Daila y la súcubo

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T. Lectura: 5 min.

Daila conocía de misterios, esoterismo y hechicería, no era recurrente en ello, pero digamos que le interesaba mucho. Daila, una chica de cabello corto y oscuro, piel clara, ojos púrpura, algo robusta, pero sin rozar la gordura. Vive en un apartamento en alguna parte de Perú, sola y feliz. Actualmente trabaja en un Tambo, cinco días a la semana, de ocho a doce. Le dan 20 soles a la hora, 80 soles diarios y en una semana, 400 soles.

Era feliz con su sueldo, no había mucho que necesitase: comida, ropa, objetos de limpieza. La mayoría se lo provee su madre, que vive en el primer piso del edificio. Desde los 18 años vive en el segundo piso, solo para ella. Se podría decir que es como un megacuarto donde puede masturbarse cuando puede pensando en su antigua compañera de instituto…

Esa era Marilyn, rubia, voluptuosa, labios rojos, ojos celestes y blanca. Ella fue la protagonista de sus más retorcidas fantasías: no había un solo día en que no incluya a Marilyn dentro de sus fetiches. Hace tiempo se compró un dildo que usaba, ahora no tanto. Porno sí veía, pero solo se acariciaba, más nunca se penetraba debido a la falta de excitación, ya nada le complacía.

Ahora, 7 de septiembre, estaba terminando su turno y había salido hacia una librería para conseguir la última adquisición de su autor favorito.

Al pasar por un parque cerca al óvalo Miraflores, a la distancia, la perfecta y sexualmente atractiva Marilyn estaba paseando agarrada de un tipo con gorra que le causó mucha rabia.

-Maldito.

Deseó que se tropezara, que lo atropellara un coche. Cruzó la calle, entró a la librería y a punto de pagar en la caja… el grito de una chica la estremeció. Muchos salieron o vieron por las ventanas para sapear. Al parecer un coche había atropellado a un joven. Daila se acercó y notó algo: Marilyn estaba gritando y llorando, tiraba de su compañero y pedía ayuda.

Lo primero en lo que pensó Daila es en ir a casa, no estaba muy lejos, solo unas cuadras. Una vez obtuvo su libro, salió corriendo de allí. En minutos llegó a su departamento y se ocultó en su cuarto.

Horas después, convencida en que todo fue una coincidencia, hojeó un libro que anteriormente había leído: era sobre criaturas míticas, en una parte hablaban de las súcubos, ya sabes, demonios femeninos que seducen a los hombres y tienen sexo con ellos.

Daila había visto videos acerca del tema y desde hace años se pregunta…

“¿Qué pasaría si una súcubo tuviera sexo con una mujer?”

“¿Quieres averiguarlo?”

Preguntó una voz dulce detrás de ella. Al momento de girarse, sobre su cama, flotando, había una voluptuosa mujer vestida con un top y una minifalda negra, llevaba una especie de bincha que le adornaba el cabello lacio azabache que terminaba en un perfecto flequillo que cubría su frente. Su piel era blanca, bien pálida, labios rojos, metro ochenta y de pechos y muslos seductores. Sus ojos eran rasgados y rojos carmesí.

-Wow, holii.

Su voz era dulce, como el de una adolescente. Daila estaba con los ojos bien abiertos, pero no era por la anormalidad del ser, sino por sus senos exageradamente grandes.

-¿Qué…?

-Lo siento ¿te asusté? Años esperando y ahora estoy aquí.

La chica se veía ansiosa. A Daila le daba vueltas en la cabeza: así que esto es una súcubo.

-¿Qué esperas?

La súcubo flota hacia Daila, quién confundida, se aparta cayéndose de la cama.

-Huy ¿estás bien?

-¿Qué quieres?

-¿De qué hablas? Tú me llamaste.

-¡¿Qué?!

Estaba sorprendida, tanto que no podía levantarse. La súcubo le dice que se relaje y de su boca, suelta una bocanada de aliento con un olor dulce, casi como chocolate. Daila comenzó a sentir el calor en su cuerpo, además de un cosquilleo. Aquel dulce aroma le calentaba, tanto que sin percatarse, ya se había quitado su abrigo y su polo oscuro. También se quitaba los shorts y comenzó a autocomplacerse. Con una mano jugueteaba con sus pezones y con la otra se acariciaba el clítoris.

-Vaya, vaya, estas muy caliente.

La súcubo se acerca, se quita el top junto con la minifalda, dejando libre sus pechos voluminosos y su cola, pero al mismo tiempo, Daila nota entre quejidos que la súcubo tenía una enorme polla.

-Vaya, no lo resiste.

-¿Qué es…?

-Tranquila, no va a doler, a veces me crece. Tú te preguntabas lo que pasaba si una súcubo seduce a una chica, pues aquí tienes tu respuesta.

La sujetó de las mejillas y le dio un apasionado beso. Le metió la lengua que se paseó por su boca hasta la garganta. “Mierda, qué es esto, sabe rico, como a chocolate” la lengua de la súcubo no dejó de moverse hasta que la sacó dejando un hilo de saliva.

Su mano instintivamente estaba acariciando su clítoris.

-¿Quieres sentirte bien?

Daila asiente, así que la súcubo se pone encima de la chica y acaricia la punta de su pene contra la entrada de la chica. Lo metió suavemente hasta que…

-Aaaaah

Su coño apretaba firmemente el pene de la súcubo, quién movía las caderas hacia dentro y hacia fuera, penetrando su entrada una y otra vez.

-Ayyy, voy a…

La súcubo no pudo terminar y se corrió abundantemente dentro de Daila. La misa echó un fuerte gemido ensordecedor. La súcubo saca su pene del coño de Daila y luego se gira, quedan en una posición de 69.

-Es tu turno, compláceme y yo a ti.

Daila no lo pensó dos veces y chupó la punta del pene y se lo introdujo en la boca, mientras la súcubo lamía con su larga lengua hasta llegar al fondo. En un punto la súcubo permitió que Daila le chuñara las tetas, de las que salía un líquido muy dulce, casi como la miel.

-Hay… así cariño… sigue así.

La súcubo le acariciaba una nalga y a veces se la palmoteaba. Daila no dejó de chupar, se sentía delicioso.

-Hay…

La súcubo volvió a correrse, Daila besa los pechos de la súcubo, se ocultó allí mientras la súcubo le pelliscaba los pezones. La besó de nuevo, jugueteando con sus lenguas. La súcubo la masturbó y Daila a ella, corriéndose al mismo tiempo.

Pasaron así varios minutos, corriéndose en la cara de la otra y todo terminó como empezó: con la súcubo encima de una atontada Daila, penetrándola de nuevo a la vez que la besaba.

“Que rico, quiero estar así por siempre. A la mierda Marilyn, a la mierda todo, esta súcubo es mi mascota ahora”.

Pero al momento de correrse y dejar de besarse, como la súcubo podía leer su mente, le dice…

-No te confundas tesoro.

Le dice acariciando su suave mejilla para después sujetar su cuello, primero con gentileza, luego aprieta fuerte, provocándole un dolor a Daila.

-Tú eres mi mascota ahora, haré contigo lo que yo quiera. Puede que después te penetre tanto que ya no podrá caminar ni en silla de ruedas.

Y acercando su cuerpo al de ella, Daila sintió miedo y el pene erecto de la súcubo.

-Oye… mi vagina…

-Shhh shhh shhh, no hables cariño.

La besa y luego le lame las mejillas, luego el cuello y sus labios.

-Estas muy irritada y cansada, pero mi pene quiere más, no nos iremos de aquí hasta que esté satisfecha y créeme, no será pronto.

Introduciendo de nuevo su pene en la vagina de Daila, apretó su cuello mientras empujaba en su interior. “No, ya no más, me duele todo, me tiemblan las piernas…” por aquellos pensamientos, la súcubo la bofetea mientras se corre.

-Tienes un gran don para hacer tus deseos realidad, así me convocaste, así mataste al novio de Marilyn. Pero bajo mi control tu poder es inútil.

La besa de nuevo con pasión obstruyendo su lengua en la garganta de Daila, quién tenía la mente en blanco.

Horas después.

A las siete de la noche, Daila intentaba ir a la ducha para después bajar y cenar. Las piernas le temblaban y no podía pensar cuerdamente. Entonces…

-¡Ay!

Sintió una mano en su nalga derecha. La súcubo estaba detrás, abrazándola y le susurra con voz coqueta.

-Nos vemos mañana cariño.

Y le lame la oreja y antes de apartarse le recuerda.

-Tu ahora eres mía.

Y vuelve a besarla, comenzando de nuevo un ciclo de sexo sin fin, todo gracias a la excitación.

Fin

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