Aceite de coco

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T. Lectura: 8 min.

Soy Laura, una mujer de 26 años de cabello rubio y largo, ojos marrones y unos labios finos pero muy lindos. En cuanto a mi cuerpo puedo destacar mis grandes y definidos glúteos, estar durante 3 años entrenando en el gimnasio continuamente me ha dado un par de nalgas inigualables y unas piernas gruesas y musculosas. De cintura para arriba destacaría mi estrecha cadera, ya que estoy en definición, mi musculosa espalda y unos pechos normalitos, lo suficientemente grandes como para que mi novio pueda rodearlas con sus manos. Tengo un cuerpazo y es mi mayor tesoro, siempre tiendo a cuidarlo de la mejor forma posible. Tanta es mi obsesión que cada mes me doy el lujo de solicitar dos masajes de cuerpo completo con aceite.

Los masajes no eran nada del otro mundo, Nuria me echaba aceite y trataba de liberar todas las tensiones que mi ejercitado cuerpo guardaba. Siempre me encantaba pasar esos cuarenta y cinco minutos tumbada en la camilla hablando con Nuria, despejándome de mis pensamientos y de mis responsabilidades, era… revitalizante. Sin embargo esa rutina cambió cuando conocí a Carla.

-Buenas, tengo una cita a las cinco y media, con Nuria. -Dije a la recepcionista del centro de masajes.-

Ella me sonrió, preguntó mis apellidos y comenzó a buscar en el ordenador.

-Si… aunque ha habido un cambio con su masajista.

-¿Ah si?

-Si disculpe, Nuria no ha podido venir por razones médicas, la está sustituyendo Carla.

-Ah… ¿es en la sala de siempre? ¿La de la derecha al final del pasillo?

-Si exactamente. Disculpe de nuevo las molestias.

-No se preocupe.

Sonreí y fui directa a la sala. Toqué la puerta y entré tras oir un “pase”. Al cerrarla vi a la tal Carla de espaldas colocando unas toallas, llevaba unas medias blancas, que le hacían un culo increible he de decir, y un tirante blanco, el uniforme convencional que llevan todos los masajistas de ese centro. Al darse la vuelta me quedé pasmada, Carla tenía unos pechos gigantes, perfectamente eran talla G y le hacían un escote que me atrapaba la mirada. Ella no llevaba sujetador y sus pezones se marcaban en el tirante blanco, incluso sus areolas se transparentaban levemente.

-Usted es Laura ¿no?

-Si soy yo, tenía cita con Nuria.

-Si, desgraciadamente no ha podido venir y la estoy sustituyendo.

-Ya… -Me era imposible no bajar la mirada y ver su escote, creo que ella se daba cuenta de ello.-

-Bueno, ¿Empezamos? -Cuando lo dijo dio un saltito que le hizo rebotar las tetas exageradamente.-

-Si si.

-Vale, desnúdese ahí y póngase la toalla.

Fui quitándome la ropa. Llevaba puesto un top deportivo negro, unos leggins rosas y unas bragas negras. Mientras me desnudaba, cosa que era totalmente normal para mi por la de veces que he venido, no pude resistirme a mirar de nuevo a Carla. Ella estaba de espaldas de nuevo colocando algunas cosas, me fijé más detenidamente en su culo y era perfecto, no era grande pero tenía una forma muy sensual, de corazón invertido y hacía que su delgado cuerpo fuese muy sexy. Sus tetas eran tan grandes que se podían ver desde atrás. Al fijarme más detenidamente pude ver cómo se le marcaba el hilo del tanga cuando se inclinaba. No soy lesbiana pero me estaba poniendo muy caliente. Terminé de desnudarme y Carla me vio impresionada.

-Tiene usted un cuerpo increible señorita.

-Por favor llámame Laura y dejemos de lado las formalidades. -Ella parecía muy joven, cerca de los veinte, pero era muy educada.-

-Entendido Laura ¿Te tumbas por favor?

Me tumbé boca abajo apoyando mi cabeza sobre una toalla. El aceite de coco empezó a caer sobre mi espalda y comenzó a deslizarse por los laterales hacia abajo. Ella comenzó a deslizar sus manos sobre mi con cierta presión para extender todo el líquido. Echó más aceite y empezó a masajearme por los trapecios para luego ir bajando poco a poco.

-¿Vas al gimnasio muy a menudo Laura?

-Si la verdad es que si, llevo tres años yendo.

-Que dedicación, ¿Qué es lo que más te gusta entrenar?

-Adivina. -Solté una risa tonta.-

-Diría que sobre todo piernas, tienes unos muslos y unos glúteos que ojalá yo.

-Pues yo ojalá tener tus pechos. -Solté el comentario sin pensarlo pero por suerte eso le hizo gracia.-

-Me lo dicen mucho, son increibles sí pero creo que te puedes imaginar el dolor de espalda que me causan.

-Ya me lo imagino, si quieres puedes venirte algún día a entrenar para que agrandes tus glúteos.

-Me encantaría la verdad. También me encantaría hacer cardio contigo, tienes un cuerpo tan marcado y sexy…

Me puse roja. Estuvimos hablando tranquilamente de nuestras vidas, tras un rato nos quedamos calladas para que yo me relajase aún más y ella se concentrase en el masaje. Llegó a mi cadera y sus movimientos me estaban dejando muy relajada. Echó aceite sobre ambas nalgas y lo extendió con firmeza, tanto por fuera como entre ellas. Cuando su mano se acercaba a mi ano no podía evitar sentirme excitada y soltar un leve suspiro. Una sonrisa tonta se me dibujaba en mi cara. Fue echando más aceite sobre mis piernas y empezó a masajear mis muslos, los gemelos y finalmente los pies, deslizando sus dedos de las manos entre los dedos de mis pies y ejerciendo presión sobre mis plantas, cosa que me encantaba y a la vez me causaba cosquillas.

-Laura, ¿quieres que te masajee de nuevo los glúteos? Me da la sensación de que no me he centrado bien en esa parte.

-Si, si, me gustaría mucho, tengo muchas agujetas de ayer. -Mentira.-

-Perfecto.

Dejó caer más aceite sobre mis glúteos el cual fue deslizándose sobre todo hacia mi ano, el líquido fue viajando entre mis nalgas hasta tocar mi ano y de ahí bajar poco a poco hacia mi vulva. El frío aceite me causaba ligeros cosquilleos que me hacían sentir muy excitada. Clara comenzó a masajear ambas nalgas, el firme movimiento de sus manos me relajaba, pero fui notando que se acercaba más y más a mi ano. Fue metiendo su mano entre mis glúteos y por fin tocó mi agujerito donde comenzó a masajearlo con movimientos circulares, cosa que hizo que soltase un suspiro profundo de satisfacción.

-¿Te gusta?. -Me preguntó ella al oido.-

-Si… la verdad es que me está encantando. -Susurré con los ojos cerrados.-

-Es una técnica que estimula las partes sensibles y hace que te sientas mejor.

-Pues me está encantando. -Me estaba excitando.-

Echó más aceite pero esta vez directamente sobre mi ano, fue deslizándose hasta mojar mis labios vaginales. Con una de sus manos siguió estimulándome el ano mientras que con la otra comenzó a masajear mi vulva con movimientos lentos. Sus dedos pasaban entre mis labios menores y mayores, la punta de su dedo rozaba mi clítoris y su pulgar iba haciendo cada vez más presión sobre mi ano. Definitivamente estaba siendo masturbada.

-Ufff… no pares por favor. -Le dije casi gimiendo.-

Ella comenzó a aumentar el ritmo de su masturbación en mi coño y metió su dedo dentro de mi ano, cosa que me pilló por sorpresa, y empezó a penetrarme suavemente mi agujerito. Comencé a gemir, a agarrarme a los bordes de la camilla y mover los dedos de los pies en señal de excitación. Clara me metió dos dedos en el coño y empezó a follarme intensamente con ellos mientras seguía teniendo su pulgar dentro de mi culo. No pude resistirme y entre muchos gemidos llegué al orgasmo. Me quedé tumbada intentando respirar y recuperarme de ese orgasmo, nadie antes me había dedeado tan bien.

