Economista y prosti: Fiesta y nuevo cliente (2)

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T. Lectura: 9 min.

—Sofía, es que verte así me ha hecho soñar.

—A veces los sueños simplemente traducen deseos.

—¡Tengo deseos!

—¿De verdad? ¿Prometes guardar un secreto?

—Claro que puedes confiar.

—No solamente soy profesional en Economía… puedo ser complaciente con quien me desee, pero soy muy muy exigente… muy cara digamos. No te ocultare la verdad.

—¿Entonces es posible?

—Si cumplieras ciertas condiciones, sí.

—¡Cuéntame todo!

Me senté junto a él, crucé las piernas de tal modo que uno de mis muslos quedaba visible hasta bien arriba. Ahora eran visibles dos tiras de mi liguero.

Y le conté todo. Cómo surgió mi putismo, como Tommy ha asimilado y gusta de eso, mis aranceles y mi dedicación ilimitada en cada encuentro, y por último, mi aversión al uso de látex, con el consiguiente requerimiento de frecuentes análisis completos.

—¿Y ese arancel no es negociable?

—Puedo subirlo si quieres… Y ambos nos reímos y supe que se había rendido.

—Entonces mañana martes a primera hora estaré haciéndome los análisis. Y supongo por los plazos que me dijiste que el miércoles podremos vernos.

—Quieres agendar aquí mismo ¿a las 9 o a las 14?

—Sí, por favor, ya confirmaremos horario, y antes de irme, preciso que me hagas un favor.

—Con gusto, tú dirás.

—Quiero verte ya… sin ropa.

—¿Sin esperar al miércoles?

—Ya mismo, estoy desesperado.

—Promete no tocarme, y para incrementar el deseo te irás, sin despedirnos.

—Prometido.

Me incorporé, me encanta mostrarme, (aunque desfilar delante de varios me gusta más). Parada frente a él me desprendí el botón del blazer. Eché los brazos hacia atrás y las tetas, erguidas, quedaron al aire. Sacudí el cuerpo y el blazer cayó. Ernesto me miraba embelesado. “Que preciosas tetas” dijo.

Solté el zipper trasero de la mini, la dejé caer y quedé en tanga, liguero y medias.

Giré dos veces, lentamente para que me mirara y admirara toda.

Entonces me quité la tanga (que ocultaba mis pelitos). Landing streep y ranura de mi conchita a la vista.

—Quiero lamerte. Me dijo.

—Cumple tu promesa dije, no puedes tocarme.

Me acerqué a él, me acaricié los pezones, me abrí apenas los labios de la concha y me acaricié los pelitos.

Giré, y caminé hacia la escalera. Lo oí decir “Tenés un culo admirable y pagaré con gusto los 2500”.

Subí la escalera, y desde arriba le dije: prometiste irte, pero te has comportado bien.

Bajé, las tetas re firmes saltaban apenas. Puede sonar narcisista, pero cada vez amo más mis tetas. Son duras, cónicas, los pezones se yerguen duros cuando me excito.

Le di un beso con los labios cerrados y decidí hacer como que no sentí que me acariciaba una teta.

—Nos vemos el miércoles si todo está bien.

—Hasta el miércoles, cielo.

Claro que todo estaba bien, y para mejorar las cosas, ya el lunes a última hora, me llegó la transferencia acordada. ¡Sensacional! A la noche, un mensaje me dice que “Seguramente ya viste la transferencia, y hoy me hice los análisis, con resultados previstos mañana martes de tarde. Nos vemos el miércoles, a las 3 de la tarde, si puede ser; muero de ganas”.

Le respondí agradeciendo todo y confirmando para el miércoles a esa hora. Le dije que había olvidado comunicarle que, a veces, Tommy está presente para ver, físicamente o vía web.

El miércoles, atendí un cliente de mañana, y luego me preparé para recibir a Ernesto en la tarde. Me puse seductora, al menos eso creo, ja ja ja…y al mismo tiempo como hago muchas veces, con un toque de “novia”.

Tacos bien altos, micro tanga hilo blanca, de raso. Babydoll blanco de gasa transparente , corto a media nalga y con abertura vertical en cada seno de manera que se salga casi la mitad de cada teta. Y por encima de esa lencería, una bata blanca totalmente opaca cerrada por cinturón.

Al llegar, lo recibí como les he detallado, con un gran beso de lengua al traspasar la puerta de entrada. Temprano en la mañana, me había enviado copia de su certificado de salud.

—¡Que ganas de verte! Me dijo.

