Construyendo paraísos (8): Finales felices y disfrutar mirando

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Durante todo este tiempo que llevamos con la invitada no he querido tomar ninguna iniciativa, no fuera a ser que se volviera contra mí y diera al traste la estupenda semana que llevamos, las primeras veces fueron inesperadas, ni tampoco imaginadas por mi (no sé si alguno de los encuentros con Nore fueron premeditados por ella), que me viera sorprendido no significa que no fuera deseado, el primer día no miré por la ventana pensando en hacerme un paja, fue la visión lo que hizo excitarme. Como discurrían las cosas fui buscando la manera de propiciar que algo pasara, como la cena romana, el rato de piscina fue más descarado, pero fue Tara quien se metió la polla en su coño. No había que desaprovechar la ocasión que me servían en bandeja.

Después de cenar, nos sentamos relajados en los sofás-balancín del poche contemplando las estrellas. En la conversación, tras rememorar lo acontecido en el día, lanzarlas unos cuantos piropos bien merecidos, decirlas que me estaban dando todo lo que un hombre podía desear, por partida doble y estaba más que encantado y satisfecho.

Nos quedaban un par de noches juntos los tres, la intimidad entre nosotros era plena, no quería dejar pasar la oportunidad, aposté fuerte y les propuse a las dos una de mis fantasías sexuales, no es ninguna rareza, más bien es un sueño erótico que tiene la mayoría de los hombres. No es otra cosa que pasar la noche juntos, ellas y yo en nuestra gran cama de dos metros de ancha, en la habitación con espejos, si con dos parece con el reflejo que estamos más gente en la cama, con tres parecerá una orgía.

Les planteo dormir juntos, lo que pase después ya veremos, una cosa puede llevar a otra y dar mucho juego y placer.

Nore dejó la decisión en manos de Tara, como yo por la mañana para hacer de jardinero íntimo, quizás debí haberlo propuesto primero a Tara, tampoco se trata de conspirar y que nadie se sienta condicionada. Proponerlo abiertamente propicia contarnos cómo nos sentimos, crear confianza, debate y reflexión conjunta que evite malos rollos, sin poner en un brete a nadie, aunque Tara se vea en la tesitura, habría estado mal que lo habláramos Tara y yo y si acordáramos que sí plantearlo a nuestra invitada, entonces sí sería forzado.

Ellas querían que les explicara esa fantasía, me decían entre risas que no querían que un hombre se aprovechara de ellas. Les dije que ya que estamos tan bien juntos por el día, ellas asentían con la cabeza, continué diciendo que podemos prolongarlo los tres en la habitación grande, les dejaría los lados para ellas, yo en el medio, de tal forma que me diera la vuelta para donde me la diera, me iba a encontrar con alguno de esos estupendo cuerpos. Al explicarlo me estaba excitando, pero eso lo intenté disimular.

Hablamos de ronquidos, de manotazos y patadas involuntarias (o no) mientras dormimos, nos dio para un buen rato de velada, contando rarezas, sueños recurrentes, experiencias nocturnas. Al final consensuamos en cumplir mi fantasía, a condición que les tenía que dar un masaje completo mañanero con final feliz. Fue Tara la que le puso los “dientes largos” a Nore, contando lo rico que le saben los masajes que le doy muchas mañanas.

Nos dieron las tantas, cuando llegó la hora de ir a la cama, yo no sabía se sería capaz de dormir, me sentía como en la primera noche de campamento escolar. Tara se tumbó en su lado de costumbre y Nore al otro lado, yo me deslicé desde los pies de la cama, por el centro y me quedé tumbado boca arriba, la visión se me quedará grabada para toda la vida.

Tres cuerpos desnudos quedaban bien definidos entre las sábanas de raso brillante azul oscuro de la cama. Nos echamos unas risas al vernos en el espejo del techo. Ya hubo quien dijo que le picaban los ojos del cansancio y apagamos la luz. No dejé pasar la ocasión de acariciar a las dos a la vez, una con cada mano, pasándola suavemente por las caderas y sus culetes. No quise ser pesado y dejé dormir no sin antes darle un beso de buenas noches a Tara.

