Lo que tiene que hacer una para aprobar

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T. Lectura: 8 min.

Soy Lara, una chica muy estudiosa, muy responsable y muy respetuosa con el sistema educativo, sigo las reglas letra por letra y en ningún momento he faltado el respeto a ningún profesor o profesora… eso es lo que dice mi madre delante de toda la familia en navidades pero la gente que me conoce sabe que soy la primera en putear a quien pueda y la primera en follar cuando quiera.

Soy una chica con 19 años de pelo negro y muy largo, tanto que me llega casi hasta el culo. Ojos claros, boca pequeña y fina y una nariz muy linda y pequeña. Pero lo que os importa realmente es saber de mis tetas y de mi culo, pues tengo unos pechos pequeños pero lindos y un culo grande y redondo, no tanto como esas latinas que les rebota cada vez que dan un paso pero sí lo suficiente para no pasar desapercibida con una minifalda o unos leggins.

Todo lo que contaré pasó un día cualquiera en segundo de bachillerato (si, repetí un curso). Estábamos en clase de química, la profesora estaba explicando sobre la nomenclatura científica, intentaba mantenerme despierta ya que oir a esa mujer leer todo lo que pone en el libro hacía que me entrase el sueño muy facilmente. Los párpados me pesaban, a mi cabeza le costaba enderezarse… Era un infierno y aún quedaban otras dos clases para la hora de salida, no iba a aguantar. Alguien tocó la puerta. “Adelante” gritó la profe de química. Entró el diablo personificado, la profesora de lengua o como nosotros la llamábamos: La Culebra, ya que siempre estaba ceceando. Su nombre real era Felicia (fue por ella por lo que repetí un curso, no me quiso subir la nota a un cinco).

-Vengo a por Lara Molina García.

Todos me miraron.

-Lara, ve -Dijo la profe de química.

Me levanté y fui hacia la puerta viendo la mirada clavada en mi de La Culebra. Al salir cerró la puerta tras de mi, nos apartamos y me llevó al fondo del pasillo donde nadie podría oirnos.

-Y bien ¿Vas a confesar?

Ya sabía por lo que me estaba preguntando pero aún así iba a hacerme la tonta.

-¿De qué habla profe? -Dije inocentemente.

Me miró con cara de “te crees que soy tonta”.

-Venga ya Lara, vimos las cámaras, sabemos que fuiste tú la de los grafitis en el muro de fuera, ¿te parece gracioso pintar un Bob Esponja con pene?

Intenté contener la risa pero me era difícil, traté de no mirarla porque su cara tampoco ayudaba mucho.

-¿En serio te parece gracioso niña? ¿Y la ropa que llevas qué? Estas no son formas.

Supongo que lo dijo porque el tirante blanco que llevaba se transparentaba dejando ver parcialmente mi sujetador o por los leggins que me hacían un camel toe que se notaba a kilómetros ya que solo llevaba un tanga de hilo.

-Ve al despacho de la directora ¡¡YA!!

“Puta guarra” susurré mientras me iba alejando de ella. Bajé las escaleras, pasé por el vestibulo, recorrí un pasillo y llegué a la sala de espera que daba al despacho de la directora. Me acerqué a la puerta y en el momento que agarré la manija pude escuchar unos sonidos al otro lado, sonaba a… ¿gritos? Fui abriéndola lentamente, sin hacer ruido, conforme más la abría y más me asomaba me fui dando cuenta de que esos “gritos” eran más bien gemidos. Asomé por completo mi cabeza y lo que vi no tenía ningún sentido, la directora se estaba dedeando freneticamente y gimiendo como una loca mientras veía porno en su móvil.

Por suerte no me veía ya que ella justo estaba de espaldas. Decidí entrar silenciosamente y cerrar la puerta con la misma suavidad de antes, ya dentro ella seguía sin percatarse de mi presencia, yo seguía perpleja al ser testigo de la pedazo masturbada que se estaba dando la directora, he de decir que se lo estaba pasando demasiado bien.