—¡Yo también! dije. Y le dije algo que es verdad absoluta: ¡Y que nervios! Ya sabes que no eres el primer hombre fuera de mi matrimonio, pero me pongo nerviosa cada vez que voy a intimar por primera vez con alguien. Temo no cumplir con lo que esperan de mí.

—¡Pero si eres divina! ¡Y simpática!

—No sé por qué, pero siento las famosas mariposas en el estómago, hasta que gocemos, ¡y a partir de ese momento siempre siento como que estoy con un novio!

—¡Que divina! Me gusta todo eso.

Lo había conducido hasta la sala de planta baja donde suelo recibir.

Le ofrecí café o refrescos…me dijo que prefería beber de mi cáliz… ja ja.

No me hice desear, de espaldas, desaté mi bata, la dejé caer (eso es algo que siempre hago gusta mucho). Lo oí suspirar y me giré. Cuando vio las tetas emerger por las aberturas frontales del babydoll, prácticamente se arrojó a manoseármelas. Se lo permití unos segundos, y luego lo aparté suavemente, diciéndole: “Ya habrá tiempo”.

En segundos, le indiqué el camino de la escalera, y aún con mi lencería puesta comencé a subir, haciéndole señas de que me siguiera.

Soy consciente de que al subir la escalera con el babydoll, el cuerpo se luce mucho más que si subiera totalmente desnuda.

Llegamos a la suite del piso de arriba, le indiqué el baño por si deseaba refrescarse, y le dije: “Te espero”. Dudé un segundo acerca de si desnudarme o no, pero enseguida me decidí por esperarlo y desnudarme frente a él, o que me desnudara.

Volvió desnudo, la pija enhiesta, todo su vientre rasurado y también el escroto. Es cierto que no luce abdominales , tiene más de 60, pero la excitación era evidente y en general tiene muy buen aspecto. Buenos huevos, y verga de no menos de unos 17 cm y de grosor más que aceptable.

Lo miré, erguida, las tetas al frente saliendo por las aberturas del babydoll, comencé a quitarme el babydoll y me dejó hacer, mirándome (extasiado, debo decirlo).

Seguí por la tanga. Y me recosté al borde de la cama con las piernas cerradas y los pies apoyados en el piso.

—Quiero esa concha, dijo. Y se acercó, se arrodilló y me abrió las piernas.

Primero lo atraje sobre mi de manera de besarnos y que su cuerpo quedó tendido sobre mi.

Acaricié su espalda, le ofrecí mi lengua y saliva, dejé que me acariciara las tetas y me refregará la pija por todo el cuerpo.

“Ahora sí” le dije, y empujé su cabeza hacia mi entrepierna.

Se metió entre mis muslos a chuparme la concha de todas las maneras posibles, en cierto momento crucé mis piernas sobre su cuello, como atrayéndolo más hacia mi.

Fue el momento en que se dedicó a mi clítoris, haciéndome de todo, lo lamió, lo chupó, le dio golpecitos de lengua y me lo acarició con un dedo ensalivado.

De pronto un dedo entró en mi concha y buscó esa zona rugosa, tan sensible en la parte delantera de la vagina.

Me puse como loca, gritaba de placer y le pedí que me cogiera de una vez por todas.

Volvió a ponerse cara a cara y su verga comenzó a buscar mi raja. Mientras nos besábamos, lo guie con una mano y cuando la verga se enfrentó a mi “sonrisa vertical” , comenzó a metérmela.

Al ser un poquito cabezona, aquello me enloqueció totalmente. Sentí como se iba metiendo en mi cueva, sin apuro y sin pausa. Hasta que nuestros puños se tocaron, la tenía metida a fondo y empezó a moverse, siempre atrapado con mis piernas alrededor de su cuerpo, lo cual facilitaba que me la metiera bien a fondo.

Disfrutaba cogiéndome y estrujando mis tetas. La lengua se me metía hasta el fondo y su boca me inundaba de saliva.

Me acabé gritando. Y quedé exhausta esperando el licor de sus huevos. Que por fin llegó. Demoró mucho en llegar al orgasmo lo cual me hizo sospechar de alguna pastilla azul. Pero al acabar compensó la demora con chorros abundantes, pude sentirlo. Y pudo seguir fornicándome un par de minutos más.

Se dejó caer sobre mí sin sacar la pija. Nos besamos y nos giramos quedando frente a frente y finalmente te se salió de mi.