Me despertó la luz del sol que entraba por la ventana, la sábana de arriba se fue resbalando y quedándose Tara con ella, es algo friolera y le gusta estar arropada, en invierno se arrima a mí para que le dé calor. Nore dormía de lado, un poco acurrucada, desde mi posición veía su trasero, algo mayor que el de Tara, pero bien redondeado y en su sitio, en el techo se veía todo su cuerpo, su pecho que sobresalía de lo que tapaba el brazo que pasaba por encima, contorneados muslos y sugerentes piernas.

Suelo amanecer con el arma preparada y esa vez no fue distinto. No quería importunar, pero me resultaba irresistible ver y no tocar, estando a mi alcance. Me di la vuelta del lado de Nore y me abracé a ella, pasé mi mano por encima y la posé despacio sobre su teta, las tiene más grandes que Tara y mi mano no las abarca, me sabe delicioso juguetear con sus tetas y sus pezones.

Mantengo a distancia mi miembro para no violentar, pero mientras acaricio sus pezones noto que su trasero hace contacto con mi parte más sobresaliente de mi cuerpo en ese momento, es la punta de mi polla, fue un instante porque la aproximación continuó, era el culete de ella que venía a mí. Le di los buenos días y ella se fue desperezando apretándose a mí. Encajando mi miembro entre sus piernas, sobresaliendo la punta por delante de sus muslos.

Un sublime despertar que culminó con el acercamiento de Tara por detrás, primero fueron sus pezones los que contactaron con mi espalda y luego le siguió todo su cuerpo. Hicimos un emparedado conmigo en medio. Aquello era más que lo que podía soportar mi imaginación y mi visión. Tuve que poner orden antes que nos acelerásemos, se elevara la temperatura y llegáramos al punto de no retorno, donde se da rienda suelta a los sentidos y goce desenfrenado.

Les dije que lo prometido era los masajes y no era cuestión de empezar por el final feliz, ya llegará en su momento. Le digo a Nore que se quede tumbada boca abajo, Tara y yo nos colocamos cada uno a un lado, nos damos aceite en las manos y le damos un masaje a 4 manos. Dejamos que nuestras manos se deslicen por su espalda, casi solas, desde los hombros hasta sus muslos, incluidos. Resulta gratificante para la masajeada, como sus masajistas, de vez en cuando nos damos un morreo Tara y yo mientras sobamos a Tara si mirar donde se van las manos.

Tras un ratito de caricias, frotamientos, golpecitos, pinzamientos, presión, incluso surcos con las uñas de Tara, dejando la espalda levemente enrojecida a rayas. Le digo a Tara que se tumbe al lado, como ella, le echo un poco de aceite por su culito y se lo esparzo con una mano, mientras la otra mano le da el mismo masaje en el culo de Nore, dos manos para dos culos y alrededores.

Mi fantasía sexual seguía haciéndose realidad, dos hembras con sendos culitos en pompa esperando recibir placer. Pasaba y repasaba cada mano por cado culo, imposible de abarcar todo lo que los dedos querían, dejaron las nalgas de sus culetes para adentrarse por sus rajitas hasta las otras rajitas. Lo que hacía con una mano lo repetía con la otra, en realidad iban a las dos a la vez. Descubrí con satisfacción que las dos cuevitas estaban bien lubricadas, resbaladizas para recibir dos dedos cada agujero.

A las risitas le seguían jadeos, de una y de otra, estaban receptivas a las sensaciones que les venían, cada cual a las suyas, aunque se miraban y ponían cara de satisfacción, esperando notar el siguiente gustillo, siendo mis dedos los culpables de ellos. Con dos dedos entrando y saliendo, mis pulgares no se quedaron quietos, les humedecí en sus respectivos jugos y los aproximé al agujero que estaba al lado, el de sus hermosos culos.

Nore reaccionó diferente que Tara, dio una sacudida de sorpresa, entendí que ese terreno estaba sin explorar, por lo que le dije que se relajara, que no iba a hacer nada que no estuviera haciendo a Tara a la vez, relax y disfrute de las sensaciones que le vengan. Apliqué un poco de aceite del masaje, para tener más lubricación. Volví con dos dedos en su coño y el pulgar venciendo poco a poco la resistencia muscular de su ano, algo que hacía tiempo el otro pulgar había superado en el culito de Tara.

