Con la comida no se juega

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T. Lectura: 5 min.

Mi madre siempre me decía que “con la comida no se juega” cada vez que yo hacía alguna tontería. Muchas veces rompí esa regla por ser una inmadura, pero hubo una vez que la rompí por estar salidísima. Lo que te contaré hoy mi querido lector o querida lectora pasó hace varios años atrás.

Pasó en uno de esos días de verano en los que el calor era mortal. Mis padres no estaban en casa toda la mañana de aquel día por lo que aproveché el tiempo a lo grande. ¿Cómo? Pues masturbándome. Ahí estaba yo, con la ventana de mi habitación totalmente abierta para que entrase la brisa, el ventilador encendido girando sus casi 180 grados chorreando aire sobre mi desnudo cuerpo tumbado sobre la cama, disfrutando del manoseo que me estaba regalando viendo videos porno, gimiendo sin vergüenza a que alguien de mi casa me escuchase y con el volumen del móvil al máximo para disfrutar de los gritos de placer de las actrices.

Vi varios videos durante mi jornada mañanera, todos sobre mujeres masturbándose, pero hubo uno que me llamó mucho la atención. El video trataba sobre una mujer desnuda tumbada en la cama mojando su cuerpo con miel y masturbándose con un pepino. La actriz, que he de decir que estaba increíble, exageró muchísimo su excitación mientras se estaba metiendo el pepino en su vagina, pero aun así me puso cachondísima.

Mientras veía el video me metía los dedos con la misma velocidad que ella se metía el pepino. Su cuerpo era hermoso y más aún con la miel cubriéndola. Sus gemidos eran divinos y sus expresiones faciales me enamoraron. Poco a poco ella estaba alcanzando el orgasmo y yo aumentando el ritmo de mi dedeo, su cuerpo temblaba tanto que… se acabó el video. Solo duró 12 minutos y encima me dejó con la miel en los labios (nunca mejor dicho).

Me quedé un rato en silencio, quieta (aún con mis dedos dentro de mi vagina) y pensativa. “¿Por qué no me masturbo con un pepino?” era la idea que rondaba en mi mente. En aquellos años yo no tenía ningún juguete sexual por lo que yo estaba tentadísima. Tras un buen rato ensimismada, decidí hacerlo. Me levanté decidida de mi cama, recorrí el pasillo y bajé las escaleras para llegar a la cocina con mis tetas rebotando todo el camino y mi coño mojándome los muslos. Abrí la nevera y busqué un pepino, el más largo y ancho que hubiese.

Encontré uno perfecto, uno que quizás medía 16 centímetros, un poco ancho por la punta y muy liso. “¿Y miel?”. Busqué el bote de miel, al encontrarlo eché un poco de miel en mis dedos para sentir el espesor. Personalmente no me gusta nada el sabor de la miel, pero todo sea por experimentar y explorarme sexualmente ¿no?. Con todos los ingredientes listos volví a mi habitación excitada con lo que iba a hacer.

Dejé el pepino y el bote sobre la mesilla de noche, puse una gran toalla sobre mi cama para no mancharla, me tumbé y decidí comenzar. Fui echando la miel poco a poco sobre mi vientre, llenando mi ombligo. De ahí subí para que el chorro mojase mis tetas. Paré, dejé el bote a un lado y empecé a restregarme la miel por todo el cuerpo, respirando lentamente y disfrutando del tacto de mis dedos bañados en el dulce líquido. La miel se iba esparciendo por todo mi cuerpo, haciendo que mi blanca piel adoptase un color dorado que brillaba con los rayos de luz que entraban de la ventana.

Mi piel empezó a tener una textura suave y viscosa a la vez y el olor de la miel, que no me gustaba, empezó a excitarme. Mis pezones estaban muy duros, comencé a jugar con ellos pellizcándolos y a masajearme las tetas. Solté varios suspiros de placer al sentir el dolor y la suavidad de las yemas de mis dedos recorrer la fina piel de mis senos. De nuevo, eché miel sobre mis pechos y me los masajeé con más pasión e intensidad.

Cuando acabé de disfrutar de mis tetas, fui echando un largo chorro de miel sobre mi monte de venus, dejando que el frío líquido fuese deslizándose lentamente sobre mi vulva hasta pasar por mi perineo y acabar sutilmente en mi ano. Al acabar de bañarlo comencé a masajearme la vulva de la misma forma que lo hacía la actriz. Mis dedos se deslizaban sin problema alguno y se escuchaba la viscosidad con total claridad.

Metí mis dedos en el coño y comencé a masturbarme intensamente. Cerré mis ojos para sentir mejor mi manoseo, mis tetas no paraban de vibrar, los dedos de mis pies se retorcían de placer, mis muslos se agitaban por el tembleque y mi boca soltaba un continuo, agitado y agudo gemido acompañado de los síes y de los “dios mío” que me soltaba a mi misma.

Paré antes de acabar y llegar al orgasmo ya que quería probar el pepino. Agarré el vegetal y me lo metí en la boca, haciéndole así una muy húmeda mamada. Al acabar, bañé el pepino en miel y lo esparcí como si estuviese masturbando un pene de verdad. Eché más miel sobre mi coño. Ya lista, encaré la punta del pepino ante mi vagina y fui metiéndome el vegetal lentamente hasta el fondo. Empecé a follarme con el pepino mientras manoseaba una de mis tetas, la sensación era incluso mejor que con mis dedos.

Las penetraciones fueron lentas al principio pero fui subiendo el ritmo, acabando estas en ser rápidas e intensas. Estaba más excitada que antes, más revolcona que antes y más gritona que antes. Mi cuerpo no paraba de temblar por el placer y mis gritos se podrían estar escuchando por todo el barrio. Llegué a un orgasmo que me obligó a sacar el vegetal del coño y soltar un squirt que mojó mis pies, toda la cama y parte del suelo. Paré un rato para tomar aire y secarme el sudor de mi cara.

Tras ello, eché más miel sobre mi vulva y volví a masturbarme con el pepino con la misma intensidad de antes. No tardé en volver a alcanzar el orgasmo y soltar otro chorro que mojó aún más las mismas zonas de antes.

Tomé otro descanso aún más largo para relajarme, dejé el pepino a un lado y fui manoseándome el cuerpo para sentir todo lo mojada que estaba. Quise verme en el espejo. Me puse de pie y frente al espejo fui admirando cada detalle de mi cuerpo bañado en miel y sudor a la vez que me tocaba por encima de la vulva. Me encantaban las vistas, me excitaba verme así, comencé a dedearme de pie pero suavemente. Agarré de nuevo el pepino y el bote, me senté frente al espejo con las piernas abiertas dejando al descubierto mi vulva, eché más miel sobre mis pechos, bañé también el pepino y frente al espejo empecé a penetrarme con el vegetal con un ritmo relajado.

Fui fijándome en cómo los pliegues de mi vulva se abrían cuando sacaba el pepino y se hundían cuando me lo metía, en como sonaba mi vagina por la miel y en como había dejado el suelo mojado por mis chorros. Aumenté el ritmo intensamente, mi cara se puso roja y mis expresiones faciales eran un poema pero muy sensuales, se veía que disfrutaba cada centímetro del pepino, no solo en mi cara sino también en el temblor de mi cuerpo que hacía que mis tetas no parase en vibrar. Entre gritos agudos de placer alcancé el tercer orgasmo acompañado del último squirt que terminó mojando el espejo, distorsionando la imagen de mi cuerpo.

Esta vez tomé un descanso largo, mentalizándome por lo que había hecho y de lo tanto que había disfrutado. Miré la hora en el móvil y me di cuenta de que faltaba menos de una hora para que llegasen mis padres. Tocaba limpiar la faena. Eché la toalla a lavar, fregué el suelo y limpié el espejo “¿Para qué usar agua si ya está mojado?” Pensé. Me di una ducha rápida, no fue nada, solo me mojé para limpiarme del sudor y la miel. Eché perfume en mí y en la habitación para camuflar el olor.

Me puse unos tirantes que dejaban a la vista mi vientre y unos shorts que usaba solo en casa. Al ver el pepino se me hacía impensable dejarlo donde estaba, por lo que lo limpié con agua y comencé a hacer una ensalada con otros ingredientes para así no tener que tirarlo ni que mis padres se comiesen el pepino que su hija rato antes se lo metió por el coño en un momento de lujuria descontrolada.

Y aquí acabaría mi experiencia con la comida. Recordad, no juguéis con la comida, pero si lo hacéis tampoco la desaprovechéis.

Muchos besos lectores y lectoras.

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8 COMENTARIOS

  1. Me ha encantado el relato, pensar que lo hiciste de verdad es excitante, además de que me pone bastante eso de mojar todo el cuarto y la miel por el cuerpo.

    • Siempre hay que probar cosas nuevas, no? Jajajaj. Gracias por el comentario y me alegro de que te haya encantado!

  2. Que bueno que ya estas de vuelta Mónica, se te extrañaba. Y que relato más exitante y sucio. Tus relatos de experiencias reales son los mejores.

    • Gracias!!! Me alegro de que te guste, supongo que es más morboso saber que todo lo que lees pasó de verdad jajajaja

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