Chorreamos sobre las sábanas e instantáneamente me fui a chuparle y limpiarle la pija. “Aún no te la he chupado, quiero probarla”. Y bien que la probé. Más que limpiarla le hice una mamada de unos cinco minutos y luego nos pusimos a conversar acariciándonos (lo cual me gusta casi tanto como cuando me la meten o cuando me acaban).

Nos mimamos, se dedicó largamente a mis tetas y yo a acariciarle la verga y los huevos mientras conversábamos o nos besábamos.

Por supuesto le fui contando mi historia de casi ya dos años entregándome, de nuestros proyectos de embarazo con múltiples machos, de como Mary y yo cumplimos un desafío del dueño de una estancia cerca de Piriápolis. Y no pude dejar de mencionar como me hice coger en el Bois de Boulgne y también le conté de cómo Bob me cogió frente a una persona muy muy querida de mi familia y también en presencia de Tommy. Él me preguntó por el desafío en la estancia, dijo que si lo repetimos le gustaría presenciarlo, aún con sobreprecio, me dijo que le gustaba eso de que un familiar me había visto cogiendo (no le dije que era papá, ya lo sabrá en su momento) y se manifestó encantado con la actitud de mi esposo de dejarme libre para entregarme al putismo.

Y ahí fue que mirando el reloj le dije que seguramente ya estaría por dejar de trabajar.

—¿Vendrá a vernos?

—Si lo invitamos viene… estoy segura.

—Llámalo… ¿Si?

—¿Le puedo mostrar cómo estamos?

—Claro que sí.

Vi que ya era hora de haber dejado la oficina. Lo llamé por video llamada y en altavoz.

—Hola amor. Dije mientras enfocaba mi mano masturbando el miembro de Ernesto, ya bastante erecto.

—Mmm. ¿Están en altavoz?

—Sí.

—Tom, soy Ernesto. Se me está parando, si llegas rápido podrías ver a tu esposa ganándose su arancel.

—¡Sé que es muy trabajadora! Llego en minutos.

Para motivarlo le mostré la sábana mojada de semen, mis tetas que Ernesto manoseaba y cerré la conversación con un nuevo acercamiento a mi mano masturbándolo.

—Quiero chupártela mientras llega le dije a mi nuevo amigo. Y me puse de pie y luego me arrodillé. Captó la idea y se puso a mi lado, él parado y yo arrodillada.

Sus huevos colgaban frente a mi boca y no me hice esperar. Estaban afeitados, divinos. Comencé a lamérselos y se los ensalivaba en forma abundante.

Luego fue el turno de la pija. La curvé un poco hacia abajo y me metí en la boca, mientras la succionaba reiteradamente.

Obvio no quería que acabara, así que bajé la velocidad de succión y volví a pasar a lamerle y chuparle los huevos. Al mismo tiempo, un dedo ensalivado acariciaba su culo y le fue entrando, lentamente y sin protestas, al contrario, algún gemido sugirió que le gustaba.

A todo eso, oímos abrirse la puerta de calle. Tommy avisó: “Llegué”. Y lo oímos subir la escalera. Estábamos al costado de la cama, yo arrodillada con la pija, que volví a chupar, hasta la garganta, y Ernesto, parado acariciando mi cara.

“Hola” dijo Tom…”Hola” dijo Ernesto, y yo me saqué la verga de la boca y dije “Hola amor”.

“Si te desvestís estarás más cómodo” sugirió Ernesto , y Tommy comenzó a desvestirse mientras Ernesto y yo nos subíamos a la cama.

Yo ya lo había pensado. Quería que Tommy me viera metėrmela.

Monté a Ernesto en vaquerita, le di mis tetas a chupar, lo cual hizo un rato y ya Tom, en boxer, nos miraba. Corrí mi cuerpo hacia adelante y le di a chupar mi concha a mi nuevo cliente (Macho N.º 42 desde que comencé con Ricardo, si no me fallan las cuentas). Y luego me corrí hacia el pubis de Ernesto. “Abrime bien” le dije, y abrió mis nalgas.

Tommy miraba encantado según me contó, pues yo no lo veía. Tomé con una mano la verga de Ernesto y la enfilé a mi concha empapada de la saliva de la reciente chupada y de restos del primer polvo.

Estaba en posición. Lentamente bajé para que me entrara la cabeza y luego, de un golpe, me dejé caer hasta que me entró hasta los huevos. Y ahí comencé a moverme, a veces lento, a veces frenéticamente.

“¿Querrá metértela?” Me dijo Ernesto mientras yo subía y bajaba y él me amasaba las tetas. “Amor, ¿me la metes?” Sugerí.

El boxer voló…Tom subió a la cama y una generosa escupida cayó en mi esfínter.

“Me va a culear” le dije a Ernesto. “Genial”.

Sentí como Tom la apoyaba en mi ojito lo sentí afirmarse y entrar. Me incliné hacia adelante. Ya no me movía yo sino ellos alternadamente, por la posición Ernesto se movía poco, y Tom con más soltura.

Súper excitado, mi amor duró poco, me la sacó, se cambió de lugar y me acabó en la cara.

“No voy a ser menos” exclamó Ernesto. Y se salió de mí y masturbándose unos segundos, me terminó de llenar la cara de leche.

“Tendré que ducharme” dije. Si quieres te hacemos la ore ducha, dijo Tom, ya conocedor de mi nueva afición con los más allegados…

Los esperé ya arrodillada en la ducha, deseosa de esa experiencia aún nueva.

Y minutos después estábamos afuera, limpios y frescos.

Pero… vi la pija de Ernesto semi erguida, o mejor dicho, como me gusta decir. “gomosa”.

—Mmm me parece que alguien aún no está conforme dije, acariciándosela.

—Es que el deseo era mucho.

—Si quieren los dejo, dijo mi amor y agregó: — Ya te habrá dicho que te atiende hasta que estés totalmente satisfecho…

—¡Obvio!

—¿De verdad puedo otra vez? No te vayas, puedes mirarnos quizás algo más. No sé qué es lo que me pasa, los siento cercanos, casi amigos…

Mi respuesta fue tirarme a la cama. Señalarle a Tom una silla y decirle a Ernesto: “Querés en cuatro o cucharita”. No dudó: “Las dos”

Obediente, me puse en cuatro, las piernas abiertas. Y Ernesto se acercó por detrás a lamerme la concha y el culo mientras se pajeaba suave.

Cuando me tuvo chorreando se arrodilló detrás de mí, y me penetró bien sabroso, pero con sorpresa. No solamente me metió la verga, también un pulgar en mi culo.

“En el próximo encuentro te voy a culear, dijo”.

Yo estaba llegando al cielo porque además veía a Tommy masturbarse y sentía los huevos de mi nuevo macho golpeándome.

Hasta que Ernesto me sacó el dedo del culo y luego la verga.

Era el cambio de posición.

Un par de minutos nos besamos y me chupó las tetas. Luego me recosté, se puso detrás de mí, a lo largo y me la metió bien a fondo. Me entraba y salía divino, me acariciaba las tetas y a veces giraba mi cara y nos besábamos de lengua.

Entre gemidos, dije: —A veces hemos hecho doble vaginal…

—¿Te entra?

—Me entra y me gusta…

—Vení Tom.

En segundos Tom estaba de frente a mi lado ensalivó y la dirigió con su mano.

Con mucho cuidado y cariño, me entró.

Coordinaron los movimientos, entrando y saliendo en vaivén al mismo tiempo. Me besaba, a veces con uno y a veces con otro. A veces uno me amasaba las tetas y a veces el otro. Y de nuevo fue mi amado el primero el acabarme. Y se salió.

Se paró al lado de la cama a ver cómo Ernesto me seguía cogiendo hasta acabar.

Mi cuca estaba rosada, feliz puedo decir y chorreaba leche.

Los limpié a lengua a los dos y tocó ducha nuevamente.

Y luego de la ducha, una linda conversación acerca de si Ernesto estaba conforme (dijo que extremadamente conforme).

“¿No te sentiste ofendido con la presencia de Tommy?”. “ En absoluto, me encantó que sea un marido complaciente, que goza de ver coger a su mujer y de compartirla”.

“La verdad quiero repetir a la brevedad”

“¡Pero no vayas a entrar en bancarrota!” Risas.

“Tengo muchos recursos”. Más risas.

Luego hablamos de la posibilidad de vernos en nuestro campo. Y Tommy mencionó algo que a Ernesto le encantó: la posibilidad de pasar toda una noche conmigo, en Montevideo o en el campo, a lo cual siempre estoy abierta, por supuesto sin costo adicional.

A su vez Ernesto preguntó si estoy (estamos) abiertos a que se nos presente algún nuevo amigo migo, a lo cual respondimos afirmativamente y con entusiasmo.

“Eso sí, siempre con análisis y con el arancel de 2500”.

Y así terminó esa preciosa tarde, con mi nuevo amigo, el N.º 42 de sexo masculino.

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