El día que casi me agarran con las manos en la masa

2
59989
114
T. Lectura: 7 min.

Esta es una historia vieja, de mi época de estudiante universitaria.

Hacía tiempo que en la facultad había pegado buena onda con un compañero.

Al principio la relación era netamente estudiantil, hasta que en mi cabeza empezaron a dar vuelta las fantasías. Mi compañero, vamos a llamarlo Guido, no parecía darse por aludido, o al menos disimulaba muy bien.

El principal problema era que su novia cursaba en la misma facultad. Por lo que era usual que nos la cruzáramos en los pasillos o en la confitería. Ella me conocía, ya que formaba parte del grupo de estudios de su novio, y la relación que teníamos era más que cordial.

Con este grupo, del que formábamos parte Guido y yo, muchas veces nos juntábamos a estudiar los fines de semana. Es que al cursar de noche, la gran mayoría no podía juntarse los días de semana.

El horario de cursada era de 19 h a 23 h casi todos los días de la semana. Yo salía de la oficina y me iba a la facultad. La verdad es que iba bastante arreglada por este motivo, lo cual durante mi carrera me trajo más de un beneficio.

Esa semana habíamos quedado en juntarnos el sábado a las 15 h en la casa de un compañero. Teníamos que preparar un trabajo práctico para entregarlo el viernes siguiente.

Durante la tarde avanzamos bastante. La verdad es que como muchos se tenían que retirar temprano, la idea era avanzar lo máximo que podíamos. Alrededor de las 20 h ya la gran mayoría se había retirado, quedando solo el dueño de casa, Guido y dos compañeras más.

Pedimos unas pizzas y seguimos estudiando. Como ya estábamos cansados decidimos relajarnos un poco, y mientras comíamos aprovechamos para tomar unas cervezas.

Enseguida la cerveza ayudo a desinhibirnos un poco y al relajarnos empezamos hablar de cualquier cosa menos de la facultad. Los temas eran variados, y nos ayudaban a conocernos un poco más entre nosotros.

Estuvimos un rato largo así, hasta que empezaron las confesiones de tipo sexual. Era un juego medio infantil, pero nos ayudó a divertirnos un rato.

Ya se había hecho tarde, por lo que dimos por terminada la reunión y quedamos en que cada uno terminase una parte en su casa para presentar todo junto el viernes.

Como Guido estaba sin auto, me ofrecí a llevarlo a la casa. Tuve que insistirle, ya que la realidad es que no vivíamos cerca, pero terminó aceptando. También llevamos a una de las chicas, que nos quedaba de paso. Luego de dejarla a ella, Guido empezó a indicarme como llegar a su casa.

En el trayecto seguimos charlando sobre lo que habíamos estado jugando, y en un momento Guido me pregunto, “¿es verdad que te acostarte con Luis, el profesor de Análisis?”. – Es que durante el juego había confesado que me había acostado con un profesor adjunto para aprobar una materia. –“si, es verdad”. Y ambos empezamos a reírnos.

Me dijo, “sos tremenda. Te hacia lanzada, sin muchas vueltas, pero no pensé que llegabas a tanto”. – “si quiero algo lo obtengo”, le dije, “no ando dando vueltas”. En eso Guido pareció querer indagar más sobre lo que había pasado con ese profesor. Es que él también había cursado esa materia conmigo y no la había podido aprobar. Al conocer mi pequeño secreto quiso interiorizarse. – “¿pero él te encaró? ¿Cómo fue?”. Le tuve que contar todo.

Este adjunto era un profesor joven. Tendría unos 10 años más que yo. No era muy lindo, pero tampoco era desagradable. Yo me sentaba delante de todo, por lo que en una clase de 50 a 60 personas, ese era el mejor lugar para ser vista. Yo resaltaba del resto porque iba generalmente muy bien vestida. Salía de la oficina y me iba a la facultad, cuando una gran mayoría tenía tiempo de ir a su casa a cambiarse.

Un día noté que el profesor me miraba, y lejos de inhibirme comencé a mirarlo también. Estuvimos cruzando miradas durante varias clases, hasta que un día me quedé después de clase para hacerle una pregunta. Cuando ya habían salido todos del aula me acerqué al profesor quien aprovechando mi pregunta comenzó a sacarme charla. Nos habremos quedado hablando unos 15 minutos hasta que me despedí para irme a la clase siguiente.

La puerta había quedado abierta. Ahora era solo seguir el juego.

Al otro día volvía a tener cursada. Nuevamente me quedé después de clase para hacerle otra pregunta. Enseguida volvimos a charlar sobre otras cosas hasta que en un momento me invitó a tomar un café. Ese día falté a la siguiente clase y me quedé con el profesor tomando algo en la cafetería de la facultad. Nada del otro mundo, pero ayudó a conocernos mejor.

