Elisa, la secretaria de mi marido

3
11125
20
T. Lectura: 8 min.

Una tarde yo acudí a la oficina de mi marido, quería darle una sorpresa quizá para aplacar mi mal conciencia por mis aventuras lésbicas, la puerta estaba entornada y a la que me acerqué oí la voz de mi marido que decía:

-Que buena estas Elisa.

Elisa era la secretaria de mi marido, era una chica de origen latino, aunque casi toda su vida había transcurrido en España, donde emigro, junto con sus padres siendo muy niña, intrigada, me acerqué y con mucha precaución abrí la puerta lo justo para ver lo que sucedía.

Y pude ver como mi marido, que llevaba una camisa azul oscuro y unos pantalones negros, rodeaba con sus brazos la cintura de Elia, que llevaba, una blusa oscura de lunares que dejaba ver un sujetador precioso, que tapaba un par de tetas impresionantes, y una falda roja, más bien corta.

Mi marido se lanzó sobre las tetas de la chica y se puso a sobárselas, mientras ella decía:

-Jefe, me encanta.

Él con un movimiento rápido desabrochó la blusa de la chica y la hizo caer al suelo, después hizo lo mismo con el sujetador, las tetas de la chica quedaron al aire, y la verdad es que tenía unas tetas impresionantes, no me extraña que mi marido babeara por ellas.

El muy cabrón se agachó un poco y se puso a chuparle las tetas a la chica, que le decía:

-Jefe sigue chupándomelas me encanta, me estas volviendo loca de gusto.

Cuando la chica comprendió que mi marido estaba bien caliente, le apartó un poco, se arrodilló ante él, le bajó los pantalones y los calzoncillos, la polla de mi marido estaba durísima, la chica dijo:

-Que polla más grande tienes.

Eso no era del todo verdad, la polla de mi marido no es que sea de las más pequeñas, pero tampoco es que sea una superpolla, la chuca se la metió en la boca y comenzó a chupársela, mi marido se puso a gemir como u loco, pocas veces conmigo le había oído gemir así.

Al cabo de un rato, mi marido se quitó la camisa y le pidió a ella que se levantara, al hacerlo él le quito la falda y las bragas, esto último de una manera tan rápida que casi ni las pude ver. Después él se sentó en una silla, después la sentó a ella encima y de espaldas a él y hizo que su polla entrara dentro del coño de la chuca, y después de repetirle:

-Que buena que estas.

Y mientras le decía esto, llevó su cabeza hacia uno de los pezones de la chica y se puso a chupárselo, mientras con una de sus manos le acariciaba la teta, los dos estaban gimiendo como unos cerdos, y poniéndome a mí cachonda. No se tía celos, solo envidia de no ser yo quien estuviera sobando a la chica.

Al rato la hizo girarse la chica se quedó enfrente suyo y con sus manos comenzó a acariciarle el culo, que por cierto era fantástico, decididamente mi marido llevaba razón en que la chica estaba buenísima.

Tras un tiempo así el la empujo sobre la mesa de su despacho y la hizo abrir bien las piernas y siguió follandoselas con ganas, mientras los dos emitían unos gemidos muy intensos, de repente mi marido paro y poniéndose de pie le ordenó:

-Ponte de rodillas.

La chica obedeció y casi inmediatamente después un gran chorro de leche salió de la polla de mi marido y fue a parar a una de las hermosas tetas de la chica.

Yo decidí que lo mejor era irse de allí y mientras lo hacía me di cuenta de que no había sentido celos, sino excitación, en cierta manera mi marido me había quitado cualquier complejo de culpa por mi actividad extramatrimonial con otras mujeres, si él lo hacía ¿Por qué no iba a hacerlo yo? Y de otro lado no podía dejar de pensar en las impresionantes tetas de la chica, deseaba chuparlas.

Por suerte las cosas salieron rodadas pocos días después, mi marido partió de viaje de negocios, después de lo que había visto en su oficina no pude dejar de preguntarme ¿Qué clase de negocios sería?, Pero Elisa no le acompañaba, debía de quedarse cuidando de la oficina, al cabo de unas horas mi marido me llamó por un lado para decirme que había llegado bien, de otro para contarme que se había dejado un pen con documentos, Elisa vendría a casa buscarlos y se los mandaríamos a su destino por un pc.

Yo llevaba una blusa rosa y unos jeans azules, cuando Elisa llegó, llamó a la puerta y yo le abrí, llevaba una falda corta de color azul que dejaba al descubierto buna parte de sus piernas y una blusa pateada con un amplio escote que dejaba al descubierto sus impresionantes tetas.

Encontramos fácilmente el pen y ella lo puso rápidamente en su ordenador, mientras yo cuando se agachaba no podía apartar la vista de su escote, en un momento determinado no pude contenerme las ganas y llevé una de mis manos hacia una de sus tetas y se la acaricié, mientras le decía:

-Menudas tetas tienes, no me extraña que mi marido este loquito por ellas.

Sentí que mis palabras no la sorprendían, y se dejaba hacer, así que eso aumentó mi atrevimiento, le saqué uno de sus pechos de la blusa, no llevaba sujetador y llevando mi boca hacia él me puse a chupárselo, mientras se lo acariciaba con una de mis manos, ell se puso a gemir y me preguntó:

-¿La señora no está enfadada porque yo haga cosas con su marido?

-Claro que no mi amor, le respondí, lo único que sentía era no ser yo quien te tocara.

Seguí chupándole el pezón, ella gemía, y eso me excitaba aún más, seguí chupándole la teta, hasta que me anime a cambiar de pecho y pase a chuparle la otra teta, ella entre gemidos dijo:

-La señora chupa muy bien, mejor que su marido.

-Cariño, le dije yo, no me llames señora, llámame Milla.

-De acuerdo Mila, dijo ella, pero a mi ahora me apetece una cosa, dijo ella, ¿Puedo pedirla?

-Por supuesto mi amor, le contesté.

-Quiero chuparte las tetas yo a ti.

Me desabrochó la blusa y me bajó las hombreras del sujetador, mis tetas se quedaron al aire y al verlas ella dijo:

-Mila, tienes unas tetas deliciosas, no entiendo como tu marido teniendo esto en casa busca cosas fuera.

Y tras decir esto se puso a chupármelas, y me las chupaba deliciosamente, mucho mejor de lo que mi marido me las había chupado nunca, creo que las dos estábamos muy calientes, llevé mis manos hacia su falda, primero acaricié su culo encima de ella, y luego llevando una de mis manos hacia la cremallera de su falda, se la bajé y su falda cayó al suelo, quedándose como única ropa con un diminuto, y precioso tanga, ella reaccionó y me bajó los pantalones, dejándome también con un diminuto tanga, aunque el mío negro.

Yo estaba muy caliente y reaccioné, le bajé el tanga y la deje completamente desnuda, pude comprobar que tenía un culo fantástico, no me extraña que mi marido estuviera loco por acariciárselo, le pedí que se pusiera encima del sofá, a cuatro patas y cuando lo hizo me puse detrás de ella, no sabía porque, pero me apetecía rozar mis tetas contra su culo y mientras hacía esto le dije:

-Estas fantástica, comprendo que mi marido esté loquito por ti

Tras un rato acariciándola con mis tetas, sentí la necesidad de lamer esa parte de su cuerpo, así que acerqué mi cabeza a su culo t sacado mi lengua me puse a lamérselo, ella se puso a gemir, mientras me decía:

-Mila lo haces muy bien, tu marido no me da tanto placer.

Seguí lamiéndola, hasta que me decidí, llevar tres de mis dedos hasta su coño, e introducirlos en su interior, después comencé a moverlos su coño estaba caliente y húmedo, de esta manera la masturbé hasta que se corrió, en ese momento me hizo una señal para que me levantara y me sentara en el sofá, ella se sentó a mi lado t me dijo:

-Mila, muchas gracias por lo que me has hecho, este está siendo uno de los mejore momentos de mi vida sexual, quiero agradecértelo como te mereces.

Y tras decir esto se puso a cuatro patas y arrimando su boca a una de mis tetas comenzó a chupármelas, de nuevo debía de reconocer que lo hacía increíblemente bien, en un momento dado, sin dejar de chupármelas, llevó u a de sus mansos hacia mi tanga, y, me acarició el coño por encima de él, después metió su mano por debajo de este y se puso a acariciarme el coño, lo hacía divinamente, y por último me fue bajando el tanga hasta dejarme completamente desnuda, y me dijo:

-Pareces una diosa.

Y mientras me seguía acariciando el coño. Me pidió que me pusiera en la misma postura que se había puesto ella hacia un momento, lo hice y como me había sucedido a mí, sentí como una de sus tetas rozaba mi culo, era una sensación increíblemente placentera, después ella dijo:

-Tienes un culo de diosa y quiero tratarte como tal.

Primero, como le había hecho yo a ella, lamio la zona de mi culo con su lengua, es de las cosas más deliciosas que alguien puede sentir. Después introdujo sus dedos en el interior de mi coño y dijo:

-Supongo que son más pequeños que la polla de tu marido.

Lo eran, pero ella sabía mover sus dedos mejor que mi marido su polla con sus movimientos dentro de mi coño me está haciendo sentir u a sensación increíble, y cuando sustituyó sus dedos por su lengua yo me sentí en el paraíso, de esta manera no tardó en lograr que me corriera. Descansamos un momento, pero las dos deseábamos seguir, lo que habíamos hecho hasta ese momento nos parecía poco, así que la dije:

-Cariño, creo que en mi habitación estaríamos más cómodas.

Aceptó mi propuesta y la llevé hasta mi habitación al llegar ella se sentó en la cama y me preguntó:

-¿Así que este es el sitio donde follas con mi jefe?

-Créeme, les respondí, ya poco, seguro que te beneficias tu más de su polla que yo.

Mientras le decía esto yo me había agachado para chupar de nuevo sus deliciosas tetas, sentía que las tetas de Elisa eran especiales, chuparlas me resultaba especialmente delicioso y seguía chupándoselas un buen rato, hasta que ella me dijo:

-Déjame un poquito a mí.

Me hizo tumbarme sobre la cama y llevando su boca hacia una de mis tetas me la empezó a chupar como su estuviera mamando, eso me produjo un pacer increíble, mi marido alguna vez me lo hacía, pero lo que en ese momento estaba experimentando no tenía nada que ver era mucho más delicioso, y solo con eso me hizo correrme nuevamente, pero no se conformó con eso sino que se puso encima de mi a cuatro patas, e hizo que nuestros pezones entraran en con tacto, la pedí que se agachara un poco, al hacerlo nuestros coños se juntaron, mientras tenia sus delicioso pechos al alcancé de mi boca, nuevamente no pude aguantar las ganas de comérmelos, mi entras que cogiéndolas con mis manos me use a acariciárselas, en ese momento ella me dijo:

-Chupas las tetas mejor que cualquiera de los tíos con los que he estado.

Para mi eso era una gran honor, quería que mi adorada amante experimentara conmigo sensaciones más apetecibles que las que hubiera experimentado con cualquier tío, mi adorada princesa recibió mis caricias hasta que bajando sus manos hizo que nuestras bocas se fundieran en otro beso apasionado.

Después la hice tumbarse sobre la cama y abrir bien sus piernas, cuando lo hizo llevé mi boca hasta su coño y sacando mi lengua se la introduje dentro de su coño, ella comenzó a gemir, mientras decía:

-Mila, me estas volviendo loca, tu marido nunca me ha hecho sentir algo parecido.

Era lo que quería, no sentía celos de lo que hacía con mi marido, pero en esos momentos pensaba en lo alucinante que sería que cuando nuevamente follara con i marido pensara en mi follando con ella, seguí lamiéndola el coño hasta que sentí como se corría, en ese momento cuando lo dejamos, ella me obligó a tenderme a su lado, y besándome con pasión me dijo:

-Te amo.

