Quiero contarles algo que me ha pasado no hace mucho tiempo, de cómo mi marido casi me obligó a hacer algo que no quería, y como lo va a pagar por el resto de sus días.
Soy Ana, de 32 años, de 1,68 de altura, pelo castaño largo ondulado, ojos verdes, mi cuerpo es bastante normal, delgada, de pechos no muy grandes, pero firmes y muy bien puestos en su sitio, vientre plano, caderas normales, culo poquitín respingón, y piernas largas y muy bien torneadas. Me case hace poco más de 6 años, mi vida de casada a pasado, yo diría que bastante bien, hasta que ocurrió lo que os voy a contar.
En el terreno sexual todo a transcurrido de lo más normal, hasta que Juan “mi marido” en peso con sus fantasías, una noche mientras me tenía penetrada y a punto de una corrida mutua, me sorprendió preguntándome, “Ana ¿no te gustaría que otro hombre te penetrara y te hiciera sentir lo que yo te hago?”.
Dando un grito, lo empujé de tal manera que casi se cae de la cama, me enfade mucho con él, la cosa duro varios días, en los que él era como un perrito faldero, pura docilidad, casi cuando todo estaba olvidado, una tarde de domingo viendo una peli en la tele y tomándonos unas copas, yo inconscientemente me pasé un poco con la bebida, cosa que aprovecho el para volver a sacar la conversación, “Ana no te enfades pero podías pensártelo, igual otro hombre te hace sentir cosas distintas, y a mí, que tu fueras feliz me haría gozar”, para que me dejase tranquila le dije que me lo pensaría.
Después de varios días volvió a recordármelo, yo intente no darme por enterada, pero el insistió, y dos días después otra vez, así fueron muchas veces, hasta que consiguió, lo que seguramente se había propuesto, que yo en mi tiempo de soledad, pensase en sus fantasías, lo pensé tanto y tantas veces que incluso llegue a excitarme con la posibilidad de que otro hombre me pudiera penetrar, y hacerme suya, “os comento que sexualmente es Juan el único hombre que conozco” lo pensé tantas veces, que ya incluso cuando estábamos en la cama yo pensaba que lo hacía con otro, y eso me ponía sumamente cachonda, y llegaba a tener orgasmos como nunca los había tenido.
Cuando a él le pareció oportuno “pues yo no tenía intención de sacar el tema” saco de nuevo la conversación, al principio muy tímidamente, y viendo que yo no me alteraba, fue entrando en materia y en detalles, que sería cuando y como yo quisiera, donde y con quien quisiera, pero eso si todo muy discreto, después de escucharlo, le dije que me lo pensaría, pero que no aseguraba nada, en la cara se le notaba lo contento que se había puesto cuando vio que no me enfade, esa noche follamos como locos hasta quedar extenuados, llegue a pensar que sería posible que el tío carbón pudiera disfrutar viéndome follar con otro.
Como una semana después sacó de nuevo la conversación, entonces fue cuando le dije “de acuerdo Juan, me acostaré con otro, y lo haré solo por ti, pero con condiciones, seré totalmente libre para hacer lo que quiera, y como quiera, y con todas las consecuencias”, él en plena euforia solo me dijo “de acuerdo lo que tú quieras, y como tú quieras, solo pido que me dejes ver, que me avises cuando será, y con quien, y por favor mucha discreción”.
En la otra punta de la ciudad donde vive mi madre, hay un gimnasio donde hay un entrenador que hace mucho tiempo que me tiene loca, alto, guapo, fuerte, joven, de unos 28 o 30 años, así que fui y me apunté, con la clara intención de ligarme al entrenador, al tercer día de estar en el gimnasio el entrenador se ofreció a llevarme a casa ya que a esa hora el terminaba y pasaba muy cerca de mi casa, y como ya me había visto los dos días anteriores en la parada del auto bus, fue por lo que se ofreció, como quiera que ese era mi plan acepté encantada.
El segundo día que me llevo vio en mis manos un libro, y me preguntó que si acostumbraba a leer, a lo que respondí que si y que tenía gran cantidad de libros, me preguntó por uno en concreto, y le dije que si lo tenía, y que si le interesaba se lo podía prestar, aceptó, y le dije que se lo llevaría al día siguiente, pero se me olvidó, y cuando ese día regresábamos a casa me propuso tomar un café, fue cuando le dije que mejor fuéramos a casa, allí lo tomaríamos, y podría llevarse el libro, estaría dentro de sus planes porque aceptó de inmediato.
Llegamos a casa allí estaba Juan, hice las presentaciones correspondientes y me marché a la cocina, para preparar el café, antes le dije a Juan que le enseñara a Luis, que así se llamaba el entrenador, donde estaban los libros, para que cogiese lo que quisiera, tomamos el café, y después de un poco de charla Luis se marchó, lo acompañé a la puerta, y sin el esperarlo le di un beso en la mejilla, y se marchó.
Ya solos en casa le comenté a Juan, “que te párese, el que podría ser tu sustituto en mi cama”, con los ojos como platos me respondió, “si a ti te gusta adelante”, “Juan solo lo hago por ti, así que si tienes dudas no tienes más que decirlo”, “no por favor quiero que lo hagas”, “de acuerdo te avisare para que estés preparado”.
Nuestra casa es una casa antigua, pero muy bien acondicionada, cuatro dormitorios y tres baños en la parte alta, en la parte baja salón, cocina, aseo, un despacho, y un dormitorio con baño que no lo usamos nunca, pero que está totalmente amueblado, tenemos entendido que los anteriores propietarios tenían esa habitación acondicionada para el juego de los niños, y en la pared que daba a la cocina había un gran espejo de esos que son translucidos, quiero decir que desde la cocina se ve toda la habitación, pero desde la habitación no se ve nada de la cocina, pues bien ese sería el lugar donde yo llevaría a cabo la fantasía sexual de mi marido.
Al día siguiente volviendo del gimnasio para casa, la conversación de Luis fue interesarse por mi vida de casada, mis relaciones, yo le comente aun siendo mentira, que mi vida era muy monótona, que Juan viajaba constantemente, y que había veces que me sentía muy sola, a lo que rápidamente contestó que era una pena que con lo hermosa y guapa que era, hubiera veces que me sintiera sola, que no volviera a ocurrir, que para eso ya estaba él allí.
Le tomé la palabra, y le comenté que seguramente, al día siguiente, Juan tendría que viajar a Madrid, en coche, y que para no estar mucho tiempo fuera regresaría por la noche, Luis se interesó por los horarios, a lo que le comenté, que cuando Juan hace ese viaje suele llegar a casa entre las 2 y las 4 de la mañana, llegamos a casa le di un beso que procuré que fuese un poco más largo de lo normal, y se marchó.
Ya en casa, le dije a Juan “si no pasa nada mañana por la tarde noche, es posible que te ponga los cuernos, utilizaré la habitación de abajo para que puedas ver todo lo que ocurra, y te repito que solo lo hago por ti, si no quieres no tienes más que decirlo”, me abrazó y me dijo “si cariño realmente quiero que lo hagas, y si por lo que fuese tú, o yo no lo disfrutásemos no lo volveríamos a hacer, ¿de acuerdo?”, “de acuerdo le dije. Mañana te llamaré para decirte más o menos a la hora que llegaré con Luis para que te sitúes en la cocina, de donde no podrás salir para nada, el tiempo que el este aquí”.
Al día siguiente, camino de casa, Luis me pregunto si Juan se había marchado a lo que le respondí que si, me invitó a una copa y acepté, ya en el bar, fui un momento al baño, y llamé a Juan, solo le dije, “en 20 minutos estoy en casa”. Cuando salimos del bar le propuse a Luis ir a casa a tomar otra copa a lo que aceptó de inmediato, cuando llegamos a casa pasamos directamente al salón. le puse la copa y puse la música muy suavito.
Le hice saber a Luis que me iba a poner más cómoda pues ya no saldría de casa, y fui a la habitación que ya previamente había acondicionado, me desnudé por completo, y me puse un tanguita de color rosa, y un sujetador de encajes totalmente transparente también de color rosa, y encima una bata casi transparente, del mismo color, me di cuenta que Juan había puesto unos condones en cada mesilla de noche, cuando los vi no pude por más que sonreír.
