Sorpresa rica de Halloween

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T. Lectura: 10 min.

Conocí a Rosario que, por muchos era llamada Rosi para acortar el nombre. Ella trabajaba en una de esas tiendas donde rentaban películas pornográficas y también vendían juguetes y productos sexuales y que por ese entonces yo regalaba de vez en cuando a algunas chicas en turno. Estamos hablando a principios del 2000.

Ella habrá tenido su mayoría de edad para trabajar en un lugar como este, pero la verdad Rosi tenía una carita infantil y más que todo por esa altura que dudo pasara del metro cincuenta. Tenía unas piernas tonificadas tirándole a gruesas, pero sus brazos eran más delgados proporcionalmente a su sensual figura. Gustaba vestir minifaldas en verano que fue cuando la conocí y pantalones vaqueros en el tiempo de frío. Su cabello era lacio y largo y siempre lo llevaba teñido de rubio. No podría decir que era la chica más linda del mundo, pero que, a pesar de su altura, tenía unos meloncitos y un bonito trasero que, creo es lo que más llamaba la atención.

Obviamente con los meses nos acercó la rutina de mis visitas y con la confianza de un cliente frecuente Rosi me comenzó a llamar Papi Chulo. No sé por qué mucha gente no me ven como hispano o latino, pero creo que Rosi y su amiga también hispana pensaron que yo no hablaba español. Una vez las escuché hablando entre ellas mientras yo buscaba un artículo:

-De él es de quién te hablaba. Está para comérselo todito. ¿Te lo comías?

-Sin lugar a duda… está como quiere el condenado. -le contestó su amiga.

Por ese tiempo ya teníamos breves pláticas y muchas veces Rosi me dio sugerencias en los juguetes y lubricantes que buscaba. Era tan directa y me hacía toda clase de sugerencias sin tabú alguno. Nunca me preguntó por qué compraba tantos juguetes o por qué compraba muchos lubricantes. Obviamente ella se lo habrá figurado.

Un día me sugirió un estimulador que se aplicaba en el clítoris y que según ella ayudaba a magnificar los orgasmos y que además tenía un sabor a menta. Claramente me dijo que a ella le gustaba usarlo y de esa manera me hablaba de las nuevas innovaciones que llegaban a la tienda.

Recuerdo el día que llegué a la tienda y me dijo que me tenía un regalito pues era un viernes 31 de octubre y aquí en este país celebran Halloween. Ambas chicas estaban disfrazadas de vampiresas muy sensuales… muy sugestivas diría yo. Su capa, un bikini diminuto, un bustier negro y su zapatos de tacón negros y altos. Pasé porque tenía un viaje y le había prometido a una chica llevarle unos juguetitos. La tienda estaba prácticamente vacía y después de una breve plática con Rosi y cuando me despedía ella me dijo: -Espéreme en su coche, le quiero dar un regalito.

Antes me había preguntado que cuál era el sabor a frutas que más me gustaban y mi respuesta fue: -Casi todas. Me dijo que en cinco minutos tomaría un descanso de 20 minutos y si la podría esperar en mi coche.

A los minutos veo que sale y lleva una bolsita de esas de regalo. Se sube en el asiento del pasajero y me da la bolsa y, antes de que la revise me pidió que nos estacionáramos al lado del edificio, lo cual hice. Era un estacionamiento bastante grande, pero por ese lado casi nadie se estacionaba. Me pide que esculque la bolsa y encuentro un calzoncito sellado en una bolsa plástica con unas letras que decían “cereza” en inglés y un paquete pequeño de condones que también con letras rojas decían lo mismo. Ella sin muchas vueltas me decía que le encantaba las cerezas y que eran una de sus frutas preferidas y obviamente llevaba ese morbo de la insinuación. Le devolvía con una sonrisa la insinuación, pero yo fui más directo:

-A mí me gusta también la cereza y si está saladita me encanta chuparla y saborearla con muchas ganas. -le dije.

-¿Tiene prisa?

-No… ¿por qué?

-Porque me gustaría abrir ese paquetito de condones y chupársela.

-¿Quieres? Ven… ponme el condón y mámamela si quieres.

Se le miraba brillante la mirada y me dio una sonrisa un tanto nerviosa. Sacó un condón de la caja y me desabrochó el pantalón y bajó el cierre. Yo me acomodé haciendo el asiento hacia atrás y de esa manera no estorbara mucho el timón. Mi verga estaba semi erecta y si, ya estaba goteando. Rosi me puso el condón y se podía oler el aroma a la fruta. Ella solo dijo una corta frase antes de agachar la cabeza hacia mi: ¡¡Que hermosa verga tienes!!

