Nunca tuve dudas de mi masculinidad, de mi condición de hombre, pero nunca presumí ni abusé de esa posición habida cuenta de mi bisexualidad, activa y pasiva. Me gustan las chicas lindas y los chicos lindos. No lo puedo evitar.
Puedo ver y desear pechos y culos femeninos con el mismo deseo que veo paquetes y traseros de muchachos y hombres jóvenes. Me atraen las lindas mujeres como los bellos chicos, las que tienen buenos físicos y los que están bien formados, lo justo, no los excesivamente musculados.
Desde el momento que le chupé la verga a mi compañero de banco a los 18 años y fue dulcemente desvirgado mi ano por el mismo chico, sentí una irresistible atracción por los lindos varones, con preeminencia de los buenos físicos, aunque fuesen ligeramente marcados, a los rostros atractivos. Obviamente que los carilindos me enloquecen pero los torsos, espaldas, cuellos proporcionalmente anchos, cinturas estrechas, nalgas firmes, redondas y respingonas me pueden más.
No podría elegir entre una hermosa chica y un joven guapo. En realidad, me quedaría con ambos, sin dudar, y al mismo tiempo, si ello fuese posible.
Tuve oportunidad de comprobarlo a los 19 años, cuando estaba de novio con mi mujer y ella no accedía a dejarse coger, pero me chupaba la pija estando aparcados con el auto y yo le metía los dedos en su concha empapada mientras nos besábamos con desesperación.
Todo eso se lo contaba a mi compañero de trabajo en ciertas noches de guardia y nos poníamos muy calientes, hasta el punto de pajearnos, primero cada uno en la suya al lado del otro, una noche. Otra noche -por iniciativa mía- sobándonos la pija entre ambos, para seguir chupándosela hasta casi hacerlo acabar, saboreando su pre cum y mirándolo a los ojos.
Obviamente, cuando terminamos aquella guardia, fuimos a su departamento, donde cogimos a fondo toda la tarde y la noche siguiente. Mi compañero me atraía muchísimo físicamente, sobre todo ver su torso bien definido en forma de V con un hermoso ombligo ovalado, casi femenino.
Tuve la oportunidad y la suerte, de compartirlo sexualmente con mi entonces novia y actual mujer. De hecho, es uno de nuestros amantes fijos que disfrutamos a dúo, o a solas, hasta inclusive en una de las etapas de nuestra luna de miel, junto a su actual pareja femenina.
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