Experta en pollas

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T. Lectura: 4 min.

Hola hermosuras, les cuento otra aventura. Respecto la identidad, ¿qué soy? Me gusta vestirme de mujercita con ropa muy sexi, adoro los penes, tocarlos, besarlos y mamarlos hasta que eyaculen en mi boca; pero no me gustan los hombres como tales, sólo sus miembros y tampoco me gusta ser trans de tiempo completo, me da flojera y no puedo dedicar todo el día diariamente a mi arreglo de putita.

Así, que me arreglo un poco para ser femenino y que me follen, por ejemplo, depilación de todo mi cuerpo y tratamientos corporales para tener una piel suave; pero sólo me visto para darme auto placer con dildos o cuando tengo suerte, para tener sexo, pero eso sí, soy muy ardiente y morbosa, además, de fetichista y un poco depravada. O sea, creo que soy travesti de clóset y sexualmente una perfecta mariquita. Bien, aclarado eso pasemos a la aventura.

Conocí a un hombre en el supermercado, yo iba vestido de chico, congeniamos de inmediato, era muy simpático y terminamos en un bar. Realmente era muy divertido y muy bien dotado, lo había mirado de reojo cuando fuimos al baño. Gran observador, él notó mis preferencias y me dijo que guardaría el secreto, en ese instante de pie frente al mingitorio tomé su pene con una mano y le hice una breve paja, para terminar me incliné y lo planté un sonoro beso en el glande, regresamos a nuestra mesa en el bar.

Luego de varios tragos que nos pusieron más calientes a ambos, me hice de valor y lo invité a mi casa, fuimos en su auto y en el camino íbamos tocándonos y me dio algunos besos en la boca.

Al llegar a casa se abalanzó sobre mí y me besó apasionadamente, me quité pantalón y camisa, debajo llevaba sostén y tanga, al verme así me agarró de las nalgas y me besó los pechos bajando las copas del sostén. Nos sentamos en el sofá, le bajé el pantalón, la trusa y le pregunté al oído, papi, ¿quieres que te haga sexo oral? Por respuesta inclinó suavemente mi cabeza hacia su pubis poniendo el pene en mis labios. Besé y lamí el glande, recogiendo con lengua y labios su precum. Era una delicia, ya saben chicas, un sabor enloquecedor.

Mi larga carrera de mamar penes y sentarme en ellos me había convertido en una especialista. Así, que se la mamé como toda una experta poniendo en práctica mis mejores técnicas. Tomé su pene con ambas manos, acerqué mi boca y le besé el glande con suavidad, lo cubría con los labios, succionándola, luego, se la mordisqueaba, finalmente, la introduje toda en mi boca. Me cupo porque estaba parcialmente erecta, mi boca y nariz quedaron pegados a su pubis, su vello cosquilleaba nariz y labios, aguante toda su longitud dentro de mi boca.

En esa posición se le puso bien erecta, creciendo dentro de mi garganta, de modo, que ya bien dura sólo me cupo la mitad; en fin, se la mamé unos 20 minutos, mamé, mamé y mamé hasta que se me impregnó su olor y saber en labios y lengua.

Luego de unos quince minutos me incorporé, bajé la tanga un poco y me senté en su regazo, con mis nalgas atrapé su miembro y comencé a moverme jugando teniéndolo en el medio de mi trasero. Todo lo manejaba sin usar las manos, sólo mis nalgas, me movía en vaivén, me levantaba un poco quedando el tronco en vertical y pegado en el perineo, luego, me lo pasaba a la entrada del ano, igualmente, usando sólo las nalgas.

Me metía un poco de su cabeza haciendo movimientos circulares, se me metían unos milímetros en la cola, yo gemía ruidosamente; me sentaba otro poco para que entrara otro trozo de carne caliente, de nuevo movimientos en círculo.

Ay, amigas, estaba como una puta loca, gozando como nunca. Finalmente, me senté poco a poco sobre su fierro de carne deliciosa. Me entró toda hasta el fondo y me quedé quieta, esperando dilatarme. Pero él me tomó de la cintura levantándome un poco sacando su polla, para meterla toda de un sopetón comenzando a moverse en una delirante saca y mete de pene –Ay, papi, me lastimas la cola, le dije, pero no importa métemela toda, aunque me la hagas trizas.

Con estas palabras se animó más y me la dejaba ir hasta el fondo de mi intimidad cada vez que embestía. Mi entresijo se aferraba a cada milímetro de su verga, sentía su dureza y suavidad, su cabeza invadía mi ser de putita, ambos nos movíamos con el objetivo de que me inundara esa carne de hombre.

En cierto momento nos incorporamos un poco, yo con su pito dentro de mí, y quedamos en posición de perrita, mis manos apoyadas en el brazo del sofá y el macho de rodillas detrás mío, me la sacaba hasta la mitad y me la hundía toda hasta que su vello púbico rozaba mis nalgas. Me volví loca de placer y gritaba con cada embestida, empujaba mi grupa hacia atrás al encuentro de esa delicia de fierro masculino.

Me cogía y me recogía, su pene entraba en mi cola en ritmo frenético, pensé que eyacularía pronto, pero por fortuna me equivocaba, duró varios minutos más perforándome la cola y haciéndome gozar como nunca. Finalmente, me dijo, me vengo mamacita, ¿dónde te echo el semen? Le contesté, -Ay, papi, échamelos dentro de la cola- y estalló en varios chorros tibios de semen. Creí que me había preñado con tanto semen, parecía que eran litros y litros, su miembro se hinchaba cada vez que aventaba un chorro y por fin, se detuvo. Toda su verga aún muy erecta y dura llenaba mi recto y mis tripas se le pegaban envolviéndola como en un abrazo de placer infinito.

Sentí como se empezó a poner flácido y me la sacó, estaba escurriendo de sus propios jugos y de los míos, se me escurrían desde la parte alta de las piernas. Había un poco de mi sangre en ese líquido. Emocionado tomó con sus manos el líquido y me lo embarró por todas las nalgas.

Tomé su pene limpiándolo. De nuevo se le puso duro y dando un gritico muy de zorra, me senté en esa delicia. Me entró de inmediato y empecé a moverme arroba y abajo. Creí que ya me estaba cogiendo otro hombre, porque parecía haberle crecido unos centímetros. Me abrazaba por detrás acariciándome los pechos, me pellizcaba con fuerza los pezones, halándolos y dando al mismo tiempo unas fuertes embestidas. Su pene parecía crecer y crecer o yo en mi locura así lo creí. De pronto estalló de nuevo, tanto semen, como si fuera la primera corrida.

Me siguió cogiendo luego de reposar unos minutos y luego, más hasta cumplir su promesa y dejarme el ano hinchado por tanta verga. Me dolía y me ardía, pero estaba feliz. Me escurría su semen pegajoso y el líquido dilatador mezclado con sangre y un poco de mierda. Creo que se me había prolapsado un poco el culo, pero no me preocupé sabía que me curaba con más verga.

Finalmente, al día siguiente se levantó de la cama y se despidió dándome un beso tronado en un cachete de mis nalgas y poniéndome su pene en los labios, se lo besé agradecida y quedamos en vernos pronto. Ciao amiguis espero que les guste y se hagan muchas pajas leyendo.

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