Encuentro en el auto

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T. Lectura: 2 min.

Me invitaste a tomar café, al subir al carro vi que traías un termo, pensé que pasaremos una tarde charlando y tomando café, inmediatamente me indicaste hacia dónde conducir, llegamos a un lugar poco transitado y tranquilo, después de saludarnos y preguntarnos por cómo estuvo nuestro día, te pedí me dieras café, a lo que dijiste ¡primero quiero sentir esto que tienes aquí!, al tiempo que habrías mis piernas, recorriste sutilmente mi muslo dándole pequeños apretoncitos, después metiste tu mano en mi entrepierna, con delicadeza hiciste a un lado mi pantaleta, ¡ohh!, empecé a estremecerme.

Fue genial sentir tus deliciosos dedotes explorando mi vulva, mis labios mayores, y entre esa delicada y excitante búsqueda llegaste a mi clítoris, lo empezaste a estimular despacio, recorriendo con tus dedos, tocándolo, lo hiciste de una manera tan sutil, tan delicada y decidida que de inmediato empecé a humedecerme, poco a poco incrementaste la velocidad, rodeabas mi clítoris, lo rozabas, apretabas, ¡Ohhh, tus dedotes son geniales! empezó a salir un poco de agüita, una y otra vez, entre más movías los dedos, más me mojaba, ¡siii, genial!

Te escuché decir “sí, así, vente” lo que provocó que saliera un chorrito de agüita (un squirt), te sorprendiste, mencionaste ‘te vienes delicioso, dame más”, no podía evitarlo, era incontrolable, el agüita salía y salía al tiempo que sentía pequeñas contracciones vaginales, empapé tus dedos, ¡fue delicioso! Me olvidé del lugar donde estábamos, las ventanillas del carro estaban empañadas, vi a algunas personas pasar, lo que incrementó la adrenalina y la excitación.

Un poco después sin decir nada, metiste en mi vagina dos de tus dedotes, me preguntaste ¿Así, aguantas dos dedos?, sentí como mi vagina se contraía una y otra vez, sentía como los movías dentro, como rozaban las paredes vaginales, no pude evitarlo nuevamente salió agüita, mucha (un squirt tras otro). Me provocaste más de un delicioso orgasmo, te pedía ¡más!, mencionaba ¡no pares, más!, susurré tu nombre, gemí, grité y me contorsionaba, empecé a mover la cadera al ritmo en que tú metías y sacabas tus dedos de mi vagina, ohh, genial; al terminar te aseaste, revisamos el asiento del carro, quedó empapado, no podía moverme.

Ambos estábamos extasiados y excitados con la mirada señalaste tu entrepierna, wow, habías bajado el cierre de tu pantalón, tenías la verga de fuera, wow, tenía un tamaño impresionante, gruesa, resaltaban sus venas, brillaba, estaba en el punto exacto, ¡Deliciosa! sin pensarlo me incliné y de forma desesperada la introduje en mi boca, de inmediato llegó al fondo, sentía como rozaba mi campanilla, era una sensación deliciosa, recorrí tu gigante y deliciosa verga dándole pequeñas mordiditas, le daba lengüetazos, con la lengua rodee esa deliciosa cabezota rosita jugosa, sentí como te estremecías, succione esa deliciosa cabezota rosita jugosa, deliciosa.

La mamé a diferente ritmo, después tomé con firmeza la base de tu verga la apreté, la solté y repetí varias veces, eso te provocó más excitación, tu verga lucia gigante maravillosa nuevamente la introduje a mi boca lamiéndola de arriba a abajo, otra vez la mame apretando y soltando la mandíbula, escuché tus gemidos, lo estabas disfrutando mucho, te estremeciste, empezaste a mover la cadera, pedías ¡Más, no pares, así! Tomaste mi cabeza con ambas manos hiciste que tu verga llegara más adentro, al fondo de mi boca ¡ohh, maravilloso!, de repente y sin decir nada terminaste en mi boca, sí, dejaste tu lechita en mi boca, trague el semen, ¡wow!, tenía un sabor dulce, suave, delicioso, único.

Después nos aseamos, platicamos un poco sobre lo que sentimos al hacerlo y antes de despedirnos tomamos café acompañado de galletas, ¡Rico!

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