Me comenzó chupando la cabeza envuelta con el condón con sabor a cereza y ella elevaba sus nalgas con ese bikini negro de su disfraz al lado del asiento del pasajero. Sentía que caía su saliva al contorno de mis testículos y viendo su columna encorvada y sus nalgas, metí los dedos de mi mano derecha entre su raja mojada, hice de lado su bikini y comencé a sobar ese clítoris el cual estaba inflamado de la excitación.

Aquella pequeña conchita se sentía de labios gruesos, era de esas panochas gorditas y no le sentía vellitos algunos. Parecía que Rosi no se la rasuraba, ella usaba cera para que esa área púbica se sintiera tan tersa como la piel de sus nalgas y rostro. No dejaba de chupármela y yo le hundía dos dedos en su pequeño orificio y supe que era de esas panochitas que aprietan. Mis dedos se hundían y le chaqueteaba el clítoris con cierto golpeteo más intenso, lo que Rosi me aprobó diciendo: -pégale así… me gusta, me gusta; dedéame así papi, es tuya. -Oyendo como Rosi me hablaba, supe que esta pequeña chica era de esas que les encanta el sexo duro.

Creo que Rosi no se podía concentrar en chupar mi falo o disfrutar de la chaqueteada que le daba a su panochita y hacia pausas dejando escapar sus gemidos. Con sus mismos jugos llené mi pulgar y mientras mi dedo anular y el de en medio entraban y salían de su vagina, con ese pulgar comencé a sobar su ojete. Podía sentir como Rosi contraía su vagina apretándome los dedos con exagerada presión.

No sé cuánto tiempo había pasado, pero con seguridad nos estábamos acercando a los veinte minutos del que me hablaba era su descanso. Por la posición con mis dedos le hacía presión en la parte trasera de su vagina y esta pequeña chica comenzó a mover su cadera con ese ritmo como ansiosa a sentir ese roce de mis dedos penetrando su vagina y ya mi pulgar se hundía en su primera falange.

No podía ver su rostro pues ella seguía chupándome la verga, pero ya con menos intensidad, quizá ella está más concentrada en el placer que le causaban mis dedos y haciendo una pausa me decía lo siguiente: -así papi chulo, deme así que me corro… que rico, que rico, dedéame, chaquetea tu panochita papi… es tuya, es tuya mi amor…uh me vengo, me vengo. – Mis dedos fueron incansables entrando y saliendo y el chasquido de esa fricción se oía como un concierto de música estimulando nuestros oídos y mis dedos y toda mi mano estaban untados de sus jugos vaginales y como último estimulo comencé a golpetear con todos mis dedos esa panocha y solo escuchaba los gemidos de Rosi, mientras escuchábamos un CD de Phil Collins.

Rosi intuyendo que estaba sobre excitado escuchando su recital de gemidos me pidió que me fuese para su lado. Medio me abroché el pantalón y ella abrió la puerta del pasajero y aunque estábamos bien encaminados en el otoño, no era noche fría, más bien era una temperatura todavía de verano. Estaba estacionado a la par del edificio y la puerta bloqueaba la vista de la salida del edificio, en la parte de atrás era un muro de contención, así que parecía que todo estaba bloqueado para que alguien nos observara.

Y con esa prisa y excitación como Rosi se había corrido, con esa misma prisa me desabrocho de nuevo el pantalón y mientras me contraminaba como acomodándome en el asiento, Rosi prosiguió a mamarme la verga y a ponérmela bien erecta de nuevo. Mi verga se puso dura, tiesa y ella se incorporó y esta pequeña chica se puso contra el asiento poniendo uno de sus pies por sobre el piso del coche para nivelar mi altura con su panochita y vi ese precioso culo donde el pequeño bikini se le hundía. Hice ese bikini elástico de lado y mi verga rojiza por el color del condón comenzó a penetrar la reducida vagina de Rosi.

Esa panocha era estrecha y se sentía como Rosi me enviaba sus contracciones cuando la apretaba. De mis 21 centímetros creo solo 12 o 15 entraban y se sentía el tope. Se la comencé a menear de esa manera y mientras mi verga entraba y salía de una manera semi lenta por no lastimarla, mis dedos le golpeteaban el clítoris. En dos minutos estaba gimiendo de nuevo y eso de golpetear su clítoris de esa manera le encantaba demasiado que literalmente podía sentir los espasmos de todo su cuerpo y aunque se quería mover no podía por la posición, pues una pierna le quedaba en el aire.

