Tu muñeca

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T. Lectura: 3 min.

Toco tímidamente la puerta de tu domicilio y estás allí. Si bien eres para todos un varonil hombre, hoy vistes con un hermoso vestido corto negro y sandalias altas de tacón que te dan un aire de mujer segura y dominante. Me ves despectivamente, me tomas del brazo y cierras la puerta, empujándome adentro de tu casa. “¡Quien manda soy yo!” exclamas afirmando lo que yo ya deseo y muy bien sé. Me llevas a la sala de estar y frente al sofá me desvistes y yo, esta travesti de closet que ha llegado voluntariamente a entregarse a tus más perversos deseos, me dejo ver por alguien por primera vez. Te ríes de mi insignificante miembro. Noto tu verga gruesa debajo de tu vestido. Chasqueas tus dedos y entiendo tu orden pues eres mi dominatriz. Me arrodillo, levanto la tela y siento el calor y el vapor de tu cuerpo y olor de tu hombría. La tomo con mis ambas manos y descapoto tu glande mientras mis glándulas salivales hacen agua mi boca y por vez primera siento el sabor salado en mi lengua de un pene. Lo chupo como a un sabroso helado arriba, a los lados, a tus testículos. Es maravilloso.
El tiempo pasa muy rápido y comienzo a sentir un sabor muy intenso salado, es tu líquido preseminal que anuncia que estás a punto de estallar. Explotas como un volcán en mi cara. Tu semen es blanquecino, espeso, ligoso y un deleite al paladar. Lo unto en toda mi cara y mamo hasta la última gota.
Me pones de pie, me llevas a una habitación y me ordenas: “no salgas hasta que parezcas una muñeca real”. He soñado este momento desde que leí tu correo. Veo tanta ropa de nena que dudo en encontrar la ideal para complacerte. Al cabo de casi una hora abro la puerta y salgo de la habitación. Estás en la sala de estar, con un cinturón en la mano. Te acercas a mi y caminas a mi alrededor, examinándome.
Para ti, me he vestido como una verdadera muñeca de juguete: peluca rubia con dos colitas con moño rosa a cada lado de la cabeza; vestido rosado corto muy arriba de las rodillas y abultado en los hombros y brazos; calcetas escolares caladas dobladas al tobillo; sandalias blancas que combinan con las calcetas y, cubriendo mi pantaleta rosada de encaje traslucido, una tela estilo pañal blanco. El discreto maquillaje rojo en mis mejillas y labios complementa a la perfección.
Ries complacido. Levantas el cinturón y me pegas duro con él en las nalgas. “Soy tu dueña” me ordenas y yo asiento con la cabeza, abandonándome a tus órdenes. Me besas apasionadamente, me conduces a tu habitación, me quitas el pañal y la pantaleta dejándome puesto todo lo demás. Aprietas mi micropene y mis testículos. Gimo del placer combinado con dolor. Me lanzas y volteas sobre la cama, me das dos nalgadas. Te desnudas, pero yo me volteo y te suplico. “Por favor mi ama. Quiero que me vea a los ojos mientras me penetra”. Y así fue, con saliva escupida en tu mano humectaste tu miembro duro que buscó mi ano. No tuviste compasión: me penetraste duro, de un tirón y hasta dentro de mí. Sentí enloquecer de dolor. Rasgaste los músculos de mi esfínter y sangré del culo como una princesa desvirgada.
Tus cabalgadas fueron supremas, cada vez me penetrabas mas duro y mas dentro, eras una inagotable máquina de potencia sexual. Yo no pude más y perdí el control sobre mí. Mi cuerpo se alocó en espasmos incontrolables y mi micropene lanzó por todas partes y en todas direcciones la leche de mi orgasmo. Pero tu seguías inclemente. Te dio más gozo ver la relajación de mi eyaculación. Tu ritmo se aceleró, te sentí muy adentro hasta que finalmente con un grito delicioso sentí tu leche inundar hirviente mi recto.
Te desplomaste sobre mí y me tiraste fuerte del cabello: “¿Quién es tu ama? ¿Quién te manda? ¿Eh?” me increpaste. Respondí obediente: “¡Solamente tú, mi ama! ¡soy tu muñeca travesti de closet privada! ¡Soy tu esclava sexual para tus deseos, ordena y obedezco!
Sonreíste. Me sacaste tu gran verga del culo y sentí un gran vacío. “Duerme un rato” me ordenaste y concluiste: “Cuando despiertes te vestirás de Barbie. Tu ano que hoy es una vagina, no tendrá tregua todo el fin de semana… mi muñeca”.

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