Ese día le comenté que el sábado iba a ir a bailar con mis amigas a un boliche céntrico, y que si quería venir con sus amigos aprovechara que varias amigas mías estaban solas. No quedamos en nada, pero si intercambiamos teléfonos.

El sábado, como todos los sábados, comencé a arreglarme temprano con mis amigas. Por lo general nos juntábamos en la casa de alguna y ahí nos cambiábamos, maquillábamos y empezábamos a tomar algo. Mientras estaba en la casa de mi amiga me sonó el celular. Era mi profesor. Quería confirmar que íbamos a ir a ese boliche. Me dijo que probablemente fuese con dos amigos.

Se lo comenté a mis amigas, pero no me prestaron mucha atención.

Tomamos algo y cuando fue la hora nos fuimos a bailar. Yo me había puesto unos pantalones dorados con unos zapatos con plataforma. Soy bastante alta, pero con esos zapatos lo era aún más. Arriba llevaba una musculosa negra bastante escotada.

Ya en el boliche nos pusimos a bailar y me olvidé de mi profesor, hasta que entrada la noche siento que alguien me agarra por detrás. Al darme vuelta veo que era mi profesor. Había venido solo ya que sus amigos no quisieron acompañarlo. Como la música era fuerte y no podíamos charlar me invitó a tomar algo cerca de la barra, donde la música era un poco más baja.

Estuvimos tomando algo ahí, charlando de cualquier cosa, hasta que en un momento me dice que estaba realmente muy linda, y también muy alta. Que ya en la facultad estaba siempre muy linda, pero que ahí directamente lo había sorprendido. Después de reírme un poco y de agradecerle, volvió a piropearme. “la verdad es que vine solo para verte. No me gustan mucho los boliches, ya hace tiempo que no voy a bailar, pero desde hace un tiempo que me volvés loco y no quise dejar pasar la oportunidad”.

Me quede mirándolo fijamente como esperando su siguiente paso. En esos pocos segundo él entendió que era ese el momento. Se acercó aún más y tomándome por la cintura comenzó a besarme. Yo al principio no me resistí, pero enseguida traté de alejarme. Sin querer ser cortante le dije al oído, “acá no, nos puede ver alguien”. Entendió enseguida ya que tanto él como yo teníamos pareja y era peligroso. Además, si nos llegaba a ver alguien de la facultad no sabía que podía llegar a pasar.

Quedamos en que nos encontraríamos afuera. Él estaba con su auto y yo con el mío, por lo que arreglamos para encontrarnos en una estación de servicio a unas cuadras.

Me despedí de mis amigas, a quienes les dije la verdad, y me fui a buscar el auto.

Al llegar a la estación de servicio mi profesor ya estaba ahí dentro de su auto. Paro al lado de él y le indico que estacionara así íbamos en un solo auto. Luego de estacionar su auto se subió al mío. Ni bien se subió comenzó a besarme. Estuvimos así unos minutos, donde la temperatura comenzó a subir. Las manos de ambos recorrían el cuerpo del otro. Después de estar así un rato decidimos ir a un hotel cercano.

Ya en el hotel no hubo muchas vueltas. Enseguida quedamos desnudos y empecé a practicarle sexo oral. No tenía una gran pija, más bien normal. Pero estaba dura como una estaca. Se la chupé con ganas, y en un momento empecé a decirle “profe”. Esto pareció volverlo loco y en poco tiempo me dio vuelta para cogerme con ganas. Le indiqué que se pusiera un forro, y yo logré acabar, pero él acabó enseguida también.

Nos quedamos tirados en la cama un rato hasta que después de franelearnos un rato logró tener otra erección. Volví a chupársela con ganas mientras practicábamos un 69. Empezó a decirme cosas como “que ganas de garcharme una pendeja como vos”, o “siempre me calentaste”. En eso me doy vuelta y me pongo en cuatro indicándole que me penetrara. Volvió a ponerse un forro y parándose debajo de la cama empezó a cogerme con ganas. Yo lo miraba de costado y le preguntaba si me iba a aprobar, a lo que él me respondía que sí, que no me preocupara, etc.

Después de este encuentro volvimos a tener dos o tres más. Nada del otro mundo. Siempre a las escondidas o a las corridas. Pero a él le sirvió para descargarse y a mí para aprobar la materia.

Mientras le contaba esto Guido no aportó comentario, salvo para indicarme donde doblar.

Al llegar a la casa me indicó donde estacionar. Ya era tarde y la zona era un poco oscura, por lo que no había movimiento. Pensé que me iba a tratar de dar un beso, pero no. Solo atinó a decirme, “yo también te hubiese aprobado”.

