Quedaba a medias, lo resolví sola, pero el vecino fue mejor idea

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Frecuentemente en la semana mi esposo en la mañana me acaricia las nalgas y en cuanto me ve despierta me empieza a comer las tetas, le encanta lamer mis pezones, después me quita la ropa interior, abre mis piernas y me da con la lengua en mi pepita.

Estando dilatada y lubricada se sube en mí y bombea rico, suave y despacio, disfruto esa cogida, pero se le sale la leche dentro de mí y se toma un momento muy corto y se va de la cama ya a bañar y me dejaba toda cachonda.

Así fue por un tiempo, hasta que me compré un vibrador.

Ahora termina, yo me mantengo caliente con mi dedo en mi panochita, toqueteando mis pezones y cuando oigo que se va el coche me doy placer con el vibrador, espero a que no esté para gemir y gritar rico.

El miércoles pasado ya me habían cogido y tenía ya el vibrador paseando entre mis labios ya todos hinchados y mojados, cuando oigo una pelea de perros, y salí corriendo pensando que podría ser mi perrita.

Ya estando afuera me di cuenta que no era mi perrita, pero se me cerró la puerta.

Traía un camisón corto muy delgado, no traía sostén ni pantaleta y en mi mano tenía el vibrador.

De pronto olí una loción muy rica, volteo y estaba mi vecino junto a mí, me dio cosa porque por detrás se asomaban mis nalgas y por delante mi panochita también se me veía por lo corto del camisón.

Volteo y jalo el camisón para abajo y me dice el vecino, “buenos días”.

Respondí el saludo y veo que tiene la mirada en mis pechos y comenta, “está un poquito fresco”, veo y mis pezones se traslucían.

Levanté mis manos para tapar mis tetas y en una de ellas tenía el vibrador, lo ve y dice el vecino, “ya descubrí el misterio”.

Sonriendo pregunté “¿cuál misterio?”. Y contesta, “frecuentemente, después de que se oye que se va el carro de tu esposo se empiezan a oír gemidos y pujidos, y después gritos muy estimulantes, viendo lo que traes en la mano me hizo sentido todo”.

Yo sentía un nervio rico, apenas cubría mi cuerpo un camisón de telita muy delgada, sin ropa interior, mi panochita estaba dilatada, escurriendo y latiendo y ese hombre ya sabía que era mi hora de placer.

Solo se me ocurrió decir “qué pena” debe de ser muy molesto.

Me contestó, “no, al contrario, la verdad aprovecho para jalármela, me excita mucho escucharte y mi verga explota delicioso casi al mismo tiempo de tus gritos más intensos”.

Yo no sabía qué decir, pero él cambió de inmediato el tema diciendo, “supongo que te quedaste afuera sin llaves, ¿tienes inconveniente si traigo mi escalera y entro para abrirte?”.

Le dije, “por supuesto que no, te lo agradecería muchísimo”.

Yo tenía una sensación entre pena y excitación, no tardó nada cuando abrió la puerta y entré.

Le dije, “muchas gracias, salvaste mi vida y te debo una”.

Y me contestó, “podemos estar a mano si así lo deseas”.

Mi panochita latió más fuerte y sentí como se humedeció más, con miedo y excitación pregunté, “¿cómo quieres que pague el favor?”.

Me ve de pies a cabeza y dice, “Quiero ver cómo te das placer con el vibrador”.

Tuve que apretar un mis piernas cuando oí eso, ya que sentí una punzada rica justo en mi panochita.

Lo tomé de la mano y lo llevé a la sala, puse una silla frente al sillón grande y lo senté.

Me senté en el sillón, subí mi camisón y lo sujeté con mi boca para mantenerlo arriba de mis tetas. Comencé a acariciar mis pezones con ambas manos, él estaba de frente viendo sin perder detalle.

Flexioné y abrí las piernas, acaricié con mi dedo primero, después tomé el vibrador con una mano y lo puse en mi panochita, con la otra mano seguía estimulando mis pezones.

El solo decía “que rico” y se mordía los labios.

Cerré un momento los ojos y cuando los abrí vi que tenía la verga de fuera, erecta completamente y la acariciaba con la mano abierta como si fuera una mascota.

Al ver eso, me paré y me quité el camisón, lo monté y sentí como fue entrando suavemente hasta sentirla completamente dentro.

Mi cuerpo se empezó a mover solo, sus manos en mis nalgas, su boca en mis pezones y yo en su oído gimiendo, entre un gemido y otro le dije, “te estás cobrando muy bien”.

De pronto me quita el vibrador y lo pone en la base de su verga, sentía como vibraba dentro de mí, me movía rápido y lento, pasaron los minutos y comenzó a decir “me vengo”, sin sacar la verga puso el vibrador en mi clítoris y mi orgasmo fue inevitable, llegamos al mismo tiempo y se contraían nuestros cuerpos.

Nos separamos y tomé mi camisón, me recosté en el sillón y le dije, “servido, cierra la puerta cuando salgas”.

Me dijo, “estuvo increíble, yo pensé en un vídeo, pero esto fue un sueño”.

Ahora sigo haciendo gemidos después de que se va mi marido, pero en el oído del vecino.

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