La directora, también profesora de matemáticas, era una mujer muy atractiva de 40 tacos pero que le sentaban de maravilla. Era una rubia con unas tetas que era difícil no mirarlas por lo grandes que eran, tenía una cintura pequeña y un culazo que ufff, te hacía preguntar cómo unos jeans pueden entrar en semejante culo, apuesto a que más de un profesor se la habrá cascado pensando en ella y que más de una profesora sentirá envidia por el cuerpazo de ese pibón. Me asomé un poco y pude ver que llevaba una camisa de botones blanca pero que estaba abierta, el sujetador estaba desabrochado dejando ver sus dos tetas que temblaban sin parar.

También llevaba una falda negra, que la tenía levantada por la cintura y unos tacones altos. El video que estaba viendo eran de dos lesbianas que no paraban de gemir y tijerearse. Honestamente me calentó la situación pero decidí romper el silencio.

-¿Directora?

-Ay dios.

Al escucharme se asustó tanto que me asustó hasta a mi. Se quedó sorprendida al verme y no tardó en ruborizarse. Inmediatamente comenzó a recolocarse el sujetador y a abrocharse los botones mientras trataba de recuperar una postura normal que no dejase ver su coño humedecido, aunque sus dedos no paraban de dejar manchas húmedas sobre su camisa y de su móvil no paraban de sonar los gemidos.

-Lara, qué haces aquí madre mía.

-La profe Felicia me ha mandado…

-Ay dios ay dios… ¿Lara, qué has visto?

-Pues… te estabas dedeando y gimiendo…

-Madre mia, ¿alguien más lo ha visto? ¿Se oía mucho desde fuera?

-No no solo yo.

-Madre mía…

Nos quedamos un rato calladas.

-Te gusta el lésbico eh -Dije sin miramientos.

Me echó una mirada asesina.

-Tranqui Susana, a mi también me gustan las mujeres.

-Bueno Lara… me alegro de que compartamos gustos sexuales pero creo que no deberíamos hablar sobre esto.

-Sabes… no me importaría ayudarte.

-¿Ayudarme?

-Si… ayudarte a llegar a un orgasmo, seguro que…

-Lara.

Me fui de la lengua…

-En primer lugar, ¿Por qué te han mandado aquí?

-Porque me pillaron pintando el grafiti del muro -Dije cabizbaja.

-¿¡El del Bob Esponja!?

-Si…

-Por dios debería expulsarte.

-Si lo haces les diré a todos que te estabas masturbando.

Se hizo el silencio en la sala, su mirada me estaba matando por dentro, parecía que en cualquier momento iba a levantarse y a romperme la cara.

-Pero vamos a ver niña ¿De verdad crees que alguien te iba a creer? ¿Crees que alguien realmente se creería que entraste a mi despacho y que me viste masturbarme?

En verdad tenía razón, si lo dijere todo el mundo se reiría de mi o dirían que me invento cosas como el imbécil de Gregorio. De nuevo estuvimos en silencio las dos, ella soltó un profundo suspiro. “Sientate en la silla Lara”. Obedecí. Segundos después de mirarme fijamente, Susana se levantó, cerró con llave la puerta por la que entré y apoyó su culo sobre el escritorio quedando justo delante de mi. Al estar sentada y tan cerca de ella sus tetas parecían más grandes que antes.

-Vamos a hacer una cosa Lara, tú me ayudas a tener un orgasmo ahora y yo no tendré en cuenta lo del muro. A su vez tú tampoco dirás nada a nadie de lo que ha pasado aquí, ¿trato?

Me quedé flipando con lo que había escuchado ¿iba a follarme a la directora buenorra? Claro que sí.

-Trato hecho -Dije sonriente.

Ella sonrió pícaramente, se levantó la falda, se abrió de piernas mientras seguía sentada en el escritorio frente a mi, dejando al descubierto su vagina. Su coño estaba aún húmedo y dilatado, se había dejado el trabajo a medio hacer. Me acerqué a él y comencé a lamerlo tímidamente mientras ponía mis manos sobre sus muslos, fui recorriendo con mi lengua sus preciosos pliegues vaginales haciendo que la directora soltase unos gemidos suaves. Pegué mi cara a su coño y empecé a hacerle un oral más intenso en el clítoris mientras soltaba ligeros gemidos.

Hice que esa milf comenzase a jadear más intensamente y que su respiración se agitase mucho más que antes “sigue sigue así sí así”. Puso sus manos sobre mi cabeza y la empujó más hacia su coño, mi cara no paraba de mojarse por todo el líquido que había en su vagina. Centré mi oral en su clítoris a la vez que me atreví a meterle dos dedos y comenzar a follarla. Ella gemía y se retorcía de placer más intensamente y tras un buen rato de dedeo intenso alcanzó un orgasmo que la dejó temblando mientras me miraba con sus ojos lujuriosos.

-Madre mía Lara, nunca nadie me había hecho gemir así.

Oir eso me dejó muy satisfecha. Por mi cabeza se me pasó una idea increible. Me puse de pie, me acequé a ella y puse mis dedos en sus labios para que saborease sus fluidos.

-Susana, ¿Y si seguimos pero con la condición de que me subas las notas de matemáticas?

Ella sonrió mientras se metió mis dos dedos enteros dentro de su boca. Su lengua pasó entre mis dos dedos de arriba a abajo dejándolos aún más húmedos.

-Eres una chica muy mala, pero acepto.

Ella se puso de pie, se pegó aún más a mi rodeando mi diminuta cintura con sus manos y empezó a besarme con sus carnosos labios. Yo respondí de igual forma, pasé mi mano por su mejilla y la otra por su culo agarrándolo y tirando su curvilíneo cuerpo hacia el mio. Su lengua no paraba de jugar con la mia, compartíamos saliva y gemíamos suavemente. Ella comenzó a desabrocharse la camisa a la vez que yo fui bajando mis besos a su perfumado cuello.

Cuando tuvo sus pechos totalmente al descubierto bajé a comérmelos sin pensarlo dos veces. Me metí su pezón en mi boca y comencé a succionar como si estuviese pidiendo leche, ella rió y gimió a la vez, puso su mano sobre mi nuca y disfrutó de amamantarme. Fui de una teta a otra, succionando y mordiendo los pezones como una hambrienta dejándolos mojadísimos. Ella me agarró del tirante, me lo quitó, me desabrochó el sujetador y no tardó en comenzar a comerse mis tetas. Me excitó muchísimo su forma de lamer, succionar y morderme los pezones, no paré de gemir y sentí cómo mi coño estaba cada vez más mojado. Volvió a besarme apasionadamente.

-Quítate las zapatillas cielo -Hice caso inmediato.

Me quitó los leggins, dejándome en tanga.

-¿Vienes siempre en tanga?

-Solo para follar con directoras tetonas.

-Eres una pequeña guarra.

Apartó las cosas del escritorio, me empujó hacia el mueble quedándome tumbada con mis pechos aplastados sobre él. Ella me escupió en el ano y empezó a lamérmelo rápidamente, yo no tardé en empezar a gemir. Su lengua recorría mi raja de abajo a arriba y la punta penetraba poco a poco mi diminuto ano, su lengua dejaba un rastro de salvia entre mis nalgas, se sentía muy excitante, tanto que mi coño no paró de chorrear. Ella se puso de pie, se lamió los dedos y comenzó a frotarlos en mi coño a la vez que me agarraba de la cabeza aplastándome contra el escritorio.

-¿Te gusta guarra?

-Me encanta.

-Bien, porque vas a aprender modales.

La directora buenorra me estaba dominando, ¿esto puede ir a mejor?. Sin avisar me metió dos dedos dentro del coño y comenzó a follarme intensamente a la vez que me tapaba la boca para que no hiciera ruido.

-¿Vas a ser una buena alumna? -Dijo en mi oido.

-Mmhh mmhh -Afirmé.

-¿Ah sí? Y vas a sacar mejores notas ¿verdad?

-Mmmmh

-Ajá ajá ¿Y vas a volver a meterte en mi despacho sin llamar?

-Mmmh

-¿Sí?

Me dio un azote que me empujó contra el escritorio, tirando parte de las cosas que había en él a la vez que solté un grito tapado por sus manos. Me destapó la boca para agarrarme de mi largo pelo y tirar de él violentamente mientras me seguía follando con sus dedos.

-Responde ¿Vas a volver a espiarme?

-No Susan…

Soltó otro azote aún más fuerte y en el mismo lugar que antes, haciendo que soltase otro agudo grito.

-A mi no me llamas Susana querida, a mi me llamas directora ¿Entendido?

-Si directora, entendido -Dije dolorida y entre gemidos.

-Así me gusta.

Sus dedos chapoteaban entre mis labios, yo gemía fuertemente mientras me agarraba a los bordes del escritorio llorando del placer, mis piernas temblaban sin parar y mis nalgas rebotaban por la intensidad del dedeo de la directora. Alcancé un orgasmo que me dejó exageradamente temblando. Mi respiración agitada fue calmándose poco a poco y mis piernas fueron agarrando fuerzas de nuevo. Susana puso sus dedos delante de mis labios, me los llevé a la boca para saborear mi líquido vaginal.

-¿Quieres seguir querida?

-Si por favor, pero quiero otro favorcito.

-¿Cual? -Fue quitándose la poca ropa que le quedaba quedándose totalmente desnuda frente a mi.

-Una regañina a la profe de lengua, Felicia.

Ella se rio, me agarró de los glúteos, me levantó y puso sobre el escritorio, pegó sus enormes pechos a los mios y empezó a besarme de nuevo mientras recorría sus manos sobre mi delgada cintura.

-Acepto.

Me dio un pequeño empujón tumbándome boca arriba sobre el escritorio. Ella puso su coño encima de mi cara y comencé a lamérselo mientras ella dedeaba y lamía mi coño, básicamente estábamos haciendo un 69 sobre su escritorio. Lamí y succioné apasionadamente cada parte de su vulva, pasé mi lengua por su ano e incluso azoté sus nalgas en señal de que me comiese la vagina con más intensidad. Las dos comenzamos a gemir apasionadamente a la vez, nuestras voces gritaban al unísono. Sentir su lengua juguetear tan intensamente en mi coño mientras me follaba con sus dedos hizo que tuviese otro orgasmo, pero aún faltaba ella.

Después de gemir por todo lo alto seguí lamiendo su coño, ella puso todo el peso de su culo sobre mi cara casi ahogándome entre sus enormes nalgas. Le comí el coño con muchísima intensidad y logré que soltase un chorro sobre mi cara a la vez que tuvo su orgasmo.

Ella se dio la vuelta, puso todo su cuerpo sobre el mio juntando nuestros pezones y nuestras piernas para besarme acaloradamente. Nuestras caras estaban mojadas y nuestro respirar agitado, nuestros muslos estaban mojados por el líquido vaginal que habíamos soltado. Ella me acarició el pelo, nos miramos con amor y dulzura. Tras un buen rato de besos y caricias volvimos a la realidad, ella miró el reloj, ya había pasado casi una hora.

-Es muy tarde, ¿te ha gustado mi niña?

-Me ha encantado directora.

-A mi también cielo.

Nos dimos un piquito. Nos empezamos a secar con unos pañuelos, nos limpiamos y recolocamos las cosas del escritorio. Me vestí de nuevo, el tanga de hilo se me metía entre los labios marcando aún más el coño que antes, sin duda a Susana le gustaron las vistas mientras me ponía de nuevo la ropa.

-Lara… ¿quieres que lo repitamos algún otro día?

-La verdad… me encantaría.

-Pero fuera del centro.

-¿En tu casa?

-Por ejemplo.

-Me parece un planazo.

Nos compartimos nuestros números y nos dimos otro besazo, no desaproveché para tocarle otra vez los pechos descaradamente, eran increibles.

-Ahora dime qué pasa con Felicia.

-Pues mira…

Le conté toda la mierda de la vieja esa, sin pensarlo Susana llamó a la profe y me dejó vía libre para volver a clase. La clase de química había terminado, aún quedaba Inglés y Psicología, iba a ser un rollazo pero recordar todo lo hice me iba a mantener entretenida por un buen rato y encima no me iba a comer una expulsión, lo que facilita la vida el saber comer coños, ¿no?

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9 COMENTARIOS

  1. Riquísimo relato. De mis temas favoritos: encuentros entre chicas. Sinceramente está muy bien descrito y con buen nivel de calentura. Gracias.

  2. Hola soy madura morbosa me encantó el relato me encantan mujeres y/o chicas jóvenes ,si gustan platicar rico estoy a sus órdenes .
    Me gustaría cogerlas.

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