Cuando llegue al salón Luis estaba dando un trago a la copa y cuando me vio casi se atraganta, se puso de pie, y como queriendo saber cuáles eran mis intenciones, simplemente abrió los brazos, invitándome a entrar en ellos, yo que no estaba dispuesta a perder tiempo, me acerque a él muy despacito como titubeando hasta quedar incrustada en sus brazos, me abrazó fuertemente, buscó mi boca, me besó como nunca nadie lo había hecho, jugó con su lengua dentro de la mía, y sus manos empezaron a bajar por mi cuerpo, y yo me empecé a estremecer.
Jamás había estado en los brazos de otro hombre que no fuese Juan, y aquello me gustaba, bueno más que gustar, me encantaba, me hacía estremecer, y enloquecer, Luis metió sus manos por dentro de la bata, y encontró mis pechos a ellos fue y con la boca y lengua en mis pezones me volvía loca, una de sus mano, llegó hasta lo que yo siempre había guardado para mi marido, metió su mano entre mi cuerpo y el tanga, llego a mi tesoro, lo acarició como nadie lo había hecho antes, entre esas caricias, y sus besos dentro de mí se crearon unas sensaciones que me hicieron llegar a un orgasmo interminable.
Me agarré con todas mis fuerzas a Luis porque mis piernas flaquearon, él me cogió en brazos me apretó muy fuerte y al oído muy suave me preguntó “¿adónde quieres que te lleve?”. “Al cielo” le respondí yo, le indiqué la habitación, y como quien transporta una pluma me llevó hasta la cama, me deposito con sumo cuidado en ella, y me fue quitando las tres prendas que tenía puesta, yo después del reciente orgasmo estaba desfallecida, seria falta de costumbre.
Luego él se quitó el chándal que traía puesto y quedo completamente desnudo, fue cuando me quedé atónita de lo que Luis tenía entre las piernas, calculo que el doble que la de Juan quizás más, y mucho más gruesa, empecé a temer por lo que semejante tranca podría hacer en mi interior acostumbrada como estaba a la de Juan.
Luis se me acercó, me empezó a besar la boca y fue bajando por todo mi cuerpo, una mano ya estaba de nuevo en mi tesoro, cuando su boca llego, y su lengua empezó a abrirse camino por entre mi rajita buscando mi botoncito, yo creí enloquecer, solo podía poner mis manos en su cabeza y apretar para que su lengua entrase lo más posible dentro de mí, golpeo varias veces mi clítoris con su lengua y yo no pude más explote en un colosal orgasmo, en ese momento pensé en Juan que estará haciendo, que pensara.
Cuando me repuse Luis estaba encima de mi mordiéndome los pezones, lo atrapé como pude y le acerqué su boca a la mía, lo abracé muy fuerte y le dije “soy toda tuya, pero por favor con cuidado, es demasiado lo que tienes y podrías hacerme daño”.
Muy quedo me preguntó si tenía vaselina, le indiqué la mesilla, del cajón sacó un bote y con todo el cariño del mundo me untó en mi rajita, colocó mis piernas en sus hombros de manera que su tranca quedaba justo en la entrada de mi vagina, con una de sus manos se la cogió y la puso justo en la entrada, hizo una pequeña presión hasta encontrar el pequeño agujerito por donde tenía que meterla, yo me mordí los labios, y esperé acontecimientos que no tardaron en llegar, Luis se fue dejando caer muy lentamente sobre mi incrustando su enorme tranca en mi interior.
Fue muy despacio, dando tiempo a que mi cavidad vaginal se fuese dilatando para poder acoger semejante monstruo, cuando por fin decidió quitar mis piernas de sus hombros, me abrazó muy fuertemente y buscó mi boca, fue cuando me di cuenta que su glande debería estar justo en la matriz , yo sentía como llegaba al fondo de mis entrañas, lo que hizo que explotase en una cadena de orgasmos que se iban sucediendo a medida que Luis se movía.
Cuando él decidió parar yo estaba a punto de perder el conocimiento, me dejó descansar, después de no mucho tiempo se empezó a mover, fue cuando yo metí la mano entre los dos cuerpos y palpé lo que le quedaba por meter dentro de mí, me di cuenta que tenía puesto un condón, con mucho cuidado hice que se incorporara un poco y me la sacase totalmente, yo con mi mano le cogí la tranca y le quité el condón, y lo tiré en dirección al espejo que daba a la cocina, Luis me agradeció el gesto dándome un beso, de nuevo enterró toda su tranca en mi interior, y empezó el metisaca que a mí me lleva al cielo.
Noto de nuevo en mi interior como un gigantesco orgasmo está tomando cuerpo, lo abrazo y le pido “ahora Luis ahora córrete conmigo”, fue cuando sentí su enorme tranca empujar más profundo, y tocar el fondo de mi cavidad vaginal en la entrada de mi útero, eso fue todo, exploté en un nuevo orgasmo…
Pensé que me desmayaría mientras oleadas de placer recorrían mi cuerpo, él empujó su cuerpo, gruñó con fuerzas y lanzó chorros de semen profundamente dentro de mí, yo podía sentir como su caliente liquido iba inundando mis entrañas en busca de mis ovarios, yo sabía cuales podían ser las consecuencias, pero no me importó lo más mínimo, me abracé a Luis y me abandoné en sus brazos.
Cuando nos recuperamos, nos duchamos juntos, yo me puse el pijama y Luis se vistió, lo acompañé a la puerta y con un beso lo despedí.
De regreso al salón Juan me esperaba, con un gesto entre alegre y preocupado, y por fin me preguntó, “¿qué tal?”. Yo de inmediato le dije “dímelo tu ya lo has visto todo, cuéntame si te lo has pasado bien”, él respondió que estupendamente, yo no tenía muchas ganas de hablar, y menos cuando me concentraba, y notaba como de mi vagina continuaba saliendo la leche de la vida que Luis había dejado dentro de mí con todo el placer del mundo.
Juan se fue a duchar y yo me fui a nuestro dormitorio, donde tuve que cambiarme de braga pues la que tenía estaba empapada, y me acosté, cuando llegó Juan me rodeó con sus brazos, y me preguntó si había merecido la pena, le dije que todo fue muy bien, pero que con él me gustaba más, me tenía entre sus brazos por detrás, apretó el abrazo y pude notar como su tranca -bueno tranquita después de lo vivido- se ponía en posición de ataque.
Yo lo incite, pero con la clara intención de que me penetrase por el culo, no estaba dispuesta a consentir que sus jugos se mezclasen con los de Luis, y así fue me empaló con toda las fuerzas de sus posibilidades, porque no decirlo yo lo gocé muchísimo y él más aun, luego ya más tranquilo y reposando, me estuvo comentando, que se había corrido dos veces, viéndome mientras lo hacía con Luis, lo estuve escuchando hasta que me dormí.
A la mañana siguiente cuando me levanto Juan ya se había marchado para su trabajo, yo me levanté de la cama y fui a darme una ducha, en el baño, cuando me desnudo puedo comprobar que de mi aun inflamada vulva continúa saliendo los jugos de Luis, mi mente comienza a darle vueltas a todo lo ocurrido y no puedo por menos de sentir, algo tan contradictorio como, rabia, y felicidad.
Me ducho y empiezo mis tareas domésticas, cuando voy a tirar restos del desayuno, observo en el cubo de la basura que están todos los preservativos que teníamos en la casa, pues Juan los había usado desde que nos casamos, pero seguramente, cuando vio lo que yo hice con el condón de Luis pensaría que ya sobraban, yo por mi parte no pude por menos que pensar, que por el placer con el que me había entregado a Luis, por la profundidad donde dejó la inmensa cantidad de semen, por el placer que yo sentí cuando ese caliente líquido inundó mis entrañas, y porque estoy convencida de que gran parte de ese líquido llegó a mi útero, estoy segura de que me dejó embarazada, no siento remordimientos por ello, es por lo que al principio decía que Juan pagaría por ello.
Muy buen relato, que bueno que hayas tenido una experiencia sexual nueva y que te salió todo bien y muy placentero, Saludos