El mexicano grandote

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No suelo entrar mucho a los chat, pero un día de esos súper aburrido, entré en un chat de México, allí conocí a un par de chicos simpáticos, cuando ya me iba del chat, me habló un chico, estuve a punto de no contestarle, pero le contesté, hablé un rato con él y me dejó sorprendida, me gustó su forma de ser, educado, simpático, gracioso, etc…

Le di mi Messenger, seguimos hablando por allí, no era un chico, era un hombre que radiaba caballerosidad, simpatía y sobre todo me hacía reír mucho.

Nos fuimos conociendo más y más, en unos meses lo conocí muy bien y por fin nos decidimos hablar por el micro, cual fue mi gran sorpresa, su voz era preciosa, cuando lo escuchaba hablar, algo latía más fuerte en mi corazón, no me podía creer lo que me estaba pasando, ¿me estaba enamorando de él?

Cuando hablábamos teníamos fantasías de cómo sería la primera vez que nos viésemos, un día le cuento una de mis fantasías, iría sin que él supiese nada a México, me presentaría delante de él, con una ropa provocativa y sin mediar palabra, me sentaría encima de él y seguidamente lo besaría.

Él no sabría quien era yo, entre besos y besos, me miraría a los ojos y diría Cinti eres tú, me abrazaría, deslizaría sus manos por todo mi cuerpo, apretaría mis glúteos, pasaría sus manos por debajo de mi minifalda y se daría cuenta que llevaba tanga, eso lo excitaría más, sentiría entre mis piernas como su calor aumentaba, deslizaría mis manos entre mis piernas hasta llegar a sus pantalones, los desabrocharía, dejaría que todo su fuego saliese y me diera mucho placer, sus manos no dejarían de tocarme ni un instante mientras yo sentía todo su calor dentro de mí, tomaría su cabeza entre mis manos y la acercaría hacia…

(Eso no podía ser, no nos conocíamos en persona, ni por fotos, solo habíamos hablado, como podíamos estar enamorados el uno del otro, no podía creérmelo, no)… mis pechos para que me lamiera mis pezones con su lengüita húmeda y caliente, llegaríamos al orgasmo los dos juntos con una gran explosión en nuestro interior. Esa fantasía le gustaba mucho y la verdad que a mí también, para que negarlo.

Un día me dijo algo que me tocó definitivamente el corazón, me dijo que me quería, como podía ser, si no nos conocíamos en persona ni tan solo por una fotografía, solo habíamos hablado por el micro, no podía creérmelo, no quería creérmelo, pero así era.

Un día sin saber por qué, me encuentro mirando ofertas de viajes a México, sin pensarlo dos veces pago un viaje a México que salía en dos semanas, esas dos semanas fueron eternas, no sabía como disimular con él que iría a verlo, que podría ocurrir nuestra fantasía, que lo tendría tan cerca como para escuchar sus latidos del corazón.

Llego el día de partida, no podía creérmelo iba a ver a mi amor y él no sospechaba nada, ¿qué impresión le daría, le gustaría mi pelo, le gustarían mis ojos?. Oh Dios, demasiadas preguntas, me volvería loca antes de llegar a México.

El viaje fue eterno, pero por fin llegué a México, llamé a un taxi y fui al hotel, era domingo por lo que debería esperar hasta el lunes para poder verlo a él, así que descanse todo el domingo en el hotel.

No pude dormir en casi toda la noche, el reloj señalaba las 8 de la mañana, así que me levante, me duche, me seque el pelo, me puse un vestido corto, que dejaba señalada mi silueta, algo escotado y unos tacones, pinte mis labios en un rosita claro y perfile mis ojos con un lápiz negro para resaltarlos, me miraba al espejo y me veía, ahí plantada esperando, preguntándome, ¿y si no le gusto?, las dudas, los nervios volvieron a todo mi cuerpo.

Salí del hotel a las 9:30, tomé un taxi y le di la dirección al taxista, la cual tuve suerte en conseguir, porque cuando él me mando un correo una vez lo hizo desde la empresa y al llegarme el correo me llamo la atención que ponía el nombre y dirección de la empresa, así que la guarde.

