Un rico encuentro

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T. Lectura: 8 min.

Soy Marijó y las saludo con gusto queridas chicas preciosas, esperando que su vida femenina sea tan intensa como creo que es lo que les voy a contar en el siguiente relato.

Fue un jueves de un mes de septiembre de hace algunos años. Yo había tomado el día libre de varios que tenía derecho y, bueno, quería pasar un día conmigo misma, de gozo y, por qué no decirlo, de lujuria. Tenía ya bastante tiempo que no tenía una “pareja formal”.

Vivía sola y había estado muy atareada en el trabajo, en donde asisto de chico.

Me levanté temprano, siempre lo hago. La noche anterior me había acostado con un camisón para dormir, tipo fondo completo de color azul rey, de esos ligeritos, pero muy seductores, con una pantaleta muy sensual y brasiere de encaje, también color azul, soberbios ambos. No todas las noches lo hago, pero esa ocasión me había metido un plug metálico de tamaño mediano en mi cola, me ajustaba riquísimo y así me fui a la cama. Tan rico lo sentía metido en mi colita que tuve sueños eróticos.

Soñé que iba a dejar mi auto al servicio y que el dueño del taller me coqueteaba y me invitaba a pasar a su privado, donde me daba tremenda manoseada, me tocaba por todas partes, me besaba con gran furia y me metía la mano por todos lados. Lo soñaba como si fuera real y sentía que me metía su pene y que yo lo apretaba con saña (estaba apretando el plug je, je, je), para que sitiera la fuerza de mi vagina y mis potentes músculos. Me corrí, entre sueños, tres veces. Amanecí completamente húmeda.

Bueno, nada más de recordarlo y contarlo, me humedezco nuevamente, soy una lujuriosa.

Con la inquietud voluptuosa que amanecí, desayuné muy ligero, estaba con necesidad de hombre (en ningún momento me retiré el plug, andaba a gusto, muy caliente y cómoda)

Cuando terminé de desayunar y hacer las labores caseras propias de mi sexo (soy toda una hembra), me dispuse a tomar un baño. Preparé, para usar en casa, un juego de pantaleta y brasier en color negro todo de encaje, una blusa blanca holgada, con los hombros descubiertos y manga tres cuartos, una faldita negra, corte A, que llega justo arriba de las rodillas, mi adorada joyería de bisutería que nunca falta, siempre la uso, zapatillas de tacón corto, para andar cómoda, medias de elástico color negro y el maquillaje, ya vería cual seleccionaba al mero momento.

Cada que dejaba en la cama la ropita que sacaba, apretaba con fuerza el plug en mi cola y, ayyyy que rico sentía, me excitaba como adolescente.

Me metí a la tina, con el camisón y la ropita interior puesta (por supuesto que el plug también je, je, je), me encanta hacer eso, me siento en el paraíso toqueteándome y moviéndome como loquita en el agua. Es más, me encanta sumergirme y aguantar la respiración lo más que pueda mientras me acaricio el cuerpo, tetas, vientre, vagina, cola, culo (con todo y plug je, je, ja) y salir a respirar en un casi último momento (¿lo han hecho? Es tan lujurioso que me enloquece). Aproveché para jugar un rato cambiando el plug por mi “novio” formal, un dildo de 25 cm de largo 6 cm de grueso, de ensueño.

Bueno, después de esa agasajada que fue deliciosa, me salí de la tina, según yo ya completamente “satisfecha” de mis necesidades, muy modosita, como si nada hubiera pasado.

Me empecé a arreglar para mi día, ya les comenté mi ajuar para el día. Me puse crema en todo mi cuerpecito y poco a poco me fui poniendo lo que había preparado con tanto empeño.

Cuando ya estaba con la ropita interior y medias puestas, ya eran como las 11, me dio sed. Fui al bar y me preparé un highball de güisqui y regresé a la habitación a terminar mi rutina de embellecimiento. Finalmente me había tomado un día para disfrutar, se vale.

