Mi colaboradora favorita (1)

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Hace aproximadamente año y medio, en mi oficina, sucedió un cambio de personal.

Honestamente esto es algo que no me generaba el mayor interés, la relación con dicho departamento siempre se ha centrado en comunicaciones cordiales y saludos, siempre apegado a lo estrictamente necesario:

-Buenos días.

-Buenas tardes.

-Hay alguna llamada que deba ser atendida.

-Traerán documentación, podrías apoyarme a recibirla.

-Recibiremos a un cliente, serías tan amable de acompañarlo a la sala de juntas.

Fuera de ello, la comunicación no avanzaba mucho, hasta que vino este cambio.

Me notificaron que ingresaría nuevo personal, para lo cual solicite el CV para conocer un poco respecto a los antecedentes y capacidades. Honestamente no me generó mayor interés que el de dar la bienvenida a las instalaciones.

En cuanto llegó, mi atención se centró únicamente en informarle las actividades que por mi parte necesitaba que fueran atendidas y listo.

Pasaron las semanas y algunos meses, hasta que un día, la vi con un vestido bastante elegante, de look de oficina pero más ejecutiva. Pude ver su silueta, y como se marcaba su cadera. Lo único que pensé era que tenía un gran potencial. Es importante señalar que la comunicación con ella era muy corta y breve, con cierta característica de inseguridad y reserva por parte de ella.

Con el paso de las semanas, dentro del marco de cordialidad, continuó la comunicación breve, pero un día sucedió algo fuera de lo normal.

Estaba yo por salir de mi oficina, así que me acerqué al lugar de trabajo de ella para pedirle apoyo con un tema muy sencillo y cuando ella volteó, pude ver que usaba una blusa escotada que dejaba ver de una manera elegante su senos. No pude no verlo, fue algo tan rápido que de manera inmediata cambié mi mirada y cerré la conversación. Ella notó que me había fijado de una forma distinta, la mirada y reacción de sorpresa y asombro, no pudo ser ocultada. Había quedado como un adolescente viendo su primer par de senos en una revista de adultos. Honestamente me sentí mal por ello y me retiré de la oficina.

Paso una semana y en el siguiente encuentro resulto algo extraño, yo tenía ese pensamiento de haber mirado lo que no debía y sobre el cual no sabía como lo había tomado ella, no quería que personal de mi oficina se sintiera incomodo…

Al llegar, ella estaba en su escritorio, y al acercarme a saludar ella se inclinó hacia adelante, dejando ver una blusa escotada, juntó los brazos para apretar sus senos, volteó hacia abajo a mirarse y subió la mirada de forma coqueta y sonriente para decirme “Buenos días”.

En ese momento mi sonrisa fue inevitable y le respondí de la misma forma, dándole los buenos días. Aquí se percibía ya una intención y aceptación de ella, eso hizo que mi sangre corriera más rápido y que mi mente me llevara a pensar en situaciones que pudieran suceder. Con el paso del día, el pensamiento no dejo mi mente por lo que al cierre con plena decisión, me acerque a ella y con el argumento de tener una comunicación más ágil, le pregunte si era viable que le escribiera al número de trabajo, a lo cual ella me respondió que no… que mejor le escribiera al personal y me dio su número.

En el acto lo guardé directo en la plataforma de mensajería y le envié un mensaje para abrir la conversación.

Vía mensaje le agradecí la cortesía de darme su número y establecí que no la buscaría en horarios fuera de trabajo, a lo cual ella me pidió que tuviera la confianza para buscarla en cualquier hora.

Esto ya estaba empezando a cocinarse, cada límite que yo deseaba poner con ella; ella lo derribaba y me abría más y más las puertas.

Con el paso de unos mensajes, se acabaron los puntos de conversación y se hizo un silencio, en un momento de tensión podía ver la plataforma la palabra “Escribiendo…” para luego desaparecer… esto se repetía continuamente. Yo estuve a punto de escribir “Dale enviar”, pero recordé que la paciencia es una virtud que en su debido momento, rinde frutos. Y así fue. Por fin le dio enviar.

En su mensaje iniciaba con un agradecimiento porque siempre la había tratado con respeto, dándole su lugar y refirió al incidente de mi mirada, con el cual me dijo que no me preocupara, que no quería que me sintiera incómodo. Después refirió al segundo incidente diciendo que esperaba que me hubiera gustado la vista. A este mensaje adicionó que yo le parecía un hombre muy atractivo e interesante a quien le gustaría conocer y cerro preguntando sobre mi opinión de ella.

Tuve que leer y releer ese mensaje, era demasiado bueno para ser verdad. No quería interpretar de forma equivocada o darle un sentido que no tuviera, pero el texto era claro directo.

Ahora, era mi turno de contestar…

Pero esta respuesta vendrá en la siguiente parte del relato.

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