Que nervios, ya estaba allí, entre por la puerta, me dirigí a una mesa, allí me informe en que planta trabajaba, me señalaron por donde debía subir y así lo hice, que rápido subía el ascensor, no quería que subiera tan rápido, se abrió la puerta y allí estaba yo en medio de un gran pasillo, para donde debía tirar?, derecha o izquierda, decidí tomar el camino de la derecha, pase por delante de algunas puertas cerradas, pero llegue a una que no lo estaba, vi a una chica sentada detrás de un montón de papeles, la saludé y pregunté por la zona a la que quería ir, ella me indico que eso era al final del pasillo.

Llegué a la puerta que me indico la chica, estaba abierta, entre y había una gran habitación cuadrada, la cual estaba dividida por dos pasillos y a cada lado del pasillo había pequeños cuadrados separados entre ellos, como pequeñas oficinas de 3 X 3 metros, no tenían puertas, así que fui pasando por delante de todas ellas, en una me paré y pregunté por su nombre y me indicaron que era la última oficina, hacia allí me dirigía cuando escuche un murmullo detrás de mí, me giré y miré, había algunos hombres hablando entre ellos y mirándome de arriba abajo, me dio vergüenza, pero me reí y les guiñé un ojo, me giré y seguí mi camino, sentía como me miraban, pero no me importaba, quería llegar a la última oficina y ver a la persona que estaba en ella.

Estaba delante de la entrada de la oficina y vi a un hombre, moreno, atractivo, alto, muy alto, estaba de pie mirando unos papeles, con apariencia de que iba a salir de la oficina, no hizo falta que dijera nada, levanto la vista y me miro, mi cuerpo temblaba de emoción, tenía unos ojos marrones muy bonitos, sus labios eran carnosos y muy apetecibles, se dirigió a mí y me saludó, que voz más bonita tenia, era su voz, era el, ahora estaba segura, él no sabía quien era yo, me quede inmóvil mirándolo y sonreí, él se sorprendió que no le contestara, me pregunto que deseaba, yo no pude articular palabra, solo pude sonreírle, me miro con mas atención.

Vi como sus ojos se abrían un poco más, denotaban sorpresa, intentó decir algo, pero no pudo, movía su cabeza de lado a lado y sus labios decían no puede ser, no puede ser, me acerque hacia él, antes que dijera mi nombre y le puse mi dedo índice en sus labios, para que no dijera nada, se quedó mirándome aturdido, me acerqué un paso más hacia él, sentí su corazón como latía a velocidad vertiginosa, él tuvo que sentir el mío igual o más rápido que el suyo, le puse mis manos en sus mejillas y atraje su cara hacia la mía, nuestros labios se rozaron, mi cuerpo se estremeció al sentir su cuerpo tan cerca del mío.

Abrí mis labios para dejar entrar su lengua caliente y húmeda dentro de mi boca, nos besamos con pasión y sensualidad, estuvimos unos minutos besándonos, cuando él se separó de mí solo unos centímetros y me miró a los ojos y me dijo, «me has hecho el hombre más feliz del mundo Cinti», me dio un abrazo con fuerza y me susurró al oído, «te quiero linda», sentí como mi corazón quería salir del pecho, pero no fue así.

Me pidió que me sentara un momento que él volvía en un minuto, salió rápido de la oficina con zancadas muy largas, me quedé allí sentada sin saber que hacer, sin saber que pensar, que pasaba con nuestra fantasía, se había ido y me dejo allí sola, es que no le había gustado, ¿o me había mentido?, no me dio tiempo a pensar, cuando regresó tomó un maletín y me ofreció su mano, me hizo con la cabeza una señal para salir por la puerta y eso hicimos, recorrimos el largo pasillo rápido, él tenía unas largas piernas y no le costó trabajo, pero a mí me fue más difícil por mis tacones.

Tenía una cara seria y muy poco expresiva, ¿es que estaba enfadado o no le había gustado la sorpresa?, supongo que pronto me enteraría, nos subimos en el ascensor, en el momento que se cerró la puerta se acercó a mi tan rápido que cuando me di cuenta estaba besándome y abrazándome, tenía su cuerpo tan cerca del mío, que sentía todo su calor, me besaba por el cuello, por mis pechos, sus manos no podían quedarse quietas, me tocaban todo el cuerpo, el ascensor se paró, se separó tan rápido que casi me deja caer al suelo, su cara lucia una gran sonrisa.

Salimos del ascensor y nos dirigimos hacia su coche, me preguntó en que hotel estaba alojada, le conteste, me miró con sorpresa porque se había percatado que era la primera vez que me había escuchado hablar, «Que voz más bonita tienes linda», le sonreí.

De camino hacia el hotel, tuvimos una pequeña conversación, cada vez que le contestaba me miraba con mucha atención, lo cual nos provocó un gran susto, cuando una de las veces estuvo a punto de atropellar a una persona por su afán en mirarme, decidí no volver a hablar hasta llegar al hotel, lo cual no fue difícil porque ya se veía a lo lejos.

Entramos en el hotel y pedí mi llave, nos dirigíamos hacia el ascensor cuando el se detuvo, sube tú, ahora mismo voy, me comento él, vi como se volvió hacia el mostrador de recepción, las puertas del ascensor se cerraron, no vi que paso después, llegue a la habitación, corriendo quite la ropa que había dejado por medio antes de salir, había pasado 10 minutos y él no había llegado, que estaba pasando, se habría arrepentido, no le había gustado algo de mí, pero por qué no me había dicho nada, no lo entendía, mis piernas estaban inquietas, no dejaban de moverse de un lado a otro de la habitación,

Habían pasado 20 minutos y no había llegado, toda nerviosa me propuse salir de la habitación, cuando sonó la puerta, me dirigí ella y la abrí, allí estaba él con un gran ramo de rosas rojas y una botella de champán, mi cara rebosaba felicidad cuando vi ese gran hombre con un ramo de flores sostenido con su brazo derecho y una botella de champán en la mano izquierda, (sobre todo lo que más me gusto fue la expresión de su cara), una gran sonrisa la cual dejaba entrever unos dientes blancos y perfectos.

Sonreí y lo deje pasar, me entrego el ramo, lo olí y lo puse encima de la mesa, me dirigí a él, tomé la botella de su mano y la puse al lado de las flores, gire la mirada para buscar la suya, él estaba allí mismo tan cerca de mí que sentía su aliento, lo bese muy lentamente, jugando con sus labios carnosos, el intentaba besarme pero cada vez que lo hacía, yo apartaba mis labios, sentía como eso lo excitaba más, hasta que una de las veces no me dejo escapar, porque agarró mi cabeza y la acerco hacia la suya, el beso fue tan cálido, tan sensual que mis piernas empezaron a flaquear, me agarro por la cintura y me levanto como si no pesase nada.

En ese momento llamaron a la puerta, pero ¿quién osaba molestar, quien era tan desalmado y poco discreto para incordiar de esa forma y sobre todo en ese momento?

Abrí la puerta, era el camarero, empujaba un carrito, lo mire con una mirada devastadora, lo hice pasar, (el pobre camarero no pudo hacer otra cosa que sonreírme con cara de disculpa), cerró la puerta y se fue.

«Y esto… ¿quién lo ha pedido?», se acercó a mí y me dijo, «fui yo, ¿te molesta?», «no para nada, ¿qué es?» Lo destapo y eran fresas. «Recuerdas que me dijiste que nunca habías probado las fresas con champán, pues hoy lo vas a probar». Se dirigió al champán que estaba encima de la mesa, lo abrió y lo sirvió en las copas que había en el carro, me puso una fresa en mis labios y después me dio el champán, estaba delicioso, un sabor que jamás he podido describir, ni siquiera me preguntó si me había gustado, lo notó por la expresión de mi cara, se acercó y me besó.

Mi cuerpo empezó a radiar fuego, sus manos tocaban mis mejillas, fue guiándome hasta la cama, empecé a desabrocharme el vestido por mi escote, pero el me detuvo, me miro y me dijo, «no linda, eso quiero hacerlo yo», puso sus manos en mi escote y seguidamente fue desabrochando botón por botón, termino el ultimo botón, coloco sus grandes manos en mis hombros y tiro hacia abajo muy suavemente hasta que el vestido cayó al suelo, me miro de arriba abajo con los ojos bien abiertos, que linda eres preciosa, me encantas, esas palabras tocaron mi corazón como un sonido celestial.

Hice lo propio con él, fui quitándole la camisa poco a poco, hasta deshacerme de ella, desabroche sus pantalones y cayeron al suelo, su cuerpo era fuerte, espalda ancha, piernas musculosas, no tenía exceso de vello en el cuerpo, pero tenía algo de barriguita, se la toque y le digo, «que ¿las tapitas y cervecitas eh?», soltó una carcajada que me hizo reír a mí también, que risa más bonita tenía.

Me pidió que me acostara en la cama hacia abajo, así lo hice, sentí como sus besos acariciaban mis piernas, pasaba de una pierna a la otra, hasta llegar a mis muslos, mi cuerpo se estremecía, llegó a mis glúteos y bajó mi tanga con sus manos, sus labios no cesaban de besarme, siguió besándome hasta llegar a mi espalda, llego a mi cuello y me pidió que me diera la vuelta, allí estaba encima de mí, era todo para mí y quería disfrutarlo.

Me beso en los labios un buen rato, sentía como su gran fuego rozaba mis piernas, quería sentir todo ese fuego dentro de mí, pero no fue así, me hizo esperar un rato más, siguió besándome los pechos, lameteo mis pezones, los cuales estaban erectos, siguió hacia mi ombligo, muy lentamente bajo hacia abajo hasta llegar a mis labios vaginales, solté un pequeño gemido cuando introdujo su lengua entre mis labios, mi cuerpo radiaba placer, abrió mis piernas y jugo un buen rato con mi clítoris, el orgasmo no tardó en llegar, mi cuerpo se retorcía de placer y mis gemidos salían sin control, fue delicioso, estupendo, maravilloso y aún no había llegado lo mejor.

Le pedí que se tumbara, era mi momento, ahora lo haría disfrutar yo, me levante y fui por la copa de champán, bebí un poco y le ofrecí un poco a él, quedo algo en la copa pero lo reserve para jugar un poco, le daba besitos leves por la cara, él intentaba tocar mis labios con los suyos pero yo no le dejaba.

Sentía como su cuerpo se tensaba, pase mi lengua por su mandíbula y baje por su cuello hasta llegar a un pezón, solo lo lamí un poco, seguí bajando hasta llegar a la barriguita, se la mordisquee levemente y seguí hacia abajo, levante la cara y lo mire, tenía los ojos cerrados a la vez que mordía su labio inferior con sus dientes superiores, me miro y vi en sus ojos una expresión que me decía… no pares, cogí la copa de champán que la había dejado en el suelo, incline la copa y deje caer unas gotas sobre el gran volcán que tenía ante mí, su cuerpo se revelo contra el frio y contrajo todos sus músculos, me incliné y empecé a calmarle el frío con mi lengua húmeda y caliente.

Se inclino hacia mí y me subió hasta sentarme encima de él, puso sus manos en mi espalda, la empujo hasta que mis pechos rozaron sus labios, me los mordisqueo y desplazo sus manos debajo de mis glúteos, los subía y bajaba con energía, para ayudarlo un poco apoyé mis manos en sus hombros, que placer sentir todo su miembro dentro de mí, nuestros cuerpos se movían al mismo ritmo, de vez en cuando paraba y deslizaba mi cuerpo hacia delante y hacia tras, la última vez que me senté, lo sentí todo dentro de mí.

Saco sus manos de mis glúteos y me tumbo hacia atrás, seguía sentada encima de él pero con mi espalda apoyada en la cama y entre sus piernas puso sus manos en mi cintura y me movía hacia él cada vez más rápido, tomó una de mis manos y tiro de mi cuerpo hacia él, me apretó contra el fuertemente, sentí que su cuerpo no podía aguantar más, quería explotar, hizo un leve movimiento levantándome y exploto dentro de mí, sus gemidos eran excitantes, lo abrace y seguí moviéndome unos segundos más.

Su cuerpo se desplomó en la cama y mi cuerpo se quedó tumbado encima del suyo.

Había sido maravilloso, esplendido, descansamos unos minutos uno junto al otro, sentía su respiración descontrolada, igual que la mía, me fui deslizando hacia abajo por su cuerpo, acerque mis labios a su miembro y lo lamí, al momento volvió a ponerse erecto, disfrutamos toda esa mañana en la habitación del hotel, por la tarde salimos a comer algo y me enseño algo de su tierra, por la noche volvimos a la habitación y dimos rienda suelta a nuestros cuerpos hasta quedar dormidos uno junto al otro.

Pasé una semana extraordinaria, inolvidable, pero tuve que volver a mi país y a la realidad.

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