Con la cola deseosa de coger

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T. Lectura: 6 min.

Hola amiguitas, espero que se encuentren satisfechas y felices. Les cuento, algo que me súper excita es ponerme zapatillas de tacón, tanto que cuando comencé a conseguir de mi talla (de chica trans, aunque tengo pies pequeños), ya estando en casa y al probármelos, de inmediato me venía sin siquiera tocarme mi diminuto pene. Me encanta hacerme pedicure, ya que me quedan unos hermosos pies, para usar unas lindas zapatillas. Adoro sobre todo los destalonados, tacón alto, con la punta abierta, de correas para sujetar el pie y de colores rojo, dorado, negro, plata o azul obscuro.

Una cosa me acontece periódicamente y es que me posee el irresistible deseo de un hombre haciéndome el amor. Comienza leve, pero con el paso de los días aumenta hasta volverme casi loca. Me inundan las ganas de besar un pene, chuparlo y sentarme en él. Ese fin de semana las hormonas hicieron su función, estaba delirando, casi salí a la calle a gritar que necesitaba un hombre que me llenara la cola con su pedazo de carne. El que fuese, no me importaba su facha, sólo que portara una hermosa verga, gruesa, grande, húmeda y cabezona.

Por suerte, me llamó un amigo que conocí en chat de citas transexuales. En seguida, quedó de venir a mi departamento. Llegando se abalanzó sobre mí, besándome y tocándome por todas partes. Yo estaba en sandalias de tacón mule, sin medias, ni liguero, pero con sostén color lila de media copa, escote profundo, encaje transparente; un vestido mini diseño de red con abertura en la entrepierna, mangas ajustadas a la altura de los pechos con hombros desnudos, un escote a media espalda, de lo largo a la mitad de las nalgas, dejando ver la parte baja de mis cachetes.

Mi maquillaje era discreto, una peluca negra hasta los hombros, las uñas de manos y pies pintadas de un rojo intenso, me había dado un baño de burbujas y exfoliado piel y cutis de la cara, así, que estaba suave y muy tersa. Apliqué perfume francés y una crema especial alrededor del ano, al que depilé bien, todo con lo cual, quedé súper linda y sumamente atractiva. Lista para recibir en mi ansiosa cola de putita un enorme y grueso pene.

Como había usado unas copas pezoneras de succión, mis pezones, estaban erectos e inflamados, se veían divinos y suculentos; los pezones formados como si hubiera amamantado un bebé. Al llegar Jerry, se quedó boquiabierto abriendo tremendos ojos. Entró al departamento al tiempo que se sobaba la entrepierna, se le notaba que ya traía el pito parado. Ne dijo que venía pensando en mí, lo que provocó que ya estuviera caliente. Me saludó con un beso en la boca y un abrazo poniendo sus manos en mi trasero. Pegué un gritico de placer, -Ay papacito, muy bienvenido, te extrañé-.

Jerry, me tomo de una mano y dándome una vuelta, me miró fascinado, -Mamacita, qué buenota te ves- Miró mis pechos notando los pezones hinchados y erectos a través de la ropita. Enseguida, me bajó un poco el vestido y luego, las copas del sostén comenzando a besarlos, chuparlos y morderlos. Yo estaba tan caliente que casi me chorreo. Me le zafé para evitar esto y me cubrí los senos con ambas manos en un gesto muy sensual. Se sentó en un sofá y yo en sus piernas, de inmediato puse una mano en su bulto, sobando y apretando.

Mi ano ya lo había probado y recordaba que una delicia, ya que tengo memoria anal. Mi cola recuerda cada pene que recibió gustosa. Pero además, mi boca y nariz recuerdan cada pito que besé y mamé. En los últimos meses, me había nacido un nuevo fetiche, me encantaba el fuerte y excitante olor que despedían el pubis, el pene y los testículos, pero ahora, sobre todo, si el hombre no se había lavado en unos días. Era fascinante y lo disfrutaba cada vez más.

Así, que aspiré con fruición esa delicia de la polla de Jerry, un aroma a sudor púbico de varios días, mezclado con orina, con líquido pre-seminal de ese momento chorreando desde el orificio de ese pito enorme y un olor añejo de semen, mezclado con no sé qué, si la cola de otra chica trans o líquidos de mujer. El punto es que era toda una fascinación, me llené de su aroma y lo lamí lentamente hasta que quedó limpio su miembro y mis labios oliendo a esos aromas.

Después, pasé a masajear y oprimir su fierro candente de tibia carne con ambas manos, imaginando ya darme violentos sentones en él. Le dije, -papi, quiero ver tu verga, mi amor-, inmediatamente se incorporó y se bajó pantalón y trusa, saltando retador un hermoso pene. Era realmente divina esa polla, me hacía enloquecer de placer. Tal como lo recordaba era una magnifica herramienta de carne viril, esperando por esta putita homosexual-a que soy.

Me mamó durante un buen rato mis pechos concentrándose en los pezones, mordisqueándolos y succionándolos, entre tanto, sentado y como pudo, se bajó pantalones y trusa, liberando completamente su enorme polla, la cual, recibí con un gritico, pero al fin grito, muy de zorra y la tomé con una mano pajeándola suavemente. Me encantaba cómo me chupaba los senos y como su fierro se ponía cada vez más enhiesto. Pensé o dije en voz basa, -Ay, ¿qué si seré puta?- alcance a escuchar una respuesta -¿Lo dudabas con mi pito en tu boca? Fingí un poco de pudor.

