Sin querer hice un trío con Zaira y Román

6
11512
18
T. Lectura: 4 min.

Hola soy Belu. Una chica que disfruto el sexo con chicas y chicos. Tengo la piel blanca, cabello corto oscuro. Senos de buen volumen y un trasero algo grande para mi estatura.

Un sábado a la noche que me encontraba sola en casa, decidí ir a un local donde únicamente se reúnen mujeres.

Después de aburrirme bastante, necesité ir al toilette. Allí conocí a Zaira que también había ido sola. Es una mujer alta, de piel trigueña y cuerpo muy bien proporcionado. Me dijo que le gustan las chicas blancas y menudas y que también le agradan los hombres robustos. Yo me reí al oír su afirmación, pero íntimamente me sentía halagada por ser de piel blanca, entonces le dije ―Tengo amigos y amigas. He tenido lindos encuentros nudistas en los que terminé siendo bien atendida. Se río Zaira.

Continuamos hablando sobre gustos, hasta que me invitó a tomar una copa en la barra y allí nos contamos muchas cosas más. Me dijo que un buen amigo la esperaba en su casa. Me preguntó si había tenido sexo con chicas. Le respondí que únicamente he dormido desnuda abrasada con Vicki, y alguna travesura juntas, sin pasar de eso. Sus manos me acariciaron los hombros y mis brazos descubiertos. Luego una segunda vuelta de copas y fuimos a bailar tomadas de la mano.

Me agradó su elegancia, la manera de dirigirse a mí y el contacto de su cuerpo cuando nos juntábamos bailando hasta apoyar mis pechos en su estómago.

Luego de besarnos por primera vez, me dijo que le encantaría que la acompañe a su casa. Si deseaba pasar un buen momento. Respondí que con gusto iría. Zaira sonrió y me abrazó fuertemente. Continúo diciéndome que en su casa estaba Román. Que a él le encanta presenciar los encuentros lésbicos, y a veces pide participar del encuentro. La escuché sin responder, pensando que podría pasar.

Cuando llegamos a su casa, ya un poco ebrias nos recibió un hombre robusto con barba candado. Un chico con sonrisa ingenua y labios gruesos. Me pareció un buen tipo. Me impresionó, su estatura. Era un gigantón.

Zaira y Román fueron muy amables, haciendo que me sintiera a gusto con ellos. Ella me miraba con deseo mientras brindamos con Román. Luego tomándome de una mano me condujo a enseñarme su habitación.

―¿Te agrada? ―Preguntó señalando su hermosa cama y agregó― Está esperándonos. Luego me indicó el amplio baño, donde juntas nos quitamos la ropa y nos higienizamos.

Zaira deslizó pausadamente una toalla por mi cuerpo y me dió un beso largo y profundo. Abrazándome hizo que se juntaran nuestros cuerpos desnudos. Mis pechos se apoyaron en su vientre. Ella ejerció presión en mi cabeza para que bajara, indicando que llegará con mis labios a su vulva tan depilada como la mía.

Dos minutos así, de pie. Luego caímos sobre la mullida cama. Zaira tendida boca arriba, yo sobre ella. Me chupaba los pezones con maestría haciendo que me retorciera de placer. Luego en posición de sesenta y nueve, jalaba los labios de mi vagina como si fuese una perra hambrienta. Yo succionaba los labios carnosos y calientes de su sexo. Mi lengua hostigaba su clítoris crecido y duro, logrando hacerla estremecer. Nos dimos mucho placer y comencé a mojarme. Sus dedos acariciaban mi ano. Esa caricia me enloquece.

Cuando oí la voz de Román, miré hacia la puerta.

―¿Puedo mirar? ―Preguntó. Estaba desnudo de pie acariciando su inmenso pene erecto.

Zaira, volteo su cabeza para mirarlo y dijo ―Puedes mirar. ―Y volviéndose hacia mí, llenó mi boca con su lengua inquieta.

Un orgasmo comenzó a gestarse en mi cuerpo y convulsionó cuando cuatro dedos de mi nueva amiga separaban mis labios vaginales.

Román, meneaba su miembro y lo golpeaba en su mano izquierda, suspirando profundamente.

―¿Puedo participar? ―Preguntó en voz baja.

Sin mirarlo Zaira me dijo al oído ―¿Le permites participar? ―Respondí que sí, que no me molesta.

Yo estaba sobre Zaira en hermoso sesenta y nueve, de espaldas a él. Ella hizo un ademán e inmediatamente sentí los pelos del pecho de Román apoyados en mi espalda. También su grueso pene tocando los labios de mi vulva y entrando en la boca de Zaira.

El imponente cuerpo de Román me apretaba sobre Zaira. Pero ella pronto gritó ―¡Me están matando!

Él se dejó caer hacia un lado. Yo me dejé caer hacia el otro.

Mi amiga se sentó en la cama y propuso ―Juguemos al caballito sobre la alfombra, a Román le encanta que lo monten.

Él movió la cabeza afirmativamente y se puso de rodillas. Zaira me indicó que me sentará sobre su ancha espalda poblada de pelos. El roce de la abundante pelambre de su espalda acariciaba la vagina y elevaba mi excitación.

―Te paseará una vuelta mientras yo lo estimulo ―Dijo Zaira tirándose al piso y lamiéndole las pelotas desde atrás.

Terminada la vuelta alrededor del sillón, Zaira se encaramó a su lomo y yo lo estimulé. El miembro de Román hacía movimientos pegándose en su vientre.

Román se volteó hacia un lado, quedando tendido en la alfombra. Zaira se sentó a horcajadas sobre su amigo que estaba boca arriba en el piso mirando el techo. Ella movía su cuerpo, levantando el trasero y sentándose nuevamente sobre la verga de Román. Sus movimientos fueron cada vez más rápidos y las sentadas más violentas. Él la tomó por las tetas y decían palabras o emitían sonidos que no entendí.

Ambos con los ojos cerrados.

Llegaron juntos al orgasmo, gruñendo él y temblando ella.

Debí recurrir a mis dedos para complacerme mientras los miraba. Zaira volteó su cabeza hacia mí, diciendo: ven preciosa hay para ti también, verdad Román. Me uní acariciando a ambos. Sin pensarlo, lamí la verga de Román cubierta de sus fluidos. El estiró un brazo para llegar con una mano de gigante a llenar mi entrepierna. Acarició mi vulva, perineo y ano abarcando todo en su mano. Presionó un dedo entre mis labios vaginales. Me sentí tan penetrada como si fuese un pene. Suspiré y me movía tocando mis pezones duros.

Zaira se río. Me abrazo y volteando mi cuerpo boca abajo, lamió mi vagina desde atrás con maestría, también le dio placer a mi ano.

Román tomo mi mano y la llevó hasta hacerla tocar su pene que ya despertaba nuevamente. Mis dedos no alcanzaban para rodear su circunferencia de su verga. Retiré mí mano rápidamente y Zaira volvió a sentarse sobre él.

Ella subía y bajaba con violencia su culo sobre la pelvis peluda de Román, gimiendo. Él gruñía y acompañaba su movimiento sujetando sus caderas. Varios minutos estuvieron en un frenético sube y baja. Diciéndose palabras sucias. Y explotaron en un orgasmo conjunto Luego permanecieron quietos unos minutos. Él inmóvil, ella caída sobre su pecho, con las piernas abiertas. Yo podía ver el ano levemente abierto, su vagina roja con sus labios gruesos separados y el tremendo miembro de Román rezumando semen, brillante. Ambos muy mojados por sus fluidos.

Román fue al baño de visitas, Zaira y yo nos bañamos juntas en el baño principal. Luego tomamos café y nos despedimos con un beso muy húmedo prometiendo vernos pronto.

Belu

Loading

6 COMENTARIOS

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí