Mi esposa y una fiesta que jamás olvidaré

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T. Lectura: 5 min.

Este relato forma parte de las múltiples experiencias que tenemos con mi esposa y nuestro círculo social. Empezaré con indicar que Ricardo y Donnatella son nuestros amigos, y compartimos ciertas aficiones liberales, un fin de semana de junio, Donna nos invitó al cumpleaños de Ricardo su esposo, al que asistimos juntos mi esposa Rudy y yo.

Rudy se vistió con un vestido rojo con escote, falda pequeña y tacones altos. Pude ojear que vestía un conjunto rojo con hilo dental, brasier de encajes, piernas depiladas, cabello abultado, maquillaje oscuro y labios rojos.

Estaba muy deliciosa… Sus nalgas pronunciadas se notaban, así como sus tetas abultadas. Le dije que trate de portarse bien y me dijo: Claro amor, ya me conoces!

Llegamos y nos dieron la bienvenida nuestros amigos. Empezamos a bailar, beber y comer los bocadillos que servían. En un momento unos amigos me invitaron a beber en un salón apartado en donde había una mesa de billar; le dije que regresaba y me dijo que no había problema pues se había encontrado con Naty y otra amiga.

Pasaron unos 25 minutos y salí porque estaba un poco mareado por el humo y el whisky. En la sala puedo ver a mi esposa con su amiga Naty, su esposo y dos hombres mulatos que vestían de traje y se encontraban hablando y riendo, mientras Donna les servía unos tragos. Regresé con mis amigos y vi que algunos ya no estaban. Empezamos a jugar billar y me perdí del tiempo… Salí de ese salón y busqué a mi mujer y no la encontraba. Fui por la alberca, los salones y nada. Me situé en la grada y me encontré con Ricardo, quién con una sonrisa maquiavélica me dijo que mi esposa había subido pero que ya está como 30 minutos y no ha bajado.

Con ansiedad y una arrechera indescriptible subí las escaleras y empecé a entrar en cada una de las habitaciones. Abrí la puerta de un cuarto y vi a un hombre abriéndole las nalgas a una mujer mientras eran mirados por otra pareja. Intenté algunas puertas y no encontraba a mi mujer. El miedo, la incertidumbre y el morbo me invadieron.

Había un cuarto vacío con una puerta contigua a otra habitación… Entré y escuchaba jadeos… Me acerqué muy lenta y sigilosamente al filo de la puerta y logro ver las nalgas de una mujer que subían y bajaban de una pelvis negra… Me acerqué más y veo como un pene grueso desaparecía en medio de esas nalgas blancas, y cuando aparecía tenía una mezcla de sustancia blanca y saliva.

Esa mujer se empalaba subiendo y bajando en ese mástil negro, mientras veía como ese macho le sobaba el ano a la mujer, le metía un dedo y luego dos, y sobándolo con las yemas con movimientos circulares. En un momento la puta empezó a cabalgar duro ese chorizo negro y empezó a correrse a chorros encima de la pelvis de ese negro jadeando y gritando. Aquel hombre estrujaba sus tetas metiendo las dos tetillas al mismo tiempo en su boca, chupando, lamiendo y mordisqueando.

Esa mujer lo dejaba todo encima del negro; en cada embestida podía ver como su ojete se abría y salían chorros de las paredes de la verga de su amante. En un momento veo que a un lado yace otro hombre de color y también el marido de Naty la amiga de mi mujer… Estos estaban en el sofá sentados y masturbándose mientras esos dos disfrutaban del sexo interracial.

El chico de color que estaba masturbándose se levanta y acerca su pene a la boca de la chica. Mientras el marido de Naty se acerca por atrás y le abre las nalgas para empezar una lamida de ano. El cabron le metía la lengua en medio de las nalgas y en ese momento la mujer da un giro a su cara y la veo. Para mi sorpresa era mi mujer con el rímel corrido y con una cara de satisfacción que no puedo describir. Cada lengüetazo que le daba el marido de su amiga le provocaba espasmos mientras cabalgaba la verga del negro.

Yo me quedé pasmado y mirando con una erección que me iba a reventar las bolas, no lo podía creer como le entraba en su vagina estrecha semejante verga de ese negro… En un momento se quitó de él y se situó encima del otro negro que ya se había colocado cómodo en el sofá. Esta vez se situó de espaldas y al principio noté que cerraba sus ojos al momento de bajar… Poco a poco se movía y finalmente se dejó caer de espaldas al negro. Pude ver una tremenda vagina roja dilatada y en seguida supuse que el cabron la estaba penetrando por el ano. El negro tomaba sus caderas y la subía y la bajaba como si fuera suspensión de vehículo…

Mientras tanto ella gemía y se tocaba el clítoris dándose más placer. El marido de Naty tomó su pene y se situó en frente de mi esposa y de un sólo movimiento introdujo su pene en la vagina, esa doble penetración fue eterna para mí; pude ver como mi esposa subía y bajaba de esas dos vergas y los cabrones le daban con todo. El sudor de sus frentes, pechos, piernas, las venas que se pronunciaban y el rechinar de sus dientes daban a entender todo el fuego de placer que le daban a mi mujer. Ella al cabo de un rato empezó a lanzar chorros de su chepa para brindar sus jugos a los machos que la satisfacían… Se movía demasiado y al rato empezó a gritar… preñenmeee quiero que me preñen y me dejen todo adentro!!! Quiero una cría de cada uno!!! Denme!!!! Y allí empezaron los cabrones a jadear y a dejarlo todo con una fuerza descomunal dentro de la chepa y el ojete de mi mujer, fue rápido, duro e intenso y luego ya bajaron el tono…

Se separaron y se sentaron los machos en el sofá… Mi mujer se puso en cuclillas y empezó a mamar sus vergas hasta dejarlos limpios. El otro negro del principio se estaba masturbando y mientras mi esposa hacia lo suyo, este se situó atrás de ella y empezó a jalarse la paja en las nalgas de mi mujer; cuando ya estaba por terminar, situó su glande en la entrada de la chepa dejando todo se carga de semen dentro de su ojete.

Los tres cabrones se sacudieron bien y salieron dejando a mi esposa sentada en el sofá. En esas veo entrar a Ricardo, quién toma a mi mujer de la mano y la lleva a la cama. Le puso en cuatro patas y le escupió en el ojete para empezar una dura culeada descomunal.

Mi esposa solo cerraba sus ojos y jadeaba sacando las nalgas y arqueando más y más la espalda. El cerdo le daba con un poder brutal y en unos instantes empezó a dejar toda su leche dentro del culo de mi mujer.

Se vistieron y salieron como si nada hubiese pasado, mientras tanto yo me escabullí por las gradas y bajé a la primera planta… En unos instantes me aparecí y vi a mi esposa como bajaba, en la sala estaban los dos negros y el marido de Naty. Mi mujer me dice que está cansada y quiere ir a casa… Le dije claro y mientras salíamos esos cabrones se sobaban las vergas viendo el culo de mi mujer.

Nos despedimos de Donna y Ricardo. Este último me dice que nos invita a un paseo en su yate a Rudy y a mí… Le respondo que con gusto aceptamos y pase mi mirada por Donna quién es una mujer deliciosa con una caderas y nalgas de locura. Ella me lanzó una mirada de lujuria indescriptible… Y bueno ya era la hora de irse.

En el auto le pregunté a mi mujer que sucedía y me dijo que había tomado mucho con sus amigas y que los tragos se le subieron a la cabeza. Yo creo que fue la bestialidad con la que le dieron leche esos hijueputas.

Llegamos a casa y entró a la ducha… Al salir fue directo a dormir, mientras yo seguía excitado. Naty me mensajeó y me dijo que había estado culeando con un amigo de su marido… Me dijo creo que Rudy se portó mal… Que le revise la chepa… Le dije no hay problema que mañana te toca a ti y a ella, ya que tenía que desquitarme con sus tetotas.

Mientras estaba en la cama, mi esposa dormía a mi lado puesta únicamente una camisa, y de espaldas me daba sus grandes nalgas. Pensaba en esos momentos como la vi cogiendo esas enormes vergas y me sobaba los huevos. Le abría su ojete y vi como estaba totalmente dilatado y y salía semen. Su amiga Naty es igual de puta y sé que entre ellas andan culeando también. Al día siguiente vendrá Naty seguramente y voy a cogerlas a las dos, pero antes voy a incitar un culeo entre ellas mientras yo me masturbo. Tengo en mente invitar a un par de amigos a quienes debo dinero… Para que descuenten en sus nalgas y así mismo pasarnos bomba. Ya les contaré.

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