Podía escuchar a ella quitarse la ropa tras de mi, me di la vuelta y ahí estaba Clara, con su curvilíneo y joven cuerpo desnudo y con sus gigantes tetas más sueltas que nunca. Se puso encima de mi estando yo tumbada boca arriba y empezó a besarme mientras pasaba sus manos en mi pelo, yo no me resistí y agarré sus tetas las cuales no cabían ni un poco en la palma de mis manos, eran muy suaves, lechosas y pesadas. Su lengua jugaba con la mía y su cuerpo estaba pegado al mío. En un momento de claridad entre todos esos besos apasionados y húmedos me acordé de que tenía novio, aparté a Clara un momento y ella extrañada me preguntó:

-¿Pasa algo cariño?

-Tengo novio… yo… esto está mal.

-Ay no te preocupes, él no se va a enterar. -Se acercó más a mi poniendo sus enormes pechos sobre los míos y mirándome pícaramente.-

-Es que no quiero serle más infiel de lo que ya le he sido ahora.

-No es infidelidad si tienes sexo con una persona de tu mismo género, venga Laura, sé que quieres seguir.

-Yo…

-No tenemos mucho tiempo, ven.

Me agarró de la nuca y me tiró hacia su boca para volver a besarme apasionadamente, yo me dejé llevar y decidí caer en la lujuria, respondí con más besos y toqueteos por todo su cuerpo. Tras nuestro lote húmedo, ella puso su coño, el cual era gordito, sobre mi cara y yo gustosamente comencé a lamérselo, nunca había lamido una vulva hasta ese entonces, fui metiendo mi lengua entre sus labios y haciendo movimientos circulares en su clítoris, cosa que a mi me gustarían que me hiciesen. Desde mi punto de vista podía ver cómo ella estaba disfrutándolo soltando profundos suspiros, manoseándose las tetas y llegando incluso a meterse uno de sus pezones en su boca.

Excitada aumenté el ritmo de mi oral a la vez que empecé a masturbarme, ella comenzó a gemir y a retorcerse encima de mi, dejaba caer todo su peso sobre mi cara y su vagina iba soltando mucho líquido mojándome el rostro. Llegó el momento donde ella tuvo un orgasmo tras gritos de placer tapados por sus manos y soltó sobre mi cara un chorro por sorpresa que me dejó medio ahogada y bañada. Clara se tumbó de nuevo sobre mi pegando sus pesadas tetas sobre mis pechitos y empezó a lamerme la cara y a besarme mientras nos abrazábamos y compartíamos el calor de nuestros femeninos cuerpos.

Ella se puso de rodillas sobre mi abdomen, como si estuviera en vaquerita y dejó caer sobre su precioso cuerpo mucho aceite de coco, yo empecé a manosear su cuerpo y a extenderlo por todas partes, haciendo que su figura quedase brillante y húmeda. Sus tetas en esa posición eran increibles, aun siendo tan grandes y pesadas mantenían una posición ciertamente firme con los pezones puntiagudos, no eran pechos caídos como los pueden tener las ancianas sino tetas bien posicionadas y marcadas por la huella de un bikini. Me metí uno de sus pezones en la boca y comencé a chuparlo como si ella me estuviese amamantando.

Clara me tumbó de nuevo, quedando yo boca arriba en la camilla, ella bajó a mi coño y empezó a lamerlo tímidamente mientras me miraba. Yo me estaba excitando muchísimo, mi novio nunca bajaba y tras tantos años por fin alguien iba a hacerme un oral. Pegó su boca a mi vulva y empezó a succionar y a lamer mi vagina con su juguetona lengua. Durante todo el oral no pude resistirme los gemidos y no paré de soltar fluidos por mi vagina mojando aún más el rostro de Clara mientras aplastaba su cara entre mis muslos.

Ella abrió mis piernas y empezó a pasar su lengua sobre mi ano a la vez que empezó a frotar su dedo sobre mi clítoris. El intenso oral que me estaba haciendo tanto en mi ano como en mi coño y el frote a mi clítoris hizo que no tardase en llegar a un orgasmo que acabó en gritos de placer, sudores cálidos por todo mi cuerpo y un pequeño chorro expulsado por mi vagina, cosa que nunca antes me había pasado. Tras mojar a Clara ella volvió a besarme juntando nuestros empapados rostros haciendo que hilos líquidos nos mantuviesen unidas.

-Nunca antes me habían hecho un oral.

-¿No? Madre mía no sabes lo que te has estado perdiendo.

-Ya… tampoco he tenido un squirt.

-Mujer… ese hombre no te merece, no te folla como te mereces que te follen.

-Eres increible.

Nos seguimos besando apasionadamente. Ella miró el reloj “aún nos quedan quince minutos”. Clara y yo nos sentamos de frente cruzando nuestras piernas, dejamos caer un chorro de aceite sobre nuestros cuerpos y tras mojarnos enteras comenzamos a rozar nuestras vulvas mientras nos mirábamos a los ojos, rogándonos un orgasmo que nos deje sin aire. Yo al ser inexperta era incapaz de seguir con su ritmo pero ella tomó la iniciativa y estuvo frotando su vagina contra la mía produciéndome un placer que me estaba dejando aturdida y afónica por los gemidos tan altos que estábamos soltando.

Con su movimiento sus tetas no paraban de rebotar, eran hipnóticas y su rostro de placer, donde sus ojos se desviaban hacia arriba, me tenía enamorada. Yo me estaba sintiendo excitada pero ella aún más, tras un rato de tijerearnos alocadamente ella llegó al orgasmo y soltó sobre mi cuerpo un squirt que llegó hasta mi cara. Su vagina parecía una manguera que no paraba de soltar agua a presión, todo mi cuerpo terminó mojado, mi boca se llenó de sus fluidos y mis ojos estaban empapados. Nos comenzamos a reir las dos y a besarnos de nuevo.

Para terminar tumbé a Clara sobre la camilla, eché aceite por todo su hermoso cuerpo y fui extendiéndolo. Puse mi mano sobre su vulva para frotarlo lentamente mientras la besaba, después metí mis dedos en su vagina y comencé a masturbarla subiendo el ritmo lentamente. Fui bajando mis besos hacia su cuello hasta llegar a sus tetas donde comencé a chupar de nuevo como su fuese un bebé hambriento. Ella gemía y se retorcía de placer, su vagina estaba muy caliente y húmeda, mis dedos se movían con rapidez en su interior carnoso tratando de estimular su punto G para conseguir que esa mujer soltase otro chorro. Y efectivamente logré mi objetivo, conseguí que ella tuviese otro orgasmo y soltase el último squirt de la sesión.

Me tumbé sobre ella y nos besamos lentamente compartiendo suspiros de cansancio y risas con miradas tontas.

-¿Te ha gustado el masaje?. -Me preguntó con sus labios a milímetros de los míos.-

-Si, me ha encantado, espero repetirlo pronto.

-Ya sabes donde encontrarme.

Tras un cálido abrazo nos recompusimos y nos empezamos a limpiar, miré la sala y estaba todo empapado de aceite de coco y squirt.

-¿No deberíamos limpiar esto? -Le pregunté a Clara.-

-Tranquila, lo limpiaré yo, tú vete a casa y descansa ese culo.

Me dio un azote que me sobresaltó, esa chica me tenía tonta. Antes de irme le pedí el número para quedar más veces y tener sexo, después de todo si lo hago con una chica no es infidelidad y necesito hacer cardio para mantenerme en forma.

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