Mar Sensual: Totalmente desconocida

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Como lo mencioné soy una mujer madura, madre de dos hijos, casada, profesionista, simpática y con un cuerpo atractivo sin exagerar formas. Vengo de una familia conservadora y en un principio mi pensamiento era así, los hombres me buscaban, pero yo no les hacía caso. Fue en la universidad que conocí al que actualmente es mi marido y entonces disfruté de otra manera lo que es el sexo, en todas sus formas, aunque he de decir que aunque me encanta, siempre he cuidado mi imagen, bueno hasta donde ha sido posible.

En ese entonces, con mi novio, con quién perdí mi virginidad a los 21 años, fuimos descubriendo el placer de lo que implica la sensualidad, el erotismo, el sexo y lo que viene alrededor de ello. Algunos amigos y maestros de él me buscaban para tener algo más con ellos, me cortejaban y de plano me decían que engañara a mi novio, que no se iba a enterar. Esas situaciones me molestaban, pero también sentía cosas raras en mi cuerpo, un cosquilleo raro, pero rico, no entendía que era. Poco a poco, con mi novio, pasamos del cachondeo y fajes al sexo en salones, jardines y todo espacio que nos permitiera tener placer furtivo.

Luego fueron los hoteles, sobre todo en la zona de Tlalpan, los espacios cómplices para saciar nuestros deseos. Recorrimos una buena cantidad de ellos, baratos, caros, donde prestaban sus servicios las trabajadoras del sexo, “decentes”; cada quince días íbamos a dar rienda suelta a nuestros instintos carnales. Como dije mi figura no es voluptuosa, pero si con formas que al realzarlas llaman la atención. Mi marido me empezó a comprar, y yo también, ropa que hiciera lucir mi figura: pantalones ajustados, faldas y vestidos cortos, blusas coquetas y lencería erótica. Cuando empecé a trabajar se amplió la forma de ver el sexo.

Los compañeros me buscaban, sin darles yo motivos, me deseaban a pesar de ser una mujer casada y con hijos, creo que eso les despertaba más su interés, sobre todo cuando asistía a las reuniones y disfrutaba bailar, tomar la copa y permanecer hasta tarde. Siempre terminaba con alguna insinuación o propuestas para algo más, pero mi pudor se imponía y no aceptaba dar paso a sus intenciones, aunque dejaba abierta la posibilidad al no decirles un no contundente.

Esta situación me excitaba, aunque nunca se los demostré y dejaba que las cosas se dieran sin que se salieran de cause. Cuando tenía sesiones de sexo con mi marido fantaseábamos y yo le decía que si le gustaría que le hiciera caso a alguien para tener sexo y excitado me decía que si, que me diera la oportunidad de disfrutarlo con otro. Reíamos y terminábamos de manera explosiva estas sesiones.

Cada vez eran más frecuentes estas insinuaciones entre nosotros, pero no me animaba a dar el siguiente paso, hasta que decidí hacerlo. He tenido experiencias sexuales diversas: sexo compartido (SW) con mi marido, sexo no consentido, sexo con compañeros del trabajo, sexo con desconocidos, infidelidades, compartiendo con mi marido como me cogen, entre otros. Reitero, soy una persona seria, responsable, profesionista, buena amiga; pero también, soy una mujer sensual, sexy, temperamental que le gusta disfrutar al máximo el sexo. No me gusta provocar situaciones, pero si éstas se dan permito, de manera discreta, que las circunstancias construyan posibles escenarios. Al final yo decido que las cosas cristalicen o no.

Como lo he mencionado, las historias que les voy a contar todas son reales, no he inventado nada, cambiarán nombres y algunas situaciones por cuestiones personales, pero reitero todo es real. Como lo señalé, las historias serán de infidelidad, de sexo compartido (SW), de mi esposo como cornudo, entre otras. No llevarán una cronología, se presentarán según lo que se me antoje contarles en ese momento.

La verdad es que soy muy temperamental, disfruto el sexo con mi pareja, con mis amantes y mis aventuras. En la cama me los cojo y me dejo coger como ellos quieran, me gusta calentarlos y ponerlos a tono. Cumplen conmigo las fantasías que en casa no obtienen o que desean cumplir y me excito al pensar que me van a usar y que sólo me quieren para eso, ser la mujer que satisfaga sus bajos instintos. Me encanta erotizarlos y que me usen para cogerme sin más. He hecho y me han hecho de todo, pero casi todos con los que he tenido alguna relación son personas que conozco o extraños que me dan confianza, pero ninguna como la que a continuación relato.

Era viernes y para ese día se había organizado una reunión con compañeros de trabajo en casa de uno de ellos, pero por una cuestión familiar ésta se suspendió de última hora y ya no hubo nada, a mi me avisaron por un mensaje a mi cel. Ufff que mala onda, pensé, quería pasarla bien con mis amigas, pero ya no fue posible. Para la ocasión me vestí con una falda ajustada hasta la media pierna, tacones altos, sin medias, una blusa delgada semitransparente y lencería coqueta, pero nada del otro mundo; me veía bien, pero sin exagerar. Decidí ir a plaza Delta a comprarme una fada coqueta que había visto ahí. Eran cerca de las seis de la tarde cuando iba para allá, le marqué a mi marido para avisarle y comentarle de paso que ya no habría la reunión. Me dijo:

-Qué pena y ahora ¿que vas a hacer?

-Voy a plaza Delta a comprarme una falda, coqueta como las que a ti te gustan.

-Ahhh qué bien, ¿es corta?

-Si, es corta, una minifalda color fiusha volada, está bonita y muy coqueta.

-A ver si al rato la estrenas conmigo, aunque voy a salir con unos cuates y quizá llegue un poco tarde, te marco al rato para ver qué onda.

-Ok, cuídate. Yo compro la falda y algún complemento, chachareo un rato y me voy a la casa.

-Ok nos vemos allá más tarde, te cuidas.

-Bye, tú también.

Me fui en Metrobús, serían sólo tres estaciones y llegaría a mi destino. Era viernes de quincena y la ciudad era un caos. Para variar había mucha gente en el pasillo y era difícil subir al Metrobús. Esperé algunos momentos para abordar, pero no disminuía el tumulto de personas. En el área de las mujeres estaba muy saturado, por lo que decidí irme del lado de los hombres, se veía menos complicado. Eran tres estaciones por lo que no consideré mayor problema.

Dos mujeres más pensaron igual que yo y pudimos abordar sin tanta bronca, el problema fue que el Metrobús tardó un poco en avanzar. Yo quedé en medio sujetándome del tubo con espacio suficiente como para que un hombre no se me acercara; pero, como se tardó en avanzar subía cada vez más gente hasta que se saturó. Poco a poco íbamos quedando como sardinas, aplastadas y sentí como necesariamente se pegaban los hombres a mi o yo a ellos al ser empujada, me hacía para atrás hasta que me pegué a alguien. Traté de separarme, pero fue imposible. Sentí como mis caderas quedaban a la altura del abdomen de ese alguien, sin querer y de inmediato sentí un bulto en medio de mis nalgas.

Odié ese momento, molesta quise moverme, pero era imposible, de verdad no pude. En eso se cierran las puertas y comienza a avanzar el transporte. Inercialmente nos movíamos y sentía como ese bulto se restregaba en mis nalgas sin poder hacer nada. Llegamos a la siguiente estación y pensé bajarme, pero nadie lo hizo y se subieron más personas, por lo que quedamos aún más apretados y yo más pegada al tipo que estaba detrás de mi, quien sin moverse intencionalmente se restregaba con el movimiento del Metrobús.

Percibí como su bulto aumentaba de tamaño, otra vez intenté moverme, pero era en vano y lo que sí lograba era restregarme más en él. Pude ver de reojo que era un chamaco el que venía detrás de mi, de unos 18-20 años aproximadamente. La siguiente estación era Centro Médico por lo que pensé que tal vez se iba a vaciar un poco. A una cuadra de llegar a la estación, el Metrobús se para y por unos dos minutos tardo en avanzar. En ese momento sentí como el bulto de ese chamaco palpitaba en mis nalga y también percibí como muy suavemente se restregaba.

Llena de coraje quise hacerle un escándalo, pero extrañamente me empezó a calentar esta situación. El Metrobús reanudó su marcha, por lo que ya no hice nada y esperé llegar a la siguiente estación y bajarme. Entre empujones subió y bajó gente sin que yo lo lograra hacer, pero quedé cerca de la puerta y sentí otra vez el bulto en mis nalgas. Por la ventana de la puerta vi que se trataba del chamaco que al parecer también bajaría en la próxima estación.

Durante minuto y medio sentí su bulto frotándose en mí y ya caliente le paré discretamente mis nalgas para que lo disfrutara. Se veía “inocentón” y no exageró sus movimientos en este arrimón consentido. Entre mi dije, si no hay de otra, pues a disfrutarlo, total no va a pasar a más.

Llegamos a la estación Obrero Mundial y me bajé, sin más caminé en dirección a la plaza, me dirigí a la tienda para comprar la minifalda que le gustó a mi esposo. También compré unas medias de liguero del mismo tono, así como un bra transparente y unas bragas abiertas, muy eróticas. Sali y me fui ventaneando las vitrinas. En eso vi en el reflejo de una de ellas al chamaco del Metrobús, ¿Me estaría siguiendo?

Era de buen ver pensé; atlético, un poco alto y vestía bien, quise verle su bulto, pero no alcancé a ver nada. Seguí caminando y me metí a Mixup para ver que hacía el tipo y vi que también lo hizo, me estaba siguiendo. Me preocupé un poco, pero después pensé que sería una coincidencia. Por unos diez minutos más estuve viendo cds y vinilos cuando de repente el chico se me acercó y me preguntó si conocía al grupo que había visto antes; sorprendida, me le quedé viendo y no supe que contestar. Al ver la cubierta le dije que sí y me preguntó:

-Una disculpa, ¿qué tal? ¿conoce a este grupo? Es que la vi que se detuvo en él revisándolo.

-Mmmm, si, sí lo conozco; es un buen grupo, creo que ese es su mejor disco. Le respondí y le pregunté ¿por qué?

-Me han platicado del grupo, pero no estaba seguro y gracias a su orientación lo compraré.

-No te vas a arrepentir, me di la media vuelta y me dirigí a la salida.

Un poco confundida por el encuentro, me fui a la salida del centro comercial, eran pasadas las ocho de la noche y había oscurecido. Al pasar por uno de los bares que hay ahí, volteé y no sé porqué, pero se me antojó tomarme una cerveza, dudosa lo pensé y me dije, tómala no llevas prisa y sólo será una. El buen ambiente me llamó la atención y pedí una mesa. La mesera se me acercó y me dijo si era sola, le dije que sí y que me trajera una cerveza y un tequila derecho. Esperaba mi orden y por el pasillo vi y me vio el chico que supongo me venía siguiendo. Le hice un gesto con la mirada sin más y se siguió, pero a la entrada del lugar, entre mí dije no puede ser. Se acercó a la mesa y con una naturalidad simpática me dijo:

-Hola, ¿me puedo sentar, si no le molesto?

-Dudosa le iba reclamar, pero dije, que más puede pasar, es un chamaco. Si, sin problema.

-Gracias que amable. La vi y quise platicar con usted.

-No me hables de usted, háblame de tú, aunque podrías ser mi hijo.

-Ok, pero no soy su…, perdón tu hijo, hahaha… ¿Vienes seguí por aquí?

-No, casi no. Vine a comprar una ropa, me cansé un poco, por eso me metí a este lugar.

-Yo tampoco, pero decidí visitarla, es grande, ¿no?

-Si, si es grande.

En eso llegó mi orden y la mesera se le quedó viendo al joven, quien pidió una cerveza. Dudosa, le pidió su identificación y él se la mostró. Ella la revisó y se la devolvió, diciéndole que en un momento se la traía.

-Siempre me pasa lo mismo, dudan de mi edad. Tengo 19 años, pero en fin…

-Estás muy chamaco para que ya andes tomando.

-Ni tanto, bueno salud ¿no?

-Salud, le di un sorbo a mi tequila y luego a mi cerveza.

-He visto que así toman cerveza y tequila, ¿sabe rico?

-Si, a mi me gusta.

-¿Y no se les sube más rápido?

-Depende cuantos te tomes

-¿Y tú cuántos aguantas?

-Unos cuatro, más o menos.

-Ok, aguantadora.

Continuamos platicando de tonterías y me terminé mis bebidas, eran pasadas las nueve de la noche por lo que decidí salir de ahí. El chico me invitó otra ronda, pero no acepté. Insistió y bueno, no era tan tarde que acepté. Continuamos charlando y me preguntó si era casada, si tenía hijos, si trabajaba que como era y bueno, una serie de preguntas en torno a mis gustos y demás cosas. Su nombre era Arturo y ya llevaba cuatro cervezas, se veía alegre más desinhibido de cuando llegó, yo terminé mis tragos y me sentía relajada, pero le dije que ya me tenía que ir.

Me pidió tomar la última, que la charla estaba amena y que el invitaba todo. Acepté pero sólo el tequila, el pidió otra cerveza. Al traernos las bebidas note que mi copa estaba al doble, no dije nada. Brindamos y nos acabamos el contenido. Pidió la cuenta, le dije que yo pagaba lo mío, pero no quiso. Salimos del lugar, eran pasadas de la diez de la noche. Al caminar me sentí un poco mareada, él me tomó del brazo para apoyarme y de manera discreta le pude ver que tenía un gran bulto en su entrepierna, incluso logré notar una pequeña mancha en esa área de su pantalón. Lo que pasó en el Metrobús y las bebidas provocaron me excitara al ver eso, me imaginé la tremenda herramienta que traería. Me preguntó:

-¿Que vas hacer?

-Voy a tomar un taxi en el sitio y tú.

-Ok, te acompaño, no sé, quizá vaya a otro lugar, es temprano.

-¿A qué otro lugar?

-No sé, a seguir bebiendo.

-¿Sólo, no tienes novia, amigos?

-No tengo novia y quizá le hable a un amigo.

Al llegar a las escaleras, trastabillé un escalón por lo que me tomo del brazo, pero por el impulso me recargué en él que se puso de costado y mi pierna sintió el tremendo bulto que tenía. Mientras bajaba las escalera mi pierna se frotó en su bulto, cosa que terminó por calentarme más. Me separé y observé que no había taxis, por unos diez minutos esperamos a que llegara uno, pero nada. Le comenté que pediría un Uber, pero al solicitarlo el más cercano tardaría veinte minutos. A lo que me dijo:

-Parece que el destino no quiere que te vayas

-Mmmm si, así parece.

-Oye, mmmmm, ¿te puedo preguntar algo?

-¿Sobre qué?

-Es que me da un poco de pena, mmmmm…

-Dime, sabía a donde iba, pero haciéndome la tonta le dije ¿sobre el disco? Pues mira…

-No, no es sobre el disco, es sobre lo que pasó en el Metrobús, ¿te gustó o qué piensas?

-¿En el Metrobús? Aaaah, si pues fue incomodo, es que iba lleno y ni para dónde hacerse.

-¿Pero sentiste rico? Porque yo si y más cuando sentí que te ponías para sentirme mejor.

-Aaah mira, ¿qué bonito? Te digo que fue incomodo, ¿a ti te gustó? Al decirle esto, miré de reojo su bulto y lo tenía más pronunciado, se ve que calzaba grande.

-Seee, me encantó y es que, con todo respeto, tienes un trasero muy rico, perdón.

-Qué chamaco tan, tan preguntón.

-Bueno, se dieron las cosas, pero además me gustan las mujeres como tú, maduras, son más interesantes, más abiertas… ¿si te gustó?

-Mmmmm pues si, sentí rico.

-¿Y no te gustaría sentirlo más? Digo, con todo respeto.

-Oye qué atrevido. No te conozco y podrías ser mi hijo.

(Continuará…)

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