Primera experiencia

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T. Lectura: 4 min.

Somos un matrimonio normal, de los que nadie puede sospechar ningún tipo de comportamiento raro, pero una vez que nos pico el gusanillo del morbo no pudimos escapar de él.

Eso si, seguimos manteniendo nuestra apariencia aburrida con todos nuestros conocidos.

Solo nos permitimos un juego al que llamábamos el “veo veo”.

¿Que en que consistia?

En dejar ver mas “carne” de lo normal, y cuando digo carne me refiero a los pechos de mi mujer y a sus piernas normalmente con medias de liga.

Siempre en sitios donde no nos conocían y donde era difícil que nos encontraremos a alguien que nos supiera identificar.

Para jugar salíamos de casa, bueno salir mi mujer, preparada para la aventura: no se ponia sujetador y se ponia medias con liguero.

Simplemente pensarlo y salir así de casa nos subir el grado de excitación a niveles que nos hacían hacer cosas que en estado normal nunca hubiéramos hecho.

Nos montábamos en el coche y nos íbamos a restaurantes, pubs, discotecas, lejos de donde vivíamos y hacíamos nuestra vida normal.

Pero un día, en las navidades del 2021, decidido ir al centro y como estaba todo atascado, aparcamos el coche y cogimos el metro.

Serian las 9 de la noche, el metro iba hasta arriba de gente, Maribel llevaba un abrigo largo una falda por encima de las rodillas y una blusa negra, pero como íbamos dispuestos a jugar fuerte porque hacia tiempo que no jugábamos, por el dichoso COVID, ese día tampoco llevaba bragas.

Al entrar nos situamos agarrados a una barra, uno enfrente del otro, rodeados de personas por todos los lados.

Como ya estábamos excitados, la propuse al oído que se abriera un par de botones de la blusa,

Al principio, se negó porque había mucha gente, pero poco a poco la fui rozando el pecho con la mano para aumentar su excitación, hasta que tedio y se abrió un botón.

Se veía un poco de canalillo, pero no me parecía lo suficiente así que insistí en mis roces aprovechando las parada y arrancadas del metro, hasta que se sitio lo suficientemente excitada como para abrirse dos botones más y eso ya no era un canalillo, era en gran cañón, se veían perfectamente el final de sus pechos y casi se podía ver el inicio de la aureola cada vez que el vagón nos movía o las personas nos empujaban al entrar o salir.

En este juego estábamos, cuando notamos que un joven no se perdía nada del escote de mi mujer.

Eso os excito mucho más, ya que eso es lo que buscábamos, hasta que una de las veces Maribel se acerco a mi oreja y me dijo: me esta rozando la pierna.

Eso elevo las expectativas de la experiencia y me hizo pensar en la mano del joven subiendo por el muslo de mi mujer, hasta llegar a darse cuenta que no llevaba ropa interior.

Sin pensarlo mucho, la conteste: ¿te gustaría notar como te sube la mano por el muslo?

Ella, muy excitada, me dijo: ¡estas loco! Hay mucha geste.

La dije: por eso no te preocupes porque entre los dos te tapamos.

Mientras el joven seguía moviendo su mano en busca del tesoro, logro tocar la pierna y empezar a subir muy despacio.

Maribel, con voz entrecortada por la excitación y el nerviosismo, se volvió acercar a mi oido y me dijo: me esta tocando el muslo por dentro de la falda.

Con el control totalmente perdido por la excitación de lo que estaba pasando y lo que yo me estaba imaginando, la dije: tienes dos posibilidades, una te mueves hacia la puerta y salimos en la próxima estación, o te dejas que siga subiendo y llegue hasta arriba ¿tu decides?

Como única respuesta se pego mas a mi, pero no de frente sino por su brazo derecho, dejando más libertad a que la pudieran seguir tocando por el lado izquierdo, donde estaba situado el joven.

Él no era tonto, e interpreto el movimiento como un permiso para seguir, de junto más a los dos, de forma que el resto del vagón no pudiera saber lo que estaba pasando y subió la mano hasta el coño.

Maribel, me dijo: Ya esta, me esta tocando y abra notado que lo tengo muy mojado.

Al oír eso, con mucho disimulo aparte la blusa, poco a poco, dejando que el joven viera totalmente el pecho de mi mujer y aproveche para acercarme a su oido y decirla: Aprovecha y separa bien las piernas, déjale jugar.

Por la cara de Maribel tenia que adivinar lo que estaba pasando, y debía ser muy bueno porque sus ojos reflejaban que lo estaba pasando bien, pero de repente note un cambio en su rostro, puso cara de sorpresa.

Con cierta preocupación me acerque a su oido y de dije: ¿pasa algo? ¿nos vamos?

Ella, me guiño un ojo y me dijo: No pasa nada, pero ponte detrás de mi.

Extrañado, la dije: ¿Por qué?

Ella, con voz seductora, me dijo: se ha sacado la polla y me la esta restregando por la ingle, pero quiero ponerme frente a el para sentirla mejor ¿te importa? ¿ a lo mejor intenta meterla?

Sus palabras resonaban en mi cabeza una y otra vez: ¡ a lo mejor intenta meterla! Tantas veces había fantaseado con eso y ahora era ella la que me decía que existía esa posibilidad. No parecía molesta, mas bien al contrario: estaba deseando que la follara un desconocido en un vagón del metro lleno de gente.

La pregunte: Y si te intenta follar ¿le vas a dejar?

Su grado de excitación era tal, que sin pensarlo me dijo: ¿te importa?

Sin responderla, me puse detrás de ella, dejando que el joven se pusiera totalmente de frente.

Desde detrás, la dije: pero como no veo nada me tienes que ir diciendo que esta pasando.

Solo hizo un gesto afirmativo y me dijo: aja.

Echo la cabeza hacia atras, y me dijo: La noto, es grande, esta en la boca de mi vagina, lo intenta.

Umm, ya noto como entra poco a poco.

Como un idiota solo se me ocurrió decirle: ¿te gusta?

O si, lo esta haciendo muy despacio pero la noto como penetra centímetro a centímetro y me gusta mucho, me voy a correr. Ahhh.

Gracias al rudo que había en el vagón lo alarido de mi esposa pasaron desapercibidos, y cuando acabo la cambio el rostro, como si en ese momento su hubiera dado cuenta de lo que había pasado y le diera vergüenza. Se aparto, empujándome hacia atrás, se cerro el abrigo y salió hacia la puerta del vagón.

Casi si poder reaccionar la seguí y en seguida llegamos a una estación y salimos del vagón. Andábamos hacia la puerta en directo a la calle y no hacia nada mas que decirla: tranquila, no pasa nada. Ella me miro como si yo tuviera la culpa de todo y por fin salimos a la calle.

Nos dirigimos a restaurante donde hablamos reservado para cenar, aunque no sabia como iba a continuar la velada.

Pero eso es otra historia.

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4 COMENTARIOS

  1. Que suerte la del chico descopnocido! que rico la pasaron en el vagon, fue un buen preambulo para la velada (me imagino)…

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