El primer gangbang de Luci

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Solo pude ver a Luci marcharse del cuarto, con una cara de lujuria de que necesitaba seguir siendo penetrada. Después de la orgía de anoche y la sesión mañanera, su energía era insaciable. Escuché que entró al cuarto con Zandra, Karina, Luis y Carlos, pero debo admitir que me ganó el cansancio y me quedé dormido antes de poder ir con ella o participar en la orgía.

Bajé a la sala, donde encontré a Karina y Zandra en los sillones, envueltas en toallas, tomando café. Karina, con sus nalgas firmes de gimnasio, parecía agotada, sus ojos entrecerrados. Zandra, con su piel blanca y cabello rojo largo, estaba recostada, sus pechos pequeños cubiertos por la toalla. “Anoche nos mataron y en la mañana nos remataron”, dijo Karina, riendo débilmente. Zandra asintió: “No puedo moverme, pero valió la pena”. Carlos, con su cuerpo grande de 1.90 m, y Luis estaban en la cocina, preparando algo de comer, sus cuerpos relajados pero también cansados.

Luci, sin embargo, tenía una chispa distinta. Se acercó a la isla de la cocina, totalmente desnuda, y dijo con una sonrisa pícara: “¿Qué, ya se rindieron las chicas? Yo sigo lista”. Todos la miramos, sorprendidos. Karina rio: “Estás loca, amiga. Yo ya no doy más”. Zandra negó con la cabeza: “Eres una máquina, Luci”. Marcela, que bajaba con Diego, añadió: “Yo paso, necesito dormir una semana”. Pero los hombres —Luis, Carlos, Diego y yo— intercambiamos miradas. Nuestros penes ya estaban reaccionando ante la idea.

“¿Y si hacemos algo solo para Luci?”, sugerí, mi voz cargada de morbo. Ella me miró, sus ojos brillando, y asintió lentamente. “Quiero probar algo nuevo… todos ustedes, solo para mí”, dijo, mordiéndose el labio. Era su primer gangbang, y la idea me encendió, aunque un nudo de celos me apretó el pecho al imaginarla conmigo y los tres hombres a la vez.

Nos movimos a la sala, los sillones amplios listos para el espectáculo. Las chicas se quedaron en un rincón, bebiendo café y animando con risas. “¡Dales duro, Luci!”, gritó Karina. Luci, con sus pechos firmes y su vagina depilada brillando bajo la luz del mediodía. Nosotros nos quitamos los shorts: Luis con su pene largo de 22-24 cm, Carlos con su pene grueso de 22 cm, Diego con su pene curvo de 16 cm, y yo con mi pene grueso de 18 cm.

Luci se arrodilló en el centro de la sala, rodeada por los cuatro. Empezó con Luis, tomando su pene largo en la boca, chupando con esa técnica que lo volvía loco. “¡Carajo, Luci, qué rico lo haces!”, gruñó Luis, sus manos en su cabello. Luego pasó a Carlos, sus labios estirándose alrededor de su grosor, saliva goteando mientras gemía. Diego fue el siguiente, y ella lamió la curva de su pene, succionando la cabeza hasta hacer que sonara. Cuando llegó a mí, me miró con ojos lujuriosos, chupando mi pene grueso con avidez, sus mejillas hundiéndose.

Alternaba entre nosotros, sus manos y boca trabajando sin parar. Tomaba dos penes a la vez, uno en cada mano, mientras chupaba otro, sus gemidos vibrando. La saliva cubría sus pechos, goteando por su barbilla. “¡Quiero sentirlos todos!”, dijo, su voz temblando de deseo. Las chicas aplaudían desde el rincón, impresionadas por su energía.

Luci se acostó en un sillón, abriendo las piernas. “Quiero que me llenen”, dijo, mirando a Carlos y a mí. Me acosté debajo, guiando mi pene grueso a su vagina. Estaba mojada, y gemí al sentir su calor apretándome. Carlos, detrás, untó lubricante en su ano y entró despacio, su pene grueso estirándola. Luci gritó: “¡Los siento a los dos! ¡Es demasiado!”. Nos movimos sincronizados, yo empujando desde abajo, Carlos desde arriba, sus caderas chocando contra sus nalgas.

Luci temblaba, sus pechos rebotando en mi cara, “Que gruesa tienen sus vergas!”, gritó, y un chorro intenso salió de su vagina, mojando mi pene, mis piernas y el sillón. Sus orgasmos eran constantes, su cuerpo convulsionando. Carlos eyaculó en su ano, y yo seguí penetrándola hasta sentir que ya iba a terminar “quiero que te los tragues” le dije, se paró y se metió mi pene a la boca para vaciar hasta la última gota de semen.

