Todo fue un sábado cerca de las 2 de la mañana; iba con Priscilla de regreso a casa después de una boda; ya íbamos algo borrachos, pues había comenzado temprano la convivencia con los amigos. Priscilla llevaba un vestido color rojo, era largo y se ajustaba a su cuerpo; aunque es bajita, con su 1.50m de altura, los tacones la hacían tornearse sus piernas y sus nalgas se veían pequeñas pero apretadas y paradas. Su pequeño busto se resaltaba un poco, aunque por ser un vestido sin tirantes, ella todo el tiempo tenía que sujetarlo y subirlo un poco; yo iba de traje color negro, camisa blanca y corbata negra, y aunque soy alto, me gusta cuando tenemos eventos formales porque sé que Priscilla se prende verme así.
Toda la noche había pasado tocando sus piernas por la abertura en el vestido, la cual en su pierna derecha era algo alta; además, por ser pegado el vestido, Priscilla solo llevaba pezoneras pequeñas, como sus pezones, y una diminuta tanga que no se marcaba en el vestido. Ella con sus 23 años y yo con 24, queríamos llegar a casa a seguir tomando y tener algo de acción.
Al llegar a nuestra casa, que en realidad es un departamento, nos estacionamos frente a la puerta; como todos los departamentos son pequeñas casas pegadas una con otra, cada vecino tiene su estacionamiento al frente, y delante está otra fila de casas. En una de ellas estaba un vecino con sus amigos tomando y al parecer habían hecho carne asada; nosotros saludamos de lejos.
Adán era un chico de 35 años aproximadamente, alto, blanco, pelo claro, chino y con un buen cuerpo, delgado, y que le encanta pasearse por el pequeño fraccionamiento para que lo vean las vecinas jóvenes; Priscilla saludó con la mano en alto y después buscaba en su bolsa las llaves de la casa, pero no las encontró; yo traía las mías, así que abrí la puerta y justo cuando íbamos a entrar, Priscilla gritó: —¡La botella! —y corrió al carro y bajó la botella que teníamos para el after, al cual no fuimos requeridos.
En casa nos tomaríamos la botella; mi mujer regresaba con ella. El vecino Adán se acercó y, saludando, nos dijo que por qué no nos uníamos a su reunión. Había solo 2 amigos de él y dijo que ya casi se iban porque trabajaban al otro día. Nosotros nos miramos, pero nos pareció buena idea.
Ya en casa de Adán, nos sentamos en las sillas blancas clásicas de tijera; los tres hombres vestidos de vaqueros hacían que Priscilla y yo, vestidas de gala, desentonáramos un poco. Como ya en otras ocasiones habíamos convivido con Adán, había confianza, así que lanzaba bromas.
Pasadas las 3 de la mañana, sus amigos se fueron; nosotros ya estábamos tomados y Priscilla, con sus copas arriba, se ponía a bailar y, claro, como toda mujer, se ponía muy “alegre” y se me pegaba muy cariñosa. Una vez que le ayudamos a meter todo a la casa de Adán, él nos dijo que nos quedáramos, que aún había mucho alcohol y nosotros ya enfiestados. Priscilla dijo que se quería ir a cambiar a la casa, pues el vestido le incomodaba. Adán le dijo que él le podía prestar su ropa de gym para que se sintiera cómoda; ella, sin pensarlo, aceptó.
Después de unos segundos, Adán bajó con un short de básquet y una playera sin mangas con abertura a los lados algo amplia. Priscilla lo tomó y se fue al baño a cambiarse. Adán y yo platicábamos, no dejábamos de brindar y dar salud por la nada. Justo me preguntaba si no quería ropa para mí que me podía prestar; le dije que no era necesario, me quité el saco y camisa para quedar en playera de tirantes interior, cuando de repente salió Priscilla con los brazos cruzados, riéndose, porque si se soltaba, las aberturas en la playera podían dejar ver sus pequeñas tetas que solo tenían las pezoneras a manera de parche. Nosotros nos reíamos y Adán se ofreció a cambiar la playera, pero no era necesario.