Algo indescriptible notar alrededor de mis pulgares esos músculos culares, contracciones que notaba en distinto momento de uno u otro pero que eran síntoma de las sensaciones que estaban teniendo con mis otros dedos en su centro de placer, así estuvimos hasta que, de mutuo acuerdo quisieron darse la vuelta y seguir por delante, ellas tumbadas boca arriba, yo frotando sus clítoris, Tara agarró mi polla y me pajeaba mientras Nore jugueteaba con mis huevos.

Primero fue Tara la que agarrada a mi polla, me la apretó con su mano con la misma fuerza que juntó sus piernas mientras tensaba todo el cuerpo, mis dedos quedaron entre sus muslos. El placer debe ser contagioso porque, sin dejar de gemir Tara de gusto, Nore reaccionó de la misma forma, sus manos se agarraron de las sábanas y me aprisionó mi otra mano con sus muslos. Las contemplaba de rodillas entre las dos, mis manos prisioneras mientras ellas daban pequeñas sacudidas por el repelús posterior al orgasmo.

Unos minutos para recomponerse, les digo que se me están terminando las fantasías, seguidamente les pregunto si no tienen alguna que podamos satisfacer. Ser ríen sin decir nada. Entonces le digo a Nore si no le gustaría que me adentrara en lo inexplorado. Responde que en el sexo nadie se lo había propuesto y si no iba a ser doloroso por que no.

Tara siempre me ponía pegas cuando le comía la almeja, ahora tenía la oportunidad de probarlo con una cara imberbe, suave. Nore no sólo le parece bien, además nos cuenta que ya ha tenido una experiencia con una amiga que le resultó muy agradable y satisfactoria. Mientras lo decía se fue aproximando a Tara besándola en la boca, luego en los pezones, en la barriguita y siguió bajando. Nore hizo el comentario de lo agradable que es mordisquear un monte pelado, muy de acuerdo por experiencia mordedora. Le dio los primeros lametazos entre las piernas que sobresaltaron plácidamente a Tara.

Mientras ellas “boyeaban” saqué el dilatador de ano que tenemos entre nuestros juguetes, lo embadurné bien de lubricante, también la entrada del agujero trasero de Nore y muy despacio fui venciendo poco a poco su resistencia mientras ella pasaba su lengua por el clítoris de Tara. De vez en cuando yo miraba los espejos y entre la realidad y lo reflejado, aquello parecía una orgía de hombres y mujeres dándose placer. Mujeres comiéndose la almeja de otras mujeres, hombres empalmados abriéndose paso en bonitos traseros de mujeres.

Dejé unos minutos el dilatador dentro mientras le masturbaba el clítoris, yo no aguantaba más la calentura, quería ensartarle mi polla, deseaba poseer su culo, desflorarlo y correrme dentro. Engrasé mi pene que no podía estar más duro, saqué el dilatador y sin dejar que cerrara el agujero metí la punta, avancé despacio y me recreé notando su presión. En ese tiempo Tara empezó a rilar del gusto que le venía por la lengua de Nore contra su clítoris. Quedó como engullida en el colchón, inmóvil y con cara de satisfacción.

Nore al dejar el clítoris de Tara, fue más consciente de lo que tenía metido en su culo, de la postura de cuatro patas pasamos a la de cucharas sin sacarla, así podía frotarle el clítoris cómodamente, además de seguir follándola por el culo. No duré mucho, la excitación se unió estrecho espacio y explosioné dentro de Nore con mucho placer. El gustazo que me dio hizo que dejara de bombear con mi polla, pero seguí pajeándola metido en su culo. Noté sus contracciones aprisionar mi polla de forma intermitente cuando le vino el orgasmo. Tres fantasías cumplidas, tres finales felices.

El masaje mañanero y los finales felices hicieron que se nos pasara la mañana sin salir de la habitación, se nos hizo casi la hora de comer, debatimos en la comida a ver quien había tenido el orgasmo más placentero, ellas podían elegir entre los dos que habían tenido cada una. Nore expresó que correrse con mi polla en su culo le dio más gusto y no dudará en volver a probarlo. Por la tarde habían planificado para ir a comprar recuerdos del viaje. Aproveché para atender el rancho que llevaba varios días entregado a las dos mujeres e iba a terminar exprimido. Con mucho gusto, eso sí.

Nos quedaba la última noche, estuvimos hasta muy tarde, hablando de proyectos, de recuerdos y de quedarnos sólo con los buenos. Aquella semana sería imborrable. Cumplida mi fantasía y con el buen despertar del día siguiente, no dudamos en volver a acostarnos los tres juntos en la gran cama.

Por la mañana, nos fuimos despertando con besos, caricias y abrazos, a la vez que nos mirábamos en el espejo del techo. A cuenta de los espejos les propuse excitarnos con la mirada, ellas tenían su succionador y yo una polla. Les pareció divertido, cogieron sus aparatos, se recostaron en la cama, sobre la cabecera, cada una a un lado, yo me senté en el sillón de la habitación, a los pies de la cama, frente a ellas.

Encendieron sus aparatos y se lo llevaron entre las piernas, verlas allí desnudas, con ganas de disfrutar, tan deseables, me había despertado empalmado y en la conversación me había relajado un poco, sólo un poco, porque viendo cómo se masturbaban la erección volvió a ser plena, sin prisas, disfrutando de las vistas, me la meneaba lentamente, como ellas se pasaban el succionador, agarrando el mango como si tuvieran una polla de la mano.

Empezaron cada una por separado pero tras unos minutos se juntaron y se cambiaron de mango, cada una cogió el de la otra, se masturbaban mutuamente mientras se morreaban, yo no podía aguantar sólo mirando, además, si seguía pajeándome me iba a correr y quería disfrutar de nuestra última fiesta con la invitada.

Me acerqué, les dije que ya que ellas habían dejado de mirar yo también, me comí los pezones a la vez que magreaba las tetas de las dos, luego me uní al morreo juntando las tres bocas y lenguas. Agarré la cabeza de Nore y empujé un poco para abajo, ella sabía lo que quería, con una mano tenía su aparato, con la otra cogió mi polla que no tardó en llevarse a la boca.

Mis manos agarraron sus culos y mis dedos se encaminaros a sus jugosos coños, así era, sería por la maquinita, por sus morreos lésbicos, por mis mordisqueos en sus tetas, por la escena en su conjunto. El caso es que Tara fue la primera en retirar el aparato porque la corrida que tenía le hacía insoportable tenerlo en el clítoris más tiempo, se quedó jadeando recostada mientras Nore seguía mamando y succionando mi polla, la calentura que yo tenía hizo que me viniera sin dar tiempo a avisar.

Cuando Tara nota que me voy a correr la saca de su boca, pero en Nore descargué toda la leche llenando su boca, ella al notarlo no se apartó, levantó la cabeza después de correrme, tragó lo que tenía y se centró en su succionador que no tardó en hacer su función, gimiendo de placer, aún tenía restos de mi leche entre la comisura de los labios, como propina por el placer que me había dado llevé mis dedos a su clítoris y le hice tener otros dos orgasmos seguidos mientras yo disfrutaba de sus tetas y del resto de su cuerpo que no sabía cuando volveríamos a estar juntos.

Nos quedamos tumbados en la cama, boca arriba, mirándonos en el espejo de techo, con una risa floja y sensación de haber disfrutado todo lo que se puede disfrutar en la vida. Más y mejor imposible.

Una vez recuperados del éxtasis, comentamos lo bien que lo hemos pasado y acordamos que debemos volver a juntarnos al menos una vez al año. Nos queda sexo por experimentar y disfrutar, para ellas con dos hombres, yo no me puedo desdoblar, aunque quisiera, nos emplazamos para la próxima vez, si Nore sigue sola, ojalá no, nos regalaremos un arnés con falo. En vivo o con juguete incorporado, nos emplazamos a probar la doble penetración y quien sabe si yo me animo, pero esas son otras fantasías.

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