Reforzando lazos maternales

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T. Lectura: 7 min.

Soy Lucas, un chaval de 22 años, delgado, que se la pasa estudiando y saliendo con sus colegas de la universidad. Mi vida no es muy interesante que digamos, soy un joven normal que trabaja, intenta sacar buenas notas y si hay suerte tener una novia. Mi situación familiar no es la mejor sinceramente, mis padres están divorciados y mientras que mi padre lo llevó bien mi madre tuvo un cambio radical. Antes ella era rubia (color que heredé) y ahora se tiñe el pelo de negro, también empezó a tatuarse, ir al gimnasio y quedar con sus amigas. Me alegro por ella obviamente, se le ve más feliz pero también más pasota conmigo, por eso me gusta más quedarme en la casa de mi padre mientras ella sale de fiesta con sus amigas.

La relación que tenía con ella era un “sin más”, sus amigas me caían bien eso sí, normalmente ella quedaba con dos mujeres con el mismo estilo que ella. Una se llamaba Raquel, era una mujer que tenía unos pechos increibles, las curvas de su cintura y de su cadera eran espectaculares y tenía unos muslos… siempre llevaba un top o algo cortito que dejaba ver su abdomen decorado con pequeños tatuajes.

Otra de sus amigas más cercanas era Lucía, que de ella también destacan sus tetas pero no eran tan grandes como las de Raquel, diría que son normalitas pero tenía un culazo que hacía que su figura fuese muy provocativa, otra cosa que puedo destacar de ella son sus ojos azules y al igual que Raquel, suele llevar ropa ligera. Tanto ellas dos como mi madre compartían el mismo estilo gótico-grunge que hacía que pareciesen modelos.

Las dos me trataban muy bien pero no puedo negar que me sentía raro porque ambas me trataban y se dirigían a mi como si fuese su hijo, tengamos en cuenta de que Raquel me saca 20 años y Lucía 14 aunque aparentan más jóvenes.

Cuando estaban las tres juntas eran solo risas y anécdotas, mi madre me obligaba a estar con ellas tres y hablar de mis cosas “¿Qué tal la universidad?” “¿Cómo te va en el curro?” “¿Has conocido alguna chica?”… no quiero sonar borde ni nada pero era muy cansino todo eso y bastante raro. Sin embargo tras estar un año en esa situación todo cambió una tarde de un viernes cualquiera.

Llegué a casa de mi madre del trabajo, era las 22:46, aparqué el coche y entré dejando las llaves en el recibidor. Aquella semana me tocaba estar con ella, normalmente la cena está siempre servida. Fui a la cocina y no había nada, sé que debería ser más responsable y hacerme la cena yo mismo pero con lo cansado que suelo llegar es mi madre quien me la hace de normal. Pensé que ella estaría de fiesta y se olvidó de prepararme la cena pero escuché ruidos en el piso de arriba y recordé ver las luces de la ventana del dormitorio de mi madre encendidas mientras aparcaba.

Fui arriba y esos ruidos fueron esclareciéndose, eran golpeteos y chillidos de la cama y gritos… ¿gemidos? Me acerqué a la puerta de su dormitorio y efectivamente eran gemidos y fuertes suspiros de mujeres, eran varias. “¿Mi madre está follando con mujeres?” Me pregunté a mi mismo. Dudé en si abrir la puerta o no pero me quedé paralizado cuando Lucía, al abrir la puerta, me vio en frente del dormitorio. Tanto ella como yo nos asustamos, la puerta se abrió de repente por su empujón y vi a mi madre con un arnés empotrando a Raquel en cuatro sobre la cama. Nos quedamos mirando los cuatro, sin saber qué decir, un joven recién llegado y cansado y tres góticas totalmente desnudas follando entre ellas.

-Lucas. -Gritó mi madre-.

-No puede ser. -Dijo Raquel mientras se reía y se tapaba la cara aún con el dildo de mi madre metido en el coño- Venga Lucía métele aquí.

Lucía me agarró del brazo y tiró de mi, cerro la puerta tras de mi y las tres mujeres me rodearon. No pude dejar de mirar sus cuerpos, sobre todo el de mi madre por sus enormes tetas y su cuerpo curvilíneo y definido por el gimnasio.

-Yo…

-Cariño, no quiero que le digas nada a tu padre. -Me dijo ella aún con el arnés puesto-.

-Vale… Yo solo… Es que… -Estaba jodidamente nervioso, ¿Qué hace un hombre cuando está rodeado de tres milfs góticas buenorras desnudas y cuando una de ellas es su madre?-.

-Pobrecito, está muy nervioso. -Dijo Lucía mientras se acercaba a mi para agarrarme de la mano-.

-Dejemos que se quede Paula, seguro que le gusta mirarnos follar. -Dijo Raquel a mi madre mientras le rodeaba la cintura con sus manos y le besaba.

-¿Quieres quedarte cielo?. -Me dijo mi madre-.

Yo no supe qué decir. Lucía me besó sin aviso alguno diciendo “seguro que sí”. Raquel y mi madre siguieron besándose. Yo me dejé llevar y recorrí el cuerpo de Lucía mientras nos besábamos. No paraba de abrir los ojos viendo de reojo como las otras dos se comían a besos pensando que una de ellas era mi madre. Lucía se arrodilló frente a mi, me quitó los pantalones y luego los boxers dejando mi pene mojado con líquido preseminal al aire y sin dudarlo se lo metió entero en su boca. Miré a mi madre y tanto ella como Raquel se estaban riendo.

-Tu hijo tiene buen rabo eh Paula. -Dijo Raquel sin apartarme la mirada.

-Y… muy rico… -Dijo Lucía mientras me la estaba chupando-.

-Parece que les encantas a mis amigas cariño. -Me dijo mi madre-.

Yo no supe qué decir, me dejé llevar y disfruté de la mamada que me estaba dando Lucía. Mi madre se tumbó sobre la cama boca arriba y Raquel se sentó sobre el dildo del arnés de ella poniéndose en posición de vaquerita. Nos daba la espalda pero pude ver como sus tetas rebotaban con su cabalgata sobre la polla de goma. Ella gemía y suspiraba con fuerzas mientras saltaba sin parar, mi madre le rodeaba la cadera con sus manos mientras también gemía ligeramente. Lucía me tumbó al lado de mi madre y se puso encima de mi pene y al igual que Raquel comenzó a saltar sobre mi en vaquerita haciendo que sus tetas rebotasen sobre mi.

Su largo pelo chocaba con mi cara, su sudoroso cuerpo no dejaba de retorcerse de placer, sus nalgas no paraban de chocarse contra mis muslos y no paraba de gemir mientras gritaba.

-Ay que polla tienes… sí sí sí… ay sí así sí así.

Tras un rato de ver como las dos chicas cabalgaban sobre madre e hijo y gritaban de placer Raquel soltó un “Venga Lucía que quiero probarlo yo también”. Lucía se levantó y se montó sobre mi madre mientras que Raquel se puso encima de mi, fue metiéndose mi polla lentamente en su húmedo coño mientras me besaba y comenzó de nuevo la cabalgata de las dos. Los pechos de Raquel eran tan grandes que me golpeaban la cara con cada rebote, no me pude resistir y agarré una de sus tetas para chuparla y lamerla. Ella no paraba de gemir, gemía aún más alto que Lucía dejándome medio sordo. Lucía tuvo un orgasmo mientras estaba montada sobre mi madre. Cuando Raquel se cansó de cabalgar mi polla comenzó a besarme apasionadamente.

-Quiero que me des en cuatro.

Raquel se puso en perrito sobre la cama inclinándose hacia delante y dejando su gran culo en frente de mi, yo obedecí poniéndome detrás de ella, guiando mi pene a su vagina y metiéndosela mientras agarraba sus nalgas. Comencé a empotrarla fuertemente, dando empujones intensos. Mi madre se puso delante de ella y metió su dildo por la boca de Raquel. Lucía se estaba masturbando viendo como yo estaba dando por detrás a Raquel en cuatro mientras mi madre se la metía por la boca.

-Espero que te lo estés pasando bien cariño. -Dijo mi madre frente a mi-.

-Si… si… la verdad es que me está gustando.

-¿Te gustan mis amigas?

-Si… son… muy cariñosas.

-A nosotras también nos gustas Lucas, teníamos muchas ganas de follar contigo. -Dijo Lucía cariñosamente mientras se metía los dedos en el coño y nos miraba lujuriosamente-.

Raquel no pudo resistirse y tras un buen rato de sexo duro y gemidos continuos tuvo un orgasmo que la dejó reventada. Raquel se recompuso y comenzó a besarnos, primero a mi madre y luego a mí cambiando entre ella y yo. Miré a Lucía y ella seguía masturbándose, yo no tardé en tumbarme frente a su coño húmedo y lamerlo mientras ella se masturbaba el clítoris. Me agarró de la cabeza y tiró para que hiciese más presión con su coño. Se lo lamí y chupé con toda la rapidez e intensidad que pude mientras saboreaba su líquido vaginal y logré que llegase al orgasmo.

Durante el oral pude escuchar los gemidos tanto de mi madre como de Raquel, no supe qué estaban haciendo ya que estaban a mis espaldas pero tras darle el orgasmo a Lucía y besarla, me di la vuelta y vi como las dos estaban frotándose las vaginas. Mi madre se había quitado el arnés y verlas en esa posición fue espectacular. Sus tetas no paraban de rebotar y sus bocas no paraban de soltar gemidos y gritos de placer.

-Venga Lucas, dame en perrito.

Lucía se puso en cuatro pero con la cara sobre los coños de ambas mujeres que se estaban tijereando. Yo me puse detrás de ella y al igual que a Raquel comencé a follarla con intensos empujones mientras ella les lamía el coño a Raquel y a mi madre. Las tres mujeres no paraban de gemir y tras un buen rato de tijeras, oral y follada vaginal, mi madre tuvo un orgasmo que la dejó temblando sobre la cama.

-Venga Lucas, túmbate.

Obedecí a Raquel y me tumbé boca arriba, Raquel se puso sobre mi cara mientras que Lucía se metió mi polla en su vagina en vaquerita y comenzó a saltar sobre ella. El culazo de Raquel me tapaba toda mi visión, mi cara se hundía entre sus nalgas y mi nariz casi se metía en su empapado ano. Hice el oral mejor que pude aunque me costaba respirar. No podía ver nada pero por los sonidos de los labios intuía que Raquel y Lucía se estaban besando mientras no paraban de gemir y que mi madre se estaba masturbando viendo cómo sus dos mejores amigas estaban sobre su hijo. Conseguí que ambas tuviesen un orgasmo a la vez, las dos soltaron gritos y se retorcieron de placer sobre mi.

Tras eso Raquel y Lucía comenzaron a besarme a la vez en señal de agradecimiento por el orgasmo que les había provocado. Raquel nos dijo que follásemos en misionero, Lucía con el arnés a mi madre y yo con ella. Así, mi madre y Raquel se tumbaron sobre la cama una junto a la otra, yo me puse frente a Raquel y Lucía, con el arnés puesto, frente a mi madre. Empezamos a empotrarlas intensamente mientras sus piernas se posaban sobre nuestros hombros. Ambas mujeres comenzaron a gemir, Raquel no paraba de mirarme y decirme “no pares cariño, no pares” mientras gritaba apasionadamente.

Mi madre también me miraba diciendo “así se hace hijo, sigue sigue” mientras veía cómo Raquel estaba muriéndose del placer. Lucía comenzó a follarse a mi madre aún más fuerte haciendo que esta aumente sus gritos y termine con un orgasmo. Yo no pude resistir ver el cuerpazo de Raquel con sus grandes tetas rebotando y sus muslos rodeando mi cara a la vez que Lucía hacía que mi madre llegase al orgasmo.

-Voy a correrme, voy a correrme.

-Córrete en mi boca -Dijo Raquel entre gemidos.

Saqué mi polla y me puse sobre Raquel dejando que mi semen saliese disparado directamente a su boca y mojando parte de su cara. Ella lo recibió gustosamente y con una sonrisa en la cara.

-Déjame probarlo Raquel. -Dijo Lucía-.

Ambas comenzaron a besarse compartiendo mi semen entre las dos. Mi madre me miró orgullosa y cariñosamente.

-No le dirás nada a papá ¿verdad?

-No no… ni se me ocurriría.

Las tres se rieron. Lucía me besó y luego Raquel.

-Que buen chico eres cariño. -Dijo Raquel-.

-Esto lo tenemos que hacer más veces, incluso si no está tu madre.

-Bueno chicas, os dejo que folleis con mi hijo.

-Mmm yo creo que abusaré de tu hijo eh Paula. -Dijo Raquel echándome una mirada muy pícara-.

-Mi niño es todo tuyo.

Siguieron riéndose. Terminamos los cuatro tumbados en la cama, tenía a Raquel delante de mi y a Lucía detrás y detrás de ella estaba mi madre. Dormí como un bebé, ni si quiera recordaba que tenía hambre.

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