Mientras seguíamos tomando, Priscilla se levantó a bailar una canción que le gustaba, y cuando estiró su mano derecha como invitándome a bailar, soltó la blusa y se pudieron ver sus pequeñas tetas con los parches. Yo sentí coraje y a la vez me excitó notar que Adán no perdió oportunidad de verla y no quitó su vista. Para romper el hielo, solté la carcajada, me levanté y le di una vuelta con la mano de Priscilla arriba y, al girar la playera, dejó ver la pequeña cintura y marcadas sus pequeñas tetas duras y bien paraditas; sus costillas se notaban por lo delgado. Nos pusimos a bailar y luego de un rato, mientras el vecino nos veía, Priscilla se tumbó en el sillón. Le dije que si ya nos íbamos.
Adán rápidamente nos detuvo y nos dijo que aún era temprano, Priscilla dijo que no y corrió a beber de hilo su vaso de tequila, Adán se levantó y de su sillón estiró la parte de abajo y se convirtió en cama, solo acomodó los cojines y dijo, aquí podemos beber y descansar, nosotros nos asombramos, yo le dije a Adán que si me prestaba un short para sentirme cómodo, dijo que si, y medí la situación, -¿o habrá problema si me quedo en bóxer?-, Adán dijo que por él no había problema que estábamos en confianza, incluso dijo, es más yo me uno a la causa, se quitó el sombrero y lo puso en una mesa, se quitó su camisa y dejó ver su torso blanco con pecas y sus hombros rojos al descubierto, se sacó sus botas y se quitó el pantalón quedando en un bóxer negro pegado.
Priscilla no despistaba y no dejaba de verlo; yo hice lo mismo y me quedé en mi bóxer de tela. Nos tumbamos en el sofá cama y Priscilla quedó en medio. Nuevamente brindamos y seguimos bebiendo. Adán nos dijo: “El que se acabe al último la bebida, pierde”, y tomamos rápido el tequila. Priscilla fue la última y Adán le dijo: “De castigo, tienes que dar 10 vueltas sin caerte”. Yo me reí, pero sentí a dónde iba con eso. Priscilla lo hizo parada sobre el sofá, así que claramente se cayó y nos reímos, pero noté que Adán había metido su mano por una apertura lateral de la playera y tocaba la espalda de Priscilla.
Volvimos a repetir la acción después de llenar los vasos con tequila y nuevamente mi mujer perdió, y Adán lo dijo: “Tienes que hacer yoga”. Él se puso de rodillas y le dijo que le ayudaba, así que ella se puso en cuatro y él le dijo que se parara de manos y ella lo intentó. El short se bajó mucho, pero no dejaba ver sus nalguitas, aunque la playera se cayó completamente y quedó descubierta; sus pequeñas tetas aperladas se asomaron y cuando quiso dejarse caer para acomodarse, yo me reí, fingí ir al baño.
Observé desde la puerta cómo Adán y Pri se reían; él no dejaba de frotar con su mano la espalda de Priscilla. Ella ya no se colocó la playera. Yo observaba, aunque algo mareado por el alcohol; noté que Adán tumbó a Priscilla en el sillón y se puso sobre ella. Él frotaba su pene sobre las nalgas pequeñas de mi mujer; se comenzaba a poner duro, así que salí del baño. Él solo sonrió y dijo que le estaba enseñando yoga; solo reí, le dije a Pri que era hora de irnos porque tenía sueño. Ella dijo que era temprano, pero ya eran casi las 5 de la mañana.
Acepté la situación y me recosté, le dije que hicieran una posición y ellos aceptaron. Priscilla, con su pequeño cuerpo delgado, casi se perdía con el cuerpo musculoso y grande de casi 1.90 m de Adán. Él la tomó de la cintura y la puso en cuatro, se puso sobre ella y le dijo: “Estira un brazo y la pierna contraria”. Él se puso sobre ella, sus cuerpos ya sudados se tocaban; yo sabía lo que pasaría, así que me acomodé y fingí quedarme dormido, pero en realidad observaba todo desde mi esquina del sofá. Tan pronto como Adán lo notó, él tomó con sus brazos a Pri.
Priscilla pasó sus brazos sobre el cuello de Adán; él rápido la besó y sus manos recorrieron todo el cuerpo de mi mujer. De un jalón bajó el short flojo que le había prestado; ella gimió fuerte y ambos voltearon a verme, pero yo fingía estar dormido. Él, al besar el pecho de mi mujer, le quitó las pezoneras con los dientes; con cuidado pasó su lengua por los pequeños pezones de Pri. Ella solo podía tomar la cabeza de Adán con sus manos, pero él le metió mano debajo de la pequeña tanga; sus dedos buscaban entrar en mi mujer. Él se enderezó y se bajó su bóxer, mostrando su pene, no tan grueso, pero sí largo y brillante del líquido que salía.
Priscilla, sin dudarlo, se levantó, se bajó la tanga y se tumbó para comerse la verga del vecino. Él, por lo alto, pasaba sus manos en las nalgas; cada que podía las abría, haciendo que mi mujer gimiera como loca; llevaba de las nalgas hasta su espalda; después, con sus dedos, frotaba el culo y la conchita que estaba empapada, chupó su dedo después de meterlo en la pequeña y depilada conchita de Pri; yo estaba duro de verlos.
Adán tumbó de espaldas a mi mujer en el sofá y la tomó de los tobillos las piernas, las abrió, se acercó y con su mano comenzó a pegarle en la conchita a mi mujer; se notaba que estaba baboso abajo, pues se veían brillar las hebras de saliva y prelubricante de ambos. Cuando él se iba a inclinar, ella lo detuvo y le dijo que si no tenía condones. Él le dijo que estaban arriba en su cuarto, así que la tomó de la mano, pero al verla desnuda y descalza, la cargó. Subieron las escaleras; al notar que subían, yo fui detrás sin que lo notaran. Adán colocó a Priscilla en la cama.
Se acercó a un buró, tomó una caja pequeña y sacó los condones, antes de colocárselo, tumbó a Pri de nuevo y comenzó a comerse su pequeña conchita, ella no dejaba de gemir, volteó a la puerta y me vio con expresión sorprendida y a la vez excitada, yo le hice la seña de silencio y ella sonrió, me escondí al filo de la puerta.
Adán se levantó y se colocó el condón, ella le dijo que despacio, pero el por su tamaño y peso se dejó inclinar y mi mujer gritó, sus piernas de cerraron de golpe y Adán solo gimió de placer, la tomó de las nalgas y ella se sujetó con los brazos en los hombros de él, la cargó para subirla más al centro de la cama, se colocó sobre ella y comenzó a envestirla, ambos sudaban, ya el aroma en el lugar era de sexo, podía oler el aroma de mi mujer, su perfume y fluidos combinados con la loción fuerte y el sudor de Adán, yo estaba duro, me masturbaba mientras los veía.
Cuando Adán puso de cucharita a Pri, le levantó una pierna y mi mujer gemía como loca. Yo aproveché la posición y me acerqué: —¿Por qué no invitan? —Adán se asustó y dejó de moverse, pero yo, sin temor, me acerqué y le puse mi pene en la boca a Priscilla. Ella comenzó a mamar como me gusta; su lengua hace que por poco me corra. Al ver la escena, Adán solo me dijo: “Está buenísima y apretada tu mujer, hermano”. Yo solo sonreí: “Provecho, sírvete, hermano”. Él sonrió y comenzó a darle más fuerte; después Adán salió de Pri, ella escurría de placer, así que entré a darle mi verga dura, y ella comenzó a moverse. La puse boca arriba y Adán se sacó el condón y le puso el pene en la boca. “Sabe a plástico”, dijo mi mujer; los tres nos reímos.
