Transporte sorpresa

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Ella estaba por regresar de un viaje de 7 días al Caribe (en otra ocasión les contaré sobre ese viaje), habían sido días de anhelo y deseo constante, algunos mensajes motivadores y fotos más que reveladoras que hacían este regreso cada momento más deseado.

Ella avisó a qué hora aterrizaba y aprovechando la falta de conectividad en el vuelo, él aprovecho para trasladarse al aeropuerto a esperarla. De camino al aeropuerto pasó a una farmacia, compró una pastilla sobre la cual había leído buenas referencias, supuestamente esta pastilla motivaba el líbido de las mujeres en gran manera.

Por fin recibió el mensaje “ya aterricé, tomaré mi equipaje y te aviso a qué hora sale el camión”, a lo que él le respondió “Perfecto, avísame cuando tengas tu equipaje en mano antes de comprar tu boleto”.

Una vez con equipaje en mano, ella de manera diligente, lo informó y como respuesta obtuvo una foto en su WhatsApp, era la imagen de la entrada del aeropuerto. Él estaba esperándola en la comodidad de su camioneta, amplia, con vidrios entintados.

A la salida de ella del aeropuerto, ella lo vio y lo besó, como se besan las parejas que se han extrañado, pero había algo más en ella, algo en su mirada.

Al subirse a la camioneta, él le dio una botella de agua y la pastilla recientemente comprada, ella no preguntó y se la tomó.

El avance en el tráfico de la ciudad transcurrió entre plática sobre los generales del viaje y un poco de caricias.

Ella, como buena viajera venía con jeans y una blusa muy cómoda, pero nada especial.

Antes de llegar a la caseta, ella tocaba la pierna de él con más “interés”… al momento de cruzar la caseta le pidió orillarse y pasarle de su maleta la ropa que estaba encima. De manera muy obediente el atendido la solicitud.

Le paso la ropa y antes de subirse, ella le pidió que esperara abajo de la camioneta con el argumento de que quería que guardara la ropa del cambio.

El ambiente pronosticaba un camino interesante por delante…

Ella le paso la ropa, y el no volteó a verla, pero al momento de guardar la ropa en la maleta, él encontró unos jeans, una blusa y un bra.

Al subir a la camioneta, ella vestía una blusa escotada sin bra, lo cual dejaba ver su escote, la caída natural de sus senos y sus pezones sumamente excitados que se transparentaban y se hacían notar debajo de la blusa; al bajar la mirada, ella se había puesto una minifalda… ella solo se recargó en la puerta subiendo una pierna en el tablero y con una sonrisa pícara le dijo “ahora si, vámonos”.

Al retomar el camino ella empezó a acariciarlo con mayor intensidad, las caricias fueron respondidas.

Él debía tener ojos en el camino, el cual ya era oscuro y manos para ella… ella lo besaba con pasión y empezó a acariciarlo sobre el pantalón para desabrocharlo y buscar con interés y casi necesidad sacar esa verga que ya la esperaba con una erección que se notaba.

Finalmente ella lo hizo, la saco y empezó a masturbarlo mientras lamía la cabeza, de pronto paso a empezar a succionar como si de ello dependiera su vida, con necesidad, desesperación y una excitación notable.

El respondió acariciándola y buscando la forma de llegar a su vulva, lo cual ella notó y a modo de ayuda, se retiró la tanga que tenía puesta debajo. Mientras eso sucedía, el bajo los tirantes de su blusa para dejar sus senos al descubierto.

La oscuridad de la autopista, con la complicidad de los vidrios entintados, eran los perfectos cómplices para esta situación.

Pero no debía ser así, por lo que mientras ella mamaba, el decidió bajar los vidrios y en cada acercamiento a un vehículo o camión, otorgaba el cambio de luces para llamar la atención y al momento de pasar a un lado, reducía la velocidad para compartir la vista.

Al pasar a los nuevos cómplices, ellos respondían con un cambio de luces el cual fue interpretado como agradecimiento.

Venía el momento de ella, el Cruise control fue un gran aliado, ella, semidesnuda empezó a ser acariciada. Su vulva hinchada, excitada, empapada, fue sujeta a la intrusión de un dedo… después dos… ella quería más, llegaron a los 3 y ella empezó a retorcerse de placer, gemía mientras empapaba el asiento del copiloto. Pero ella quería más.

Con el avance de la autopista, su desnudez fue compartida con más de un afortunado.

Ella regreso en más de 3 ocasiones a deleitar su boca con la verga de su hombre.

Mientras el buscaba retribuirle con estimulación y caricias. Sus pezones estaban duros, necesitados… la humedad que se desprendía de su vagina era usada por él para estimular sus pezones… ella también pedía que esa humedad la llevara a su boca, no solo a la de él, sino también a la de ella quien decía que el sabor era delicioso.

En mas de dos ocasiones se detuvieron antes de llegar al orgasmo, no era necesario hacerlo puesto que al llegar a casa, les esperaba un espacio diferente con mayor comodidad para terminar juntos.

La llegada a casa era cada minuto más próxima, ambos necesitaban que esto sucediera.

Finalmente llegaron, ella como pudo recogió lo que pudo de ropa y pidió una chamarra para cubrirse un poco sin tener que vestirse en su totalidad y así poder caminar a casa lista para que, después de 40 minutos de estimulación mutua, por fin pudiera recibir ella el semen que tanto anhelaba…

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