Después de 10 años por fin me puso mis cuernos (1)

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T. Lectura: 6 min.

Hola a todos los administradores, lectores cachondos y puñeteros, morbosos y compañeros, a las lectoras húmedas, a los valientes y depravados escritores que así como yo, disfrutamos el contar o relatar esas ricas experiencias y que al hacerlo nos llena de una excitación diferente pero inigualable. A quienes nos favorecen con sus eróticos, vulgares, humillantes y hasta busca sexo. A todos muchas gracias por existir, porque sin ustedes, no hubiéramos disfrutado tanto.

Bien, tengo una vida llena de placeres y que he disfrutado casi todos los roles sexuales y no me arrepiento, pues creo ser uno de esos seres humanos que no nos quedamos con las ganas o dudas sobre el que se sentirá probar lo prohibido.

Por lo pronto, pasaré a contarles todo, pero por partes y empezaré con una de las aventuras más excitantes que he tenido la fortuna de vivir, sentir, disfrutar y lo más excitante es que no sólo disfrute yo, sino que logre que Silvina mi primer mujer, también lo gozara.

Desde que la conocí, me llamo mucho la atención su cara y cuerpo, ojos dardos, bonita de cara y poseedora de buen cuerpo, sin llegar a ser una lumbrera. Pero si que tenía lo suyo: buenas tretas, acinturada, nalgas ricas, piernuda. Para mi fortuna, la conocí a sus 18 años y sin experiencia sexual alguna, de esas tontitas que pocos tenemos la fortuna de moldear.

No sé si era yo guapo, pero si con mucha suerte, y con ella la tuve, ya que en cuanto le pedí fuera mi novia acepto.

Silvia apenas iniciaba su vida laboral y yo era estudiante en otra ciudad.

Debo decir que siempre fui muy cachondo y con Silvina no fue la excepción, la veía cada fin de semana y muy propio de la edad, el sexo era imperativo, me aplicaba al 100 dándole tremendos fajes tocando la toda y que por su ingenuidad no se resistía.

Así que a los dos meses de novios, la hice mi mujer, y poco a poco se fue transformando en una hembra golosa, así pasamos 3 años hasta que se embarazo.

Nos casamos y nuestra sexualidad crecía aún más, comenzamos a jugar durante el sexo y entre esos juegos estaba el que yo le pedía a ella que se imaginar a cogiendo con algún artista de su agrado y eso nos excitaba mucho. El embarazo terminó naciendo una hermosa niña.

A los 3 meses quedo embarazada nuevamente y el sexo bajo mucho de intensidad.

Luego de 2 años de nacido un nuevo bebé, me aceptaron en un trabajo de una dependencia de gobierno, casi con 5 veces más de salario, pero tenía que acudir a muchas reuniones con los jefes y las secretarías. Sobra decir que casi todos los jefes, eran de ojo alegre, en sus escritorios guardaban aquellas primeras revistas porno, como la famosa pimienta, y a las reuniones, no faltaban las botellas de vino, botanas, y casi siempre llevaban un proyector de películas y puras pornográficas.

Silvia aunque muy sutil, me hacía reclamos pero le hice saber que era casi imposible negarme a asistir y como siempre nos tuvimos mucha confianza, cuando me preguntaba que hacíamos en esas reuniones y sin ocultarse nada, se lo decía.

Note que se ponía celosa, pues las secretarías estaban buenotas y nada rescatadas.

Fue por esos tiempos, que Silvina tratando de mantener nuestra relación, me pidió que llevará a casa una de esas revistas porno, porque quería saber por qué llamaban mucho la atención, sin oponerme pero sin conceder, le comenté que el pretexto para mis jefes al comprarlas, era que lo que leían, lo hacían con sus mujeres (no supe por qué pero le mentí).

Así que llegado el fin de semana, compre la dichosa revista una botella con brandy, refrescos, botanas y una lencería para ella.

Silvina había dejado a los niños con su mama, así que llegando a casa a eso de las 9 pm me pregunto si llevaba la revista. Si le dije, pero también traje un regalo para ti.

Le pedí que se la pusiera mientras yo acomoda a los vasos platos y servía las botanas, puse la botella en la mesa de centro música y me senté a esperarla.

Cuando entró a la sala, guau no podía creer lo que mis ojos veían, ¡vaya que se esmero en su arreglo! Su cabello alborotado, su cara muy maquillada y pintada, perfumada con perfume dulce muy fuerte, su lencería muy chiquitita y transparente, medias super eróticas que ella compro ¡y unas zapatillas doradas de va con altísimo! ¡Realmente parecía prostituta de lujo! De momento no se lo dije, solo que se veía despampanante.

Entendí que ella se esmeraba en complacerme y evitar me fijara en las secretarías.

Bebimos unas cuñas, botaneamos y ya medio ebrios, ella se acomodó muy pegada a mi cuerpo y me pidió que leyera la revista porno viéndola los dos.

Nunca me imaginé que esa revista tocará el intercambio de parejas y de maridos que daban permisos a sus mujeres para ir a coger con otros.

Al ir leyendo las tramas sexuales, mi verga se puso durísima, mientras que Silvina sudaba discretamente, pero sus pezones indicaban su excitación. Esa noche solo leí 2 narrativas. Al terminar Silvina me pregunto si eso era cierto, que no lo podía creer y que si mis jefes hacían lo mismo.

-Si mi reina, lo que leí, viene soportado con fotografías de las parejas, y yo no le veo nada de malo, si los dos están de acuerdo.

Nos dimos una gran cogida que fue el resultado de la excitación.

