Trabajando en el mercado con una amiga de mi madre

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Me llamo Javier y lo que les voy a contar sucedió de verdad, me acuerdo cuando nos graduamos le dije a mi madre que quería trabajar, para tener algo de dinero y divertirme los fines de semanas con mis amigos.

Así que ella habló con su amiga Claudia que tenía un puesto en el mercado, vendiendo frutas, ella era una mujer de unos 46 años más o menos con dos hijos, que tenía a su cargo, ya que su marido los había abandonado, es una mujer bonita algo rellenita, sin llegar a estar gorda buenas tetas yo diría ricas tetas, y un culito paradito, que la hace muy apetecible a cualquier hombre estar íntimamente con ella.

Así que empecé a trabajar con ella, era un puesto pequeño que casi no nos podíamos mover sin tener contacto con nuestros cuerpos, me acuerdo que ese día llevaba unos jeans pegaditos que resaltaba su empinadito culo más, una blusa blanca que transparentaba su brasier del mismo color y sus hermosas tetazas que casi se le salían, es una mujer muy educada al hablar y muy generosa con la gente.

Me dijo que fuera poniendo las frutas afuera del pequeño puesto y así lo hice, una vez abrieron las puertas del mercado y empezó a entrar la gente, me metí adentro del puesto y empezamos a despachar a los clientes, yo estaba sudando la gota gorda, porque cada vez que nos cruzábamos yo rozaba su hermoso culo, y también sus tetas, tenía que poner mucho de mi parte para controlarme y evitar una erección de mi pene.

Pero era casi imposible y sucedió lo que tenía que suceder se fue parando poco a poco mi pene, ese bulto ya se me notaba y para que ella no se diera cuenta cuando tenía que pasar por detrás de ella lo hacía de espalda, para no sintiera en su culo mi pene parado, pero con al ajetreo de los clientes en una de esas pase sin darme cuenta por detrás de ella, y le recosté toda mi verga, por su culito, se tuvo que dar cuenta pero no dijo nada, y si noté que ella se movía más y buscaba pasar de un lado para otro, recostándole mi pene.

Terminamos la faena y yo apenado por si me decía algo, me fui rápido a la casa.

Al llegar a mi casa lo primero que hice fue meterme al baño, para masturbarme recordando que me había restregado ese hermoso culo, apretadito por mi verga y en par de ocasiones con mis codos rozaba esas tetas grandes.

Al día siguiente la señora Claudia vino con una falda negra y unas botas hasta las rodillas y otra blusa con un escote que parecía que fueran a salirse esas tetazas.

Pasó lo mismo que ayer, pero esta vez viendo que en el primer roce no se inmutó, yo ni corto ni perezoso dejé mi vergüenza a un lado, y cada vez el recostamiento de mi pene sobre ella era más continuo por parte mía, es más, le digo que en una de esa estuve detrás de ella como un minuto sintiendo la rajita de su culo, entre mi pene ya que la tela de su falda era delgadita, y yo sentía el pene con pulsaciones cada vez más fuertes sobre su rajita, y claro ella también lo tuvo que sentir, yo ya sentía cada vez más confianza.

Pasaba de un lado a otro, aunque no hubiera clientes y es más le ponía las manos en su cintura para apretarla más y hacer el recostamiento más fuerte.

En una de esa fui más atrevido a ver hasta donde me hacía llegar la señora Claudia, un cliente pidió unas manzanas, que estaban cerca donde ella, y con mis manos para agarrarlas le toqué las tetas, fue allí donde me di cuenta que tenía vía libre para hacer todo.

Ya la situación la manejaba yo, puse mi mano en una de sus nalgas y empecé acariciarla, se veían que estaban duritas y bien paraditas, me atrevía a más, fui levantándole de a poquito a poquito la falda, hasta que llegué a sus bragas, eran también de color negras y con mis dedos le separé sus braguitas y toqué su sexo, que por cierto lo tenía bien mojadito, y empecé a meterle mis dedos dentro de su conchita, notaba que sus labios vaginales succionaban con fuerza mis dedos, y eso me excitaba más, era una sensación muy rica lo que estaba yo sintiendo con ese sexo tan mojadito.

Menos mal que ya estaban cerrando el mercado, y cuando se fue el último cliente, le terminé de subirle la falda y esa vista de ese culito paradito con bragas negras y sus botas altas la hacían ver más sexy.

Me bajé los pantalones y saqué mi verga que estaba bien dura, menos mal que las cajas de las frutas nos tapaban y los otros puestos no sabían y no podían ver lo que pasaba allí.

Le metí otra vez mis dedos en su conchita mojadita y con su flujo vaginal fui lubricando mi verga, busqué con mis dedos su agujero anal, introduje primero un dedo luego dos, hasta llegar a tres, y luego empecé a penetrarla con mi pene poco a poco, mientras que con mis manos acariciaba y metía en su conchita, era tanta la excitación de los dos, que de un zarpazo introduje todo mi pene en su culo.

Pegó un pequeño grito, y acto seguido me dijo “cógeme ya que no puedo más”, así que empecé a sacárselo y metérselo mientras que ella gemía cada vez con más fuerza, y enseguida me dijo “me vengo ah ah ah que rico ya había olvidado lo rico que es esto” y fue cuando solté un buen chorro de mi leche dentro de su culo.

Nos quedamos un buen rato así, y me digo que no pensara nada malo de ella, que era mujer y que necesitaba de eso más, así que yo le respondí que podía contar conmigo porque yo había disfrutado mucho de ella, nos dimos un beso y nos fuimos…

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