Nos despedimos y volvimos a vernos en la semana.

La primera vez que nos vimos algo había cambiado. Siempre había sido distante conmigo. O al menos así lo había notado yo. Ahora parecía ser más cariñoso, más efusivo. El viernes entregamos el trabajo práctico y el profesor, sin haberlo corregido, nos dio el visto bueno dándonos a entender que estaba ok.

Salimos de la facultad y en el estacionamiento me ofrecí a llevarlo a su casa. Estábamos realmente contentos ya que había sido una materia bastante complicada. Ni bien nos subimos al auto Guido se me lanzó y me dio un beso. Me agarró desprevenida, por lo que me asusté. Esto pareció cortarlo, pero al darme cuenta fui yo quien volvió a besarlo a él.

Empezamos a besarnos en el auto, y enseguida comencé a manosear su pija. Estaba dura y quise sacarla del pantalón. El auto estaba estacionado en una calle interna de la facultad. Si bien estaba iluminada, no pasaba mucha gente caminando por ahí. Guido me ayudó a desabrocharle el pantalón y logre sacar su pija. Era rara. Tenía una curvatura hacia un costado y tenía la cabeza sensiblemente más grande que el tronco. Enseguida me acomodé y empecé a hacer eso que tan bien me sale. Chupársela. Guido gemía de placer. Yo chupaba esa pija con ganas. Hacía tiempo que tenía ganas de chuparla, pero Guido nunca había reaccionado.

Habré estado chupándosela durante unos 5 o 10 minutos hasta que Guido pega un salto y dice, “¡Gisela!”. Gisela era su novia. Levanto levemente la cabeza y la veo a pocos metros nuestro charlando con dos compañeras. Estarían a no más de 15 metros, 3 o 4 autos de distancia. Desde ahí no nos podían ver y si pasaban caminando por al lado del auto, salvo que mirasen detenidamente, por el polarizado, probablemente tampoco viesen para adentro de auto.

Dudé en quedarme quieta, en sentarme, etc. Pero en ese momento Guido me agarra la cabeza y me la baja nuevamente para su pija. Se la empiezo a chupar nuevamente. El morbo era terrible. Ahí estaba yo chupándole la pija a mi compañero de facultad, y la novia estaba a escasos metros hablando con sus compañeras. Empecé a decirle cualquier tipo de cosa a Guido. Cosas como, “te gusta que te la chupe con tu novia cerca”, “ahora voy a ir a saludarla con tu leche en la boca”, etc. Ni bien termino de decirle esto último, Guido da señales de querer acabar. Comienzo a sobarle los huevos con la mano y a chuparla con más intensidad.

En eso empiezo a sentir como su semen llena mi boca. Me cuesta tragarlo todo, pero me las ingenio y se la dejo bien limpita. Ni bien termino de chupársela me siento suavemente para ver si Gisela aún estaba ahí. Seguía en el mismo lugar hablando con las amigas. Guido aprovechó para abrocharse el pantalón casi sin moverse.

Nos quedamos ahí sin saber que hacer. No sabíamos si esperar a que se fueran, si salir del auto como si nada. Estábamos nerviosos.

En eso a Guido se le ocurre agarrar un par de papeles de la facultad y hacer como si estuviésemos hablando de algo de eso. Mi corazón latía con fuerza y si bien me encantaba la situación, el miedo estaba latente.

En ese momento Gisela se despide de una de las compañeras, y junto con la otra compañera empiezan a caminar en nuestra dirección. Al verla venir instintivamente le hago luces con el auto como para saludarla. Gisela parece no darse cuenta y al vernos se pone contenta. Se nos pone a charlar como si no sospechase de nada. Yo me sentía terrible. Tenía restos de semen de su novio en mi boca y ahí estaba charlando con Gisela como si nada. En eso le pregunto cómo se volvía y me dice que se estaba yendo a tomar el colectivo. Es ahí cuando le digo que se olvidara, que la llevaba yo junto con Guido.

Gisela se subió atrás y enseguida empezamos a charlar de la facu. Guido adelante casi no hablaba. Estaba inmóvil. Es más, en un momento simuló quedarse dormido.

Los dejé a ambos en la casa de Gisela, y de ahí me fui para la de mi novio.

Me sentí la más puta, pero el morbo de ese día fue una sensación increíble.

Con Guido nunca más pasó nada. Seguimos siendo amigos hasta el día de hoy, y el esta felizmente casado con Gisela.

Loading

2 COMENTARIOS

  1. UFFF, pero que buen relato!!! Quedé muy prendido y con muchas dudas sobre tu narración, ojalá pudiera contactarte por mail algún día. Espero volver a leerte, me gustó mucho como escribes!!

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí