La masturbación con Esteban

2
5832
11
T. Lectura: 5 min.

Mi primo Esteban volvió con un DVD en la mano.

—Verás, éste si es bueno, chaval.

Yo dejé la revista erótica a un lado.

—Oye, ¿cuándo vuelven los titos? -Los “titos” eran sus padres, porque yo estaba de vacaciones en su piso una semana.

—No vuelven hasta la tarde; han salido a comer al japonés -Introdujo el DVD en el aparato y, señalando mi revista dijo-: Esto se mueve… y -riendo- además te deja las manos libres.

La camarera y su alumna se divierten. Así se titulaba.

Una rubia maciza, vestida con un uniforme ridículamente corto -se le veían las braguitas de encaje- y una cofia extemporánea, hacia la cama en una habitación. Un minuto después entraba en el cuarto de hotel -supuestamente-, una mujer morena más bajita y con menos kilos, vestida de la misma forma: eso que los varones tradicionales denominan “provocativa”. Cada una tiraba de las sábanas por cada lado, iban incrementando los tirones en los extremos en medio de una cascada de risas hasta que el juego se hizo más agresivo en una lucha de almohadas.

La escena dio paso a otra en que las mujeres se besaban violentamente y se desvestían una a la otra. La pequeña tenía unas tetas inmensas y un coño de labios muy salidos; las mamellas de la rubia eran pequeñas, pero sus pezones erectos y rosados compensaban la descompensación; tenía una preciosa vulva con los labios vaginales internos, pero una sensual línea en la boca cerrada del coñito. Ambas se tumban en la cama y montan un excitante 69.

En eso, entra un muchachote con un traje ajustado y corbata -el supuesto y nada creíble cliente-, que las “pilla” en su lúdico entretenimiento laboral

El hombre es invitado al juego por las caricias de la rubia, que los desnuda, mostrando una musculatura exagerada y varios tatuajes enormes en los antebrazos y el cuello. Y comienza el ménage à trois. El tipo tiene un buen rabo y, para mostrar mejor los intensos primeros planos, va depilado.

—¿Qué, a que es mejor?

Naturalmente, es mejor. Bajo mi short mi pija está apretada contra la bragueta con una fuerte erección. Disimuladamente echó un vistazo a Esteban. Su mano reposa entre los muslos y el montículo que forma entre sus ingles habla por sí mismo. De alguna forma, eso incrementa mi excitación. Mi boca de llena de saliva caliente y espesa, lleno de deseo sexual.

En la pantalla, en un plano lateral en zoom, la morena le está haciendo al rubio una felación de profesional. Su tranca está completamente dentro de la boca glotona. La otra le chupa el higo desde detrás; el interior del chocho es de un color rosado. La rubia lame los largos labios de la vulva y hunde su lengua en el canal dilatado de la morena; mete dos dedos y comienza a masturbarla, sin que la otra abandone la mamada.

—¡Ya me gustaría que esa morenita me hiciera a mí esa mamada! -exclamó mi primo.

—Joder, ¡y la rubia, chico! -le respondo-, ¿no te la follarías?

—Me dejaría follar por ella… uauuuh -en la televisión, el hombre coge por detrás a la rubia y, a la vez que la morena se soba el coño y le magrea las tetitas a la rubia, la penetra de un solo golpe. La polla se clava y comienza a galoparla-. ¡No puedo más, Juan! -y se baja el pantalón. Hasta ahora solamente había visto a Esteban con la pija relajada, en el vestuario de la piscina. Tenía un falo enorme, con un glande grueso en la punta y enrojecido por la tensión sexual.

El folleteo sigue en las imágenes. Yo miró de reojo a Esteban, que se acaricia los huevos y se baja lentamente el prepucio. Escucho su respiración agitada… Tampoco yo puedo más. Me abro el short y mi polla salta al vacío. La tengo durísima, con el capullo húmedo por el flujo.

—¡Joder, tío! -exclama mi primo- Ya no podías más… -y estalla en una carcajada.

Yo me voy sobando el glande. La corona está morada y las venas del mástil hinchadas. Las escenas me han puesto cachondísimo. Me giro y observó a Esteban. Con una mano hace girar el capullo entre los dedos; con la otra se oahes despacio. Me pilla mirando.

—Yo me masturbo cada noche, ¿y tú?

—¿Viendo la peli? -le pregunto.

—No, no hace falta… con la imaginación y los recuerdos. ¿Y tú? -inquiere a su vez-.

—No tan seguido. Prefiero follar con Nati, o sobre todo que me haga una mamada.

Ahora es la rubia la que se está comiendo el pollón del rubio, que gime. La morena se ha metido un dildo en el coño y se retuerce de gusto con él dentro.

—A veces -dice-, yo prefiero hacerme una paja. Conozco mejor mi polla -y se ríe de nuevo a carcajadas. Abre los muslos y su miembro está vertical.

Yo juego con mis testículos, que están duros: noto los huevos pegados a la base de mi tranca. También está tiesa.

—¿Cómo te gusta a ti que te lo hagan? -su voz es pastosa, presa de la lubricidad.

Yo respiro con dificultad y trago sonoramente saliva. Grito toda la verga; el anillo del glande está caliente y morado.

—Así -respondo y sin saber bien porque le hago una demostración.

Esteban se acerca. Su polla se balancea a cada paso. Observa con atención. Se acaricia los cojones. Su verga tiene la boca del capullo completamente llena de flujo. Yo me pajeo sólo el glande. Esteban me imita.

—¿Así? -dice. Pasa sus dedos por el grueso glande.

Entonces lo suelta y pone su mano si te la miau.

—¿Quieres que pruebe? -me pregunta con ojos vidriosos-.

Yo me he quedado asombrado. No esperaba esto. Lo miro fijamente. La verdad es que su propuesta me ha puesto caliente a tope. Nunca he tenido experiencias homosexuales me digo a mí mismo:

—Ahí la tienes -y quito las manos.

Esteban se arrodilla frente a mí. Veo la tele. El rubio tiene a las dos mujeres arrodilladas, con los culos hacia él. Va jodiendo alternativamente a una y otra. Los coños están dilatados y brillantes de flujos: la tranca entra y sale con facilidad; las mujeres abren la carne con una mano; la otra está en los clítoris, masajeándolos. Bajo la mirada. Esteban me ha agarrado el falo. Su mano acaricia mi pijo y sube al capullo. Observo que mi suave carne rosada está completamente cubierta de fluido preseminal, transparente. Dos dedos de Esteban aprisionan la corona del glande.

No puedo evitar dejar escapar un gemido. Él igualmente excitado comienza a masturbarme lentamente…, pero no puedo aguantar más y con un espasmo me cierto en su mano. La leche ardiente sale a borbotones, como un manantial. Él acaricia la polla y la aprieta para escurrir el esperma, que mancha los pelos de mi vientre. Luego suelta el miembro y se queda mirando mi éxtasis.

Cuando paro veo la corrida del rubio sobre las tetas de las chicas.

—Ven -le digo-, tomando entre mis dedos su polla. Es muy grande y está tan dura que la mía nunca ha estado así. Tiene un glande grueso, morado y firme. Al tacto como seda. Me impregno los dedos de su viscoso líquido. Doy vueltas al capullo y Esteban gime. Lo siento y me concentro en su prepucio. Bajo y subo la piel. Siento las venas gruesas y azules. Brilla todo el largo miembro tieso y duro. Tengo un impulso…

Llevo mis labios a la polla de mi primo. Y paso la lengua por el capullo. Lo beso y me lo meto en la boca.

—¡Ahh! -gime Esteban, cerrando los ojos.

Yo lamo y chupó la tranca caliente. La lleno de saliva y juego con mi lengua en ella.

—¡Uf, así! -dice Esteban. Yo noto de nuevo mi polla en erección. ¡Cómo quisiera una mamada ahora! He parado un momento y él dice:

—¡Vamos…, sigue!

Yo continúo la mamada más enérgicamente, hasta que en mi boca se desparrama la leche a golpes, llenando mi lengua y mi boca. Tengo la eyaculación hasta que Esteban deja de sacar semen. Entonces dejó que el blanquecino y espeso resbale por mi barbilla y la limpio después.

—¿Quieres que te la mame yo ahora? -pregunta.

No necesito responder. Esteban me la agarra y se pone a la tarea. Sus labios chupan, mientras me pajea la verga con pericia. De golpe siento como se me escapa otra oleada de leche en una nueva eyaculación. Esteban extrae todo el semen, lo deja salir de los labios y lo recoge en el cuenco de su mano.

—¿Lo has hecho antes? -pregunto. Él niega con la cabeza.

—¿Y tú? -pregunta a su vez.

—Tampoco, nunca… ni imaginaba …

Esteban se levanta camino del lavabo. los huevos y dice con tono pericial:

—Nosotros conocemos mejor los puntos de placer de nuestras pollas, ¿verdad?

Yo me echó a reír y me acarició las satisfechas pelotas y mi picha… que recordando, no la película, sino la felación de Esteban, vuelve a ponerse morcillona.

Loading

2 COMENTARIOS

  1. Un relato caliente y muy erótico. Me gustó mucho mucho. Esa combinación de película porno y realidad homosexual me llevó a mi lugar privado a autosatisfacer mis fantasias con verdadera pasión .
    Gracias 😊

  2. ME gustó mucho este relato. ojalá sigas contando las historias con tu primo y con algún otro que te la haya cascado contigo. felictaciones

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí