¿Placer o conciencia?

0
12301
18
T. Lectura: 5 min.

Os voy a contar algo que me sucedió hace algo de tiempo y aunque hace mucho que pasó lo sigo recordando como si fuese ayer mismo, porque fue una experiencia preciosa y nueva para mí.

Yo soy una chica moderna, introvertida, sensual y algo terca como dicen algunos amigos, jejeje, pero bueno esa soy yo.

Un sábado salí con una amiga de marcha, lo estábamos pasando muy bien, vi que mi amiga se acerca a una chica muy guapa, yo me quedé sorprendida porque la chica era preciosa (pelo largo, ojos azules, cuerpo espectacular, pechos grandes pero acorde con su cuerpo). Mi amiga habló con ella y se volvieron hacia mí y sonrieron las dos. ¿De que estarían hablando? se acercaron las dos a mí, mi amiga me la presenta, yo la saludo, ella me da dos besos, me quedé un momento parada y sorprendida, porque me dio los dos besos, en la mejilla, muy sensuales, pero pensé, nooo Cinti, no pienses cosas raras. Charlamos un rato y ella se fue con sus amigos. Pasó la noche, lo pasamos muy bien y todo quedo ahí.

Habían pasado unos días y recibí una llamada, era María, la amiga con la que salía de vez en cuando, me pidió quedar con ella en un café y quedamos.

Llegó la hora de mi cita, me arreglé y salí, cuando llegué a la cafetería me percaté que había alguien sentada con María, era la chica que me presentó en la discoteca, me acerqué a mi amiga y le di dos besos en la mejilla, no me dio tiempo a volverme para saludar a esta chica cuando me la encontré detrás de mí, me giré hacia ella y la saludé con dos besos en las mejillas, pero para mi sorpresa, ella me dio los besos muy cerca de mis labios, fui prudente y pensé, bueno solo ha sido un error, sin más, no le di importancia.

Nos sentamos y empezamos a charlar, me di cuenta que Penélope, que así se llamaba ella (y por cierto hasta el nombre lo tenía bonito), no hacía nada más que mirarme y sonreír, yo pensaba… vaya chica más simpática.

Terminamos de charlar y Penélope nos sugirió de quedar esa noche para tomar algo las tres, María no podía, ya había quedado con alguien, entonces me pregunto a mí y como me pareció una chica simpática, le dije que sí.

Habíamos quedado en un bar, que conocíamos las dos, así que cuando llegó la hora, allí estaba yo, esperándola. Miré hacia la puerta y allí estaba ella, impresionante, con un vestido ajustado, el cual tenía un escote muy pronunciado, por el que dejaba ver sus suntuosos y provocadores pechos, se acerca a mí, me saluda y me coge de la mano y me invita a irnos a otro sitio, asiento con la cabeza y nos vamos.

Nos montamos en su coche, me pregunta si me parece bien ir a una disco que ella conoce, le digo que si claro, donde ella quiera. Me doy cuenta que Penélope me mira de vez en cuando las piernas, la verdad que yo tampoco me quedé corta en vestirme provocativa y sensual, (falda corta, blusa atada al cuello con la espalda descubierta y tacones).

Llegamos a la entrada de la discoteca, había unas escaleras, las cuales teníamos que subir, ella se ofreció en ir detrás de mí, por motivo de llevar la falda tan corta, para que no se me viese nada al subir por ellas, le dije que no importaba que llevaba tanga y sonreí, ella sonrió, cuando empecé a subir las escaleras, ella se quedó detrás de mí, sentía como su mirada se clavaba en mis piernas y trasero, escucho su voz muy baja decir, “vaya culito y piernas que tienes cielo”, yo me giré y sonreí, pensé no, nooo Cinti no seas mal pensada, pero la gracia es que no sé por qué, pero me gustó que me lo dijese.

Estábamos bailando y ella, no se separaba de mi, unos chicos nos preguntan si queríamos bailar con ellos, ella muy rápida y decidida les contestó, “no gracias, no nos apetece”, yo le comento, “Penélope ¿por qué no? Los chicos estaban muy buenos, ella me sonrió, se acercó a mi oído, me dice susurrando, “hoy es un día solo para chicas y esta noche eres solo para mí”. Me quedé sin habla, sin saber que decir, ella me sonrió y no me preguntéis por qué, pero yo también sonreí. Mi mente decía que no podía ser, que a mí me gustaban los hombres, pero mi cuerpo decía que la deseaba a ella, no podía ser, ¿cómo había pasado eso?

Me gustaba lo que me decía, me gustaba sus insinuaciones, me gustaba ella.

A las 3 de la madrugada, me dice que le gustaría llevarme a otro sitio, le digo, “vale como tu prefieras”.

Nos fuimos de la disco y nos montamos en su coche, ella me miraba y yo empecé a ponerme algo nerviosa, estaba sentada en el coche y mis piernas temblaban, ella muy delicadamente me puso una de sus manos en mi pierna, se acerca a mí y me dice, “tranquila, no va a pasar nada que tu no quieras que pase”, levanta su mano hacia mi cara y me la toca muy suavemente, se acercó más a mí, muy despacio, esperando que yo no me retirara bruscamente de ella y no lo hice, sabía lo que iba a pasar, me quedé inmóvil.

Finalmente ella me beso, sentí sus labios junto a los míos, unos labios carnosos y sensuales, no me lo podía creer, Dios como besaba, me gustó, ella lo notó en mis ojos y sonrió.

Nos fuimos a su casa, que por cierto era muy bonita y acogedora, me invito a tomar algo y acepte, quizás para ver si se me quitaban algo los nervios, puso algo de música y se sentó a mi lado.

Empezó a hablar un poco porque se dio cuenta que yo estaba algo nerviosa, se levantó de golpe y me invitó a bailar, yo no sabía que hacer, dudé unos segundos, pero su sonrisa pudo más que yo, me levanté, me tomó de la mano y me hizo girar rápidamente, no me lo esperaba y casi tropiezo, nos reímos las dos y fue en ese momento cuando Penélope se acercó a mi sin yo esperarlo y me besó muy apasionadamente, yo no sabía que hacer, me gustaba lo que estaba pasando, quedé con los brazos caídos, no sabía dónde ponerlos.

Ella me tomó por la cintura y me acercó hacia ella, suavemente deslizó sus manos por mi espalda descubierta hasta llegar a mi pelo, me estremecí, bajó las manos hasta mi culito y lo rozó levemente, siguió bajando las manos y levantó la minifalda, tocó mi culito desnudo y lo apretó levemente.

Seguía besándome, bajó por mi cuello sin separar sus carnosos labios de él y apartándome el pelo, sus manos subieron rápidamente hasta el nudo de la blusa y lo desató, esta se deslizó hacia abajo dejando al descubierto mis pechos.

Ella los miró, mi cara se sonrojó, a lo que añadió “no te de vergüenza son preciosos”, ese comentario me agradó.

Me levantó las manos y sacó mi blusa, yo seguía sin saber que hacer, (tener experiencia si la tenía con hombres, pero con una chica era mi primera vez y parecía novata) y pensé, ¿por qué no? Te está gustando, ¿verdad? Pues disfruta el momento.

Y eso hice, le desabroché el vestido y cayó al suelo, dejándola desnuda casi por completo, solo tenía un diminuto tanga de encajes negro.

Desabrochó mi faldita y fue bajándola al mismo tiempo que besaba mis piernas, hasta poder sacarla por mis pies. Se quedó agachada, inclinó su cabeza para mirarme y lo hizo fijamente a los ojos, mientras su lengua se deslizaba entre mi tanga, se ayudó con una mano para separarlo e introdujo su lengua hasta llegar a mi clítoris, me apoyé en una silla y abrí mis piernas, el placer hacía que mis piernas temblaran, no hacía falta decirle nada, era mujer y sabia donde tocar para satisfacerme de la mejor manera. Era tal el placer que me hacía sentir, que no tardé mucho en correrme.

Ella siguió lamiendo después de mi orgasmo, hice que parara, ahora quería probar yo, la tumbé en el sofá y como por arte de magia, todo el nerviosismo había pasado, ahora era yo quien quería hacerla disfrutar a ella.

Le besé los labios y fui bajando hasta sus pechos, con la punta de la lengua acaricié sus pezones, los mordisqueé suavemente, seguí bajando entre besos y lametones, llegué a la ingle y me di cuenta que cuando le pasaba la lengua por ahí, su cuerpo se estremecía, no sabía si era porque tenía cosquillas o porque le gustaba, (evidentemente no era momento para preguntar).

Con mis manos bajé su tanga hasta quitárselo, ella abrió sus piernas y con mis dedos abrí sus labios vaginales, estaba muy mojado, empecé a lamerle el clítoris y bajé hasta el culito, mojé uno de mis dedos y se lo introduje por el ano y al mismo tiempo le introduje otro dedito por la vagina, subí hacia el clítoris con mi lengua para darle más placer, ella gemía, apretó mi cabeza contra su clítoris, no quería que parara, así lo hice hasta que se corrió.

Me miró y me dijo sorprendida, “eres fantástica. ¿Cómo has hecho para que me corriese tan rápido?”. Sonreí y le dije, “recuerda que yo también soy mujer y se lo que nos gusta”. Me besó, me llevó a su dormitorio y allí empezamos a jugar con nuestros cuerpos, hasta quedar exhaustas.

Espero que os haya gustado, la verdad que fue una experiencia nueva, inolvidable y de las mejores que he tenido.

Loading

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí