Así, comenzaron los tocamientos primero por encima de la ropa y al poco ambos totalmente desnudos en el sillón. Mi mujer puso una cara de asombro al ver aquella herramienta en su plenitud, no solo por lo larga sino también por lo ancha. Mi mujer miró discretamente hacia donde sabía que yo me encontraba y con una sonrisa pícara hizo ademán de aprobación y sorpresa. Mi mujer estaba tumbada a lo largo en el sillón, mientras Luis de pie comenzó a masajearle la entrepierna con una mano y las tetas con la otra. Mi mujer cogió aquel nabo con la mano y con ritmo acompasado comenzó a hacerle una paja muy suave mientras tenía fija su mirada en aquel monumental falo.
Luis se le acercó a la cara y mi mujer intentó meterse el pene en la boca, con el fin de hacerle una mamada, para lo cual tuvo que abrir sus labios a tope para que le entrase, pero no se le iba a resistir, por supuesto que entraba. Luis comenzó unos acompasados ritmos de mete saca mientras mi mujer se atareaba en procurar que aquella polla le entrase lo más posible en la boca mientras a la vez lo pajeaba.
Mi mujer se encorvaba de piernas permitiendo que Luis le metiese dos o tres dedos en el coño. Yo por sus convulsiones con las piernas diría que tuvo una primera eyaculación, pues intentaba gemir de gusto con su boca llena a rebosar por aquel monumental pene. Luis se lo sacó de su boca a la altura de su cara y mi mujer casi no consiguiendo abarcarlo con la mano comenzó a pajearlo con ritmo más acelerado. Luis puso cara de placer y se corrió en la boca y cara de mi mujer. Esta se incorporó para ir al servicio a limpiarse mientras Luis quedó extenuado en el sillón. Mi mujer se quedó mirando hacia donde yo estaba. La leche de Luis le resbalaba por sus tetas y vientre.
Yo le hice una señal de aprobación, pues mientras veía esto, me había hecho una paja monumental que me llenó con un orgasmo tremendo. Al regresar mi mujer con una toalla limpiándose los restos de la corrida de Luis, me dijo “dentro de poco nos iremos a la cama”.
Era el momento de abandonar mi puesto y meterme en el vestidor de nuestra habitación. Este vestidor era de muy buenas proporciones, estaba frente a la cama y tenía cuatro puertas que se abrían por la mitad como una acordeón. En la parte derecha estaba la ropa y calzado de mi mujer, en la izquierda la mía. En medio un amplio pasillo de metro y medio. Las puertas eran de lamas de madera blancas separadas por un centímetro lo cual me permitía ver todo lo que ocurría en la habitación.
Yo me desnudé completamente y me puse cómodo sentado en una silla. A los cinco minutos veo que la puerta de la habitación se abre y observo que Luis portaba a mi mujer en brazos, tumbándola en la cama. Luis se tumba junto a ella y comienzan a besarse y a acariciarse todo el cuerpo el uno al otro. Luis pretendió apagar la luz, pero mi mujer se lo impidió diciéndole que quería ver su gran polla en todo momento. Mi mujer no se la soltaba bajo ningún concepto, creo que se hizo el ama de aquella pieza de carne de unos 20 cm de larga y de considerable grosor.
Hicieron un 69 en que observaba como mi mujer tenía unas buenas contracciones. Ella debajo y Luis encima metiéndole rítmicamente la polla en su boca mientras hacia un buen trabajo con su lengua en la entrepierna de mi mujer. Yo entretanto tenia de nuevo mi polla a punto de reventar y me hacia una paja a ritmo suabe pues no me quería correr inmediatamente, mientras no me perdía detalle de todo lo que allí pasaba. Al poco Luis se incorporó.
Le abrió bien las piernas a mi mujer y le dijo “te voy a meter la polla, ya no aguanto más, si te duele dímelo que no te la meto totalmente”. “No te preocupes -le dijo mi mujer- Mi coño está acostumbrado a estar lleno”. “¿Entonces tu marido también calza buen aparato?”, le preguntó Luis. “No que va, la polla de mi marido es normal, lo que pasa que nos gusta que se lubrique el puño y me lo acabe metiendo entero en el coño”. “Uauuu -dijo Luis- Eso me excita… Pero por el momento te voy a llenar el coño con mi polla luego ya veremos”.
Mi mujer se abrió bien de piernas y pude ver como Luis le comenzaba a introducir la polla poco a poco en su coño. Cuando le tenía metida la mitad comenzó a dar movimiento rítmicos de mete saca y con cada empujón la polla se le metía un poco más. En un momento mi mujer dio un pequeño aullido. “¿Te duele?” preguntó Luis. “Un poco, pero sigue, no te pares métemela entera hasta los huevos”. Dicho y hecho, Luis con un empujón final le introdujo su polla hasta el fondo. Le puso las piernas de mi mujer por encima de sus hombros, lo cual me permitió a mi ver como aquella polla llenaba todo el perímetro del coño de mi mujer, la cual comenzaba a suspirar y dar pequeños aullidos de placer.
El mete saca de Luis cada vez fue más intenso, los alaridos de mi mujer también y mi paja era cada vez más rápida. Creo que mi mujer tuvo un par de orgasmos, pues Luis era un potente caballero, estuvo lo menos 5 minutos con el mete-saca hasta que los tres nos corrimos prácticamente a unísono. Mi mujer tuvo un tremendo orgasmo por lo que pude observar por sus piernas temblorosas por encima de los hombros de Luis. Luis lo mismo pues la leche de su polla salía del coño de mi mujer con intensidad, aun antes de sacar su polla y yo tuve una corrida espectacular contra la puerta del vestidor.
Ambos se tumbaron boca arriba exhaustos encima de la cama. Y así estuvieron en silencio unos minutos, se veía que habían quedado bien servidos por sus respiraciones aceleradas las cuales fueron siendo más pausadas a medida que pasaban los segundos.
“Bueno, tendremos que vestirnos” dijo mi mujer al poco. “¿no te apetece que echemos otro” dijo Luis. “¿otro?” me pregunté yo… “¿No has tenido bastante?” Le preguntó mi mujer”. “Si, yo aquí ya me daría por satisfecho, pero la verdad que el morbo de acostarme con la mujer de mi jefe, junto con la excitación de poder meterte mi puño en tu coño, la verdad que me excita” respondió Luis, y la verdad que le excitaba, pues según decía esto su polla que estaba en reposo, volvió de nuevo a estar activa. Mi mujer que se percató la cogió con ambas manos y comenzó a meneársela. “¿Dónde tienes el lubricante?” pregunto Luis.
Mi mujer si incorporó, se fue a la cómoda y de un cajón saco un bote. Se lo pasó a Luis quien abriéndolo se lo puso en buena cantidad en su mano derecha. Ambos se pusieron en posición del 69. Mi mujer debajo y Luis encima. Mi mujer se llevó la polla a la boca mientras la pajeaba suavemente. Luis comenzó dándole una lametadas a los labios y clítoris de mi mujer, pero al momento comenzó a meterle primero dos dedos, luego tres, luego cuatro, un poco después los cinco dedos.
A medida que Luis metía dedos mi mujer se abría más de piernas. Luis comenzó un mete-saca con la mano haciendo cada vez más fuerza con el puño hasta que transcurridos unos instantes el coño de mi mujer hizo “Plof” y el puño de Luis entró totalmente en su coño. Luis comenzó un mete saca más intenso y poco a poco comenzó a meterle más el brazo.
Cuando se lo metió como hasta cinco centímetros después de la muñeca mi mujer dio un pequeño aullido de dolor, se sacó la polla de la boca y le dijo “No lo metas más ahí, me haces daño”. De nuevo se metió la polla en la boca y Luis comenzó un mete-saca casi salvaje a un ritmo muy acelerado lo que provocó que mi mujer tuviese un intenso orgasmo que yo diría que más se parecía a una pequeña meada. Luis apretó los dientes y se corrió dentro de la boca de mi mujer la cual casi se atraganta. De nuevo se tumbaron boca arriba en la cama, mientras yo no perdía detalle. Aquello me gustó de forma espectacular, pero mi polla ya no se volvió a poner erecta después de la segunda paja.
A los pocos minutos mi mujer le dijo a Luis “Bueno, creo que debemos ducharnos y vestirnos, mi marido puede venir en cualquier momento”. “Esa es la pena” -le contestó Luis- “porque si tuviésemos más tiempo, te volvería a follar”. ¿Otra vez?, me preguntaba yo, este tío es incombustible ¿Pero no se cansa?
“¿Serias capaz a echar otro?” -le preguntó mi mujer. “No lo dudes, eres sin duda la mejor mujer a la que me he follado y te aseguro que han sido unas cuantas, tienes una forma muy especial de hacer el amor, muy intensamente, besas con lujuria, chupas la polla como nadie y te prestas a todo, aparte que tienes la capacidad de aguantar mis embestidas sin rechistar y tus corridas son intensas, me presta porque agarras de piernas y subes el coño como nadie cuando te corres”.
“Gracias por el piropo, mi marido también me lo dice, aunque él no es capaz de echar más de dos seguidos”. “Es normal -añadió Luis- él te tiene a disposición a todo momento… Después de esta jornada intensa, te echaré de menos, no podemos seguir con este juego, aunque a mí me gustaría, pero la verdad es que le tengo mucho aprecio a tu marido y no me gustaría que se enterase”.
“No te preocupes, tendremos más oportunidades, mi marido en ocasiones se va fines de semana al extranjero, por cuestiones de negocios, cuando eso suceda te llamaré para que me hagas compañía, y ya sin la presión de que nos pille podremos follar toda la noche…”.
Al poco se incorporaron se ducharon y se fueron a la salita a vestirse. Yo salí de casa por donde había entrado y me fui a por mi coche, como a la media hora estaba de regreso. Al entrar observé que cada uno estaba sentado en un sillón. Saludé efusivamente nos tomamos unos cubatas, mientras conversamos. Ya se había hecho muy de noche asique pese a que Luis quería regresar a su casa lo invitamos a que se quedara a dormir y ya por la mañana haría el viaje de regreso más descansado. Preparamos una de las habitaciones de invitados y así lo hicimos.
Aprovechamos la noche conversando de cosas superfluas que nada tenían que ver con el trabajo y a eso de las 2 de la mañana nos fuimos a acostar. Esa noche le eché un par de polvos a mi mujer, “si un día se tercia, igual hasta te echo tres polvos” le dije a mi mujer. Entre risas nos relajamos y nos quedamos dormidos.
A la mañana Luis regresó a su casa y mi mujer y yo tuvimos todo el día para hablar. Quedamos en seguir con Luis como amante de mi mujer, la cual se corría (según ella misma me confesó), solo de pensar en su polla y lo bien que la follaba. Debíamos organizar una nueva estrategia para el próximo sábado.
Pero eso se lo cuento en una tercera parte.
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Que relato más Rico, que mujer más ardiente. Saludos
Buenísimo!!! Leí las 2 partes, esperando la 3ra