Luego comenzó a lamerme la cara, y me dijo:

-Ahora me toca a mi comer chocolate.

Me hizo abrirme de piernas, se colocó entre ellas, teniendo mi coño al alcance de su boca y dijo:

-Ya que mi jefe parece incapaz de apreciar la cosita tan deliciosa que tiene en su cama, creo que me toca a mi hacerlo.

Y tras decir esto introdujo su lengua en el interior de mi coño comenzó a comerme el coño de una manera magistral, desde luego si yo fuera la jefa y ella mi secretaria no dudaría en pedirle que todos los días me hiciera lo que me estaba haciendo en esos momentos, recorría cada centímetro de mi coño, sentía que me volvía loca, y no tardó en lograr que tuviera otro orgasmo.

Tras ello se puso encima de mí, nuestros cuerpos estaban unidos era una sensación muy agradable, y nos dimos un nuevo beso apasionado. Pero ella seguía muy cliente y me dijo:

-Quiero volver a comerme ese coño tan sabroso.

Pero esta vez cambio de postura, aunque giro su cuerpo, este quedó al alcancé de mis manos, pero llevó las suyas y su cabeza hasta mi coño, primero con sus manos me lo acaricio, me estaba haciendo una masturbación increíblemente placentera, y esta se incrementó aún más cuando ella sacando su lengua comenzó a comerme el coño, nuevamente su lengua hizo diabluras con mi coño, mi excitación creía por segundos, y una vez más, por la acción de esa deliciosa mujer, me volví a correr.

Y nuevamente nos volvimos a besar y nos volvimos a decir lo bien que lo estábamos pasando juntas. Descansamos un momento, pero Elisa me preguntó:

-¿Alguna vez le has lamido el pie a otra mujer?

La verdad es que ni a mujer ni a ningún hombre, había oído hablar de ello pero nuca había probado, Elisa me animó a hacerlo, nos pusimos las dos tumbadas sobre la cama en posiciones opuestas, y acercamos cada una uno de nuestros pies a la otra, ella se metió mi dedo godo en su boca, y yo me puse a lamer su pie, una vez más me vi sorprendida por lo agradable que era, pero eso me caliento nuevamente, deseaba volver a comerme el deliciosos coño de Elisa, así que me puse boca abajo, doblé mis rodillas y llevando mi boca hasta el coño de ella, me dispuse a comérmelo nuevamente, ella al sentirlo dijo:

-Querida se nota que te gusta el chocolate, jajaja, el mío es todo tuyo.

La verdad es que tenía un coño especialmente delicioso, me encantaba pasar mi legua por su interior y oír sus gemidos, y de esta forma tan especial hizo que tuviera un nuevo orgasmo, la verdad era que esa mujer estaba sacando todo mi potencial erótico, la adoraba y no me importaba lo que hiciera con mi marido, aunque bueno creo que verla hacerlo con él tenía su punto. Cuando nos disponíamos a volver a jugar tuvo una llamada al móvil, era su madre que la llamaba a casa, debíamos dar por terminado nuestro encuentro, pero decidimos ir a la ducha.

Allí la idea de enjabonarnos juntas se hizo irresistible, al hacerlo no pudimos evitar acariciar nuevamente nuestros cuerpos, acariciar el suyo me puso muy caliente por lo que me arrodille ante mi diosa, la limpie bien el coño de gel, y hecho esto introduje mi lengua en su interior, su coño recién lavado me pareció incluso mucho más delicioso que antes, así que seguí comiéndoselo con ganas hasta que sentí como en medio de intensos gemidos ella se corría, esa mujer había conseguido esa tarde descubrir en mí el sexo con una intensidad mucho mayor a la que nunca había experimentado.

Cuando se corrió dimos por terminado nuestro encuentro y nos vestimos, antes de irse ella me ofreció dejar de hacerlo con mi marido, la dije que no hacía falta.

Loading

3 COMENTARIOS

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí