Los amigos de mi marido prueban mis tetas

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Estábamos cenando en la casa de Sebastián.

Estaba Sebastián con su mujer, Lucas con la suya, Julián y yo.

La noche era ideal, por lo que decidimos cenar en el balcón terraza. Era verano, pero no hacía mucho calor. Me había puesto ropa liviana por el calor. Unas bermudas blancas, unas sandalias sport, y arriba una musculosa gris media suelta sin corpiño.

El estar en esa mesa, compartiéndola con los amigos de mi marido con quienes nos enfiestamos, y que estuviesen sus mujeres ahí me causó mucho morbo. Un morbo que me excitaba.

A medida que avanzaba la noche, y el alcohol empezaba a hacer efecto, me sentí mucho más liberada.

Hacía pocos meses que me había operado las tetas, y con los primeros calores me gustaba mostrarlas. Desde que me había operado aun no habíamos hecho ninguna “fiesta” con los amigos de mi marido por lo que aún no tenían la suerte de conocerlas.

Obviamente en medio de la sobremesa salió el tema de mis tetas, y enseguida la mujer de Sebastián pidió permiso para tocarlas y ver como habían quedado. Me dejé y delante de todos me tocó un poco las tetas. Es una mujer bastante asexuada, en mi opinión, por lo que no me generó nada el hecho de que me tocara. Es más, sé que lo hizo realmente para sentir como estaban sin ninguna connotación sexual. La mujer de Lucas hizo lo mismo y lo tomé de la misma manera.

Enseguida vi los ojos de los amigos de mi marido. Los dos querían hacer lo mismo que sus mujeres, pero era evidente de que no podrían. Es más, Lucas pregunto tímidamente “¿puedo?”, a lo que la mujer le respondió, “solo si querés perder la mano”. Nos reímos todos y quedó en eso.

En un momento la mujer de Sebastián estaba hablando con Lucas y mi marido, y la de Lucas se había ido al baño. Yo estaba apartada mirando mi celular y se me acerca Sebastián quien me dice disimuladamente que se moría de ganas por tocarme las tetas. Yo lo mire, me reí y le contesté, “en un rato me voy para adentro, vos hacete el boludo y anda atrás mío”. Me volví a sentar al lado de mi marido, y en eso Lucas empieza a preparar unos tragos. La mujer de Sebastián se levanta de la mesa y ahí aprovecho para decirle a mi marido lo que me había dicho Sebastián.

Mi marido me mira y me dice:

—¿Me estás pidiendo permiso?

—Yo qué sé, te digo porque no sé qué hacer

—Si gorda, no hay drama, que aprovechen. Eso sí, ojo que están las chicas dando vueltas.

Listo, ya tenía el ok de mi marido. Solo tenía que encontrar el momento y tener cuidado. Como estábamos afuera, el ventanal que daba al interior del departamento estaba siempre cerrado para que no entraran bichos ni el calor. Por eso cada vez que alguien entraba o salía tenía que abrir o cerrar ese ventanal. Era bastante ruidoso y llevaba unos segundos, lo que servía como una especie de alarma.

Con la excusa de levantar la mesa empiezo a llevar cosas adentro, el problema fue que todos quisieron colaborar y entraban y salían conmigo. Podía ver la cara de Sebastián como frustrado. Entonces tuve una idea, me ofrecí a lavar los platos. Obviamente tuve que insistir porque las otras dos mujeres también se ofrecieron. Como me les adelanté y agarré la esponja me quedé con el “premio” de tener que lavar los platos. La luz de la cocina estaba apagada. Solo iluminaba la del bajo alacena que era más tenue. La del living también estaba apagada, por lo que la luz en la cocina era realmente baja. Alcanzaba solamente para lavar los platos.

Todos salieron y se fueron a sentar al balcón nuevamente. En eso siento que se abre el ventanal y enseguida lo cierran. Dentro mío imaginé que sería Sebastián que venía por su premio. Los pocos metros que hay desde el ventanal a la cocina se recorren en menos de 5 segundos, pero como hay que doblar en un momento, desde el balcón no se ve el interior de la cocina. Mi sorpresa fue cuando apareció Lucas en lugar de Sebastián, y tenía la hielera en la mano. Había entrado a buscar hielo para los tragos. Falsa alarma.

Se va y yo sigo lavando. Trataba de lavar lo más lento posible para darle tiempo a Sebastián que viniese. En un momento vuelvo a escuchar el ventanal. Enseguida me doy vuelta y veo que era Sebastián. Me mira riéndose, le devuelvo la sonrisa y me dice, “¿puedo?”. Le agarro la mano y se la pongo sobre mi teta derecha. La agarra tímidamente y mueve un poco la mano. Le digo que la agarre de verdad, que no era la primera vez que me tocaba una teta.