Ese culazo era hermoso de esta pequeña chica, creo que es lo más apetitoso de esta pequeña chica, un culo de piel clara y redondo y dejaba apreciar una cintura exageradamente pequeña. Mi verga entraba y salía lentamente, pero mis dedos la llevaron a un segundo orgasmo cuando me lo decía: -Tony, me corro, me corro… que verga mas rica, deme verga, húndame la verga… es tuya, es tuya ah ah ah…

Le sacudí la verga y mientras ella seguía gimiendo del placer o quizá por el dolor de la presión de mi verga queriendo entrar más allá de ese límite. Esa panocha estaba tan apretada y sus contracciones me hicieron tocar también el cielo y mis huevos se arrugaron y siento esa electricidad que desde mis nalgas se regó por todo mi cuerpo. Ella solo me dijo de esta manera con un alivio de excitación: -Que ricas corridas me ha sacado… realmente necesitaba ya una cogida así. – Yo me quitaba el condón y por suerte siempre llevo una caja de esas toallas Kleenex en mi vehículo. Nos limpiábamos ambos mientras platicábamos.

-¿Tu amiga se ha de estar preguntando si vas a regresar? ¿Creo que nos pasamos de los 20 minutos?

-Ella se ha de imaginar lo que está pasando… de hecho, ella ya me habrá puesto de nuevo en el reloj. Yo hubiera hecho lo mismo… somos buenas amigas.

-¡Mira que buena amiga tienes!

-Tony, ¿a usted le gusta Jenny?

-Jenny es una chica atractiva, ¿por qué lo preguntas?

-Porque yo sé que usted le gusta a ella. ¿Se la quisiera tirar?

-¿Quién llora por que le den pan? -le dije y agregué. – Jenny tiene lo suyo.

Jenny al igual que Rosi no son las chicas más lindas de rostro, pero tampoco son feas y al contraste de Rosi, Jenny es más alta y aunque tiene pechos pequeños, sus nalgas si no son tan exuberantes como las de Rosi, también atraen miradas y no en balde este tipo de compañías contratan a chicas como ellas. Son simplemente atractivas. Imaginado que había esa posibilidad de coger con esta otra chica estaba o intentar procesar esa posibilidad estaba cuando Rosi me lo confronta de esta manera:

-¿Se la quiere tirar?

-Jenny es bonita, ¿quién no se la quisiera tirar?

-¡Va! Espere aquí y deme su número de celular. Yo le hago saber si se esto se hace.

De solo pensarlo mi verga comenzó a tomar volumen de nuevo y me quedé esperando y quizá imaginando esa conversación entre Rosi y Jenny y donde mi imaginación proyectaba un rotundo No de parte de Jenny. Y es que Jenny siempre fue algo esquiva conmigo, nunca tuve una conversación más allá de lo competente de este negocio y siempre fue muy breve. Pero no tenía nada que perder y a los cinco minutos contesto mi celular y es Rosi diciéndome que entre al negocio, que hay una zona de descanso en el interior y que Jenny está de acuerdo en coger y que allí me espera.

No sé porque me puse nervioso y entré en el interior del lugar, Rosi me mira con una sonrisa y me guía por un lugar donde anteriormente he visto a personas entrar y ver en cubículos privados que están viendo esas películas pornográficas. Paso y me hace entrar a este cuarto donde veo una mesa en el centro, una televisión, unos armarios metálicos donde los empleados ponen sus cosas personales con llave y frente a esto hay una banca con cuya superficie es uno de cuero acolchonado.

Veo a Jenny sentada con una sonrisa con nervios supongo y me le acerco y sin protocolo alguno ella sentada en esa banca me desabrocha los pantalones, estos caen y ella ve mi verga erecta mojando mi bóxer, ella me lo baja y sin decir palabra me la comienza a mamar sin condón alguno. Esta chica se la tragaba más que Rosi, unos tres cuartos de mi verga se le hundían en su boca. Me agarraba las nalgas y solo la veía que con muchas ansias se la tragaba en un maniobrar fenomenal y delicioso.

La levanté para quitarle ese bustier que le cubría sus pequeñas tetas y se las comencé a mamar delicadamente primeramente a pasar a halarlas y mordiscarlas. Le chupaba las tetas así parados y mi mano derecha comenzó a esculcar entre sus calzoncitos. Ya la tenía mojada y a diferencia de Rosi, le podía sentir algo de vello púbico por sobre la panochita a Jenny. Mamándole las tetas le acariciaba su panocha hasta que mis dedos se le hundían. Jenny solo gemía del placer, pero no decía palabra alguna.

Jenny movía su pelvis como disfrutando la invasión de mis dedos. Ella ya había llegado mojada, pero con los minutos de ese encuentro su panochita se derretía. Hice una pausa para traer un silla y la puse a la par de la banca. Jenny intuyendo mi accionar, de su cartera que tenía en la mesa sacó un condón regular, de esos que tienen textura para estimular mejor una panocha y luego de hacerlo le quité ese pequeño bikini y se puso de perrito sobre la banca y apoyando sus manos en la silla. Ese culo se le miraba divino y las marcas de sus calzones se le reflejaban en una piel más clara que el resto.