Luego, le dije, -Ay papi, quiero sentir en la boca el sabor de tu pene, ¿quieres que te lo bese y te lo mame? Enseguida, tomándome de los hombros me hincó frente a su pubis. Me detuve oliendo nuevamente su vello púbico y la cabezota de su polla. Me relamí los labios y se la besé con delicadeza, sutilmente mis labios besaban esa verga hermosa, apenas la tocaban, mientras con tres dedos se la pajeaba igual de suave, apenas tocando su tronco y bajando y subiendo el prepucio. Adoraba esa polla y amaba aún más chuparla y besarla.

Quería que le saliera el pre-seminal para saborearlo y tragarlo. Duró varios minutos esa sutil mamada, con cada suave lamida se ponía más dura y la cabezota más brillante. Se la mamé luego con más fuerza y ahínco, otros minutos más, deseaba que el olor a pito impregnara mi boca, besaba su glande, se lo absorbía y mordisqueaba, lo lamía pasando la lengua desde la cabezota hasta la base en el pubis. Luego, no aguantaba más y le pregunté, -Papi, ya quiero que me la metas, pero toda de una embestida en mi cola, no importa que me la lastimes-.

Jerry me llevó hacia un banco alto que tenía casi sólo para que me cogieran mis amantes, me sentó pidiéndome que cerrara las piernas, mis nalgas se acomodaron sobresaliendo del asiento, de manera que quedaban muy provocativas y ambos cachetes como aumentados en su volumen. Se me veía un hermoso y caliente trasero, el apretado ano por la posición quedaba justo al borde del asiento redondo del banco.

De repente, Jerry, cuando pensé que me la iba a meter, puso su rostro en mi trasero, con ambas manos separó los cachetes y colocó su rostro en medio de la zanja, comenzó a comerme divinamente el ano, me metía su lengua, ponía su nariz en mi remolinito de amor. Lo besaba y de nuevo, la lengua entraba y salía. Yo estaba de plano ya en el cielo de las putas, mis ojos cerrados y mi rostro creo se había transformado expresando puro placer. Después de unos minutos se incorporó y colocó su durísima verga en medio de mis nalgas.

Entonces, lo acercó y colocó la cabezota en la entrada de mi zanja, en medio de mis voluminosas nalgas. Jugó un poco introduciéndola en el medio, yo como putita dócil, me reacomodé recorriendo el trasero hacia afuera del asiento del banquillo, quedé con la parte de mis bolitas en la orilla del asiento, de modo, que mis nalgas estaban más accesibles para lo que él quisiera hacer. Con su pito en esa zona jugó pasándola de arriba abajo varias veces, luego, la tomaba con una mano y me metía sólo la puntita, recomenzando el juego de pasarla arriba y abajo.

Me decía -¿cariño, quieres que te coja y te meta sólo la cabeza? Respondí rápido -Ay no papi, métemela, pero toda, la quiero toda hasta el fondo-. Realmente era una verga gruesa, grande y una delicia. El ano me palpitaba de deseo, como llamando desesperadamente a esa enorme cosa detrás mío. Estaba temblando llena de morbo y loco deseo de sentir esa polla abriéndome la cola de una sola embestida.

De pronto, me sentí como mareada e invadida de enorme lujuria y temblando con la respiración entrecortada comencé a balbucear como una loca -mi amor, ya quiero que me des tu verga, ¿me la das ya, pero toda? La quiero muy grande y muy dura, muy gruesa y húmeda, ¿si, te puede poner más dura para clavármela?-, quédate así. –Ay papi, es que soy muy puta y adoro que me la claves en el ano, pero lo más erecta posible. La quiero toda de sopetón mi amor, no importa que me rasgues y destroces mi vagina de trans. ¿Me das?

Estaba excitada como nunca, seguí balbuceando, -adoro tu verga muy parada, papi. Me encanta tu olor y sabor, la quiero toda, qué delicioso pito tienes, papacito. Dámela bien dura toda. Me encanta que me cojas-. Con estas locas y pirujas palabras se animó y me dejó ir de sopetón todo su fierro viril. Alcancé a decir casi gritando de gusto, -Ay, así, métemela más, la necesito bien dura abriéndome toda la cola. Luego, dame tu semen dentro de mí, dale papi. Dame un baño de semen en mi entresijo. Dame toda tu lechita y préñame, mi amor.

Me daba bien duro, yo me concentraba en el grosor de su polla y cómo mi ano la recibía abriendo cada milímetro, como si mis pliegues rectales se pegaran a su grueso y enorme tronco. Me abría más las nalgas y entraban unos milímetros más, hasta que me metió toda su longitud y grosor. Me dolió ya que mí ano tardaba un poco en dilatarse, me la sacaba hasta a punta y me la volvía a meter hasta el fondo, casi con violencia.

Empecé a gemir y a ahogar unos griticos de dolor. Me dijo -¿te duele putita? -Ay sí, papi, pero me aguanto, me arde la cola, pero no me la saques. Métela toda y quédate quieto hasta que me dilate y aguante tu enorme verga.

Me siguió cogiendo de lo lindo, embistiendo duro y de pronto, puso sus manos en mi cadera sujetando muy fuerte y aumentando aún más el ritmo, explotó en mis entrañas, su pene parecía ensancharse y crecer con cada chorro de semen que expulsaba en mi intimidad. Me pareció que me echaba varios litros y pensé que me preñaría con cuatro o cinco bebés. Claro, era imposible soy una mujer trans, pero en mi locura me sentía ya embarazada.

Cuando terminó dejó toda su verga dentro de mí, aún bastante dura. Sentí que amaba a aquel hombre y a su pito. Pasados unos minutos, bajó su erección y me la sacó escurriendo de su semen y mis líquidos anales, pero conservé gran parte de su lechita dentro de mí. Se recostó a un lado del sofá y así, semi-encuerada como estaba, dormité un poco soñando que ese pene se quedaba por siempre en mi entresijo. Ciao amiguis, espero que les haya gustado este relato.

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