Enloqueciendo a mi ex novia

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T. Lectura: 11 min.

Hola, luego de un par de años, vuelvo a escribir. Espero les guste.

Cuando Eduardo Gimenez llegó a su casa, dejó un maletín en un sofá, se quitó el traje, lo colgó, puso la ropa para lavar y se dio una ducha. Se puso un jogging, una remera, zapatillas y fue a prepararse un café y un whisky.

Con todo se sentó mirando el parque de su casa en uno de los principales country del gran Buenos Aires. A los 32 años era uno de los principales abogados especializados en comercio internacional. Soltero, pero de novio con Valentina de 23 años estudiante de arquitectura, 1.85 m de estatura, delgado, siempre vistiendo ropa de marcas internacionales.

Casi eran las 18 cuando se abrió la puerta de la casa y entró Valentina.

—Hola hermosa. Dijo Eduardo poniéndose de pie y dándole un beso.

—Hola Edu. ¿Todo bien?

—Sí, por fin viernes, terminando la semana. ¿Vos?

—Maso… temas en la facu.

—¿Te preparo un café?

—No… Edu, ¿Podemos hablar?

—Sí, claro.

—Mira, no sé como decirte esto Edu… pero la verdad es que me siento agobiada, que estoy perdiendo de vivir cosas por el noviazgo, la facultad. Me parece que necesito hacer un impasse en nuestro noviazgo. Quiero que por un tiempo nos separemos.

—Me sorprendes totalmente. ¿No lo podemos resolver juntos Vale?

—No… ya te digo, me siento agobiada, que estoy perdiendo de vivir cosas.

—Bueno… No te voy a presionar. Como vos quieras.

—Ah… bueno… sinceramente pensé que te ibas a enojar, te ibas a oponer. ¿O no te interesa lo nuestro?

—Valentina, me interesa, pero me decís que te sentís agobiada. No quiero aumentar tu agobio discutiendo algo que vos ya tenés decidido. No me propusiste nada, me dijiste tu decisión de separarnos por un tiempo y la respeto.

—Bueno… Listo, era eso.

—¿Te puedo preguntar algo?

—Sí, claro.

—¿Hay un tercero?

Ella desvió la mirada, y luego de par de segundos dijo:

—No… todavía…

—Ok. Listo entonces.

Valentina lo miró esperando que diga algo, pero él la miraba sin ninguna expresión en el rostro. Ella se puso de pie y cuando se acercó a darle un beso él la detuvo:

—Esperá ¿Tus cosas que están en mi dormitorio y en el baño te las vas a llevar?

—Eh… no… veo…

—Entonces por favor guárdalas en bolsas y déjalas en el garaje.

—Bueno… Dijo ella y fue a guardar sus cosas.

La acompañó hasta la puerta y cuando ella lo iba a besar en los labios él la esquivó y la beso en una mejilla. Ella lo miro y fue a subir a su auto para irse. Antes que arranque, Eduardo ya había cerrado la puerta de la casa. Valentina lo vio y recordó como siempre él esperaba a que arrancara para cerrar.

Volvió a sillón y mandó un mail a la guardia del country avisando que desde ese momento Valentina no tenía acceso libre, y que debían llamarlo para autorizar su entrada al country.

Tomó un poco de whisky mirando el parque, hizo que no con la cabeza y llamó a un amigo.

—Edu, querido. ¿Cómo anda todo?

—Bien Pepe… ¿Qué planes tenés para hoy?

—La verdad, ninguno.

—Cenamos y vamos a tomar algo.

—Eh… ¿Valentina?

—Te cuento a la noche.

—Dale. ¿Nos vemos en Rick a las 21?

—Perfecto.

Faltando un par de minutos para las 21 llegó al restaurant, con un ambo impecable, una camisa espectacular y mocasines brillantes. Pepe le hizo una seña y fue a su mesa. Luego de los saludos…

—¿Qué pasó con Valentina?

—Fue a casa hace un rato, que se siente agobiada, que está perdiendo de vivir cosas y quiere hacer un impasse, que nos separemos por un tiempo.

—Supongo que te habrá caído para la mierda.

—Me cayó mal, sobre todo porque parece que hay un tercero.

—Quiere probar al otro y tenerte de respaldo. Que mina tarada por favor. Que lo haga con otro tipo no está bien, pero…, pero querer hacerlo con vos…

—Cada uno es dueño de su vida Pepe…

—No lo dude abogado. Dijo Pepe, también abogado.

Cambiaron de tema, charlaron sobre política, juicios y futbol el resto de la cena. Luego fueron a un boliche donde se juntaban los amigos solteros, algunas parejas amigas, conocidos y conocidas. Todos de alto nivel económico, todos vistiendo a la moda y ropa de marca.

Fueron a la barra, se encontraron con conocidos, muchos le preguntaban por Valentina, se ponían al día con noticas del grupo y lentamente se fueron mezclando chicas que los conocían.

Eduardo estaba charlando con dos conocidos cuando una chica espectacular, rubia, se puso frente a él.

—Desgraciado, vos cada vez más lindo estás.

—Y vos cada vez más hermosa. Hola Maia. Dijo Eduardo.

—Hola Edu… que lindo verte. Nunca venís, es raro verte aquí. ¿Valentina?

—Valentina… Voló. Dijo Eduardo sonriendo.

—Perdonen chicos. Dijo Maia y tomando la mano de Eduardo se corrieron un poco hacia un lugar de la barra sin gente.

—¿Voló? Le diste una patada…

—No. Ella me planteó separarnos un tiempo.

—¿Tan mal estaban las cosas? Preguntó Maia.

—No Maia, ayer todo bien y hoy, separados. Se siente oprimida, y que, cito “estoy perdiendo vivir cosas por el noviazgo”.

—Ah… No te creo.

—Maia, me conoces. No te voy a decir una cosa por otra. Y en realidad no me planteó separarnos, me dijo directamente que quiere que nos separemos un tiempo.

—Me dejaste sin palabras… ¿Sabes si hay un tercero?

—Cito: “No… todavía”

—Es una estúpida… Hay un tercero, quiere probar… Jugarse a perder un tipo como vos… una tarada.

—Como le dije a Pepe Maia, cada uno es dueño de su vida.

—¿La vas a esperar?

Eduardo la miró serio por unos segundos y luego una sonrisa fue apareciendo en su rostro.

—Listo, no contestes. Cuando todas estas brujas se enteren que estas suelto, te vas a tener que poner custodia desgraciado.

—Anda a saber si se enteran…

—Se van a enterar… Dijo Maia guiñando un ojo.

—¿Tus cosas?

—Trabajando en el estudio de Romero, como siempre.

—¿Y?

—Sola… lamiendo mis heridas. Pero viste como es la vida, cuando están cicatrizando tu ex novio aparece en el boliche y…

—Flaca, fue hace un año, por mi parte no quedaron rencores.

—Eso mismo es lo que más duele Edu… que no me odias. Preferiría que me odies, que cada vez que nos veamos me insultes a estar charlando como ahora.

—No puedo odiarte… Fue muy fuerte lo nuestro como para odiarte.

—Justamente por eso tenés que odiarme desgraciado. Dijo ella sonriendo.

—Te juro que me encanta esa sonrisa…

—Desgraciado…

—No necesitas mucho esfuerzo para hacerte la boluda. A tu derecha, a unos diez metros. Dijo Eduardo.

Ella se giró disimuladamente y vio a Valentina tomada de la mano de un flaco.

—Ah… Esta me gana en boluda… venir aquí, donde están todos conocidos, amigos, y conocidas tuyos con el tipo… Ahí cerca están mis amigas. Vamos. Dijo Maia.

Maia caminaba adelante y fueron a unos sillones donde había tres chicas.

—Chicas, este hijo de puta es mi ex novio. Creo que algo de él les he contado. Dijo Maia en vos fuerte.

Valentina la escuchó y giró para ver a quien se refería. Cuando vio a Eduardo saludando con un beso a las chicas quedó sorprendida.

—Edu, somos cuatro, no hay lugar para que te sientes… Elige a una para que se siente en tus piernas. Dijo Maia sonriendo.

Eduardo fue mirando a las chicas hasta que llegó a Maia.

—No hijo de puta… yo estoy fuera.

—Aburrida.

—Auto supervivencia… Otra.

—¿Vos? Preguntó Eduardo a una morocha espectacular que estaba sentada frente a Maia.

—Por supuesto. Dijo la chica.

—Sos un cerdo, y vos una yegua… Dijo riendo Maia.

—¿Tu nombre? Preguntó Eduardo.

—Gimena, Gime.

—Gime… Linda mujer…

—Gracias…

—Boluda, ojo que lo dejo la novia, esta soltero y este tipo es muy peligroso. Es adictivo. Dijo Maia.

—Lo voy a tener en cuenta. ¿En serio te dejo tu novia?

—Sí, estaba agobiada por el noviazgo, sentía que perdía vivir cosas.

—Una tremenda pelotuda… Dijo en voz fuerte Gimena y todas se rieron.

Valentina trataba de escuchar todo sin mirar. Le había soltado la mano al chico y estaba tensa.

—¿En serio fuiste la novia de Eduardo? Preguntó otra de las chicas.

—Sí. Otra pelotuda. Dijo Maia.

—¿Qué pasó? Preguntó Gimena.

—Un año y medio de noviazgo y me dijo de vivir con él, tres meses después, tuvo una cena con clientes. Unas amigas me convencieron de salir, no le avisé y salí. Fuimos a otro boliche, porque “Edu siempre va a Tap” y estaba apretando al pedo con un flaco en un sillón y me llamó por celular. El tipo me pregunta si estaba todo bien, le dije que sí, que estaba en casa escuchando música. No dijo nada y se paró delante de mí. Su cara me dijo todo. Fuimos juntos a la casa, junte mis cosas y me fui.

—¿Solo por estar apretando? Preguntó otra.

—No merecía eso, lo traicione saliendo sin decirle, apretando con el flaco, y para rematarla, mintiéndole. Fui una boluda.

—Y ahora son amigos. Dijo Gimena.

—Nunca dejamos de hablarnos. Por eso digo que este tipo es muy especial, por eso estoy tan arrepentida todavía.

—Basta del pasado… Dijo Eduardo.

—Mejor. Dijo Maia.

—Mucho no me gusta el champagne de aquí. En casa tengo uno bastante bueno. Dijo Eduardo acariciando la pierna de Gimena sin disimulo.

—Me encantaría probarlo. Dijo y se levantó.

—Genial… ya vengo.

Eduardo se paró tomó la mano de Maia y se alejaron unos metros.

—Maia, cuando sea tu tiempo de hablar como hablábamos, me avisas. Por ahora… Dijo y le dio un beso en los labios muy rápido.

—Sos una basura de tipo, hijo de mil putas. Dijo ella riendo.

Volvieron con el grupo, Eduardo tomo la mano de Gimena y se fueron. Un rato después estaban teniendo sexo y tomando champagne.

El sábado lo llamaron un par de amigos, se juntaron todos a cenar y luego todos fueron al mismo boliche. Cuando entró vio que Valentina estaba con el flaco, pero sin tomarlo de la mano, a unos metros, Maia, Gime y las amigas. Eduardo se acercó, le di un beso a Gimena en los labios y luego a Maia.

—Hola al resto. Ahora vengo.

—Hijo de puta… Dijo Maia sonriendo.

—Hola hermoso. Dijo Gime.

Eduardo fue con los amigos, tomaron un whisky y luego Eduardo fue con las chicas.

—Hola…

—Por lo menos presenta a tus amigos. Dijo Gimena.

—Ya vengo.

Volvió con los amigos y Eduardo los presentó. Él le guiño un ojo a Gimena y miro a uno de los amigos. Gimena se acercó, le dijo algo y fueron a otro lugar. Eduardo hizo levantar a otra de las chicas y que se siente en sus piernas. Otra de las chicas se fue con otro de los amigos y el tercero se quedó sentado al lado de Maia.

—Hay lugar para que te sientes cómoda Paty. Dijo Maia a la chica que estaba en las piernas de Eduardo.

—La pierna de Eduardo es espectacular. Dijo Paty.

—Otra cerda… Te digo que tu ex ya está poniéndose loca. Dijo Maia.

—Que pena. Dijo Eduardo rodeando la cintura de Maia con un brazo.

Se quedaron charlando un rato hasta que una chica se acercó.

—Hola Eduardo.

—Hola Roxana, que sorpresa verte.

—Sí… Te cuento que me acabo de enterar de la boludez que hizo mi hermana. En casa no saben nada.

—Ups…

—¿Es cierto que te dijo que quiere vivir cosas nuevas?

—Algo parecido, sí.

—Ah… Muy boluda… Eduardo ni te preocupes por ella… haces bien en vivir…

—Gracias Ro.

—Tengo el mismo número de celular. Dijo Roxana.

—Entendido.

Ella se acercó, le dio un beso en los labios y se fue.

—Hijo de puta, hasta la hermana te quiere levantar. Dijo Paty.

—Hay una gran razón Paty, esta noche te vas a enterar seguramente. Y el tipo sabe… Dijo Maia.

Cuando se iban, Eduardo nuevamente le dio un beso en los labios a Maia y salió abrazando a Paty mientras Valentina lo miraba sin disimulo.

El domingo él y Paty se despertaron y Paty mientras desayunaban llamó a Gime que se unió un rato después. Estuvieron juntos todo el día teniendo sexo hasta la noche que ellas se fueron.

Al día siguiente, Eduardo estaba almorzando y recibió un mensaje de Maia.

—Desgraciado… te odio.

—Me falta una sola de tus amigas… voy el viernes a la noche… el sábado… y el emoji de un guiño de ojo.

—Hijo de puta… Fue la respuesta.

El jueves, estaba trabajando cuando lo llamó Valentina.

—Hola Vale.

—Hola Eduardo. ¿Cómo estás?

—Muy bien por suerte. ¿Vos?

—Bien… Te vi las otras noches.

—Sí, también te vi, pero como estabas con alguien no te quise importunar.

—Claro… ¿Ya me olvidaste?

—No… No entiendo la pregunta.

—Porque vi que te fuiste con las chicas.

—Ah… Que me haya ido con ellas no significa que te haya olvidado.

—Bueno… también estaba tu ex en la mesa.

—Sí, somos buenos amigos. Tanto que las chicas son sus amigas, ella me las presentó.

—Ah… entonces vos y ella no…

—No, siempre te dije, somos buenos amigos.

—Bueno… Nos vemos.

—Dale.

Cortó y la llamó a la hermana.

—Hola Edu.

—¿Entramos esta anoche?

—¿No es “Salimos esta noche”?

—Bueno… pero después entramos. Dijo riendo.

—Ahora entiendo. Entremos directamente. Voy a tu casa a las 21.

—Dale. ¿Pastas?

—Me encantan.

Ella llegó puntualmente, él como siempre en casa estaba con jogging y remera. Como estaba cocinando fueron a la cocina.

—¿Te llamó? Preguntó Roxana.

—Sí, hoy.

—Empezó a caer de la cagada que se mandó. Parece que el flaco era una mentira caminante, vive con los padres, no tiene auto, empleado de baja categoría en una empresa y “nada que ver con Edu en la cama”.

—Si lo ama, eso no es problema. Dijo Eduardo sonriendo.

—No seas hijo de puta… sabes que sí es problema a veces.

—Dije si lo ama Roxana…

—Entiendo…

—Y haciendo lo que hizo me demostró que lo nuestro no era muy serio para ella. Por mi lado, te puedo decir que la quería, me estaba empezando a enamorar.

—No lo dudo. Por eso le comprabas ropa, le dabas plata para la facu, para el celu nuevo.

—Puede ser…

—Es…

—Basta de tu hermana.

—Mejor… sabes que estoy de novia.

—Lo sé… Dijo Eduardo sonriendo.