Era evidente de que el morbo de saber que estaba todos a pocos metros nos excitaba mucho. En eso siento que mis pezones se estaban endureciendo y Sebastián también, porque con sus dedos empieza a pellizcármelo. Habremos estado así alrededor de 1 minuto, pero decidimos cortar la situación por las dudas.

Ni bien termina de tocarme entra la mujer de Sebas para decirme que deje de lavar y que vaya afuera con ellos. Insisto en que me quedaban unas pocas cosas y de mala manera acepta y se va.

Enseguida escucho que mientras abre el ventanal para salir intercambia unas palabras con Lucas. Se cierra el ventanal y aparece Lucas nuevamente con la hielera. Esta vez me dice, “no vengo a buscar hielo, yo también quiero tocar”. Me causa gracia y mientras me mete una mano en cada teta, le pregunto, “¿y como sabes que Seba me estaba tocando las tetas?”, “porque me dijo Julián”.

El hijo de puta de mi marido me estaba mandando a los amigos para que vinieran a tocarme. Lucas es un poco más lanzado que Sebastián. Si bien con Sebastián tuvimos muchísimos más encuentros y experiencias, siempre se mostró más tímido o respetuoso. Como que no toma la iniciativa sin que Julián o yo le demos el ok. Lo entiendo, debe ser difícil manosear y mucho más garcharse a la mujer de un amigo. En cambio, Lucas es más lanzado. Las pocas veces que estuvimos siempre fue de tomar la iniciativa.

Al poco tiempo de tocarme las tetas por arriba de la musculosa, baja una mano y me la mete por debajo de la misma, empezando a tocarme la teta, pero directamente sobre la piel. Yo me estaba calentando y en un momento amagué a tocarle la pija. Pero enseguida me di cuenta que era peligrosísimo y desistí. Medio que lo tuve que cortar porque si era por el seguíamos un rato más, pero entendió, agarró un poco de hielo y se fue. Yo salí detrás de él y me senté al lado de mi marido. Mi marido me pregunta delante de todos, “¿todo bien Nati?”, “si, todo bien gordo”. El hijo de put estaba disfrutando todo.

Lucas empezó a sacar tragos y empezamos a tomar bastante. Sumado a las cervezas ya estaba bastante tomada. Creo que todos estábamos iguales. En un momento entro de nuevo para ir al baño y veo que Lucas se para agarrando de nuevo la hielera. Por lo que entramos los dos juntos. El resto se quedó afuera charlando como si nada pasara. Una vez adentro, lejos de donde alguien pudiera vernos, nos estampamos un beso enorme. Volvió a meterme la mano por debajo de la musculosa y esta vez levantándomela empezó a chuparme las tetas. Yo me moría por agarrarle la pija, pero sabía que era peligroso y volví a desistir. A los 45 segundos lo corto, me voy al baño y lo dejo ahí.

Cuando salgo del baño ya había salido y estaba sentado con el resto afuera. Cuando salgo y me siento al lado de mi marido, la mujer de Sebastián me dice, “Nati te mojaste toda”. Al principio me asusté con el comentario, porque tranquilamente podía estar refiriéndose a mi vagina que estaba empapada. Pero se refería a mi remera. Tenía en la zona de la teta derecha una mancha de agua, pero lo que en realidad nadie sabía es que era saliva de Lucas. Me sentí un poco incómoda, pero me tranquilicé cuando noté que nadie se dio cuenta de la verdad.

El que estaba como loco era Sebastián. Quería a toda costa ir adentro y que lo acompañara. En más de una oportunidad lo enganché mirándome, y cuando nuestras miradas se cruzaban me revoleaba los ojos como indicándome ir adentro. No le presté atención y me hice la distraída.

Al rato Lucas y su mujer se despiden y se van, ya que al otro día tenían un compromiso temprano.

La mujer de Sebastián se ofrece a bajar para abrirles la puerta, con la condición de que cuando nos fuésemos nosotros bajara Sebastián. “Trato hecho” le dijo Sebastián y me imaginé que algo tramaba.

Ni bien bajó la mujer, le dice a mi marido, “Juli, le quedaron divinas. Las quiero tocar de nuevo”. Y acercándose viene a tocarlas, pero como siempre tímidamente. En eso, Julián me levanta la musculosa y deja mis tetas al aire. Me quedé un poco, pero enseguida Sebastián empezó a tocarlas y me relajé. No habrá pasado ni medio minuto que cortamos la situación porque sabíamos que la mujer estaría subiendo.

Nos habremos quedado una hora más, hasta que decidimos irnos. Nos despedimos de la mujer de Seba y ni bien cerró la puerta del ascensor entre él y mi marido empezaron a tocarme y chuparme las tetas. Aproveché y les toqué las pijas por arriba del pantalón, las cuales estaban muy duras. Los 8 pisos que hay hasta planta baja pasaron volando, por lo que nos despedimos y nos fuimos.

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2 COMENTARIOS

  1. La frase “se hace el boludo” delata que sos Argentina . Preguntale a tu marido si te puedo tocar una teta .

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