Después de aquel intercambio de sexo oral con Ariana en la fiesta de su hermana, deseaba volver a probar el sabor tan peculiar de su vagina, esa consistencia cremosa de sus jugos. No dejaba de pensar en su vagina perfectamente depilada. El recuerdo de su piel, de esa blanca piel entre sus piernas que tuve entre mis sienes cuando le hice sexo oral en su habitación. Aún podía recordar la tibieza de sus labios y el calor de su boca cuando me chupó la verga de una manera inexperta pero al mismo tiempo tan intensa y dedicada que tengo erecciones de solo pensarlo.
Tenía que verla otra vez. Sé que ella lo deseaba tanto como yo, pero tenía que actuar de forma que su hermana y mi novia no sospecharan que hubo algo entre ella y yo. De cualquier manera Ariana y yo no hemos dejado de escribirnos por WhatsApp. Después me contó que había decidido cambiarse de carrera y no regresar este año a la universidad, evidentemente sus padres se molestaron con ella y le ordenaron que consiguiera un empleo.
Una tarde mi novia y yo nos encontramos a la hermana de Ariana en un bar. Comenzaron a platicar y salió del tema de la situación de Ariana. Su hermana me preguntó que si podía recomendar a Ariana en la empresa donde trabajo, le dije que iba preguntar con mi jefe. Se había presentado una posible oportunidad para tener cerca a Ariana, y que mejor que en mi trabajo, a parte su hermana fue quien pidió mi ayuda, por lo que no iba a haber sospechas.
Hablé con mi jefe, le comenté que una conocida estaba buscando empleo, le hablé de Ariana y de sus encantos y él me dijo que estaba pensando en contratar a una asistente.
Aproximadamente dos días después Miguel, mi jefe, me dijo que quería entrevistar a Ariana así que le conté a mi novia para que ella le dijera a la hermana de Ariana.
Después le pregunté a Miguel qué opinaba de Ariana, me dijo que por su presentación y carisma era la adecuada para el puesto y que era muy probable su contratación.
Hablé con Ariana y me dijo que estaba emocionada por trabajar en el mismo lugar que yo porque así podíamos vernos todos los días sin ningún problema.
Ariana entró a trabajar esa misma semana y rápidamente fue el centro de atención porque siempre va muy bien arreglada; falda o vestido cortos, entallados, que resaltan sus nalgas y caderas y zapatillas abiertas que muestran sus lindos pies. Obviamente acapara las miradas de los compañeros y muchos se le acercan pero ella los evade y les dice que yo soy su novio.
Cuando su papá no va por ella al trabajo yo la dejo cerca de su casa para que nadie nos vea, no sin antes despedirnos de la forma más lujuriosa posible. Lo que más me gusta es sentarla en el asiento trasero del auto y besar su cuello y sus tetas duritas mientras ella me masturba con la mano para terminar mamándomela.
Un día la pusieron a trabajar conmigo, como encargado de logística tenía que explicarle algunas cosas y recuerdo que ese día me tocaba estar en una nave que sólo tiene dos oficinas y un almacén, por lo que prácticamente Ariana y yo estaríamos solos.
Trabajamos toda la tarde, de repente me dijo que no había dejado de pensar en lo que pasó en su habitación, que se había estado masturbando casi diario y que deseaba tanto poder tener sexo conmigo. La besé y la miré fijamente, me levanté de la silla y le dije que a partir de ese momento ella haría todo lo que yo le dijera. Cerré la puerta con llave.
Le pedí que cerrara los ojos y que se relajara, le hice el cabello a un lado y su piel se erizó. Empecé a acariciar su cuello con la yema de mis dedos mientras soplaba muy suave cerca de su oído, ella empezó a reír y me decía que sentía cosquillas. Le pedí que fluyera, que dejara que las cosquillas se fueran y las transformara en sensaciones de placer.
Le quité el suéter, sus pezones muy duros se marcaban demasiado. Comencé a besar su cuello mientras mis manos iban acariciando sus hombros, bajando por sus brazos suavemente, rosando apenas su piel hasta llegar a sus manos, sin dejar de recorrer su cuello con mis labios y mi lengua, dejé que mis manos emprendieran la travesía por su cuerpo.
Bajé hacia su cadera, rozando sus muslos, recorriendo la parte interna de sus piernas pero sin llegar hacia su vagina, todavía no era el momento. Seguí recorriendo su cuello cuando ella tomó mi mano y la llevó entre sus piernas, pude sentir lo mojada que estaba pero la retiré, le dije que quien mandaba era yo y que ella solo debía obedecer y concentrarse en sentir.
