En el tren

0
10265
12
T. Lectura: 2 min.

Entrar en el tren en un día normal ya es algo complicado, pero en días donde las personas están desesperadas por llegar a casa o ir al trabajo en hora pico es otra cosa.

Soy apretujada entre medio de tantas personas que para el momento en el que llego a un lugar donde nadie me empuja ya hasta estoy desorientada, atrapada entre un hombre mayor, canoso, parece estar saliendo del trabajo.

Un escalofrío pasa por mi cuerpo cuando siento erección contra mi trasero, nunca me había pasado algo así antes, me aferro a mi bolso como si eso pudiera darme algo de seguridad mientras intento moverme lejos, pero es inútil, la gente me empuja, escucho sus quejas casi perdidas en el bullicio de la cabina.

Sus manos me toman de la cadera hundiéndose en mi carne solo para moverme de vuelta a mi lugar como si yo no pesara nada, me retuerzo.

—Señor, por favor, suélteme —apenas llego a susurrar. Creo que me tiemblan las piernas, él es lo único que impide que caiga al piso del vagón.

Presiona mi espalda contra su pecho, una mano en mi cadera y la otra en mi suave estomago haciendo que me estremezca, puedo sentir el calor de su cuerpo, el olor de su colonia desorientándome un poco. El calor de mi cuerpo sube cada vez que su pene se frota sobre mí, no puedo creer que la primera vez que un hombre sea de esta manera.

—No pasa nada, no tengas miedo. —Susurra en mi oído haciendo que un escalofrío recorra mi cuerpo, él se ríe suavemente. Sus dedos se hunden en mi estomago como si lo usara de soporte para mover mejor sus caderas.— No te voy a lastimar, solo se buena para mí.

Su mano se desplaza hasta la parte delantera de mi falda y se desliza por debajo, acariciando mi entrepierna posesivamente. No puedo evitar jadear, mi espalda se tensa cuando sus dedos se aprietan suavemente sobre mí, sus dedos frotan mi sexo, trato de parecer normal, no quiero que otros nos vean aunque siendo sincera todos están ocupados en sus cosas, no quiero que vean que la idea comienza a gustarme.

Su voz es suave y aunque es algo brusco no me lastima, no me empuja ni jala mi cabello, su mano se mete debajo de mi camiseta solo para acariciar la piel de mi cadera. Mi cara está ardiendo, por un momento muerdo mi labio mirando al suelo, me gusta saber que la forma en la que sus dedos se deslizan sin problema ahora envueltos en mis fluidos.

Su cadera se presiona bruscamente sobre mí, está usando mi falda, mi trasero, para masturbarse. La mano de mi cadera se mueve a mi trasero apretándolo, mi falda se sube y el frota su bulto directamente en mí, el hombre comienza a jugar con mi clítoris, es algo brusco haciendo que jade en sorpresa, pero rápidamente acepto lo que hace, no quiero perderme esto aunque sienta miles de emociones contrarias. Es tan excitante, estoy siendo manoseada en un tren por un tipo que podría ser mi papá.

—Estas tan mojada… Sabía que te iba a gustar —me susurra al oído, sus dedos están empapados mientras se mueven en mí.

Asiento con los ojos entre abiertos, miro a su mano bajo mi falda, me alegra haber dejado de usar ropa interior.

Loading

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí