Lo que les voy a platicar me sucedió hace un tiempo.
Había salido de viaje de trabajo una semana. Cuando hice mi registro en el hotel, dejé mis cosas y me fui a trabajar. Ese día regresé a buena hora y entonces inició “mi fiesta particular”.
Llevaba suficiente ropita para una semana, no faltaban conjuntos de brassier y pantaleta, pantiblusa con la parte superior de encaje, liguero y medias, corsee, una blusa transparente color negro, una blusa con los hombros descubiertos, falda entallada y corta, falda tipo lápiz, pantalones de mezclilla pegaditos, zapatillas y los accesorios y maquillaje correspondientes.
El hotel era de esos grandotes, tradicionales de las capitales de los estados, con habitaciones en dos niveles, terraza con mesa, amplísimos jardines, alberca como de 25 m, antro, etc.
Ya había terminado mi arreglo y estaba harta de la habitación (más bien quería exhibirme) así que salí a la terraza que estaba a nivel de calle, separada de la misma sólo por vegetación. Me puse a revisar mi correo y mis redes, así que tenía todo lo que podía pedir (no es cierto, estaba sola).
Como en la etapa de montarme, siempre llega cierta cosquillita de deseo. Cuando me senté a la mesa de la terraza a revisar mi celular, me sentía media cachonda así que como no queriendo, me subí la falda hasta que se notara el liguero. Estaba yo feliz, me miraba con pasión las piernas y eventualmente me tocaba la entrepierna fingiendo acomodar el liguero.
Estuve ahí como una hora leyendo y fantaseando.
De pronto escucho ruidos de hierba que se mueve acercándose hacia la terraza donde yo estaba. De repente me desconcentró el ruido. Súbitamente aparece de repente un huésped del hotel que paseaba por los jardines y calles interiores, sin aparente preocupación o finalidad específica. De inmediato me vio y bueno, que les puedo decir, yo estaba casi de piernas abiertas. Me sentí tremendamente sexy y deseosa, pero fingiendo “decencia” reaccioné cerrando las piernitas y clausurándole al tipo la sensual visión de mi entrepierna con liguero y pantaleta negra. Era obvio que vio lo que estaba yo enseñando, pierna, liguero y lo de en medio enfundado en pantaleta.
Fue haciendo lento su caminar y cuando ya iba a más de la mitad de la terraza, me envió un beso. Me levanté y me acerqué a él diciéndole hola guapo ¿perdido? Me sonrió y me dijo si ¿por aquí se llega al centro? Yo le dije, tienes que buscar bien el camino, pero si, por aquí se llega. Yo solté la carcajada porque se lo dije haciendo poses insinuantes y el centro al que me refería, pues era el mío. Se quedó de una pieza y no supo ni que decir.
Yo con calma me metí a la habitación casi al mismo tiempo que él llegaba al otro extremo de la terraza, donde se detuvo a mirarme. Traté de mostrar decoro, pero, con la idea fija de ligar, de inmediato me metí a la habitación y corrí las cortinas. Me encerré como una mozuela asustada. Se imaginan, una madura tratando de parecer una mujer inocente y sorprendida en su intimidad.
Entonces que se acerca a la puerta y toca, yo me asomé por una rendija de la cortina y le guiñé el ojo. Abrí la puerta y me dijo hola guapa ¿te puedo acompañar?
Era evidente que él “quería” y yo ni tarda ni perezosa le dije pasa guapo, aquí estaremos más a gusto.
Mi mente empezó a volar y aunque él no era un adonis, bueno que se le hace, había que aprovecha el momento y, si iba a estar una semana en el hotel, había que “hacer amigos” desde ya.
Me dijo de nuevo: Hola, buenas tardes, disculpa, te vi al pasar y me impresionaste gratamente y si estás de acuerdo quisiera que platicáramos, a lo que le respondí, claro ¿quieres pasar?
Ya adentro me dijo lo guapa que estaba y yo le coqueteé. Me paré cerca de él y le sonreí para romper el hielo y después lo tomé de la mano.
Lo invité a sentarnos en el único sillón (yo sobre él, o ¿no?) y, así de facilota, lo empecé a excitar para que iniciáramos una candente sesión de sexo. Entonces él inició tocándome, tocándome rico, acariciándome con ternura y a la vez con pasión. Acariciándome los senos, hasta que me prendió, que no faltaba mucho y que me besó con urgencia. Me metió la lengua y jugueteó con la mía, hurgando cada rincón de mi boca, tal como después quisiera que hurgara mi ojito.
Me levantó y dijo vamos a poner música y empezamos a bailar, juntitos, bien pegaditos. Yo sentía como le iba creciendo el pene, y yo me tallaba rico en ella. Él se me pegaba tanto que lo sentía fundido en mi cuerpecito. Me besó, me besó con tanta pasión que me hacía volar en mil sueños, todos eróticos. Me acariciaba los senos con urgencia y me hacía sentir mujer. Entonces llegó a mi pubis y aunque había ocultado muy bien “aquello”, se me quedó viendo y dijo bueno, ya estamos en esto y, además, luces tremendamente femenina, así que no importa, además, también me gusta coger chicas como tú.
Ante esa confesión, me entregué, le mostré toda mi apertura y me dejé seducir. Poco a poco me fue llevando a la cama y me dio un tremendo faje, poco a poco me fue desnudando, le costó trabajo cuando llegó a la pantiblusa, pero la desabrochó con maestría y dejó libre mi pantaleta. Me bajó la falda y me quitó la blusa, quedando yo en ropita interior, bien mona y coqueta. No dejaba de besarme, me metía la lengua con urgencia y yo le correspondía con alegría de sentirme deseada y toda una mujer. Entonces me recostó y me empezó a mamar la vagina, que rico sentía su lengua, me clavaba sus labios en la pantaleta y me hacía volar.
A un instante puso un dedo en mi ano, sentí la locura, me iba a preparar para penetrarme lo cual hizo con rapidez, era obvio que tenía buena experiencia ya que lo hizo con gran facilidad (o a mi me urgía). Lo fui desvistiendo con delicadeza y lo dejé en calzoncillos, que eran bikini, que visión tan sexy, con un falo de gran tamaño y palpitante. Me fue dirigiendo hacia su miembro y yo, como que no entendía, pero rápido que lo pesqué con mis labios, primero su cabeza, grande y brillosa, luego lo lamí, lo lamí todo desde la base y se la mamé rico, lento primero y muy rápido después, hasta casi hacerlo venirse. ¿Me separó y me dijo, te gustaría un 69?
Y rauda me coloqué en posición y empezamos a mamarnos con pasión. Estaba tan rico su falo que me lo comía todo, lo succionaba con ardiente pasión, así como él lo hacía conmigo. A punto de venirnos, me levantó y me colocó en la cama con ternura y me dijo levanta las piernas y colocó su herramienta en mi entradita. De ensueño, sentí como me iba penetrando poco a poco hasta tenerla toda bien metida y yo le dije métemela toda, la deseo con urgencia, iniciando un embate brioso y dulce a la vez.
Que rico coges le dije, démela toda, todita, que no quede nada fuera, para eso está mi ojito, cógeme. Así estuvo como 15 minutos y en un momento me dijo, ya no aguanto te voy a bañar de leche y le respondí, anda papi hazme tuya, hazme mujer, cógeme como a tu putita como a tu putito, cógeme, como me consideres, pero cógeme.
Así lo hizo y se vino, se vino en oleadas inmensas de semen, de leche sabrosa, de manjar propio de una gran puta. Se seguía moviendo con furia, me penetraba con fuerza y con pasión, hasta que dijo ya, es todo, por el momento. Ante esa promesa solo cerré los ojitos y pensé, esto va a estar de ensueño.
Nos levantamos de la cama y fuimos directo al baño, nos metimos a la tina, me metió con la ropita que traía y sentí una gran delicia. Me siguió besando y me hizo que se la mamara de nuevo, que hermoso.
En eso estábamos cuando me dijo vamos al antro, te invito, quiero lucirte, quiero que vean la hembra que traigo. Eso me halagó y nos vestimos raudos.
Ya en el antro, que me tomó de la cintura y me pegó su virilidad en mi vientre para que yo sintiera su excitación y me diera unos ricos tallones para sentirlo todo. Me besó en medio de todo mundo y me presumió ante todos, esta es mi mujer. Me puso las manos en mis nalgas, las sobó rico hasta el éxtasis metiendo su lengua en mis oídos para hacerme sentir aquello.
Y después de un buen rato fajando en la pista de baile me susurrara al oído, vamos a la cama Marijó, con lo cual partiríamos raudos a la habitación, siempre haciéndome sentir muy femenina.
Llegando a la habitación, me besó intensamente hasta saciar nuestras ganas de sexo. De nuevo me desnudó rico, cadenciosamente y con gran lujuria y me hizo bajarme a su enorme pene el cual estaba a mil para darme placer. La succioné con emoción y la calentura de toda una chica fácil. Entonces me tiró al piso y me dio de nuevo tremenda cogida, rica, salvaje, con ansias, con gran pasión hasta que me dejó seca.
Quedamos en vernos todas las tardes que estuviéramos y saciar nuestras necesidades de sexo tan rápido como nos viéramos. Y, así lo hicimos toda la semana.
Les contaré lo sucedido después, me encantó ser poseída toda la semana por ese macho tierno y cogelón.
¿Y por qué las evocaciones?
Bueno lo que pasa es que me recuerdo que de adolescente me paso en varias ocasiones en que estaba solita en casa y vestidita, oía el llamado a la puerta y como eran conocidos y sabían que estaba yo, salía en ropa deportiva para ocultar la ropa y daba cualquier pretexto para echarlos lo antes posible. En ese tiempo ni por equivocación quería que me vieran.
¿Qué opinan?
Les mando besos.
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Que lindo relato, me siento identificada contigo. Es maravilloso.
Gracias, es lindo para nosotras todo eso.
Por qué suspiras???
Eres un provocador ji, ji, ji.
Hermoso relato Marijo. Es muy inspirador para mi. Estaré atenta a tus nuevas publicaciones.
Pícaro, me “lo imagino” y suspiro ji, ji, ji.
Que exitante Marijo!!! se me puso dura, quiero mas de ti, de tus relatos!!!