Le dije al oído, a manera de susurro, que le iría quitando las medias para que no se mojaran demasiado. Me hinqué frente a ella, tomé las medias por ambos lados de su cadera y las bajé muy despacio. Fue maravilloso el olor que despidió en ese momento, una deliciosa tormenta de feromonas. Después seguí con la blusa y la falda, quedé fascinado con ese par de pezones rositas y aréolas claritas. La juventud femenina marcada en cada centímetro de piel. Por último le quité el cachetero y quedó completamente desnuda. Me detuve por un segundo para poder contemplar toda esa perfección.
Senté a Ariana en el sofá, justo frente a mí. Me arrodillé y bajé a sus pies. Comencé a darles besitos, primero a sus empeines, a sus tobillos y cuando llegué a sus dedos los empecé a recorrer con la punta de mi lengua, cada dedo de cada pie, luego pasé a sus plantas, lisas y con olor al interior de la zapatilla. La escuché respirar profundo, soltaba gemidos ocasionalmente y al levantar la vista vi que tenía su mano entre las piernas, se la retiré, le dije que ella no podía tocarse aún.
Le abrí las piernas y empecé a besar sus pantorrillas muy despacio, siguiendo con la parte externa de sus piernas hasta llegar a un costado de su pelvis y de ahí seguí con su abdomen plano, su cintura y el borde exterior de sus nalgas.
Mis manos la acariciaban y mi boca la recorría por completo. De repente soltó un gemido y comenzó a venirse, sin siquiera haber tocado su vagina se corrió. La veía sonreír, morderse los labios, apretar sus piernas y en ese momento llevé mi boca a su cosita, deseaba beber todo ese néctar, sentirlo escurrir. Su clítoris estaba muy dilatado y pulsante, sus labios y su vulva parecía que iban a explotar.
Ariana me tomó del cabello mientras lamía su clit haciendo círculos, me pegó muy fuerte hacia ella que incluso me costaba un poco respirar pero aun así seguí frotando, lamiendo, besando y bebiendo hasta que dejó de gemir. Relajó las piernas y quedó completamente desvanecida sobre el sillón.
Me puse de pie y le acerqué la verga a la cara. Levantó un poco la cabeza para oler, sacó su lengua y me dio una pequeña lamida. Se acercó aun más y mi glande quedó justo en el borde de sus labios y me preguntó que si podía usar sus manos, respondí que sí.
Tomó mis testículos con una mano y con la otra la base de mi verga y empezó a mamármela con una avidez desenfrenada. Sentía su pasión y su deseo. Al verla con los ojos cerrados metiendo frenéticamente mi verga hasta el fondo de su boca me hizo saber que era el momento y la puse en cuatro recargada en el respaldo del sofá.
Alzó la cadera exponiendo sus deliciosas nalgas y una vulva completamente hinchada y escurriendo. Abrí sus nalgas y llevé mi lengua a su culito virgen tan rico y antojable. Seguí con sus nalgas dando pequeñas mordidas, Ariana soltó un suave gemido.
Le empezaron a temblar las piernas y yo seguí comiéndomela. Estuve así hasta que se vino de nuevo, las piernas no dejaban de temblarle y justo en ese momento tomé mi verga y la froté sobre sus labios, ella me imploraba que por favor ya se la metiera, que no la dejara así. Empujé suave y delicadamente, Ariana gimió fuerte, puso rígidas las piernas y arqueó la espalda.
Aumenté el ritmo de la penetración pero sin dejar de ser gentil, Ariana apretaba tan rico, la tomé del cabello y la jalé hacia mí.
—Nalgueame—. Dijo en voz baja.
Le di una fuerte nalgada que la calentó más.
Sentía el golpe de caderas, mis huevos chocando contra su vagina, me calentó más ese chasqueo que se escucha cuando está totalmente mojada y recibiendo mi verga frenéticamente.
Estaba a punto de venirme pero no podía hacerlo dentro de ella así que la saqué y le dije que se hincara. Le ordené que abriera la boca y descargué un chorro de leche hirviendo, tanta que escurría por su cuello.
Ariana me dijo que me sentara en el sofá y empezó a mamármela de nuevo, de tal manera que la volvió a poner dura y firme, y ella ya no se detuvo. Ya no me escuchaba. Sólo estaba chupando de una manera maravillosa, la tomé del cabello empujando su cabeza hacia mí para que mi verga entrara hasta el fondo de su garganta.
Me hizo correrme de nuevo pero en esta ocasión se tragó toda mi leche, no dejó una sola gota.
—Lo hicimos muy rico, ¿verdad?—. Dijo risueña.
—Sí preciosa, me encantó.
Quedé exhausto en el sofá y ella satisfecha.
Nos vestimos y la llevé a su casa.
Seguimos teniendo sexo a escondidas. Después mi novia me encontró unas nudes de Ariana en el teléfono y me mandó a la verga pero eso no impidió que nos sigamos viendo para coger.
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