Apunté a su vagina y lentamente mi verga se metió hasta al fondo y fue la primera expresión que Jenny dijo: ¡Por Dios, que verga más rica tienes… me llenas… dame papito! – Se la hundía y se la sacaba lentamente y de esa manera pasé por varios minutos hasta que Jenny me pidió que se la dejara ir más fuerte. Ahora mis estocadas eran con más impulso y con una aceleración buscando el ritmo de Jenny. Escuché el chasquido de sus dedos chaqueteando su panocha y eso me gustó y se la comencé a acelerar y con estocadas aún más fuertes.

Los gemidos de Jenny eran de medios decibeles y estos aumentaron cuando escupiendo su culo, le comencé a frotar su culo con mis dedos y exclamó: -¡Que rico papito, que rico… ese culito es suyo… quiero que lo haga suyo papito! -Jenny movía muy bien ese culo, esas caderas estaban entrenadas para ese movimiento sensual que hacía, era como si estuviera escuchando esa música popular del perreo… que rico lo movía. No dejé de hundirle los dedos en el culo cuando me anunciaba que se corría: Así papito, fuerte… deme fuerte que me corro, así fuerte… no pare, no pare … deme, deme, así, así así….

Después de esa corrida con Rosi, estaba todavía a años luz de volverme a correr y además que lo hacíamos con profilácticos, pues no es el mismo tacto. Jenny hizo en esta ocasión una pausa después de recuperarse de esa corría y como la mayoría de las mujeres, ella ya estaba lista para otra faena y me dio algo que ella llamó como las bolas chinas. Se puso en la misma posición y le volví a hundir los 21 centímetros de mi verga y con su concha bien lubricada mojé las bolas que me había dado y procedí a hundir la primera bola, la cual me tomé el tiempo en hacerlo, luego pasé a la segunda, la cual pasó mas fácilmente, una tercera y una cuarta, algo así como unos 15 centímetros de mi verga.

Le gustaba que se las halara y de vez en cuando se le salía una para volver a meterla. Esto le causaba tanto placer a Jenny que miraba como le temblaban las nalgas del placer y me decía: -¡Que rico, que rico… quiero su verga en mi culo… este culito quiere su verga!

Le saqué cada bola, las cuales están unidas a una cuerda entre sí. Jenny me tomó la verga con su mano si dejar esa posición y me la llevó directa a su precioso culo. Prácticamente ella se la metió y miraba como mi verga se hundía en su apretado orificio. Lo movía al igual cuando tenía mi verga en su panocha y me sobaba los huevos con sus manos.

Era delicioso verla mover ese culo y escuchar como cacheteaba su panocha y me pidió que se la taladrara con ganas, que estaba a punto de correrse. Le di un embate endemoniado que hasta me hizo sudar y podía ver el brillo del sudor de Jenny en sus espaldas y sus gemidos se elevaron, aquellos jadeos me magnificaron su compresión de su culo y me decía: -Péguele, péguele fuerte a mi culo, me vengo, me vengo… uh me vengo…

Parecía que el orgasmo cesaba, pero luego me volvía a decir: Deme, deme, deme fuerte que me vengo otra vez… Si, así, así… dele, dele, dele, rómpame el culo que es suyo… este culo es suyo. -Y volvía a gemir y hasta hacer un coro que parecía lloraba y esto se repitió una vez más y fue cuando yo exploté y llené por segunda vez ese profiláctico esa noche.

Este mi segundo orgasmo fue más fuerte que el primero con Rosi, pues siento que cogerme un culo es más excitante para mí. Nos limpiamos y escuchaba los ventosos que Jenny sacaba del aire que le había pompeado por más de veinte minutos. Me dijo que se había corrido cinco veces en esos 20 minutos y fue cuando me lo propuso: -Deberíamos hacer un trío esta noche. ¿Usted que dice? ¿Quiere?

Miré los ojos alegres y excitados de Jenny, una chica esbelta, alargada de piernas atléticas y un culito rico y bien definido. Se vestía frente a mí y observaba su rayita de barbie y que me acababa de coger. En todos los tríos que he experimentado han sido las chicas quienes lo han propuestos y este día ya estaba enormemente excitado y me despedí y me fui directo a un motel a reservar una habitación y tener una de esas experiencias de ensueños. Las vi entrar a aquel cuarto de hotel y créame que esa gran cogida continuaba esa noche de Halloween.

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