Esto que les voy a relatar ha sucedido cuando yo tenía 18 años.
Había ido a un viaje de estudios a exponer sobre la enfermedad de diabetes, viajaba con un grupo de estudiantes de mi misma edad, en ese grupo estaba Genaro: un atractivo chico de ojos azules, cabello marrón oscuro y de baja estatura, con el cual me había dado unos cuantos besos muy ardientes intercambiando mucha lengua.
Cuando llegamos al hotel era de noche, todos nos dirigimos a nuestras habitaciones individuales para irnos a dormir.
Cuando entre a la mía recorrí la habitación entera con mi vista, pues, era muy grande, tenía una cama de dos plazas con sábanas blancas, una mesa de luz con una lámpara, un televisor al frente de la cama y una ventana donde tenía vista directa hacia la playa.
Me acosté y luego me dormí profundamente hasta que sentí que alguien se deslizó suavemente entre mis sabanas, sentí que me abrazaba por la cintura y me besaba en las mejillas.
Me di vuelta y lo vi a Genaro acostado conmigo.
-¿Por qué entraste aquí?- le pregunté.
-Porque quiero hacerte mía- me respondió tranquilamente.
-¿Qué hora son?- le dije esto para cambiar de tema.
-Las tres de la madrugada.
-Estás loco por estar conmigo aquí a altas horas de la noche.
-Estoy loco por ti- me respondió, se acostó encima de mí y me empezó a besar con esa manera tan ardiente que tenía el de darme los numerosos besos que compartíamos todos los días, ustedes imaginen que cuando caminábamos juntos nos dábamos besos en cada esquina.
Se separó de mi boca para poder chuparme el cuello, me acarició lentamente hasta llegar a la altura de mis senos, los acaricio con sus dedos hasta que pudo desprender los botones de mi camisón y mis pechos quedaron liberados para él.
Mis pezones se endurecieron al instante de haber recibido el primer contacto de su lengua contra mis pechos, él ya me había tocado mucho antes, pero nunca como esta vez, en esta ocasión todo era tan delicioso que se me hacía imposible no gemir.
Había esperado tanto tiempo para hacer el amor con Genaro, con ese atractivo chico que me volvía loca de amor, que me robaba el aliento con sus hermosos ojos azules, ahora él me estaba haciendo todo lo que yo había soñado de una manera muy erótica, pasaron unos minutos y sentí que él iba bajando con besos húmedos hasta que llego a la altura de mi vulva, paso su lengua por arriba de mi vagina y un escalofrío de placer se apoderó de mí, él agarró mis dos muslos, me los separo, abrió mi vagina con sus dedos y enterró su lengua haciendo que yo lo tomara de la cabeza.
Estaba sintiendo tanto placer que quería cerrar las piernas, mi humedad ya era abundante y sin embargo Genaro seguía lambiendo mi vulva con total frenesí, él estaba disfrutando como nunca, era la primera vez que me chupaba la concha y yo quería mucho más, ya lo quería tener adentro mío.
Empecé a hacer movimientos con mis caderas, mi pelvis quedó más apretada contra su boca, él me agarró fuertemente de mis muslos y siguió con el sexo oral unos minutos más hasta que yo eyacule.
Se quitó su bóxer rojo y pude ver su pene blanco y largo, su erección le llegaba casi hasta el ombligo.
-Mira lo que tengo para ti ¿lo quieres?- me dijo.
-Si- le respondí con una de mis sonrisas más sensuales.
Me tomo de la cintura y me coloco de costado, yo eleve una de mis piernas, con una sola embestida me penetro por atrás, luego siguieron unos deliciosos besos con lengua a mi cuello hasta que uní mi lengua con la suya otra vez al mismo tiempo que disfrutaba de unas salvajes embestidas.
Luego de unos minutos se ve que Genaro consideró que quería que yo le salte encima de su verga, me tomo de la cintura nuevamente y me puso a horcajadas sobre él, primero me moví hacia adelante, frotándome con su miembro y luego me penetro, me acosté por completo sobre mi compañero, él tomó mis nalgas y acelero sus embestidas al tiempo que yo seguía moviendo bien rico mi trasero.
Lo que siguieron después fueron unos minutos verdaderamente intensos, pues, ambos nos estábamos moviendo a un ritmo que se podría considerar salvaje por la intensidad que le estábamos dando, él me decía entre gemidos que le encantaba mi trasero y lo bien que la estaba pasando, yo no podía hablar del placer que recorría todo mi cuerpo, hasta que llego la eyaculación de él y nos relajamos por completo.
Quede acostada encima de Genaro con mi rostro a centímetros del suyo y nos volvimos a besar, esta vez con más intimidad.
Luego él me puso en cuatro y me dijo: -Aún tengo algo de semen para el precioso agujero de tu culo- yo me emocione al escuchar esas bellas palabras y me abrí el trasero para que él pudiera ingresar con su hábil miembro.
Cuando ya me penetro, empezó a hacer sus embestidas, pero con la diferencia que me tomo del cabello con mucha sensualidad y luego sí que se vino lo salvaje de hacer el amor con él, pero como a mí me encanta el sexo duro no me arrepentí en ningún momento mientras sentía que su miembro entraba y salía por mi trasero.
Me sorprendió lo mucho que duro, a pesar del cansancio este muchacho tenía mucha energía, él tenía razón, quedaba un poco de semen y fue directo al agujero de mi culo cuando eyaculo.
Se acostó a mi lado y en ese momento empezó a llover, en realidad era un diluvio de esos potentes.
-¿Qué hora son?- le pregunte.
-Las cuatro de la madrugada, tuvimos una hora de sexo delicioso- me respondió Genaro.
-La mejor hora de mi vida.
-¿Quieres salir a ver la lluvia?- me pregunto.
Nos tomamos de la mano y salimos por una puerta que daba hacia una pequeña terraza.
Cuando salimos al exterior la lluvia nos empapó.
Él me abrazó por detrás y pude sentir su miembro, ya que estábamos desnudos observando la lluvia.
El abrazo tenía mucha intimidad, ya que tenía ambas de sus manos entrelazadas en mi abdomen y yo puse mi cabeza en sus hombros mientras la lluvia caía encima de nuestros cuerpos desnudos.