Profesora de religión muy católica pero caliente

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Llegue al café varias veces y siempre la vi sentadita sola, es bajita gruesa, blanca, muy bonita de cara. Al pararse le miré el culo y era perfecto, un pequeño calzón se le enterraba en la raja. Lo que mas me llamo la atención era el tamaño de sus pechos: gigantescos. El cuarto dia me pregunto donde estaba el metro, coincidimos al salir y me ofreci llevarla. Su ropa es delicada, aunque poco erotica, pero se le notaban sus dos gruesas tetas, gran trasero apretado y ricas piernas, me calenté mas cuando al subir al auto le vi las pantorrillas gruesas y los muslos muy bien armados. Me conto que se llamaba Teresa y que era profesora de religión en el colegio católico, obviamente era Opus Dei. No se porqué pero olí en ella el sabor del deseo sexual.

Al día siguiente nos sentamos juntos y entre conversa y café me conto que era felizmente casada desde hace 25 años, tenia 55 años recién cumplidos pero no los representa.

Conversamos mucho y a las dos semanas de conocernos me conto que ella era feliz pero que tenia algunos secretos como toda mujer. Me costó que me lo dijera pero finalmente si ella toco el tema con un desconocido como yo, era obvio que quería ir más allá; me dijo que ella tenía sexo con su marido solamente dos o tres veces por año. Su esposo tiene 69 años y me confesó que el ya no estaba muy interesado en la intimidad.

Me atreví a decirle que ella era hermosa y muy atractiva, y que no me imaginaba a una mujer como ella sin sexo. Vestía un hermoso traje blanco cerrado y largo, pero al pararse cuando fue al baño, le mire el culo y de verdad lo tiene parado, grueso y bien armado, la imagine desnuda pues su vestido permitía ver, una vez más, el calzón enterradito entre las prominentes nalgas. La relación entre sus nalgas y sus pechos era deliciosa, desnuda sería una joya, pensé.

Días después le dije que me había quedado pensando en que era de verdad muy atractiva y que hacia volar mi imaginación.

Se puso roja, se cortó entera y me dijo “¿y que fantasias?” sexo le dije. “… te imagino desnuda. Imagino besar tu cuerpo, eres voluptuosa, erótica, me imagino penetrándote…” me atrevi a decírselo pues no me importaba si no aparecia nunca mas.

Se puso roja y muy seria después lanzó una sonrisa. Pero ocurrió lo contrario: la volvi a dejar en el metro y Teresa me beso tiernamente y me dijo “tu también me haces volar la imaginación.” Se bajó y se fue caminando de manera erótica. Observe como movía su culo carnoso y perfecto y sus senos se bamboleaban… quedé caliente.

Al día siguiente luego del café de rigor y de palabras de buena crianza, fui al grano: le pregunte sin tapujos si ella tendría sexo conmigo.

“no te parece impertinente esa pregunta?” me dijo. Respondi que no, que ella me gustaba de verdad, la dejé en el metro y al bajarse la bese en los labios.

Al dia siguiente me dijo: “… tengo un secreto más para ti: anoche lo pensé; cuando mi marido apagó la luz, me iluminé: hazme el amor”.

No lo podía creer, una hembra casada, católica y conservadora pedía ser penetrada.

Nos fuimos a un hotel en ese mismo momento. En el trayecto subi su vestido y le toque los muslos carnosos y suaves; mi pene estaba deseoso de sentir a esa hembra. Al entrar al hotel la bese y la toque y pude sentir un delicioso cuerpo grueso, ancho, duro y bien formado. El paso del tiempo, sin embargo, se hacia notar y la piel de su abdomen y sus tetas ya estaban caídas, pero eso, lejos de desanimarme me encendió la calentura, ¿cómo sería culearse a una hembra desconocida, casi virgen a sus 55 años, y muy catolica? Nos besamos mucho y me dijo que esto era una locura, pero que se moría de ganas, pues hacia 5 meses que no tenia sexo.

Me propuse tratarla como hembra, al borde de ser una puta. Subí el vestido y ella nerviosa no hizo nada, toque sus piernas, sus nalgas y palpe el culo mas rico en muchos años, duro y prominente. Mi pene estaba tieso. Estando de pie, la di vuelta, le bese el cuello y le hice sentir el paquete sexual en su raja. Comenzó a gemir, meti la mano por el vestido y toque su abdomen, y sus tremendas tetas, mientras al oido le decía como la quería penetrar: “me subiré encima de ti, te abriré los muslos y pondré el glande en la entrada de tu vagina, te lo voy a meter por completo”. No para, me dijo, esto es una locura, me arrepiento, no se que diría Mario si sabe esto.

No hice caso y le abri el vestido, le palpe las tetas y se las empecé a mamar. Bajé y le besé los muslos, la guatita y la llegue a una delicada vaginita ancha y sin muchos pelos. Deja sacarme la argolla, me dijo.. enseguida se recostó.

Me tiré encima, la desnudé y me quité la ropa, ella no hacia nada pero se dejaba. Entonces decidí chuparle entre las piernas, separé las piernas gruesas y carnosas, y le lami el clítoris. Un caudal de jugos babosos comenzó a salir, una concha grande y un clítoris muy erecto cayeron en mi hambrienta boca; luego me paré y le puse el pene en la boca. “nunca lo he hecho” me dijo, le pedí que abriera la boca y le metí el pene y luego los testículos. Me refregué ahí hasta ponerle el ano en su boquita, ella lamia. Luego lo puse entre sus pechos y me sobe entre esas maravillosas masas de carne dura. Unos pequeños pezones rosados y duros rozaron mi glande y quedé como bala.

La acosté, me puse encima, le tomé los muslos los flecté y… la penetré por completo. Costó pese a sus casi 60 años era muy estrecha, casi virgen. Mientras le hundia el pene le besaba los pies, los dedos y las rodillas gruesas de señora. Para Ignacio, me dijo, es muy grande lo tuyo, no me cabe. Estaba con los ojos blancos y con cara de caliente. No me importó su pedido, le sujeté las piernas y comencé a bombear, metiéndoselo entero hasta cerca de las huevas. Se le meneaban las tetas a cada sacudida.

Culeé y culeé por más de 15 minutos, luego la puse de lado y levantándole una pierna me la seguí culeando mientras le chupaba los dedos de los pies y la dejaba llena de saliva. Entré y salí muchas veces, mis bolas golpeaban sus nalgas, la di vuelta y le separé las piernas para culeármela por detrás. Exquisito… empezó a gemir y a sollozar… “rico, que rico”, decía, mientras su cuerpo se movía al vaivén de las penetraciones. Ver su culo duro y blanco, abierto y su vagina dilatada para tragarse mis 21 centimetros de carne me tenían al borde de la eyaculación.

Cuando estuvo bien caliente, la hice hacer un 69, me meti entre sus piernas montado encima y chupe todo, hasta que llegue al estrecho agujero anal…l ami y sentí la exquisita fragancia del ano… ”¡no, eso no, para que me haces, estas loco…! Gritó.

“Eso no… es muy sucio…” seguí lamiendo y le meti la lengua en el ano casi por completo luego le pedí que se comiera mi verga una vez más. Obedeció mientras le metia mi verga y se las sacaba para que me volviera chupar, yo chupaba todos los agujeros que estaban al alcance de mi lengua. Enseguida la puse en cuatro me afirme de su cadera carnosa y gruesa y le penetré la vagina hasta el fondo mientras le masajeaba el clítoris, comenzó a acabar gritando, estaba como inconsciente.

La acosté y me monte encima de sus tetas para masturbarme entre esas gloriosas mamas. Puse mi pene entremedio y comencé a frotarme el pene… grite pero me contuve… entonces le dije “chúpame Teresa, mamame el pene” obedecio y mientras resbalaba la verga entre sus tetas, ella con su lengua me excitaba el glande… eyaculé enseguida.

Eres maravilloso, me dijo, me hiciste ver estrellas…

Luego de tragar se limpio los labios con su mano y nos besamos. Hasta el día de hoy es mi amante.

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3 COMENTARIOS

  1. gracias, una vez casi nos descubren, Teresa llegó a casa tarde y goteaba semen, pues habiamos estado culiando, se ha puesto muy perversa…!

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