Descubriendo cuernos (2)

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T. Lectura: 2 min.

Este es mi segundo relato de como fui descubriendo mis cuernos con mi ex.

Cuando yo empecé a sospechar de la infidelidad de mi esposa caí en un dolor muy profundo, pero guardé silencio por mucho tiempo, nadie lo supo, ni siquiera ella. Ella trataba de disimular para no levantar sospechas, yo también hacia lo mismo para que no se diera cuenta que la había descubierto y así poder recoger las pruebas para que llegado el momento no pudiera negar nada.

Yo seguí durmiendo en la habitación de al lado, y casi siempre en las noches escuchaba conversaciones en baja voz por celular, la luz del móvil nuevamente la ponía al descubierto, pero no volví a ver nada más allá de movimientos normales de un cuerpo cansado en comparación con esa noche que no he podido olvidar donde la vi masturbándose por ese cura y el cual ya relaté en el anterior escrito.

Un día vi en el tendero de ropa tres tangas nuevas que nunca se las había visto, una negra, otra roja y una blanca, todas muy diminutas y sexis, las otras ya se las conocía, la mayoría se las había comprado yo hace un tiempo. Estuve pendiente de ese detalle, usaba ropa interior nueva y muy sexi para su nuevo enamorado, sin duda eran para él.

Como no podía dejar de pensar en toda esa traición esa noche me levante cuando ya todos dormían y fui directo a la lavadora, busqué dentro la ropa que se había quitado cuando llegó, un jean ajustado que le marcaba muy bien su cuerpo una blusa blanca con un escote no muy profundo pero que tenía una tela muy suave.

Había sido un regalo del cumpleaños pasado que le di en nombre de mis hijos y vi su brasier y las tangas de color negro, un hilo que solo le tapaba su parte de sus vulva, alumbré con el móvil y se veía con rastros de fluidos pero ya estaba seco, olí muchas veces para saber si era semen, tenían un olor combinado entre su loción, sudor y algún fluido corporal, no olía a semen, ya estaba seco pero se podía observar que fue abundante, tanto para dejar esa parte triangular pequeña de la tela con textura más gruesa y tostada que el resto de su diminuto hilo.

De nuevo sentí que el pecho me ardía, me estaba quemando de celos pero a la vez la adrenalina me daba vueltas por todo el cuerpo y fue inevitable que tuviera una erección fuerte, el pene me palpitaba pidiendo que sacara de adentro la rabia y la pasión que contenía para no llorar, me masturbe tan rico oliendo sus tangas, ese hilo lo pode oler mil veces y mil ces me gustó su olor, olor a puta, olor a esposa infiel, olor a feromonas y quien sabe que más, fue tan delicioso que lo hice tres veces hasta que me dolió la base del pene y no pude seguir, el cansancio me mandó a la cama a dormir.

Al día siguiente ella se levantó hizo el desayuno y me preguntó si quería comer, en mi mente solo pensaba en sus manos sucias el día anterior acariciando otro cuerpo, otro pene y ahora ofreciéndome desayuno, eran sentimientos muy raros los que pude sentir, pero en algún momento quise besarla ahí toda, sin bañarse aun oliendo a puta infiel, pero solo fueron pensamientos ligeros, callé y desayuné.

Era domingo, antes de medio día se arregló bonita, se pintó los labios y dijo que iba a misa con mis hijos. Yo me quedé solo en casa divagando y tratando de dar claridad a mi mente envuelta en adrenalina y dolor. En otro relato continuaré mi historia que no quiero que se pierda en la nada y que alguien la lea hasta que le llegue a ella.

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