Sin pausa, Diego y Luis tomaron el relevo. Diego se acostó, y Luci se montó en vaquera, su pene curvo entrando en su vagina. “¡Esa curva me está encantando!”, jadeó Luci, moviéndose rápido. Luis, detrás, lubricó su ano nuevamente y entró, su pene largo deslizándose profundo. Luci gritó de placer, sus caderas moviéndose para acomodarlos. “Que llegue hasta el fondo”, exclamó, un chorro masivo escapando, mojando a Diego. Los dos aceleraron, sus embestidas sincronizadas, y Luci tuvo otro orgasmo, sus piernas temblando. Luis eyaculó en su ano, y Diego en su vagina, sus gemidos llenaron la sala..

Luci, aún con energía, se arrodilló de nuevo, chupando nuestros penes uno por uno. Primero a mí, succionando mi grosor con fuerza, luego a Carlos, lamiendo su pene grueso, luego a Diego, saboreando su curva, y a Luis, engullendo su longitud. Alternaba, sus manos trabajando los otros penes, saliva y semen cubriendo su rostro. “¡Quiero más!”, dijo, su voz ronca de deseo.

Me acosté en el sillón, y Luci me montó en vaquera, mi pene grueso llenándola. Diego se acercó, y ella lo chupó mientras me cabalgaba, su vagina apretándome con cada orgasmo. Carlos y Luis se masturbaban, mirándola, sus penes listos. Luci cambió, montando a Carlos, su pene grueso estirándola, mientras chupaba a Luis. Diego se masturbó frente a ella, eyaculando en sus pechos, el semen goteando por sus pezones.

Nos movimos a la alberca, el sol calentando nuestros cuerpos. Luci flotaba en el agua, y Luis la penetró de pie, su pene largo entrando y saliendo. “¡Me estás partiendo!” Yo me acerqué por detrás, y entré, mi pene grueso haciéndola gritar. Diego y Carlos se unieron, tocándola, sus manos en sus pechos y clítoris. Luci tuvo un orgasmo masivo.

Cambiamos: Diego la penetró en la vagina, su curva golpeando su punto sensible, mientras Carlos entraba en su ano. Luci gritó: “¡Es increíble! No quiero que terminen”. Yo me acerqué, y ella me chupó, su boca trabajando mi grosor. Luis se masturbó, eyaculando en su rostro, el semen goteando por su barbilla. Luci seguía, insaciable, sus orgasmos constantes.

Nos trasladamos al jacuzzi en la habitación de cristal, el mar brillando al fondo. Luci se puso en cuatro, y yo la penetré por la vagina, mi pene grueso llenándola. Carlos, Diego y Luis se arrodillaron frente a ella, y Luci los chupó alternadamente, sus labios estirándose. “¡Quiero todo comerme todos!”, gritó, un chorro masivo mojando el jacuzzi. Sus orgasmos eran incontrolables, su cuerpo temblando.

Cambiamos: Luis en su vagina, y nos hacía sexo oral a los otros tres. Luci gritaba, sus ojos en blanco, un chorro tras otro escapando. Todos eyaculamos: Nos fuimos turnando para acabar en su boca, en sus tetas, en la cara. A pesar de haber eyaculado varias veces, todos estábamos tan caliente con el desempeño de Luci que terminamos soltando una gran cantidad de semen por toda su cara.

Ya en la tarde/noche, exhaustos, nos sentamos en la sala. Las chicas aplaudieron desde el rincón. “¡Luci, eres una reina!”, dijo Zandra. Luci, sudada y sonriendo, se acurrucó contra mí. “Gracias, amor, fue mi fantasía cumplida”, susurró. Mis celos se desvanecieron, reemplazados por amor. El gangbang había sido un torbellino, pero nuestra conexión era más fuerte. Mientras el mar susurraba afuera, supe que esto era solo el comienzo.

“Yo digo que como hoy es el último día que dormimos aquí, hay que cambiar de novio para dormir” dijo Marcela, quien rápidamente me agarró del brazo “Yo aparto a Kouta, tengo ganas de dormirme después de que rompa en dos con ese paquetote tan grueso”.

“Todo tuyo” respondió Luci. Nunca había sentido tanto nervio, iba a tener la oportunidad de tener sexo toda la noche con mi crush a solas, sin que nadie nos viera, sin preocuparme por Luci, nada, solo ella y yo y justo después de haber cogido todo el viernes y sábado. “Podré darle el sexo que se merece” Pensé.

Marcela se desnudó frente a mí, me tomó de la mano y me guio a la habitación. Cerró la puerta, apagó la luz y solo dejó encendida la lámpara de la mesa de noche. Sacó un aceite corporal de su mochila, “Sé que estás agotado y cansado por todo lo que has hecho” me dijo Marcela “aparte cada que me le metías tenía los mejores orgasmos de mi vida”. Me pidió que me acostara en la cama boca arriba sin ropa. “Te voy a dar el mejor masaje de tu vida a cambio de que me hagas el amor como nunca me lo han hecho”.

En el siguiente relato les contaré cómo pasamos esa noche.

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