Lo último siempre es la peluca, ya con el maquillaje aplicado, la ropa en su lugar y los accesorios adicionales montados, seleccioné una peluca de corte boby, color castaño obscuro, muy mona, me encanta como se me ve. Dije lo último, verdad, pero no era así, lo último es ensartarme un dildo, ahora fue un número adicional de grosor, que solo al meterlo, me erizó la piel del placer y me dije ¿“no que satisfecha Marijó”?

Ya eran las doce del día y, tenía que planear mi día. Aproveché el pretexto para servirme otro güisqui ja, ja, ja.

Bueno, ya con el vaso en mano, fui a revisar que todo en el departamento estuviera en orden, lo cuál me llevó como media hora.

Cuando llegué a la puerta que da a la calle, abrí y me asomé también a revisar alrededor del departamento. A lo lejos, a más de 50 metros, estaba un trabajador haciendo alguna tarea en la fachada de una casa. Me sentí como electrizada ¿recuerdan que traía metido un plug en la colita? Al ver al tipo, miles de ideas lujuriosas me llegaron a la cabeza. Yo salí hasta la mitad de la calle y me ubiqué para que fuera vista por el tipo. Mi idea era solo “loquear” es decir, que me viera, que yo le mostrara a lo lejos algo de pierna, que me viera tocarme los senos y como quien no quiere, sobarme la entrepierna.

Me enloquece hacer eso y, como ya traía dos tragos encima, pues que ni mandado a hacer. Para darme más valor, fui por otro güisqui y salí con el vaso en la mano y en algún momento le hice la seña de que le convidada de mi bebida, Solo vi que se metía con urgencia y ya no salió. Me dio mucha risa, porque creo que me aproveché.

Sin embargo, la idea siguió rondando mi cabecita, de hacer algún contacto con alguien ahí, afuera del departamento, ya estaba un poco borrachita. Como era medio día, ya más de las 13, no se apreciaba nadie, es una hora de otras actividades.

Pues decidí quedarme un rato parada en la puerta, para ver a las personas que pasaban. La distancia entre la senda por donde andar a donde estaba yo era de casi 10 m así que me sentía cómoda y confiada.

Pasaron varias personas, algunos hombres, a los que trataba de atraer, pero, sin ningún éxito.

Finalmente, como a las 14, pasó un tipo que vestía pants, no se veía mal, como de unos 45 años, delgado, sonriente, no tan guapo, pero no feo. Voltea el rostro hacia donde yo estaba parada en el quicio de la puerta del departamento y viéndome con interés me dice “¿le puedo ayudar en algo señora?”. Primero que me dijera señora, me sonó a música y segundo, no estaba tan mal. Me dije a mi misma, ahora o nunca Mariajosé y, le dije llena de coquetería y con una sonrisa sexy “¿y qué sabes hacer”? Me contestó con gran aplomo (eso me encantó, sin miedo) “de toda señora, puedo hacer de todo”. Yo le dije “¿ah caray, de todo?” y me dijo si, de todo y le respondí, eso me gustaaa, mucho.

Sin pensarlo dos veces le dije, bueno, eso me satisface (ja, ja, ja), ven, era lo que necesitaba. Se acercó a la puerta y se me quedó viendo con cara de asombro y de gusto, lo cual fue para mi una maravilla. Cerré la puerta y le puse llave, de reojo trataba de ver su respuesta, lo que vi, me agradó aún más, se chupo los labios, tal vez se dijo a si mismo “de aquí hasta donde tope” al menos eso era lo que yo quería. Lo invité a pasar al pasillo de entrada y le dije “tengo algo que es de gran urgencia que me gustaría que me ayudaras a resolver” Me dijo “estoy a sus órdenes señora” y me revisó de pies a cabaza (seguro pensó mira lo que me voy a comer).

Si ya estaba yo caliente, me puse más erótica y sexy en mi modo de hablar y de intercambios de miradas. Le dije “pues mira este es uno de mis grandes pendientes y necesito urgentemente que me ayudes a resolverlo, repetí para que no hubiera duda de la necesidad que tenía de ello. Lo abracé y lo besé ¡con pasión! Me clavé en su boca, le puse primero los labios llenos de labial en los suyos y le metí la lengua con enorme urgencia. Se dejó, se dejó muy lindo y poco a poco fue respondiendo a mis besos, primero suave, no como yo de ofrecida y, luego también con mucha pasión.

Lo fui llevando hacia un área donde hay pasto, nos tiramos al suelo y lo seguí besando, lo estaba besando como lo recordaba de mi sueño que les conté con el mecánico, mucho, fuerte, besos mordelones, cariñosos, apasionados. Lo empecé a toquetear y se dejaba muy receptivo, estaba a mi disposición. Bajé mi mano desde la cabeza que le estaba acariciando, hasta el pantalón (ya saben a dónde je, je, je) y le apreté el pene con enorme pasión, lo tallaba encima del pantalón.

Para esos momentos ya estaba tremendamente duro. Así lo estuve besando como media hora y él me tocaba los senos, me acariciaba, me metía la mano debajo de la falda, se dio cuenta que tenía algo entre las piernas, hasta le gusto lo que encontró, solo dijo, que rica sorpresa lo que encontré, me encantó, ya lo deseo. Me excitó más.

Le empecé a bajar el pantalón y el boxer, tomando en mis manos aquel manjar, largo, jugoso, no tan grueso, pero muuuy largo.

Le dije, pero mira nada más que me encontré, que cosa tan linda y provocativa. Esta hermoso.

Me dijo, ojalá sirva para corregir sus pendientes señora. Le dije, ya lo sabremos en un momento y, por favor, háblame de tú, es más, dime Marijó, así me llamo.

De sus labios no me despegaba, tenía tantas ganas de besar y de que me besaran que no me despegaba de su boca. Inicié el camino hacia abajo, besando su cara, el cuello, el pecho, el estómago, el vientre hasta que llegué al pene. Que hermosura y que delicia. Le tomé las manos y las apreté con pasión mientras le lamia la puntita del pene, que rico, sabía saladito y al mismo tiempo dulce, ustedes saben que esto es así, su “pecome”.

Le pasé la legua por todo el glande, succionando con delicadeza para hacerlo sentir la gloria. Poco a poco lo fui metiendo más a mi boca hasta llegar a la base del tronco, que ricura, era un manjar. Ya todo dentro lo succioné con fuerza por un buen tiempo y él solo emitía gemidos ricos de hombre satisfecho de la mamada que le estaba dando su hembra.

Así nos dimos placer durante unos 15 minutos, yo mame y mame y él soba que soba mi cabeza, apretándola y empujándola contra su pene para hacerla penetrar hasta la garganta.

Me dijo Marijó, que sabroso mamas, nuca me la habían mamado con tanta pasión, con tanto deseo, con tantas ganas.

Le dije “desnúdame, cógeme”. Con cuidado y calma, empezó a manipular mi ropa, con delicadeza, pero con deseo. Estábamos disfrutando tremendamente, pero preparándonos para lo que venía, que era mi mayor necesidad.

Le pedí que me dejara en ropa íntima, que solo me bajara la pantaleta, me retiré el plug para que pudiera meterme el pene. Con delicadez y hasta con “amor” me fue desnudando poco a poco.

Ya desnuda me dijo “supongo que esto es lo que más urge que te ayude a resolver Marijó” y yo le dije, si mi rey ayúdame a calmar mi calentura y cógeme fuerte, cógeme, soy tu puta de uso personal, cógeme, cógeme. Yo estaba tremendamente caliente, sexy, deseosa, quería sentir pene dentro de mí.

Me acostó boca arriba, montó mis piernas en sus hombros y apunto su pene, que se sentía como un leño, directo a mi coñito. Poco a poco fue haciendo camino, primero abrió un poco mi vagina y luego fue empujando con delicadeza y dulzura su leño que iba entrando poco a poco. Con gran emoción estaba yo recibiendo pene, duro y grande.

Metía un tramo y paraba, me besaba y acariciaba los senos y de nuevo, otro tramo y, repetía los besos y caricias, hasta que finalmente, entró todo, todo, estaba ya apasionadamente penetrada, me sentía que volaba, me sentía en el edén, me decía a mi misma, que suerte tienes Marijó, que buen macho te encontraste y le dije “amor, eres único, me tratas como una reina y me estás cogiendo como a una gran puta, te amo, te amo, cógeme, cógeme, mételo más, fuerte, fuerte, quiero que llegue hasta mis entrañas, préñame, préñame, hazme mujer, hazme tu mujer, hazme tu puta, tu gran reputa y amorosa hembra, cógeme, cógeme, cógeme y, córrete, córrete dentro de mí, quiero tu leche dentro de mí, dentro de mí. Córrete, córrete.

Me dijo, con gran placer te estoy cogiendo Marijó, ahora siéntate en mi pene. Yo, rápidamente me revolqué en el suelo, quedando el abajo y yo me di la vuelta para quedar sentada en su pene y me empecé a mover, a mover como loca, a sentir pene en toda la extensión de mi interior, a darme sentones para que su pene entrara más, hasta el fondo, hasta mi más profunda intimidad. Sentía como me acariciaba los senos, la cabeza, el vientre, las nalgas, toda.

Así lo estuve cabalgando como media hora hasta que me dice “me quiero correr dentro de ti”. Le respondí córrete, córrete y lléname de leche, llena mis entrañas, préñame, hazme tu mujer, hazme un hijo, quiero un hijo tuyo, córrete. Súbito, sentí como salían chorros de semen de su pene, cómo inundaba mis entrañas, como las absorbía mi versión perra, como quería hasta comérmela y, también la deseaba en mi boca, también. Sus contracciones de eyaculación fueron formidables, fuertes, poderosas, cada una era un empujón de tripa haciéndome sentir sexo, sexo fuerte, que yo sentía delicioso. Así me estuvo bombeando durante varios minutos y yo, soñaba, volaba, me venía, me corría, gozaba.

Le dije, ay amor, que maravilla de hombre eres, pero te digo un secreto, aún tengo urgencia, lo que hemos hechos hasta ahora fue una delicia y lo he disfrutado con pasión y alegría, pero se alborotó mi pasión. Déjame recostar y no la saques, seguro se hará pequeña, pero no la saques, quiero mucho más.

Me dijo, Marijó, si que eres golosa de sexo y muy apasionada. Eres formidable haciendo el amor. Déjame apapacharte y acariciarte, déjame seguir resolviendo la urgencia y, te lo digo con emoción, quiero cogerte toda la tarde, toda la noche, a mí también se me están despertando urgencias.

Nos quedamos abrazados, tirados en el césped durante no se cuánto tiempo, acariciándonos, besándonos, “descubriéndonos”. Ya eran como las 6 de la tarde.

Me dijo, si aquí ha sido tan placentero, ya me imagino como será en tu lugar preferido del departamento. ¿Vamos?

Le dije, claro amor, ya estoy empezando a sentir la cosquilla delatora del deseo arrollador. Ayúdame a vestir. Así lo hizo y nos levantamos, caminamos hacia la puerta de acceso al interior del departamento y antes de entrar me dijo“ Quiero entrar llevándote en brazos, déjame cargarte” Eso me enloqueció, le dije, cariño que romántico eres, me encantas.

Me tomo por la cintura, unió su boca a la mía y me levanto en brazos y así me llevó como 10 metros adentro. Me sentí quinceañera, me encontré un hombre de esos que ya hay pocos, suertuda que soy.

Continuará.

¿Qué opinas?

Gracias por leerme.

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5 COMENTARIOS

  1. Mmm, que delicia, yo tambien quiero ser esa hembra que esposeida por un hombre como El. Gracias nena, me encanto.

    • Gracias, cuando lo estaba besando, me sentía que volaba. La verdad es que fue muy intenso. Igua, besos.

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