Mientras mi vecino y amante me coge, le digo que me quiero garchar a su mujer, que me gusta y que es muy puta.
-¡Seeee! Yo estoy recaliente con la tuya. ¡La quiero coger otra vez!, me responde mientras me llena el ano de leche.
Lo aferro de la cabeza, lo cabalgo desesperadamente con mi culo chorreando semen, lubricadísimo y entusiasta, me pajea y acabo bufando como un burro sobre sus abdominales. Le como la boca con frenesí, lo miro a los ojos y le pregunto:
-¿Cómo es que te querés coger otra vez a mi mujer?
Me mira asombrado. Se le debe haber escapado el dato por la calentura. Lo beso con lujuria, lo miro a los ojos y le digo que no pasa nada. Entonces le cuento al Justi, mi vecino del barrio cerrado que ya sé lo que él y mi mujer hicieron, que cogieron en mi casa y que no les faltó nada por hacer, creo.
-Ella me contó que empezaron franeleando en mi casa, el día de la reunión, cuando con tu mujer nos fuimos a llevar a los otros vecinos que debían tomar un Uber en la ruta y ustedes dos se quedaron solos.
Me mira sorprendido. Él no sabía que yo sabía.
-¿Qué te contó?
-Que te pidió que la ayudaras a colocar trastos en la alacena, estando parada en puntas de pie apoyada en la mesada. Que la pollerita blanca y tableada se le subió y la grabaste cuando le veías el culo y más. Que te arrimaste y le apoyaste el bulto entre las nalgas, contra la mesada cuando colocaste algo en la alacena de arriba, que bajaste tus manos acariciando sus brazos hasta que le agarraste las tetas debajo de la blusa y se la desabrochaste desesperado. Que ella gemía por la calentura y te dejó hacer todo, que se inclinó hacia atrás para sentir más tu verga al palo y se movió mucho. Que mientras le sobabas los pechos dio vuelta la cara y se besaron en la boca con mucha lengua.
Que le sacaste la tanga empapada para chuparle la concha y el culo y que te guardaste su tanga en un bolsillo de tu pantaloncito rosa, que ya estaba húmedo de pre cum. Que le levantaste más la pollerita, sacaste la verga del short y le apoyaste el glande entre los labios de la vagina y que tuvo su primer orgasmo de solo sentirte, sin que ni siquiera le metieras apenas la pija. ¿Fue así?
-Fue así.
Lo miro a los ojos, jadeamos los dos, nos chuponeamos y pajeamos como burros. Pienso que esta tarde no debería terminar nunca.
-¿Te siguió contando?
-Me contó todo, le digo jadeando. Me dijo que se dio vuelta y se arrodilló para chuparte la poronga mirándote a los ojos hasta que estabas por acabar. Que te pidió que la cogieras, que estaba muy caliente con vos, que te dijo que quería que le metieras toda la poronga hasta los huevos. Que enloquecía de la calentura, que te besaba como una lapa fuera de control. Que hace rato que te deseaba, que se mojaba sólo de verte cuando te exhibías casi desnudo, que quería ser muy puta con vos, más puta que tu mujer. ¡Ufff! ¡No doy más!
Pasamos a la acción, de hacernos la paja a chuparnos la pija, la pastilla azul hace lo suyo. Nos recostamos sobre las lajas atérmicas del costado de la pileta en un 69 de lado y nos comemos las porongas a fondo durante un cuarto de hora o más, hurgando en los respectivos anos con dos y hasta tres dedos, nos cogemos oralmente como poseídos, acabo en la boca del Justi como un burro, espasmódicamente, casi sin leche ya.
El Justi dura más, siempre dura más, Me posee de frente, me coloca las piernas abiertas a los lados, me penetra enseguida, lleva mis brazos hacia atrás, al costado de mi cabeza, y me somete a un mete y saca enloquecedor besándome con frenesí para mezclar mi semen y la saliva de su boca.
Me trago toda su lengua, me babeo, lo miro a los ojos, pienso que soy una perra en celo y el Justi es mi semental, me coge y recoge varios minutos. Mi culo voraz recibe su miembro, me late, quiero más, le pido más, me da más, empujo mi cuerpo hacia el suyo para que me penetre más su poronga y al cabo de un rato largo se derrama dentro de mí con gritos y jadeos ahogados. Se desploma lentamente sobre mí pecho, cruzo mis piernas sobre su espalda para aferrarlo sobre mí. Lo beso apasionadamente:
-Me gusta mucho cómo me cogés, le susurro al oído, no puedo parar, decime algo.
Me mira a los ojos y vocaliza “puto”.
-¡Seee! Decímelo al oído. Te quiero escuchar, potro.
-¡Puto, puto, puto!
Está agitado, respira entrecortado. me pregunta.
-¿Qué más te contó tu mujer de lo nuestro?
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