Eran las 7 y media de la mañana de un sábado. El equipo de trabajo compuesto por unas cuantas personas había quedado en la oficina para finalizar un trabajo urgente. Jorge era la primera persona en entrar por la puerta de la oficina. Se sentó en su silla a esperar al resto de sus compañeros. Le dolía la espalda, no había dormido bien esa noche con la preocupación de que le depararía la mañana siguiente en el trabajo. Tanto quebradero de cabeza se había traducido en un ligero malestar en sus hombros.
Al cabo de unos minutos apareció Eva, que se dispuso a hacer lo mismo que Jorge, encender su ordenador y esperar a que llegase el resto de sus compañeros. Mientras charlaba amistosamente con Jorge, notó de que algo en él no iba bien y le preguntó por ello. El chico le comentó cómo le dolía la espalda y ella se ofreció a darle un masaje, a lo cual Jorge accedió encantado.
Al contacto de sus manos en los hombros de Jorge, notó como de repente su coño se empezaba a humedecer y no pudo hacer otra cosa que seguir sus instintos… Le acarició los hombros suavemente mientras él seguía sentado en su sitio, le acarició el pecho y empezó a besarle el cuello y a quitarle la camiseta. Temía su reacción, pero curiosamente él no se opuso en ningún momento a los oscuros deseos de su compañera.
Ella siguió besándole el cuello mientras notaba como sus pezones se ponían duros y su coño se bañaba totalmente en su flujo. Siguió besándole el cuello, las orejas,.. acariciándole el pecho, la tripa… todo lo que sus manos podían alcanzar. Él llevaba unos vaqueros debajo de los cuales se notaba el bulto que su polla había empezado a crear.
Eva tenía unos deseos inmensos de liberarle de aquel pantalón, así que le hizo levantarse de su asiento y le bajó los pantalones lamiéndole la polla que para entonces estaba ya muy dura. Ella solo tenía ganas de que le follara sin miramientos. Habían perdido la noción del tiempo y del espacio, hasta que de repente apareció Ana por la puerta.
Aquella chica siempre había tenido pinta de golfa, así que bajo todo pronóstico, no se sorprendió de lo que estaba viendo y se unió a la fiesta que allí estaba montada. Entre las dos chicas le chuparon la polla a Jorge, que gemía de placer mientras acariciaba las tetas de una y de otra, dispuesto a follarlas en cualquier momento. Eva se abrió de piernas encima de la mesa y Jorge le penetró fuertemente como si llevara muchísimo tiempo deseando que llegara ese momento. La follaba sin descanso dispuesto a correrse dentro de ella mientras Ana le acariciaba a Eva los pezones y se los chupaba.
Ella también quería que Jorge la penetrara, pero parecía que aquello no estaba en los planes de su compañero que seguía follándose a Eva que jadeaba sin control. Cuando se cansó de follarla en aquella postura la puso a cuatro patas y se la metió mientras le acariciaba las tetas y le agarraba el culo fuertemente. Él la embestía una y otra vez mientras Ana se masturbaba mirando la escena.
Por suerte para Ana, apareció otro de sus compañeros por la puerta, Arturo. Cuando vio a Ana desnuda en mitad de la oficina hundiendo los dedos en su coño, ni siquiera se percató de la pareja que estaba follando a su lado y fue directamente hacia ella para empezar a acariciarla de arriba abajo hasta llegar a su coño húmedo. Ella no opuso resistencia en ningún momento, y se dejaba tocar dispuesta a que él se quitara los pantalones y la camiseta para poder acariciarle entero. Siempre había habido un rollo especial entre ellos, y este era el momento de culminarlo.
Ella disfrutaba de sus caricias mientras sus pezones se ponían durísimos y toda su piel se erizaba. Él no podía apartar las manos de su cuerpo notando como su polla se endurecía con cada caricia que ella le daba. La puso contra la pared y subiéndole la falda que ella llevaba la penetró con fuerza. Ella gritó de placer y los dos empezaron a follar haciendo temblar la pared con sus movimientos.
Sudaban juntos y no podían separar sus cuerpos sedientos el uno del otro. Ana se dio la vuelta y hundió su lengua en la boca de Arturo y se propuso a bajar por su cuerpo para lamérsela despacio mientras le miraba. Se la chupaba lentamente intentando darle el máximo placer para que él se volviera loco de ganas de metérsela de nuevo.
A las dos parejas les gustaba mirar como follaba la pareja contraria, eso les ponía más cachondos todavía y daba rienda suelta todavía más si cabe a su pasión.
Pero los compañeros restantes no tardarían en llegar. Llegaron los cinco juntos, eran Elena, María, Juan, Roberto y Xavi. Se quedaron muy sorprendidos al ver a las dos parejas follando, nunca habían visto nada parecido. Las chicas parecían muy cortadas, mientras ellos no podían quitar la vista de sus compañeros que tenían sexo sin parar.
La reacción de ellos no podría haber sido otra que ponerse cachondos al instante, con lo que cada uno se empezó a tocar a si mismo, masturbándose como si estuvieran delante de una película porno.
Lo más sorprendente de todo fue que las chicas se unieron cada una a una pareja.
María se unió a la pareja de Ana y Arturo. Se desnudó y se abrió de piernas sin pensárselo para que Arturo la follara, lo que él hizo al instante viendo como sus tetas se movían al compás de sus movimientos. Le encantaba ver como su polla se hundía en el coño de aquellas chicas, primero en el de una, luego en el de otra, notar el roce de sus huevos con el coño de aquellas chicas, oírlas gemir de placer gracias a él. Verlas humedecerse al contacto de su polla, verlas excitarse tanto hasta correrse encima de sus tetas, mientras ellas se corrían al ver como todo su esperma salía de su polla.
Elena en cambio, se unió a la pareja de Eva y de Jorge. Jorge seguía penetrando a Eva como si le fuera la vida en ello, pero al ver a Elena junto a él no pudo hacer otra cosa que decirle que se quitara la ropa y mandarle que pusiera su coñito en la cara de Eva, para que ella pudiese chupárselo mientras él seguía follando con Eva. Y Elena así lo hizo, se puso como Jorge le había ordenado y Eva comenzó a lamerle el coño. A Jorge aquello le excitaba tanto que se movía más si cabe, sumiendo a Eva en un placer inmenso. Jorge no podía más y se corrió dentro de ella. Cuando ella notó su líquido expandiéndose dentro de ella, aquello le pudo más que cualquier otra cosa y se corrió como nunca se había corrido.
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