—Pero de vez en cuando podemos vernos…

—Mientras yo esté sin novia…

—Bueno…

Cenaron, tuvieron sexo dos veces y cuando se iba ella le dijo:

—Se salva porque no puedo decirle, pero perder a un hijo de puta como vos en la cama es para que le pegue un rato largo.

—Me debes algo… Dijo Eduardo mirándola a los ojos.

—Lo sé, déjame tomar fuerzas, es virgen.

—Tu hermana me lo daba…

—Pendeja de mierda… Vamos al dormitorio.

Fueron nuevamente al dormitorio y nuevamente tuvieron sexo, esta vez por todos lados.

—Un día no me voy a poder contener y le voy a pegar… Sos un genio… Solo vos lo vas a usar…

Roxana se fue y Eduardo sonriendo se fue a dormir.

La noche siguiente, cuando encontró a Maia y las amigas, Eduardo le dio un beso en la mejilla y le dijo: Última.

—Creo que falto yo, soy Ana. Dijo la chica parándose para que Eduardo se siente.

Él lo hizo, con la palma de la mano hacia arriba en su pierna. Ella se sentó y cuando sintió los dedos moverse bajo su vagina abrió los ojos con todo, sonrió, y no se movió.

—Hijo de puta, voy a tener que buscar más amigas. Dijo Maia.

—¿Tan cobarde sos boluda? Preguntó serio Eduardo.

Maia no respondió, solo lo miró apretando los labios.

Se quedaron tomando champagne y cuando se estaba por ir con la Ana, se acercó Roxana y le dio un beso en los labios.

—Espera Ro. Dijo Eduardo y le dijo algo a Ana al oído, que lo miró sonriendo y asintió con la cabeza.

—Nos vemos chicas, Maia… Dijo Eduardo y le dio un beso en los labios.

—Hijo de remil putas… Te odio desgraciado…

Eduardo se rio y tomando las manos de las dos chicas se fueron del boliche.

—Ro, ella es Ana. Dijo Eduardo.

—Hola flaca… Hijo de puta… estoy de novia…

—Vamos a hacer una fiestita para festejar eso Ro. Dijo Eduardo riendo.

—¿Sos bí? Preguntó Ro.

—Hasta este momento no. ¿Vos?

—Igual… todo por la pelotuda de mi hermana que dejó a este hijo de puta suelto.

—Buscamos una porno para que vean y aprendan… Dijo Eduardo.

—Te das cuenta Ro…

—¿Le fuiste infiel alguna vez Edu?

—No Ro. Cuando me pongo de novio no jodo.

—Que tremenda pelotuda por favor… En serio es para pegarle.

—¿Dos noches seguidas saliendo Ro? Preguntó Eduardo.

—¿Ya estuviste con Edu Ana?

—No.

—Después del primero te contesto Edu. Quiero que Ana también opine.

Llegaron a la casa, fueron al dormitorio y de inmediato empezaron a tener sexo los tres. En un alto luego del segundo Roxana dijo:

—A tu pregunta Edu. No es cuestión de tamaño, es que sos un tremendo hombre en la cama, gozas y haces gozar como no conozco otro. Y ahora después de mi primer trio, te lo digo con más convicción. ¿Qué opinas Ana?

—Totalmente de acuerdo… Estuve con un flaco que tenía algo parecido… Se pensaba que era un Dios y yo tenía que agradecer que me cogía. Y vos Edu… sos un animal…

—Sigo… Edu, olvídate que me chupe decentemente, que lo que tiene lo use como se debe, que tenga el carácter para como vos reclamarme el culo y yo alegremente se lo dé. Hoy dudaba, pero ahora no. Se terminó.

—Lo lamento…

El sábado nuevamente salió a cenar con amigos y luego fue al boliche. Entró directo a los sillones donde estaba Maia y las amigas. La tomó de la mano y fueron a un lugar alejado de todos de la barra.

—Te escucho Maia.

—¿Sobre qué?

—Maia, no te hagas la pelotuda porque te juro que te meto en el baño, y te cojo. Con esa mini me la haces fácil.

—Sos un animal, como me vas decir eso…

—Te escucho…

—¿En serio querés que hablemos? No tenemos nada que hablar, me mandé una cagada tremenda. Vos no merecías lo que hice. Ni se por que lo hice… Fui una tarada, que se dejó endulzar el oído con tres cervezas encima y a la mierda todo… Perdí mi novio, un sueño de familia…

—¿De que te arrepentís? ¿De haberlo hecho o de la vida que tenías y que podías tener?

—De haberte traicionado, de haberlo hecho… Traicione al hombre, no a su plata. Tan mala mina no soy Edu.

—En eso estamos de acuerdo.

Eduardo tomándola de la nuca, la puso contra la barra y la besó mientras con disimulo le metió dos dedos en la concha y los empezó a mover. Se dejaron de besar y ella apoyo la boca en el hombro de Eduardo para tapar los gemidos de placer. Cuando tuvo un orgasmo, Eduardo la volvió a besar y le metió uno de los dedos en el culo. Ella se puso en puntas de pie y luego apoyo las plantas enterrándose el dedo. Él movía los dos dedos, uno en la concha y otro en el culo sin parar.

—Basta Maia. Dijo Eduardo enterrando los dos dedos con todo.

Ella tuvo otro orgasmo y él sacó los dedos.

—No podes ser tan hijo de puta… delante de todo el mundo…

—Pues pude.

—Te amo hijo de puta…

—Y yo a vos boluda…

—Te cogiste a mis amigas en una semana hijo de puta.

—Y a la hermana de Valentina. Y un trio con Paty y Gime y otro con Roxana y Ana.

—Hijo de puta… ¿Las gozaste?

—Por supuesto…

—¿La mejor?

—Gimena y Roxana.

Vamos.

Fueron al sillón tomados de la mano y Eduardo le dijo que agarre su cartera.

—Vamos a festejar. Dijo Eduardo

—Eduardo… Dijo Maia…

—Me fuiste infiel… te tengo que castigar… Gimena te va a chupar la concha mientras yo te doy por el culo.

—Hijo de mil putas…

—Caíste boluda.

Estaban saludando cuando Roxana, al otro lado de Maia lo tomó por la cintura.

—Hola Edu.

—Hola Ro…

—Lo mande a la mierda.

—Interesante… Yo estoy volviendo con Maia…

—Hola Maia… Me parece genial, me contaste que se amaban. No lo vuelvas a perder Maia. Dijo Ro.

—Ni loca lo vuelvo a perder.

—Maia, por haberme sido infiel, te tengo que castigar duramente… Ro, te esperamos mañana para almorzar, después quiero que le chupes la concha un rato mientras las cojo por el culo a las dos.

—Eduardo, no podes ser tan hijo de puta… Dijo Maia.

Él no dijo nada, y le dio un tremendo beso.

—Puede Maia…

—Nunca estuve con una chica.

—Ella estuvo una sola vez, y conmigo, y por como gozaba Ana cuando la chupaba, lo debe hacer bien.

—Maldito… Dijo Maia.

Los tres se saludaron y cuando estaban saliendo se acercó Valentina.

—Hola Edu.

—Hola Vale.

—¿Podemos hablar?

—¿Ahora?

—Sí, por favor.

—Hablemos afuera.

Los tres salieron y Valentina vio que Eduardo tenía tomada de la mano a Maia.

—A solas Edu…

—No. Te escucho.

—Edu… quiero que volvamos.

—Ah… Pero no es lo que lo que vos quieras Valentina. Vos quisiste que nos separemos, estabas con el flaco y me decías que no. Vos tomaste una decisión, listo. Aparte, no es “quiero”. Soy una persona, mi opinión cuenta. Yo no quiero volver con vos. Y te aviso, la ayuda que te daba se corta. No sos mi novia.

—Pero yo te amo Eduardo.

—Valentina, elegiste al flaco estando de novia conmigo. ¿Queres que te muestre las fotos de los dos entrando al hotel?

—No…

—Porque tengo imágenes de Uds. entrando antes que vos de digas de separarnos. ¿Se las muestro a tu familia?

—Edu, por favor… No…

—Bueno. Listo entonces. Llamame para pasar a buscar tus cosas. Chau.

—Pero Edu…

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