Y ahí estaba, encima del hombre que, durante días, penetró en mi cara a mis dos novias, en mi departamento, sintiendo su pija dura rozando mis labios vaginales, donde aún había restos de fluido vaginal de Ana Paula y Rayane, incluso resto de semen de él.
Lariza siempre fue la dominante, ella juagaba con Rayane y Ana Paula, pero ahora sentía que su autoridad estaba siendo sobrepasada por este hombre, que estaba a punto de gobernar, marcar territorio y tomar a todas ellas.
Yo siempre me declaré lesbiana, nunca deje que un hombre me bese y mucho menos penetre, pero en el fondo soy mujer y ver a este macho, someter con fiereza y deseo a mis dos chicas, me hizo sentir sumisa, me hizo sentir mujer, y ahí lo tenía obediente, sin penetrarme, respetando.
Rayane y Ana Paula, miraban cómplices, abrazadas, esperando que podría ocurrir, ellas aun llenas de este hombre que acabo en el interior de las dos, y yo pensaba ¿ Que se sentirá tener semen adentro mío?
Si bien lo he probado de la vagina de mis novias, nunca lo tuve adentro y esa noche era de posibilidades, yo seguía rozando su pija, inundando su palo con jugos vaginales, el me tomo de la cintura con sus enormes y cálidas manos, realmente se controlaba, porque su pija era una piedra, miraba su cara de placer, que me excitaba, hasta que decidí subir un poco más la pelvis y ya no rozar de atrás hacia adelantes, sino de arriba abajo, en esta pose su pija quedaba libre y mis labios vaginales rozaban su glande hasta la raíz, con encuentros muy cercanos de su glande con la entrada de mi vagina.
Hasta que no aguante más y le dije: quiero sentir solo la punta adentro, a lo que mis novias miraron sorprendida, el con su mano puso la punta de su pija en mi vagina, yo despacio descendí para sentirlo, era increíble, una sensación carnosa, caliente, no un plástico el cual acostumbraba, la verdad empecé a sacar y meter, hasta que no aguante y me senté por completo, sentí como ese intruso golpeo mi cuello uterino, y sin que yo le diga nada me agarro de la cintura y empezó a embestirme, ya no le importaba obedecer, y me dijo algo que me prendió.
“Esta noche serás mi putita, ustedes 3 son mis putitas y voy a terminar de llenarle de leche a esta ramera”.
Yo solo acepte mientras mis novias se ponían una al lado de él, mientras me reventaba la vagina, se besaba por turno con ambas, estábamos en un ritual de apareamiento, hasta que sentí como golpeo con demencia su glande en mi fondo y comenzó a escupir toneladas de leche, esa esencia, rica y caliente en mi interior, mientras me acerque le bese, con pasión, hasta que él me dijo al oído “ahora eres mi puta y yo tomo el control de las 3 hembras”.
Yo me levanté, le miré a los ojos y les dije “este es tu harem y nosotras tus sumisas a partir de ahora harás lo que desees con nosotras” ¿Seguimos con el relato o dejamos a la imaginación de ustedes?
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