Pasaron unos 2 meses sin tocar el tema, hasta que después de una reunión, me tocó guardar el proyector y las pelis porno, no las pude dejar en la oficina, así que las lleve a casa.

Después de dormir a los niños, le comenté a Silvina sobre el proyector y le pregunte si quería ver una película. Acepto.

Debo decir, que Silvina no despegaba la mirada de la pared ¡y es que los actores parecían burros! ¡Era nuevo para ella!

Esa noche vino a mi mente el deseo y excitación de verla cogiendo con otro hombre. ¡Y de la vista a la acción!

Mientras veíamos esas películas, ¡me puse a acariciarla percatándome de la gran humedad de su panocha!

Terminamos de verlas, apague el proyector ¡y le enseñe la fuerte erección que me cargaba!

Luego le pregunte si ella también se excito afirmando con la cabeza.

Sin más me tiré a la cama ¡y comencé a cogérmela como enajenado! Pero antes de que terminaremos, le solté la pregunta:

-Mi reina, no sé por qué, pero tengo que confesarte algo. Te estuve observando y vi que te excitaste mucho viendo las vergota de los actores. ¿Estoy equivocado?

-No mi amor, nunca había visto así de enormes y por los gemidos de las chicas, creo que las disfrutaron mucho.

-Gracias por ser honesta, ahora ¿te gustaría coger con otro hombre?

-¡Nunca!

-La confesión que te dije es que a mi si me gustaría que cogieras con otros hombres y te dieras la oportunidad de probar, conocer disfrutar algo diferente a mí.

De inmediato rechazo mi propuesta y aclaró que una cosa era ver películas y otra hacerlo.

A partir de esa tormentosa noche, no quiso ver películas ni revistas. Pero yo la llevaba a bailar, le compraba ropa ajustada o corta, en fin, por mas alternativas que busque, nunca accedió a mi fantasía, la cual se hizo obsesión.

Fue un sábado en que siguiendo mi lucha, casualmente entramos a un centro nocturno muy discreto y que Silvina se puso un minivestido amarillo muy llamativo por lo sanción, descotado y la chaquira o lentejuelas verdes y amarillas que la hacían ver como puta, nos asignaron una mesa junto a la pista de baile, por la hora, el congal estaba prácticamente a oscuras. Estuvimos bebiendo y platicando, hasta que Silvina abrió mucho sus ojos y me dijo:

-Mi amor, ¿te acuerdas de mi amiga Margarita, la que está casada con un empresario muy rico?

-Si ¿por qué?

-Ay mi rey, por favor no vayas a decir nada, pero voltea a la pista, trae una minifalda azul, una peluca rubia ¡y está bailando bien relegada con un señor que no es su esposo! ¡Están a beso y beso! ¡Que mal por ella! ¡Tan decente que decía ser!

-Estas mal Silvina, y te voy a dar mi punto de vista: ¿Recuerdas cuando te confesé que quería que cogiera con otros?

-Si. ¿Y qué tiene que ver eso?

-Bien, yo te amo con todo mi corazón y lo sabes, si te hice esa propuesta, es porque me queda claro que hombre y mujer somos iguales. No podrás negar que a ustedes también les gustan otros hombres y que así como tu amiga ceden a la tentación, también deben tener algún motivo para engañar. No busquemos motivos, pero ahora entenderás: sé que su esposo es un mujeriego, fiestero, seguramente no la atiende. ¿qué crees tú que va a pasar si el esposo se entera? Te aseguro que terminarían muy mal. ¿O no?

-¡Pues claro!

-A diferencia de ellos, si yo te propuse disfrutar gozar, conocer vivir al ser yo quien lo propuso, no te verías nunca trillada a esconderse, a engañar y hasta a exponer tu integridad ni tu sociabilidad. Yo tengo la plena seguridad de que eres igual a todas, que tienen la tentación de coger con quien les guste, solo que tu no tendrías por qué esconderte de mí, al contrario, tendrías hasta la satisfacción de compartiré esos momentos sin temor a represalias. Ahora podrás entender que solo quien ama de verdad, da libertad, oportunidad y confianza.

-Tienes razón mi amor, nunca lo vi así, me sentía muy mal.

-Bueno, mira lo que vamos a hacer para no incomodar a tu amiga: Nos subimos a la pista y bailamos bien descarados, como si tu fueras una por una y yo un cliente. Lo bueno es que tu amiga no me conoce y creerá que eres igual que ella, te aseguro que pasarán 2 cosas:

Que al vernos bailando, se vayan para que no los veas o se acercarán a nosotros para hacer un reventón y así quedar las dos en las mismas circunstancias. Ah y aprovecho para decirte que, si tú quieres, podemos seguir siendo los mejores esposos, pero también podemos ser lo que tu me pidas y lo que yo te pida. ¿O sea, te gustaría ser esta noche una prostituta que se deje hacer de todo y con la que he soñado años?

-Si mi rey, no sé qué hagan las putas, pero dime que hacer y lo hago. Te lo mereces.

-Y además también podemos darnos libertad, confianza, no dudar uno del otro, pero hoy, ahorita cumple mi sueño, o sea, ¿cuanto me cobras por bailar mamita?

-100

-A caray, ¿por qué tan caro?

-Porque lo valgo. Papi, te amo, y veo que eres el mejor hombre que pude tener. Eso merece un premio. Si quiero ser tu puta, y antes de bailar contigo, voy a bailar con otros y ser como todas las puras. Pero sólo bailar y a ver que hace mi amiguis.

Continuará.

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