lo rico que es chupar está verga, amor perdoname pero esta verga está rica no puedo parar, me tiene tan deseosa y necesitada,.

Esposa: ¿No te excita verme así?”

Carlos: (Asintiendo, con una voz apenas audible) “Sí, amor. Me excita verte así, me gusta ver a mi esposa chupando una verga ajena, me gusta verte amor como te conviertes en una puta para otro hombre.

Esposa: (Con una sonrisa burlona) “Carlos, ven aquí. ven mi amor, acércate y mira de cerca cómo lo chupo, ven sin pena.

Carlos: (Acercándose, con una mezcla de excitación y vergüenza) “Sí, amor. Haré lo que quieras.”

Terapeuta Carlos describe tu posición y que vez y sientes.

Carlos me acerco pero muy cerca, que puedo escuchar el sonido de la saliva de mi esposa como suenan, el sonido cuando ella lo saca de la boca ese eco es tan excitante, lo veo de cerca se agacha lentamente. Sus ojos se abren de asombro al ver la verga del joven de cerca. La verga es grande, palpitante, y húmeda con la saliva de su esposa. La punta brilla con un líquido pre-seminal, y las venas se marcan claramente a lo largo del tronco.)

Esposa: (Besando a Carlos, pasando su lengua por sus labios) “Mmm, prueba mi boca. Sabe a él, a su verga. (Con una risa burlona) ¿Te gusta el sabor de otro hombre en mi boca?”

Carlos: (Asintiendo, sintiendo una mezcla de emociones) “Sí, amor. Me gusta.”

Terapeuta: (Con una voz suave pero firme) “Carlos, ¿te gustó eso? ¿Qué sentiste al ver a tu esposa chupando la verga del joven y luego besarte?”

Carlos: (Respirando hondo) “Sentí una mezcla de excitación y humillación. Verla disfrutar así, y luego besarme con su boca llena de saliva… es intenso. Pero me excita.”

Terapeuta: “Es normal, Carlos. Lo que sientes es una respuesta natural a estímulos sexuales. No hay nada de lo que avergonzarse. Es normal sentir deseo y excitación en estas situaciones.

Terapeuta: como te estás sintiendo

Carlos me siento un poco mejor, sentí que se quitó un peso encima.

Terapeuta: la idea es salir de esta sesión liviano, no te sientas culpable, suelta ese deseo, expresate. ¿Que es lo más deseas?

Carlos: ver mi esposa como se la comen*

Terapeuta: cierra los ojos, respira y visualiza.

Carlos se encontraba en la habitación, observando cómo el joven se acercaba a su esposa, quien estaba en cuatro, mirándolo con una mezcla de lujuria y anticipación.

Carlos, con el corazón latiendo fuertemente, observaba cada movimiento, cada expresión de su esposa. La escena ante él era una mezcla de erotismo y humillación, y él se encontraba en el ojo del huracán de sus propias emociones contradictorias.

“Dios mío”, pensó, su mente corriendo a mil por hora. “Verla así, tan deseosa y excitada, es… es abrumador.”

Mientras el joven continuaba moviéndose dentro de su esposa, Carlos sintió una oleada de excitación mezclada con una profunda sensación de pérdida. La humillación de ver a su esposa así, tan deseosa de otro hombre, se mezclaba con una especie de perversa satisfacción.

Joven con una voz dominante y segura, le ordenó a Carlos: “Ponte debajo, quiero que veas y aprendas cómo se penetra.”

Carlos, excitado y sumiso, se colocó debajo, mirando hacia arriba, con una clara vista de lo que estaba a punto de suceder. El joven se posicionó detrás de la esposa, sus manos recorriendo su cuerpo con deseo. Ella, al ver a Carlos en esa posición, se excitó aún más, su respiración acelerándose con anticipación.

“Te gusta ver de cerca, ¿verdad?” preguntó el joven, con una sonrisa traviesa. “Te gusta esta verga, ¿cierto? Te gusta ver cómo voy a culearme a tu esposa.

Carlos asintió, incapaz de apartar la mirada, su excitación palpable.

El joven comenzó a penetrar a su hermosa esposa, sus embestidas firmes y rítmicas, llenándola por completo.

Ella gimió de placer, su cuerpo respondiendo a cada movimiento. “Dile que la amas mientras la estoy culeando tan rico”, ordenó el joven a Carlos.

Carlos, con voz temblorosa, dijo: “Te amo, amor.”

El joven, sin dejar de moverse, preguntó: “Pregúntale, ¿prefieres a tu esposo o a esta verga?

Ella, entre gemidos de placer, respondió: “Lo siento, amor, pero esta verga es tan rica. Jamás en mi vida me han hecho sentir así.” Su voz estaba llena de éxtasis y rendición.