Después de un rato, la moví y le dije: “Cárgala”. Adán, con mucha facilidad, se puso el condón y la tomó, la ensartó y, mientras él estaba de pie y ella colgando de su cuello, veía cómo entraba y salía. De repente, ella comenzó a gritar y soltó un chorro; se había corrido con tal intensidad que el pene se resbalaba de lo mojada que estaba. Adán intentaba meterlo de nuevo con la mano, pero no podía; ella pidió bajarse. Notamos que estaba el piso muy mojado; yo jalé de los brazos a Pri y quedó empinada. El vecino aprovechó y le clavó su verga larga, pero por lo mojado el condón se resbalaba y se subía. Yo bajé a darle un beso en la boca a Pri y le dije al oído: “¿Cuánto a que no le sacas el condón?”.
Priscilla solo sonrió, y se comenzó a mover más rápido. Adán levantó la cabeza y comenzó a gemir de placer. Priscilla se comenzó a sobar su clítoris y con los dedos, cada que alcanzaba, detenía en cada embestida el condón; este comenzó a subirse hasta que parecía que estaba dándole a pelo. Adán no decía nada, pensaba que no sabíamos lo que estaba pasando. Priscilla se salió rápido y el condón quedó sujetado solo por la cabeza rosa. Ella se giró y le dijo a Adán que se la metiera así; él no se opuso y comenzó a darle.
Ella lo empezó a besar y por la posición y el peso del vecino que estaba completamente sobre ella, se volvió a correr mi mujer con un chorro, yo estaba bien prendido, me acerqué y le puse a mamar mi verga, ella se frotaba el clítoris con más ritmo y Adán estaba muy rojo de placer, en una embestida se salió el pene, Pri aprovechó y le quitó el condón “sin querer” y él se la clavó rápido para que yo no viera lo que había pasado, le comenzó a dar tan rápido que del placer no pudo más y sacó la verga larga de mi mujer y justo al sacar su cabeza soltó un chorro de semen sobre mi mujer, era mucho, escurrió sobre su pequeña conchita que estaba de color rosa de tanta fricción, yo al ver la escena solo tomé la cabeza de mi esposa y le puse la verga en la boca y me corrí ahí.
Unos minutos después, sudados y ella cubierta en semen, nos tiramos en la cama. Vimos que ya había sol; el vecino solo dijo que le encantaría que repitiéramos esas reuniones. Nosotros nos reímos y aceptamos. Priscilla se pasó la mano por su parte y notó que estaba muy mojada y pegajosa. Adán la miró y le dijo que estaba delicioso estar dentro de ella, y ella solo sonrió. Yo me levanté para buscar mi bóxer, y cuando volví, noté que Adán ya estaba dentro de Priscilla otra vez. Ella lo empujó con sus manos, pues estaba cubierta de semen. Él sonrió y se tumbó a un lado de ella en la cama.
Con su mano, Adán comenzó a masturbarla y aprovechaba para tomar semen y meterlo en su conchita; ella solo gemía, pero seguía escurriendo, hasta que ella le tomó la mano y le pidió parar porque ya le comenzaba a doler un poco. Yo ya estaba duro de nuevo, pero me tumbé con ellos en la cama y nos quedamos dormidos.
Despertamos a las 11 de la mañana y Adán amablemente nos invitó a desayunar en su casa. Nos metimos a bañar los 3 y notaba cómo Adán, cada que podía, le frotaba su pene a mi mujer, que por lo chaparrita, él tenía que inclinarse mucho; sin embargo, nos bañamos, nos prestó ropa y bajamos a desayunar. El vecino a partir de ese día generó una gran amistad con nosotros y, bueno, nos frecuentamos más seguido.
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Excelente las experiencias
Amnda claro que se puede unir jaja gracias por el apoyo de nuestros relatos
Casi un año después vuelves xd, me encantaría leer mas de tus relatos, pocos autores han tenido experiencias tan interesantes
Muchas gracias Kev, trataremos de publicar más seguido, es que por trabajo y la redacción es algo lento proceso. Espero pronto compartir más. Aún nos falta contar más del amigo de mi papá y una buena aventura que tuvimos en Cancún, saludos
Me puedo unir que rico relato