Mientras el joven penetraba a su esposa, comenzó a hablar con una voz llena de desprecio:

“Tu esposo no te come así, ¿cierto? Mira cómo te follo, ordeno a Carlos que se sentará frente a su esposa.

Dile a tu esposo que eres una puta, una mujer infiel, que le has puesto los cuernos con otro hombres… dile… dile.

Ella, excitada por las palabras del joven, gimió más fuerte, su cuerpo respondiendo con más intensidad.

El joven continuó: “No eres hombre suficiente para ella.”

Carlos, humillado pero excitado, asintió, incapaz de responder.

Ella, con los ojos cerrados y una sonrisa de satisfacción, dijo: “Sí, sí, así, más duro. Me encanta, me encanta.”

El joven, complaciendo sus deseos, aumentó la intensidad de sus embestidas, llevándola al límite del éxtasis.

“Eres un perdedor, Carlos. Ni siquiera puedes satisfacer a tu propia esposa”, dijo el joven, su voz llena de desprecio.

“Mira cómo la hago gritar. Eres un cornudo, y te encanta, ¿verdad?”

“Siii, asiii, asiii”, gritó, su voz llena de deseo y desesperación. “No pares, por favor, no pares.

La terapeuta, con una voz suave pero firme, le preguntó: “Carlos, ¿cómo te sientes al ver a tu esposa así, tan excitada y satisfecha con otro hombre?”

Carlos, con una voz temblorosa, respondió: “Me siento… abrumado. Es puro placer. Verla así, tan viva y deseosa,

Terapeuta muy bien Carlos te estás entregando a tu placer sin culpa, sigue Carlos imagina tu esposa que te gustaría decirte en un momento tan intenso.

Esposa: “Amor, dime qué te gusta verme con otro”, suplicó, su voz llena de deseo y necesidad. “Dime lo rico que es.”

Carlos respondió: “Me gusta verte así, me gusta ver a mi esposa a mi mujer que la están comiendo ,verte tan excitada y deseosa. Me excita ver cómo te llena, cómo te hace sentir completa, me gusta como el joven te está culeando Es rico, muy rico.”

Ella asintió, sus ojos brillando de éxtasis. “Sí, me encanta. Me hace sentir completa, he comido tantas vergas ,pero esta, miro a su esposo ,tienes q probar y comerte esta verga así me entenderás. cada parte de mí esta siendo satisfecha.”

“Siii, asiii, asiii”, gritó, su voz llena de deseo y desesperación. “No pares, por favor, no pares. Comete a esta mujer casada, soy una mujer infiel, te eh puesto los cuernos tanta veces, y me gusta ponerte los, Soy una puta barata, soy una puta regalada.

Sus ojos se ponen en blanco, las mejillas se tornan de un rojo profundo, y su boca se abre en un grito mudo, formando una “O” perfecta, con la lengua asomando ligeramente, en una mezcla de éxtasis y lujuria desenfrenada.

El cuerpo de la esposa se convulsó con oleadas de placer, y con un último grito liberador, alcanzó el clímax. Su expresión era de puro éxtasis, y un chorro de líquido salió de su interior, empapando las sábanas y al joven. Su rostro se contorsionó en una mezcla de alivio y satisfacción, y finalmente, se dejó caer sobre la cama, jadeando y sonriendo.

“Ha sido… ha sido increíble”, susurró, su voz temblando de emoción. “Gracias, mi amor. Gracias por dejarme vivir esto.”

El joven, con una sonrisa satisfecha, se retiró y se acostó a su lado. La esposa de Carlos, aun jadeando, se giró hacia Carlos y le tomó la mano.

La terapeuta, con una sonrisa cálida y comprensiva, felicita a Carlos: “Carlos, has dado un gran paso hoy. Estoy muy orgullosa de ti.

Todos tenemos deseos y fantasías únicas. Lo importante es que sean consensuadas y que ambos se sientan cómodos y excitados con la experiencia. Te sugiero, como le he dicho a otros pacientes, que consideres la idea de un trío con tu esposa. Mira la reacción de ella y, si ves que le gusta, poco a poco puedes introducir elementos de la fantasía del cornudo

Carlos asiente, agradecido, y se levanta para irse. Justo antes de salir, se gira y le da una última mirada a la terapeuta.

Carlos sale de la habitación, dejando a la terapeuta sumida en sus propios pensamientos, con una sonrisa secreta “Tu esposa dirá que sí de una, créeme, lo digo por experiencia”, murmura para sí misma, con una mezcla de deseo y anticipación, recordando sus propias aventuras y sabiendo que el placer compartido puede ser incluso más intenso.

Loading

2 COMENTARIOS

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí